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LA SANTA MISA EN EL CONCILIO VATICANO II PARA QUE NADIE DUDE

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Cristo está presente en su Iglesia
Vaticano II
Santa Misa


Sacrosanctum Concilium 7-8.106
Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la misa, tanto en la persona del ministro, ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz, como, sobre todo, bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues, cuando se lee en la Iglesia la sagrada Escritura, es él quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, pues él mismo prometió: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
En verdad, en esta obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa, la Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre eterno.
Con razón, pues, se considera a la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y realizan, cada uno a su manera, la santificación del hombre; y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.
En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es la acción sagrada por excelencia, cuya eficacia no es igualada, con el mismo título y en el mismo grado, por ninguna otra acción de la Iglesia.
En la liturgia terrena participamos, pregustándola, de aquella liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo, ministro del santuario y de la tienda verdadera, está sentado a la derecha de Dios; con todos los coros celestiales, cantamos en la liturgia el himno de la gloria del Señor; veneramos la memoria de los santos, esperando ser admitidos en su asamblea; aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo hasta que aparezca él, vida nuestra; entonces también nosotros apareceremos, juntamente con él, en gloria.
La Iglesia, por una tradición apostólica que se remonta al mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la eucaristía, celebren el memorial de la pasión, resurrección y gloria del Señor Jesús, y den gracias a Dios, que, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Por esto, el domingo es la fiesta primordial, que debe inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo. No deben anteponérsele otras solemnidades, a no ser que sean realmente de suma importancia, puesto que el domingo es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico.
R/. Cristo ora por nosotros como sacerdote nuestro, ora en nosotros por ser nuestra cabeza, es invocado por nosotros como Dios nuestro. Reconozcamos, pues, en él nuestras propias voces y reconozcamos también su voz en nosotros.
V/. Cuando nos dirigimos a Dios con súplicas, no establezcamos separación con el Hijo.

R/. Reconozcamos, pues, en él nuestras propias voces y reconozcamos también su voz en nosotros.
Misa Tradicional (Capilla San Miguel)


Te Deum

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.


A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.



Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.



Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:



Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.



Los cielos y la tierra 
están llenos de la majestad de tu gloria.



A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.



A ti la Iglesia santa, 
extendida por toda la tierra, 
te proclama:



Padre de inmensa majestad, 
Hijo único y verdadero, digno de adoración, 
Espíritu Santo, Defensor.



Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.



Tú eres el Hijo único del Padre.



Tú, para liberar al hombre, 
aceptaste la condición humana 
sin desdeñar el seno de la Virgen. 



Tú, rotas las cadenas de la muerte, 
abriste a los creyentes el reino del cielo.



Tú te sientas a la derecha de Dios 
en la gloria del Padre.



Creemos que un día 
has de venir como juez.



Te rogamos, pues, 
que vengas en ayuda de tus siervos, 
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.



Haz que en la gloria eterna 
nos asociemos a tus santos.




(lo que sigue puede omitirse)



Salva a tu pueblo, Señor, 
y bendice tu heredad.



Sé su pastor 
y ensálzalo eternamente.



Día tras día te bendecimos 
y alabamos tu nombre para siempre, 
por eternidad de eternidades.



Dígnate, Señor, en este día 
guardarnos del pecado.



Ten piedad de nosotros, Señor, 
ten piedad de nosotros.



Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, 
como lo esperamos de ti.



En ti, Señor, confié, 
no me veré defraudado para siempre.


Santa Misa con las Misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta



HOY NUESTRA SRA DE LOURDES

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La Señora me habló
Santa María Bernarda Soubirous, virgen
(Carta al padre Gondrand, año 1861: cf. A. Ravier, Les écrits de sainte Bernardette Soubirous, París 1961, pp 53-59)
Cierto día fui a la orilla del río Gave a recoger leña con otras dos niñas. En seguida oí como un ruido. Miré a la pradera, pero los árboles no se movían. Alcé entonces la cabeza hacia la gruta y vi a una mujer vestida de blanco, con un cinturón azul celeste y sobre cada uno de sus pies una rosa amarilla, del mismo color que las cuentas de su rosario.
Creyendo engañarme, me restregué los ojos. Metí la mano en el bolsillo para buscar mi rosario. Quise hacer la señal de la cruz, pero fui incapaz de llevar la mano a la frente. Cuando la Señora hizo la señal de la cruz, lo intenté yo también y, aunque me temblaba la mano, conseguí hacerla. Comencé a rezar el rosario, mientras la Señora iba desgranando sus cuentas, aunque sin despegar los labios. Al acabar el rosario, la visión se desvaneció.
Pregunté entonces a las dos niñas si habían visto algo. Ellas lo negaron y me preguntaron si es que tenía que hacerles algún descubrimiento. Les dije que había visto a una mujer vestida de blanco, pero que no sabía de quién se trataba. Les pedí que no lo contaran. Ellas me recomendaron que no volviese más por allí, a lo que me opuse. El domingo volví, pues sentía internamente que me impulsaban...
Aquella Señora no me habló hasta la tercera vez, y me preguntó si querría ir durante quince días. Le dije que sí, y ella añadió que debía avisar a los sacerdotes para que edificaran allí una capilla. Luego me ordenó que bebiera de la fuente. Como no veía ninguna fuente, me fui hacia el río Gave, pero ella me indicó que no hablaba de ese río, y señaló con el dedo la fuente. Me acerqué, y no hallé más que un poco de agua entre el barro. Metí la mano, y apenas podía sacar nada, por lo que comencé a escarbar y al final pude sacar algo de agua; por tres veces la arrojé y a la cuarta pude beber. Después desapareció la visión y yo me marché.
Volví a ir allá durante quince días. La Señora se me apareció como de costumbre, menos un lunes y un viernes. Siempre me decía que advirtiera a los sacerdotes que debían edificarle una capilla, me mandaba lavarme en la fuente y rogar por la conversión de los pecadores. Le pregunté varias veces quién era, a lo que me respondía con una leve sonrisa. Por fin, levantando los brazos y ojos al cielo, me dijo:
«Yo soy la Inmaculada Concepción.»
En aquellos días me reveló también tres secretos, prohibiéndome absolutamente que los comunicase a nadie, lo que he cumplido fielmente hasta ahora.
                 
      

Nuestra Señora de Lourdes y la "unidad de los cristianos"

Rowan Williams.
El 24 de septiembre de 2008, el Arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams peregrinó al mismísimo Santuario de Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción, predicando ante 20 000 personas en la Eucaristía Internacional.13 En su homilía destacó:
María se nos presenta aquí como la primera misionera, «el primer mensajero del Evangelio», como la llamó el obispo de Lourdes, Perrier: el primer ser humano que llevó la buena nueva de Jesucristo a otra persona; cosa que hace simplemente llevando a Cristo dentro de sí. Ella nos recuerda que la misión comienza no con la entrega de un mensaje hecho de palabras sino en el camino hacia otra persona con Jesús en el corazón. Ella atestigua la primordial importancia de, sencillamente, llevar a Jesús, incluso antes de que existan las palabras o las acciones para mostrarle y explicarle. (...) Cuando María se le apareció a Bernadette, la primera vez lo hizo como una figura anónima, una hermosa mujer, una «cosa» misteriosa, no identificada aún como la Madre Inmaculada del Señor. Y Bernadette –inculta, carente de instrucción doctrinal– saltó de gozo, reconociendo que allí había vida, que allí estaba la cura. Recordad sus narraciones en las que habla de sus movimientos agraciados y ligeros a las órdenes de la Señora; como si ella, al igual que Juan en el vientre de Isabel, comenzara a bailar siguiendo la música del Verbo Encarnado que lleva su Madre. Sólo poco a poco encontrará Bernadette las palabras para que el mundo sepa; sólo poco a poco, podríamos decir, descubre cómo escuchar a la Señora y referir lo que tiene que decirnos. (...) Los vecinos, los maestros y el clero de la parroquia de Bernadette sabían lo que pensaban que necesitaban saber sobre la Madre de Dios, pero tuvieron que quedar sorprendidos por esta adolescente incapaz de expresarse, inerme e insignificante que había saltado de gozo reconociendo haber encontrado a María como madre, hermana, portadora de su Señor y Redentor. (...) Hoy aquí, con Isabel y Bernadette, decimos con agradecido estupor: «¿Qué he hecho para merecerme que la madre de mi Señor haya venido hasta mí?» Y reconocemos que el deseo de nuestro corazón ha sido satisfecho y lo más profundo de nuestro ser ha sido llevado a una nueva vida.14
Rowan Williams, ex-arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana
Este hecho fue considerado como muy significativo en orden a la unidad de los cristianos y fue seguido por la visita histórica del Papa Benedicto XVI al primado anglicano el 17 de septiembre de 2010, en ocasión del 50 aniversario del primer encuentro de un Papa y un Arzobispo de Canterbury en los tiempos modernos, el de Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher, el 2 de diciembre de 1960.15 A ello a su vez siguió el recibimiento de Benedicto XVI a Rowan Williams en la Ciudad del Vaticano el 18 de noviembre de 2010, poco después de que cinco obispos anglicanos anunciaran su pase a la Iglesia católica, aprovechando el nuevo ordinariato creado a tal fin por la Santa Sede. En tal ocasión, el Papa Benedicto XVI y Rowan Williams oraron juntos.16 En el sentir de la Iglesia, Nuestra Señora de Lourdes constituye un camino de superación de las divisiones entre los cristianos, en orden al cumplimiento del mandato de Jesús: "Que todos sean uno" (Juan 17, 21).      

LA SABIDURÍA

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SABIDURÍA
Hay que buscar la sabiduría
San Bernardo
Sermón 15 sobre diversas materias
Trabajemos para tener el manjar que no se consume: trabajemos en la obra de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor, para hacernos merecedores del denario cotidiano. Trabajemos para obtener la sabiduría, ya que ella afirma: Los que trabajan para alcanzarme no pecarán. El campo es el mundo - nos dice aquel que es la Verdad-; cavemos en este campo; en él se halla escondido un tesoro que debemos desenterrar. Tal es la sabiduría, que ha de ser extraída de lo oculto. Todos la buscamos, todos la deseamos.
Si queréis preguntar - dice la Escritura-, preguntad, convertíos, venid. ¿Te preguntas de dónde te has de convertir? Refrena tus deseos, hallamos también escrito. Pero, si en mis deseos no encuentro la sabiduría -dices-, ¿dónde la hallaré? Pues mi alma la desea con vehemencia, y no me contento con hallarla, si es que llego a hallarla, sino que echo en mi regazo una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. Y esto con razón. Porque, dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia. Búscala, pues, mientras puede ser encontrada; invócala, mientras está cerca.
¿Quieres saber cuán cerca está? La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón; sólo a condición de que la busques con un corazón sincero. Así es como encontrarás la sabiduría en tu corazón, y tu boca estará llena de inteligencia, pero vigila que esta abundancia de tu boca no se derrame a manera de vómito.
Si has hallado la sabiduría, has hallado la miel; procura no comerla con exceso, no sea que, harto de ella, la vomites. Come de manera que siempre quedes con hambre. Porque dice la misma sabiduría: El que me come tendrá más hambre. No tengas en mucho lo que has alcanzado; no te consideres harto, no sea que vomites y pierdas así lo que pensabas poseer, por haber dejado de buscar antes de tiempo. Pues no hay que desistir en esta búsqueda y llamada de la sabiduría, mientras pueda ser hallada, mientras esté cerca. De lo contrario, como la miel daña - según dice el Sabio- a los que comen de ella en demasía, así el que se mete a escudriñar la majestad será oprimido por su gloria.
Del mismo modo que es dichoso el que encuentra sabiduría, así también es dichoso, o mejor, más dichoso aún, el hombre que piensa en la sabiduría; esto seguramente se refiere a la abundancia de que hemos hablado antes.
En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a si mismo: y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.
R/. Quise a la sabiduría más que a la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz. Con ella me vinieron todos los bienes juntos.
V/. La quise y la rondé desde muchacho, enamorado de su hermosura.
R/. Con ella me vinieron todos los bienes juntos.

DIA DE SAN JOSÉ. DIA DEL SEMINARIO. ORACIÓN POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES

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Nadie deja algo bueno si no es por otra cosa mejor, y eso es lo que Dios puso en mí.




Conocí a Dios desde pequeño como si fuera uno más de la familia





Yo me convencí al ver la presencia de Dios en otras personas


SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

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San José y el Niño

INVOCACIÓN INICIAL 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Cante tu gloria célica armonía,
tú que compartes con la siempre pura
la misteriosa genealogía
de la Escritura.

Esposo vírgen de la Virgen Madre,
en quien Dios mismo declinó su oficio;
réplica humilde del eterno Padre,
padre nutricio.

Último anillo de las profecías,
¡oh patriarca de la nueva alianza!,
entre tus brazos se acuño el Mesías,
nuestra esperanza.

Guarda a la Iglesia de quien fue figura
la inmaculada y maternal María;
guárdala intacta, firme y con ternura
de eucaristía.

Gloria a Dios Padre que tu amor decuida,
gloria a Dios Hijo que te fue confiado,
gloria al Espíritu que alentó tu vida
para el Amado. Amén.
 


SALMODIA

Ant. 1 Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el Mesías.

- Salmo 112 -

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el Mesías.

Ant. 2 Fue enviado de parte de Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, deposada con un hombre llamado José.

 


- Salmo 145 -

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Fue enviado de parte de Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 

a una virgen, desposada con un hombre llamado José.

Ant. 3 Estando desposada, María la madre de Jesús, con José, antes de que empezaran a vivir juntos, 

se encontró en cinta por obra del Espíritu Santo.
 



Cántico
Ef. 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Estando desposada, María la madre de Jesús, con José, antes de que empezaran a vivir juntos, 

se encnntró en cinta por obra del Espíritu Santo.

 


LECTURA BREVE

Col 3, 23-24

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: 

sabiendo bien que recibiréis del Señor en
reconmpensa la herencia. Servid a Cristo
 


RESPONSORIO BREVE

V. El justo florecerá como un lirio.
R. El justo florecerá como un lirio.

V. Y se alegrará eternamente ante el Señor.
R. Como un lirio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El justo florecerá como un lirio.

 


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Este es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto frente de su servidumbre. 

Cántico de la Santísima Virgen María


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el todo poderoso ha hecho conmigo cosas grandes,
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre
 

El Sueño de San José

PRECES


Acudamos suplicantes a Dios Padre todopoderoso, de quien procede toda la familia del cielo y de la tierra,
 y digámosle suplicantes:

Padre nuestro que estás en los cielos, escúchanos.
·  Padre santo, tú que en la aurora del nuevo Testamento revelaste a José el misterio mantenido en silencio
desde el origen de los siglos,
ayúdanos a conocer cada vez mejor a tu Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre.
·  Padre celestial, tú que alimentas las aves del cielo y vistes la hierba del campo, concede a todos los hombres el pan de cada día para su cuerpo y el alimento de la eucaristía para su espíritu.
·  Creador del universo, tú que entregaste al hombre la obra de tus manos, haz que los trabajadores puedan disfrutar de manera digna del fruto de su trabajo.
·  Señor, tú que eres la fuente de toda la justicia y deseas que todos seamos justos,
por intercesión de san José, ayúdanos a agradarte en todo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres


Señor, tu que velas por nosotros en todo momento, escucha nuestras súplicas,
líbranos de las asenchanzas del Maligno y no permitas que nos separemos de ti.

Dios Santo, por intercesión de San José, protege a todas las Ordenes Religiosas y 
Congregaciones que lo invocan como protector y que por la acción del Espíritu Santo,
 vean aumentadas  sus vocaciones para el servicio de la Iglesia

Protege ,Señor a todos los enfermos, y a sus familias, 

necesitados del auxilio paternal de San José en momentos de dificultad

Haz, Señor, que los moribundos y los que ya han muerto, obtengan tu misericordia eterna, por medio de tu Hijo,
de María y de san José.


-Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir: Padre Nuestro ...
 



ORACIÓN

Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento, encomendaste a san José los misterios de nuestra salvación, haz que ahora tu Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a
su pleno cumplimieto la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 


CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. 

Rezar con San José
Oh glorioso San José, esposo de la Virgen Inmaculada, padre nutricio del Hijo de Dios, constituido jefe de la Sagrada Familia y celestial patrono de la Iglesia católica;
Tú, cuya fe triunfó sobre la duda, cuya justicia igualó a la castidad, en quien la obediencia sirvió a la sabiduría, la fortaleza acompañó a la prudencia y la magnanimidad rivalizó con la humildad;
Tú, modelo de los que se dedican al trabajo, seguridad de los que se arrojan a la batalla, terror de los demonios desencadenados contra la obra del Redentor;
Tú, por cuya virtud fue librado de peligros extremos el Dios hecho hombre, y que desde lo alto del cielo extiendes tu protección a su Cuerpo místico, sujeto a los ataques siempre renovados de sus enemigos;
Dirige tu mirada a toda la Iglesia, para salvaguardar el sacerdocio y la fe católicos.
Animados de una confianza sin límites en tu poderoso patrocinio, oh bienaventurado patriarca José,te rogamos permitas consagrar a ti en la Iglesia a todos sus miembros y todas sus obras, a fin de ensalzar sus glorias y virtudes.
Dígnate a cambio, oh generosísimo dispensador de las larguezas del Rey de la gloria, disfrutar de los  beneficios que tu paternidad distribuye a toda la Iglesia: consérvala como tu propiedad, mantenla fiel, haz que viva e irradie el Sacrifico del altar, enriquécela de vida interior, confirma a sus miembros en la santidad y en la castidad propia de su estado, fortifícala en sus santas labores apostólicas, condúcela en el combate de la fe, desarma las trampas del Enemigo y hazla servir útilmente a los demás
Dígnate, por fin, oh fiel intercesor nuestro, ser un sostén firme del romano Pontífice en su función de confirmar a sus hermanos en la profesión de la fe clara y plena del bienaventurado Pedro: Tú eres el Cristo, Hijo de Dios vivo.
Oh Tú, providencialmente establecido al lado de María Reina, haz que gracias a tu irresistible mediación ante Jesús, sumo Sacerdote y Rey de la eterna gloria, podamos vivir y testimoniar con todas sus consecuencias la divinidad, el sacerdocio y la realeza de Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.





MONJES DEDICADOS A REZAR POR LOS SACERDOTES

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Un nuevo monasterio abierto en Irlanda tiene como misión reparar los pecados de sus sacerdotes



20 marzo 2017


Estos monjes llegados a Irlanda provienen de Estados Unidos
Los monjes Benedictinos de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar, conocidos como los benedictinos de Silverstream, se han establecido en Irlanda a petición del obispo de Meath, convirtiéndose de esta manera en el primer nuevo monasterio que se establece en esta diócesis desde que Enrique VIII suprimiera todos los monasterios católicos en 1536.

Estos monjes provenientes de Estados Unidos pretenden transformar a través de la oración y la adoración la Iglesia en Irlanda, muy afectada por los casos de abusos sexuales de algunos de sus sacerdotes en el pasado y que ha provocado una enorme bajada de la práctica religiosa en el país.

"Esta isla estuvo llena de monasterios"
"Tenemos, como de hecho lo fue, nuestras órdenes de marchar de la Santa Sede, y aunque no podemos dejar nuestro claustro físicamente, estamos dedicados a una batalla espiritual e invisible por el alma de este país, especialmente por sus sacerdotes", explicó a CNA el Padre Benedicto, miembro de la Orden. "Esta isla estuvo llena de este a oeste y de norte a sur con monasterios. El latido del corazón de los irlandeses era el latido del turno monástico de oración", añadió tal y como recoge Gaudium Press.







Al llegar a Irlanda y apreciar la realidad del catolicismo irlandés y la fuerte división que existe  los monjes a través de su especial carisma pronto comprendieron cuál debía ser su misión en la isla.

De la debilidad puede venir "el poder y la victoria"
El carisma de la comunidad es el de la Madre Catherine-Mectilde de Bar, fundadora benedictina del siglo XVII, quien "estableció su familia benedictina particular para adorar el Santísimo Sacramento en un espíritu de reparación por las ofensas y abusos cometidos en contra del Sacramento del Amor de Cristo", según comentó el Padre Benedicto. "Como monjes tenemos un enfoque particular en reparar por los pecados de los sacerdotes que, en especial últimamente, han desfigurado tanto el Rostro de Cristo ante los ojos del mundo".

"De la debilidad y la derrota y, sí, incluso del pecado y de la infidelidad, puede venir el poder y la victoria", concluyó el sacerdote. "Que Dios acerque nuevamente nuestro país a su Sagrado Corazón, que late en la Sagrada Hostia".
 

EL SEÑOR NOS LLAMA A LA CONVERSIÓN, A VOLVER A ÉL, A IR A ÉL

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San Máximo
Quienes anunciaron la verdad y fueron ministros de la gracia divina; cuantos desde el comienzo hasta nosotros trataron de explicar en sus respectivos tiempos la voluntad salvífica de Dios hacia nosotros, dicen que nada hay tan querido ni tan estimado de Dios como el que los hombres, con una verdadera penitencia, se conviertan a él.
Y para manifestarlo de una manera más propia de Dios que todas las otras cosas, la Palabra divina de Dios Padre, el primero y único reflejo insigne de la bondad infinita, sin que haya palabras que puedan explicar su humillación y descenso hasta nuestra realidad, se dignó mediante su encarnación convivir con nosotros; y llevó a cabo, padeció y habló todo aquello que parecía conveniente para reconciliarnos con Dios Padre, a nosotros que éramos sus enemigos; de forma que, extraños como éramos a la vida eterna, de nuevo nos viéramos llamados a ella.
Pues no solo sanó nuestras enfermedades con la fuerza de los milagros, sino que, habiendo aceptado las debilidades de nuestras pasiones y el suplicio de la muerte -como si él mismo fuera culpable, siendo así que se hallaba inmune de toda culpa-, nos liberó, mediante el pago de nuestra deuda, de muchos y tremendos delitos, y en fin, nos aconsejó con múltiples enseñanzas que nos hiciéramos semejantes a él, imitándole con una calidad humana mejor dispuesta y una caridad más perfecta hacia los demás.
Por ello clamaba: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan. Y también: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Por ello añadió aún que había venido a buscar la oveja que se había perdido, y que, precisamente, había sido enviado a las ovejas que habían perecido de la casa de Israel. Y, aunque no con tanta claridad, dio a entender lo mismo con la parábola de la dracma perdida: que había venido para recuperar la imagen empañada con la fealdad de los vicios. Y acaba: Os digo que habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta
Así también, alivió con vino, aceite y vendas al que había caído en manos de ladrones y, desprovisto de toda vestidura, había sido abandonado medio muerto a causa de los malos tratos; después de subirlo sobre su cabalgadura, le dejó en el mesón para que le cuidaran; y después de haber dejado lo que parecía suficiente para su cuidado, prometió dar a su vuelta lo que hubiera quedado pendiente.
Consideró como padre excelente a aquel hombre que esperaba el regreso de su hijo pródigo, al que abrazó porque volvía con disposición de penitencia, y al que agasajó con amor paterno, sin pensar en reprocharle nada de todo lo que antes había cometido.
Por la misma razón, después de haber encontrado la ovejilla alejada de las cien ovejas divinas, que erraba por montes y collados, no volvió a conducirla al redil con empujones y amenazas, ni de malas maneras, sino que, lleno de misericordia, la devolvió al redil incólume y sobre sus hombros.
Por ello dijo también: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Y también: Cargad con mi yugo; es decir, llama yugo a los mandamientos o vida de acuerdo con el Evangelio, y llama carga a la penitencia, que puede parecer a veces algo más pesado y molesto: Porque mi yugo es llevadero -dice-, y mi carga ligera
Y de nuevo, al enseñarnos la justicia y la bondad divina, manda y dice: Sed santos, perfectos, compasivos, como lo es vuestro Padre. Y también: Perdonad, y seréis perdonados. Y: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
R/. Estaría acongojado, Señor, si no conociera tu misericordia; tú has dicho: «No quiero la muerte del pecador, sino que cambie de conducta y viva.» Tú que llamaste a conversión a la cananea y al publicano.
V/. Cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia.
R/. Tú que llamaste a conversión a la cananea y al publicano.
Final

Oremos:

Señor, Dios nuestro, que concedes a los justos el premio de sus méritos, y a los pecadores que hacen penitencia les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros y danos, por la humilde confesión de nuestras culpas, tu paz y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

   

Parroquia Beata Ana María Mogas: economato de pan y caridad. Madrid

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Parroquia Beata Ana María Mogas

Parroquia Beata Ana María Mogas: economato de pan y caridad. Madrid

Francisco Serrano Oceja ha publicado en el diario ABC un reportaje sobre la parroquia Beata María Ana Mogas, cuyo párroco es el P. Jorge González Guadalix, bloguero en InfoCatólica.

(ABCLa adoración perpetua en una parroquia es un seguro de vida. A media tarde, cuando el sol de primavera se impone, seis mujeres jóvenes rezan ante el Santísimo Sacramento. La recoleta capilla, pulcra, cuidada hasta en los más sencillos detalles, es un tabor. Se palpa el misterio, la presencia. Primer pulmón. El otro, el segundo, una puerta cercana, el economato. Pan de vida. Porque la parroquia de la Beata de Fuencarral, Beata María Ana Mogas fue la primera en instaurar un economato.
Las ciento veinte familias que Cáritas de la zona envía a comprar los alimentos básicos por un precio simbólico, atendidas por veinte voluntarios, no se sienten heridas en su dignidad. Y así las madres pueden ir a comprar con sus hijos. Un economato con un añadido patrono exclusivo, Natixis. Un economato que ha recibido recientemente un importante premio donativo del grupo Pascual.
El párroco de estas ocho mil almas de clase media, en una zona dormitorio, se llama Jorge González Guadalix, y es un hombre de fácil palabra y ágil escribanía.
Cura bloguero del que en no pocas ocasiones me pregunté si había distancia entre lo que decía que era su parroquia y la realidad. Confieso que la realidad supera, incluso, lo que él dice. Cuando me intereso por saber qué es lo fundamental en una parroquia, me contesta: «Facilitar el acceso al don de Dios, la gracia». Un día alguien le preguntó si tenía muchos jóvenes. Y Jorge, sin dudar: «Si te refieres a los que van a reunirse a las cinco de la tarde, no. Pero si hablamos de los que van a misa, se confiesan con frecuencia y, cuando vuelven de marcha, a las tres de la madrugada, pasan por la Adoración Perpetua, bastantes más».
En las tareas sacerdotales le acompaña el sacerdote mexicano, incardinado en Madrid, procedente del Redemptoris Máter, Jenaro Augusto Jiménez López.
Cien niños en la catequesis, no son muchos, ni pocos. Dos grupos del Movimiento Familiar Cristiano, no son muchos, ni pocos. El medio centenar de personas mayores que asisten a las actividades lúdicas y formativas del Centro de Mayores, ni son muchas ni son pocas. Y qué decir del centenar de cofrades de la recién creada Cofradía del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de los Dolores, que no hace mucho recibieron sus medallas de congregantes, dedicados al culto del Santísimo Sacramento.

Contacto con mil fieles

Para una Parroquia, los números no son mucho ni poco. Lo que vale es la capacidad de comunicar la gracia. Y en esto el párroco es un mago. Su hoja parroquial «Tres» tiene notable éxito de crítica. Pero lo que más demandan los feligreses –y lo demuestra con una encuesta de satisfacción parroquial que hizo hace dos años– es «El correo de los miércoles», la Newsletter, con la que todas las semanas se comunica con más de mil fieles, es decir, más de mil cuentas de correo.
No hay más que ver la construcción, la arquitectura, para entender a una parroquia. Circular, ejemplo de accesibilidad para personas con discapacidad, es luminoso y acogedor. Obra del arquitecto Carlos J. Blanco, feligrés, y de sus compañeros Ramón RossignoliJosé Luis Medina y Ricardo López, con Ana M. Martínez como arquitecto técnico. Un templo recién estrenado, seis años de vida, que fue una donación de su artífice. En la capilla del Santísimo, por cierto, tienen una imagen de la Virgen con el Niño que data de inicios del siglo XIV.
La parroquia, desde que se construyó, cuenta con un columbario en donde reposan los restos de los fieles que así lo desean. Veinte laicos se consagrarán mañana a la Virgen. Y la liturgia, siempre cuidada, tiene una nota singular: la primera misa del domingo se celebra «Ad orientem», en español, por supuesto. Como dice el párroco –en su libro «De profesión, cura»–, «la parroquia es para el cura como su esposa, se casa con ella». «Me permito acudir al ritual de matrimonio: Me entrego a ti, parroquia, en la salud y en la enfermedad, y prometo serte fiel…». La parroquia, porción de Iglesia.



DOMINGO DE RAMOS 2017 MÁLAGA

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COMIENZA LA SEMANA SANTA

Marcha en Honor de la Virgen del Amparo 
de la Cofradía de Jesús en su entada a Jerusalén




Domingo de Ramos, en Málaga, Domingo de Luz , Semana de Oración bajo el Amparo de Nuestra Madre María, Madre del Señor, Madre que sufre con y por nosotros, Madre de la que necesitamos su Amparo para llegar al cielo.

HOY HE RENOVADO MIS VOTOS COMO LAICO MISIONERO DE LA CARIDAD, DE LA FAMILIA FUNDADA POR SANTA TERESA DE CALCUTA

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FIDELIDAD


Ha sido muy emotivo, un nuevo  regalo del Señor, me permite caminar hacia la santidad, siguiendo las enseñanzas de Santa Teresa de Calcuta, como Laico Misionero de la Caridad.
Me regala como mucho un año , hasta la nueva renovación de votos, para también ir renovando mi vida y acercarme más a saciar la Sed del Señor de amor y almas, sirviendo a los más Pobres de entre los Pobres, comenzando por mi familia y siguiendo con los demás.

En la Misa de las 19.30, durante la homilía , el sacerdote celebrante, predicaba sobre María Magdalena,  indicando el maltrato y el desprecio que ella había sufrido antes de ser salvada por Jesús, de ser tratada como una persona...y me venían a la memoria las actividades de Madre Teresa y de sus hijas, sirviendo a los más Pobres de entre los Pobres, a los ninguneados, despreciados, abandonados.
¡Cómo supo Madre Teresa, imitar a Jesús  y enseñarnos a hacerlo¡


                                                             

II DOMINGO DE PASCUA DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

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JESUS CONFÍO EN TI.

POR TU DOLOROSA PASIÓN TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS,
 Y DEL MUNDO ENTERO.

DIVINA  MISERICORDIA

Del Papa Francisco
Misa con sacerdotes, religiosas, religiosos, consagrados y seminaristas polacos.
XXXI JMJ. Santuario de San Juan Pablo II – Cracovia.
Sábado 30 de julio de 2016.

El pasaje del Evangelio que hemos escuchado (cf. Jn 20, 19-31) nos habla de un lugar, de un discípulo y un libro.
El lugar es la casa en la que estaban los discípulos al anochecer del día de la Pascua: de ella se dice sólo que sus puertas estaban cerradas (cf. Jn 20, 19). Ocho días más tarde, los discípulos estaban todavía en aquella casa, y sus puertas también estaban cerradas (cf. Jn 20, 26). Jesús entra, se pone en medio y trae su paz, el Espíritu Santo y el perdón de los pecados: en una palabra, la misericordia de Dios. En este local cerrado resuena fuerte el mensaje que Jesús dirige a los suyos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21).
Jesús envía. Él desea desde el principio que la Iglesia esté de salida, que vaya al mundo. Y quiere que lo haga tal como él mismo lo ha hecho, como él ha sido mandado al mundo por el Padre: no como un poderoso, sino en forma de siervo (cf. Flp2, 7), no «a ser servido, sino a servir» (Mc 10, 45) y llevar la Buena Nueva (cf. Lc 4, 18); también los suyos son enviados así en todos los tiempos. Llama la atención el contraste: mientras que los discípulos cerraban las puertas por temor, Jesús los envía a una misión; quiere que abran las puertas y salgan a propagar el perdón y la paz de Dios con la fuerza del Espíritu Santo.
Esta llamada es también para nosotros. ¿Cómo no sentir aquí el eco de la gran exhortación de san Juan Pablo II: «¡Abrid las puertas!»? No obstante, en nuestra vida como sacerdotes y personas consagradas, se puede tener con frecuencia la tentación de quedarse un poco encerrados, por miedo o por comodidad, en nosotros mismos y en nuestros ámbitos. Pero la dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin billete de vuelta. Se trata de emprender un éxodo de nuestro yo, de perder la vida por él (cf. Mc 8, 35), siguiendo el camino de la entrega de sí mismo. Por otro lado, a Jesús no le gustan los recorridos a mitad, las puertas entreabiertas, las vidas de doble vía. Pide ponerse en camino ligeros, salir renunciando a las propias seguridades, anclados únicamente en él.
En otras palabras, la vida de sus discípulos más cercanos, como estamos llamados a ser, está hecha de amor concreto, es decir, de servicio y disponibilidad; es una vida en la que no hay espacios cerrados ni propiedad privada para nuestras propias comodidades: al menos no los debe haber. Quien ha optado por configurar toda su existencia con Jesús ya no elige dónde estar, sino que va allá donde se le envía, dispuesto a responder a quien lo llama; tampoco dispone de su propio tiempo. La casa en la que reside no le pertenece, porque la Iglesia y el mundo son los espacios abiertos de su misión. Su tesoro es poner al Señor en medio de la vida, sin buscar otra para él. Huye, pues, de las situaciones gratificantes que lo pondrían en el centro, no se sube a los estrados vacilantes de los poderes del mundo y no se adapta a las comodidades que aflojan la evangelización; no pierde el tiempo en proyectar un futuro seguro y bien remunerado, para evitar el riesgo convertirse en aislado y sombrío, encerrado entre las paredes angostas de un egoísmo sin esperanza y sin alegría. Contento con el Señor, no se conforma con una vida mediocre, sino que tiene un deseo ardiente de ser testigo y de llegar a los otros; le gusta el riesgo y sale, no forzado por caminos ya trazados, sino abierto y fiel a las rutas indicadas por el Espíritu: contrario al «ir tirando», siente el gusto de evangelizar.
En segundo lugar, aparece en el Evangelio de hoy la figura de Tomás, el único discípulo que se menciona. En su duda y su afán de entender –y también un poco terco–, este discípulo se nos asemeja un poco, y hasta nos resulta simpático. Sin saberlo, nos hace un gran regalo: nos acerca a Dios, porque Dios no se oculta a quien lo busca. Jesús le mostró sus llagas gloriosas, le hizo tocar con la mano la ternura infinita de Dios, los signos vivos de lo que ha sufrido por amor a los hombres.
Para nosotros, los discípulos, es muy importante poner la humanidad en contacto con la carne del Señor, es decir, llevarle a él, con confianza y total sinceridad, hasta el fondo, lo que somos. Jesús, como dijo a santa Faustina, se alegra de que hablemos de todo, no se cansa de nuestras vidas, que ya conoce; espera que la compartamos, incluso que le contemos cada día lo que nos ha pasado (cf. Diario, 6 septiembre 1937). Así se busca a Dios, con una oración que sea transparente y no se olvide de confiar y encomendar las miserias, las dificultades y las resistencias. El corazón de Jesús se conquista con la apertura sincera, con los corazones que saben reconocer y llorar las propias debilidades, confiados en que precisamente allí actuará la divina misericordia. ¿Qué es lo que nos pide Jesús? Quiere corazones verdaderamente consagrados, que viven del perdón que han recibido de él, para derramarlo con compasión sobre los hermanos. Jesús busca corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros; corazones dóciles y transparentes, que no disimulen ante los que tienen la misión en la Iglesia de orientar en el camino. El discípulo no duda en hacerse preguntas, tiene la valentía de sentir la duda y de llevarla al Señor, a los formadores y a los superiores, sin cálculos ni reticencias. El discípulo fiel lleva a cabo un discernimiento atento y constante, sabiendo que cada día hay que educar el corazón, a partir de los afectos, para huir de toda doblez en las actitudes y en la vida.
El apóstol Tomás, al final de su búsqueda apasionada, no sólo ha llegado a creer en la resurrección, sino que ha encontrado en Jesús lo más importante de la vida, a su Señor; le dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20, 28). Nos hará bien rezar, hoy y cada día, estas palabras espléndidas, para decirle: «Eres mi único bien, la ruta de mi camino, el corazón de mi vida, mi todo.
En el último versículo que hemos escuchado, se habla, en fin, de un libro: es el Evangelio, en el que no están escritos muchos otros signos que hizo Jesús (Jn 20, 30). Después del gran signo de su misericordia –podemos pensar–, ya no se ha necesitado añadir nada más. Pero queda todavía un desafío, queda espacio para los signos que podemos hacer nosotros, que hemos recibido el Espíritu del amor y estamos llamados a difundir la misericordia. Se puede decir que el Evangelio, libro vivo de la misericordia de Dios, que hay que leer y releer continuamente, todavía tiene al final páginas en blanco: es un libro abierto, que estamos llamados a escribir con el mismo estilo, es decir, realizando obras de misericordia. Os pregunto, queridos hermanos y hermanas: ¿Cómo están las páginas del libro de cada uno de vosotros? ¿Se escriben cada día? ¿Están escritas sólo en parte? ¿Están en blanco? Que la Madre de Dios nos ayude en ello: que ella, que ha acogido plenamente la Palabra de Dios en su vida (cf. Lc 8, 20-21), nos de la gracia de ser escritores vivos del Evangelio; que nuestra Madre de misericordia nos enseñe a curar concretamente las llagas de Jesús en nuestros hermanos y hermanas necesitados, de los cercanos y de los lejanos, del enfermo y del emigrante, porque sirviendo a quien sufre se honra a la carne de Cristo. Que la Virgen María nos ayude a entregarnos hasta el final por el bien de los fieles que se nos han confiado y a sostenernos los unos a los otros, como verdaderos hermanos y hermanas en la comunión de la Iglesia, nuestra santa Madre.
Queridos hermanos y hermanas, cada uno de nosotros guarda en el corazón una página personalísima del libro de la misericordia de Dios: es la historia de nuestra llamada, la voz del amor que atrajo y transformó nuestra vida, llevándonos a dejar todo por su palabra y a seguirlo (cf. Lc 5, 11). Reavivemos hoy, con gratitud, la memoria de su llamada, más fuerte que toda resistencia y cansancio. Demos gracias al Señor continuando con la celebración eucarística, centro de nuestra vida, porque ha entrado en nuestras puertas cerradas con su misericordia; porque, como a Tomás, nos da la gracia de seguir escribiendo su Evangelio de amor.





SANTA MISA Y CANONIZACIÓN DE LOS BEATOS JUAN XXIII Y JUAN PABLO II
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Plaza de San Pedro, II Domingo de Pascua (o de la Divina Misericordia), 27 de abril de 2014
En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde, como hemos escuchado, no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos: Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).
San Juan XXIII y san Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes y obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte, la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, de la que hablan los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47), como hemos escuchado en la segunda Lectura. Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, san Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado, guiado por el Espíritu. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; por eso me gusta pensar en él como el Papa de la docilidad al Espíritu santo.
En este servicio al Pueblo de Dios, san Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.
Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.

LA SABIDURÍA: SAN PEDRO Y SAN ISIDORO HABLAN A LOS OBISPOS, PRESBÍTEROS Y FIELES

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San Pedro. Iglesia del Señor San José.Sevilla

Exhortaciones a los presbíteros y a los fieles
1P 4,12-5,14
Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón, malhechor o entrometido. Pero, si sufre por ser cristiano, que no se avergüence, que dé gloria a Dios por este nombre.
Ha llegado el momento de que el juicio empiece por la casa de Dios; y, si nosotros somos los primeros, ¿cuál será el final de los que no han obedecido al Evangelio de Dios? Si el justo, a duras penas, se salva, ¿qué sucederá con el impío y pecador? En consecuencia, los que padecen por designio de Dios practiquen el bien y pónganse en manos del Creador, que es fiel.
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
Igualmente, los jóvenes: someteos a las personas de edad. Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros.
Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos.
Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén.
Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.
R/. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Aleluya.
V/. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres por causa del Hijo del hombre.
R/. Para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Aleluya.
Sabiduría
Felicidad de los justos en Dios
Sb 7,7-16.22-30
Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que a la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables; de todas gocé, porque la sabiduría las trae, aunque yo no sabía que ella las engendra a todas. Aprendí sin malicia, reparto sin envidia y no me guardo sus riquezas; porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
Que me conceda Dios saber expresarme y pensar como corresponde a ese don, pues él es el mentor de la sabiduría y quien marca el camino a los sabios. Porque en sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, y toda la prudencia y el talento.
En efecto, la sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todovigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos.
La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.
Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría. Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste lo releva la noche, mientras que a la sabiduría no la puede el mal.
R/. Todo lo sé, oculto o manifiesto. Aleluya.
V/. Porque la sabiduría, artífice del cosmos, me lo enseñó.
R/. Oculto o manifiesto. Aleluya.

Santo Tomás de Villanueva

El obispo debe tener su puerta abierta a todo el que llegue
San Isidoro, obispo
Tratado sobre los oficios eclesiásticos (cap. 5,1.2: PL 83,785)
Es preciso que el obispo sobresalga en el conocimiento de las sagradas Escrituras, porque, si solamente puede presentar una vida santa, para sí exclusivamente aprovecha; pero, si es eminente en ciencia y pedagogía, podrá enseñar a los demás y refutar a los contestatarios, quienes, si no se les va a la mano y se les desenmascara, fácilmente seducen a los incautos.
El lenguaje del obispo debe ser limpio, sencillo, abierto, lleno de gravedad y corrección, dulce y suave. Su principal deber es estudiar la santa Biblia, repasar los cánones, seguir el ejemplo de los santos, moderarse en el sueño, comer poco y orar mucho, mantener la paz con los hermanos, a nadie tener en menos, no condenar a ninguno si no estuviere convicto, no excomulgar sino a los incorregibles.

Sobresalga tanto en la humildad como en la autoridad; que, ni por apocamiento queden por corregir los desmanes, ni por exceso de autoridad atemorice a los súbditos. Esfuércese en abundar en la caridad, sin la cual toda virtud es nada. Ocúpese con particular diligencia del cuidado de los pobres, alimente a los hambrientos, vista al desnudo, acoja al peregrino, redima al cautivo, sea amparo de viudas y huérfanos.

Debe dar tales pruebas de hospitalidad que a todo el mundo abra sus puertas con caridad y benignidad. Si todo fiel cristiano debe procurar que Cristo le diga: Fui forastero y me hospedasteis, cuánto más el obispo, cuya residencia es la casa de todos. Un seglar cumple con el deber de hospitalidad abriendo su casa a algún que otro peregrino. El obispo, si no tiene su puerta abierta a todo el que llegue, es un hombre sin corazón.
R/. Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Aleluya.
V/. El obispo tiene que ser irreprochable, hospitalario, hábil para enseñar, desinteresado.
R/. Fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Aleluya

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IV DOMINGO DE PASCUA. DOMINGO DEL BUEN PASTOR. RECEMOS POR TODOS LOS SACERDOTES

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EL BUEN PASTOR. (Cristóbal García Salmerón. Siglo XVII). M. del Prado



ELEGIDOS


ELEGIDO POR DIOS ANTES DE TODOS LOS TIEMPOS.

ELEGIDO PARA SERVIR A LOS DEMÁS EN SU IGLESIA Y FUERA DE ELLA.

ELEGIDO PARA PRESENTAR A DIOS AL MUNDO, HASTA DESPUÉS DE SU MUERTE.

ELEGIDO PARA PREDICAR, HABLAR DE DIOS Y A DIOS, AÚN EN SU SILENCIO.

ELEGIDO PARA SER CAMINO, VERDAD Y VIDA PARA MUCHOS, IMITANDO A CRISTO.

ELEGIDO PARA VIVIR EN LA FIDELIDAD, MISERICORDIA Y HUMILDAD DEL SEÑOR.

ELEGIDO PARA PROCURAR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS.

ELEGIDO ASÍ Y MUCHO MÁS, ES, EL SACERDOTE DE LA IGLESIA CATÓLICA

ELEGIDO DESDE SIEMPRE PARA HACER EFECTIVO EL SACERDOCIO MINISTERIAL

Rezo, así, desde este blog, por todos los sacerdotes, que siguen con alegría la llamada del Señor y nos administran los Sacramentos, convirtiéndose en los Pastores que guían a las ovejas, y buscan a la que está perdida.

oooooooooo
ORACIÓN POR TODOS LOS SACERDOTES

                                                   
Oh Jesús!
Te ruego por todos tus sacerdotes.

Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,

por tus sacerdotes que sufren tentación, soledad o desolación, por los que se han secularizado y abandonaron el ejercicio del ministerio sacerdotal, por los que han sido suspendidos o expulsados del Ordo Sacerdotalis,

por tus sacerdotes tocados por la ignorancia, por los que viven su ministerio, con falta de Fe, Esperanza o Caridad,

 por tus jóvenes sacerdotes, por tus sacerdotes ancianos,
 por tus sacerdotes enfermos, por tus sacerdotes agonizantes,
por los que padecen en el purgatorio.

 Te encomiendo a los sacerdotes
que me son especialmente estimados:

 Al sacerdote que me bautizó.
A los que me absolvieron y absuelven mis pecados, mostrando la Misericordia y Paciencia infinitas del Señor, en el Sacramento de la Confesión.
 A los sacerdotes a cuyas Misas he asistido y asisto, ofreciéndome  tu  Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión.
Al Excmo. Sr. Arzobispo de Granada, que fue Obispo de Almería y quien me administró el Sacramento de la Confirmación.

A los sacerdotes que me enseñaron e instruyen en la Fe y en la Doctrina de la Santa Madre Iglesia,
a los sacerdotes que me alentaron y aconsejaron servir al Señor, para realizar su Voluntad, en su primera llamada,
y a los que me facilitaron recibir el Sacramento del Matrimonio.

 Te ruego, Señor, por todos los sacerdotes,
en especial por aquellos a  los que me liga una deuda de  gratitud, que siempre será impagable.
Especialmente rezaré por los seminaristas, novicios y por todos los elegidos y llamados por el Señor, para servirle en la Iglesia, y que se encuentran en los distintos centros de formación del mundo.

Igualmente te presento mis oraciones, Señor, por los sacerdotes apresados o encarcelados, ocultos por falta de libertad religiosa,  por los que sufren, por los perseguidos, por los despreciados y por los abandonados, por los que sienten miedo o tristeza,
 por aquéllos por  los que nadie reza,
por los que son maltratados y agredidos, martirizados.

Por los que omiten o descuidan sus funciones y no obedecen la Doctrina de la Iglesia, por los que se sienten superiores y han olvidado la grandiosa humildad de su ministerio, siempre al servicio de los demás y por aquellos en posible situación de pecado.                    

Imprescindible rezar, Señor,
 por los sacerdotes que son fieles, cumplen sus Votos o Promesas y buscan la Santidad, son Servidores, arriesgan y entregan su vida por los demás, están Felices y Alegres al haber sido elegidos por Dios, y le alaban en los Sacramentos, fomentando la Piedad, que la Iglesia y los Santos han propuesto desde siempre a todos los fieles.

Recibe Señor, mi oración, por las santas actividades pastorales de todos los sacerdotes, por el santo ejercicio de su ministerio sacerdotal en comunión con la Iglesia y por su perseverancia, sufrimiento y fidelidad en situaciones de dificultad.

Te ruego, Señor, por todos tus sacerdotes.
Ayúdanos, para servirles siempre que lo necesiten, colaborando en sus trabajos y actividades, acompañándoles también en momentos difíciles, facilitando así el ejercicio de su ministerio.
Agradezco siempre su disponibilidad.
¡Oh Jesús, guárdalos a  todos junto a tu Corazón y concédeles   abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad!
Que, María, Madre de los Sacerdotes, les cuide siempre.

  Amén.           Recemos     (29.11.15)
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Oración por las Vocaciones

Tú que llamaste a tus discípulos a cualquier hora del día sin importar su edad, ni su procedencia, sigue hoy fortaleciendo a tu viña con muchos y santos apóstoles que quieran consagrar su vida en el ministerio sacerdotal.
Envía obreros a tu mies para alimentar con tu Palabra y tu Pan que da la Vida Eterna, a todas las diócesis, y en especial a las más necesitadas de tus ministros.
Que Santa María interceda por aquellos que, imitándola, respondan a la elección del Señor, haciendo cada vez más presente el Reino de los Cielos. Amén.
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                                                                                                                                                               Señor Jesús  presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros por medio de tus Sacerdotes, concédenos Sacerdotes santos.
Haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres

y hablen a los hombres de Dios.

Que no tengan miedo al servicio, sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida. Que sean hombres, testigos del Eterno en nuestro tiempo, caminando por las sendas de la historia con Tu mismo paso y haciendo el bien a todos.



 Que sean fieles a sus compromisos, celosos de su vocación y de su entrega, claros espejos de la propia  identidad y que vivan con la alegría del don recibido.

Te lo pido por tu Madre Santa María: Ella, que estuvo presente en Tu Vida, estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amén

San Juan Pablo II.
Ruega por todos los sacerdotes y por los llamados a este ministerio. Amén

SAN JUAN DE ÁVILA

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Les ruego no me digan nada, les ruego me disculpen, quizá por ser pesado, quizá por emitir juicios de valor, que no debiera, pero su elección es tan importante, su decisión tan sublime, que me faltan palabras.
Gracias a su decisión, podemos formar parte de la Iglesia, continuamente podemos tener al Señor y recibir su misericordia, llenarnos del Espíritu Santo y ayudarnos a decidir los que Dios nos pide en nuestra vida.
Gracias a Vds. podemos igualmente marcharnos de ella llenos de Bendición...
Hoy día de San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia y patrono del clero secular, no les olvido, reciban mis oraciones, y aunque a veces no sepa hacerlo, mi comprensión y agradecimiento siempre.
Les tengo en alta estima, son mis hermanos mayores, los que se ocupan de que Dios llegue a mi vida, los que rezan por mí sin que yo lo aprecie e intentan servirme.
Gracias
Gracias, sacerdotes de la Iglesia Católica.
El Señor estará con Vds. en su responsable misión y María, Madre de los Sacerdotes les cuidará siempre con sus palabras: "Haced lo que Él os diga..."


Desde este blog reciban mi estima todos, todos, los sacerdotes.
san Juan de Ávila les ayude siempre. 


13 DE MAYO 2017. CENTENARIO DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN EN FÁTIMA. CANONIZACIÓN DE LOS BEATOS FRANCISCO MARTO Y JACINTA MARTO

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El Papa canoniza a Francisco y Jacinta 
en el Centenario de la Aparición de la Virgen en Fátima

Centenario Apariciones de la Virgen en Fátima

Santos Francisco y Jacinta Marto

La Iglesia Católica ha Canonizado en este día  13 de Mayo de 2017, a los Beatos de más cortad edad de dicha Iglesia, los hermanos Francisco y Jacinta Marto, testigos admirables y escogidos de las Apariciones de la Virgen en Fátima, junto a su prima Lucía Do Santos..
La santidad de estos hermanos ha quedado manifiesta con el segundo milagro necesario y reconocido por el Papa Francisco y la Canonización, tan esperada, ha tenido lugar esta mañana,  en la que se cumple el Centenario de la primera Aparicion de la Virgen a estos niños, Ntra. Sra. del Rosario de Fátima.

Mañana luminosa, radiante de espíritualidad y con la Alegría de las emotivas lágrimas de agradecimiento por estos dos nuevos Santos de la Iglesia.
Y allí, junto al Altar, acompañándonos, y en silencio, rodeada de flores blancas, Ntra. Sra. de Fátima, observándonos complacida por estos momentos de felicidad que vivíamos junto a ella, celebrando su venida a Fátima , a ayudar y advertir de nuestros comportamientos.
Y el Papa estaba  contento... ¡Misión cumplida , Madre!...
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Y yo, gracias a la TV. he podido asistir desde lejos a esta ceremonia. Gracias a 13tv
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Procesión de Antorchas con la Virgen





En el mismo lugar donde hace exactamente cien años se les apareció por sorpresa «una Señora más resplandeciente que el sol», el Papa Francisco ha canonizado el sábado a Francisco y Jacinta Marto, dos de los tres pastorcillos que, junto con su prima Lucia dos Santos, cuidaban las ovejas y jugaban a construir una casita con piedras el mediodía del 13 de mayo de 1917.
Ante más de medio millón de peregrinos venidos de todo el mundo- muchos de los cuales habían pasado la noche al raso en la explanada y otros ni siquiera pudieron entrar-, el Santo Padre ha comentado que «tenemos ante los ojos, como ejemplo para nosotros, a san Francisco Marto y santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios para que lo adoraran».
El Papa se refería a los dos grandes retratos de los chiquillos que -en una preciosa mañana soleada- miraban hacia la inmensa multitud de peregrinos desde la fachada de la basílica. Con 10 y 9 años de edad en el momento de su fallecimiento por enfermedad, son los dos santos no mártires más jóvenes en la Iglesia.
Francisco ha centrado su homilía en el ejemplo de santidad de los dos hermanos, quienes recibían de Dios «la fuerza para superar las contrariedades y sufrimientos».
Las primeras fueron la incredulidad, a veces hostil, de su familia, vecinos e incluso de las autoridades, molestas por la afluencia de gente a Cova da Iría, donde la Virgen les había dado cita a la misma hora el día 13 de cada mes, y donde el número de personas que acudía era cada vez mayor. Llegarían a 70.000 el día de la última aparición, el 13 de octubre de 1917, cuando todos ellos vieron el espectacular «milagro del sol».
En un intento de cortar en seco el fenómeno de devoción, el prefecto de Ourem mantuvo el 13 de agosto bajo arresto e interrogatorio a los tres pastorcillos, amenazándoles con freírlos vivos si no confesaban que todo era mentira.
Ese mediodía, los cientos de personas que estaban en el lugar vieron un relámpago, escucharon un trueno y vieron una pequeña nubecilla blanca en el lugar donde solía aparecer la Virgen, que en cambio visitaría a los tres chiquillos en Valinhos el día 19.
A esas dificultades se unieron las enfermedades que llevaron al fallecimiento de Francisco en 1919, con 10 años cumplidos, y de Jacinta en 1920 poco antes de llegar a esa edad.
Pero lo más importante, según el Papa es que «la presencia divina se fue haciendo más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y el deseo permanente de estar junto a "Jesús oculto" en el sagrario».
Francisco ha recordado también que la Virgen les advirtió de los peligros del infierno. Tuvo lugar en la tercera aparición, la del 13 de julio, en que María les reveló un secreto de tres partes. En primer lugar, la visión del infierno. Después la advertencia de que si Rusia no se convertía, extendería sus errores a muchos países. En tercer lugar, la persecución contra la Iglesia y el atentado contra Juan Pablo II, ocurrido el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro.
Aunque recordaba el pasado, la mirada del Papa se dirigía al futuro y, continuaba en cierto modo la oración realizada ante la Virgen la noche anterior, asegurando que «de sus brazos vendrá la esperanza y la paz que necesitan y que yo suplico para todos mis hermanos en el bautismo y la humanidad».
La referencia a «todos mis hermanos en la humanidad» era un nuevo recuerdo de la unicidad de la familia humana, con independencia de religión o raza, un punto que menciona desde hace diez días en todas sus discursos relativos a Fátima, a donde ha venido como «Pastor universal», para poner a los pies de la Virgen “el destino temporal y espiritual de la humanidad”.
En esa línea, Francisco ha pedido en su homilía «que el cielo active aquí una autentica y precisa movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía».
En cuanto a los católicos, el Papa ha concluido sus palabras pidiendo a la Virgen que «descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es misionera, acogedora, libre, pobre de medios y rica de amor».
Poco después, en el ofertorio, un matrimonio brasileño -João Batista y Lucila Yurie-, llevaron algunas de las ofrendas al Papa. Les acompañaba su hijo Lucas, quien intercambió un gran abrazo con Francisco. En 2013, cuando tenía seis años y jugaba con su hermanita, el pequeño se cayó por una ventana y sufrió fractura craneal con pérdida de masa encefálica. El pronóstico era muerte, coma vegetativo o, en caso de despertar, graves daños irreversibles.
Unos días después de que los padres y las carmelitas de la ciudad de Campo Mourao pidieron el milagro a los dos pastorcillos, Lucas se despertó «sin ningún síntoma ni secuela, y es el mismo de antes: su inteligencia, su carácter, todo igual», en palabras del padre a su llegada al santuario el pasado jueves.
Justo antes de iniciar la misa en la explanada, el Papa rezó ante las tumbas de los tres pastorcillos en la basílica que domina el santuario. Además de san Francisco y santa Jacinta Marto, allí reposa también la tercera y más longeva de los tres videntes, Lucia dos Santos, que fue religiosa carmelita y extendió la devoción a la Virgen de Fátima durante una larga vida hasta su fallecimiento en 2005. Su causa de beatificación se encuentra en estudio en Roma.





SIEMPRE CONTRA EL ABORTO

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Mataron a su amigo ante ella: ahora María San Gil explica la relación entre aborto y terrorismo


María San Gil


El 23 de enero de 1995, María San Gil era una simple asesora de Gregorio Ordóñez, 
concejal del Partido Popular en San Sebastián.

Estaban comiendo juntos en un restaurante cuando el terrorista "Txapote" entró y 
mató de unos disparos, disparando desde muy cerca, a Ordóñez, delante de ella.
Ahí María San Gil cobró conciencia de la necesidad de dar un paso y significarse en política, 
pese al peligro para su vida. 

María San Gil llegó a ser presidenta del PP vasco de 2004 a 2008
Ese año, después de superar un cáncer de mama, dejó el Partido Popular por diferencias 
serias con Mariano Rajoy. Luego se vio que el PP de Rajoy asumía todas las leyes 
ideológicas de Zapatero, desde el divorcio exprés hasta el aborto

Fuera de la política, esta donostiarra católica ya se expresó con firmeza contra el aborto en
el libro Aborto Cero de 2014 (editorial Stella Maris). Ahora vuelve a hacerlo con motivo del 
Foro Europeo por la Vida organizado por la Federación One of Us 
(www.oneofus.eu/es), con delegados de toda Europa. 
Y ella, que sabe mucho de amenazas bajo el terror y las armas, 
dice que Santa Teresa de Calcuta tenía razón al llamar al aborto 
"el mayor destructor de la paz". 

Este es su texto, en el que señala cómo la defensa de la vida requiere coraje, 
sea contra el terrorismo o contra el aborto
En el libro El descarte del aborto, el obispo de San Sebastián, Monseñor Munilla, 
relata como la Madre Teresa de Calcuta hizo un fortísimo alegato en contra del aborto en 
1979, cuando recogió el premio Nobel de la Paz:
 “Estamos hablando de la paz… El mayor destructor de la paz hoy es el aborto, 
porque es una guerra directa, un asesinato directo por la madre misma”. 

A pesar de que, para algunos, estas palabras puedan resultar inadecuadas o inoportunas, 
no puedo por menos que aplaudirlas y compartirlas. 
Y quizá aún más desde “mi contexto social vasco”, que me ha hecho ser “más 
sensible” en la defensa de la vida y en el amparo a los más débiles.

En el País Vasco asimilamos pronto el incalculable valor de la vida humana, aprendimos 
con el terrorismo lo injusto, intolerable e indecente que es que un ser humano 
decida arrebatar la vida a otro, que actúe como un “deus ex máquina” sentenciando 
quién vive y quién muere, que se otorgue la potestad de disponer de la vida de los demás. 

Durante 50 años hemos vivido sometidos al terror de una banda terrorista que ha 
asesinado a casi 900 personas, generando una sociedad enferma de miedo, cobardía 
y doble moral. 

Debe de ser ese mismo miedo y esa misma cobardía los que nos hacen estar callados antes 
los más de 3.500 abortos que se producen al año en el País Vasco.  

Silentes ante el aborto, pero preocupados por los asesinos. Bonito comportamiento.

¿Cómo puede una sociedad como la mía, la sociedad vasca, 
liderada por sus políticos, 
pasarse el día hablando de proceso de paz, de reconciliación, 
de artesanos de la paz, 
cuando son absolutamente insensibles hacia los más 
indefensos de nuestra sociedad, los nonatos

¿Cómo pueden mostrar tanta sensibilidad, piedad y sentimiento 
a la hora de reintegrar en la sociedad a quienes han formado parte
de una banda terrorista o han colaborado con ella, a quienes han
matado, herido, extorsionado o amenazado y tan poca empatía, 
solidaridad, en definitiva, tan poca humanidad, con esos 
seres tan indefensos que necesitan del cordón umbilical de su madre 
para poder sobrevivir? 

Sinceramente me parece de una profunda hipocresía e inmoralidad, un doble rasero 
intolerable.

En el País Vasco algunos argumentábamos que la defensa de la Libertad era algo pre político, 
y que no era ni de derechas ni de izquierdas. Creo firmemente que la defensa de la vida y
de su dignidad son también valores pre políticos y que, por ello, todas las 
sensibilidades deberían estar llamadas a tutelar la vida del no nacido y, además, 
sentirse orgullosas de hacerlo.

He aprendido que hay que ser “radicales” en la defensa de la vida y 
en la solidaridad con los indefensos, con los que más sufren.                 

Durante mi vida política, mi objetivo fue siempre la defensa de las víctimas del terrorismo, 
la exigencia de la memoria, verdad y justicia, el amparo del más débil y, sobre todo, 
la defensa de la vida frente a la brutalidad del terrorismo. 
Brutalidad basada en las mentiras, las mismas que se utilizan para argumentar 
en contra del derecho a la vida del nonato.

Pero quiero decir algo más, porque si el aborto es en sí mismo un crimen infame que mata un 
millón de niños cada año en Europa, sirve además de punta de lanza a una estrategia de 
erradicación de la cultura cristiana sobre la que se construyó la sociedad 
occidental, para instalar otra puramente relativista que pretende destruir pieza por pieza 
todos los cimientos de aquélla.

Piensen en los estragos que la ideología de género está causando en el matrimonio,
la familia y la educación, o en la degradación moral que produce en la conciencia de la 
persona la sustitución de la idea de obligación por falsos derechos o de la verdad por la 
mentira, y comprenderán fácilmente el perverso alcance de esa estrategia.

Y todo ello impulsado por ese conglomerado de intereses económicos, políticos y mediáticos 
que se conoce como Nuevo Orden Mundial, del que hablaremos otro día.

Por eso me siento honrada de haber sido invitada a participar el 26 y 27 de mayo en el 
2º Foro Europeo por la Vida organizado por la Federación One of Us.  

Frente al debate económico y financiero, en Budapest pondremos el “dedo en la llaga” 
al hablar, por ejemplo, de la defensa de la familia como la mejor manera de 
defender la vida; centraremos el debate en las nefastas consecuencias del relativismo 
que están llevándonos a perder de vista lo importante para fijarnos en lo superfluo o 
superficial. 
Hoy lo complicado es ir contracorriente, luchar contra el relativismo. 
Vivimos hoy buscando lo cómodo, lo fácil, lo material, lo que me interesa a mí 
ahora (como el aborto o la eutanasia), lo que no requiere esfuerzo ni físico ni intelectual. 
Es lo que se denomina el pensamiento débil o pensamiento líquido de Bauman.

Para mí es un orgullo estar en Budapest, en Hungría, marcando el camino que -estoy segura- 
con el tiempo, seguirán otros países europeos, porque este debate lo tenemos que ganar. 
La injusticia, la inmoralidad y el egoísmo no pueden triunfar. 

La defensa del no nacido, del ser humano, del ser más indefenso será un logro de las 
sociedades avanzadas, cultas y, sobre todo, sensibles y respetuosas con la vida.

(Artículo publicado en
 http://www.valoresysociedad.org/derecho-a-la-vida/)
 

 

ASCENCIÓN DEL SEÑOR

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ASCENSIÓN DEL SEÑOR




VENCIENDO AL PECADO Y A LA MUERTE, AL DIABLO Y AL MUNDO

Cristo asciende gloriosamente al cielo en cuerpo y alma

«No se turbe vuestro corazón… En la Casa de mi Padre hay muchas moradas. Cuando yo me haya ido y os haya preparado el lugar, de nuevo volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros» (Jn 14,1-3)

(InfoCatólica) Hoy celebramos gozosamente la Solemnidad de la Ascensión del Señor, y con tal motivo reproducimos la reflexión de San Agustín sobre este día tan especial.

San Agustín, Sermón sobre la Ascensión del Señor (Mai 98, 1-2)

Nuestro Señor Jesucristo ascendió al cielo tal día como hoy; que nuestro corazón ascienda también con él.
Escuchemos al Apóstol: «Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Y así como él ascendió sin alejarse de nosotros, nosotros estamos ya allí con él, aun cuando todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que nos ha sido prometido».
Él fue ya exaltado sobre los cielospero sigue padeciendo en la tierra todos los trabajos que nosotros, que somos sus miembros, experimentamos. De lo que dio testimonio cuando exclamó: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Así como también dijo, tuve hambre, y me disteis de comer».
¿Por qué no vamos a esforzarnos sobre la tierra, de modo que gracias a la fe, la esperanza y la caridad, con las que nos unimos con él, descansemos ya con él en los cielos? Mientras él está allí, sigue estando con nosotros; y nosotros, mientras estamos aquí, podemos estar ya con él allí. Él realiza aquello con su divinidad, su poder y su amor; nosotros, en cambio, aunque no podemos llevarlo a cabo como él con la divinidad, sí que podemos por el amor hacia él.
No se alejó del cielo, cuando descendió hasta nosotros; ni de nosotros, cuando regresó hasta él. Él mismo es quien asegura que estaba allí mientras estaba aquí: «nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo».
Esto se refiere a la unidad, ya que es nuestra cabeza, y nosotros su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos identificados con él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios [...] Por tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros.
Bajó, pues, del cielo por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo descendió él solo, pero ya no ascendió él solo. No es que queramos confundir la dignidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste no sea separado de su cabeza.

LA VISITACIÓN DE MARÍA

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LA SAGRADA PRISA DE MARÍA

La Visitación. Carl Bloch



Hoy, último día de mayo, nos despedimos del mes dedicado especialmente a la Virgen María, un emotivo día en que parece nos despedimos de nuestra Madre para dedicarnos a otros temas, al igual que sentía el cierto adiós al Señor, el pasado día de la Ascensión. El regalo de la Fe, trae el regalo de estos sentimientos, que no sentimentalismos.
Celebramos hoy el día de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel, mujer ya de edad y embarazada de  seis meses. María desea ayudar  a Isabel. María sirve, María acompaña, María alegra.
 María es María, la elegida de Dios para traernos a su Hijo, desde su humildad, paciencia y confianza, sabiendo que Dios está siempre con ella, que nunca está sola, ante lo que será su vida...y su primera acción, además del "Fiat", sabiéndose en las manos de Dios es continuar su oración, servir, orar sirviendo, cumplir lo mejor, hacer la voluntad de Dios.
Y al enterarse del embarazo de su prima, va a ella a prestarle su ayuda. La "Sagrada Prisa", de la que nos habla el Papa Benedicto XVI, en la Festividad de la  Asunción de María del año 2009.


HOMILÍA DEL PAPA BENEDICTO XVI EN EL AÑO 2009 PARA LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN
 Parroquia Pontificia de Santo Tomás de Villanueva, Castelgandolfo, Sábado 15 de agosto de 2009
 Con la solemnidad de hoy culmina el ciclo de las grandes celebraciones litúrgicas en las que estamos llamados a contemplar el papel de la santísima Virgen María en la historia de la salvación. En efecto, la Inmaculada Concepción, la Anunciación, la Maternidad divina y la Asunción son etapas fundamentales, íntimamente relacionadas entre sí, con las que la Iglesia exalta y canta el glorioso destino de la Madre de Dios, pero en las que podemos leer también nuestra historia.
 El misterio de la concepción de María evoca la primera página de la historia humana, indicándonos que, en el designio divino de la creación, el hombre habría debido tener la pureza y la belleza de la Inmaculada. Aquel designio comprometido, pero no destruido por el pecado, mediante la Encarnación del Hijo de Dios, anunciada y realizada en María, fue recompuesto y restituido a la libre aceptación del hombre en la fe. Por último, en la Asunción de María contemplamos lo que estamos llamados a alcanzar en el seguimiento de Cristo Señor y en la obediencia a su Palabra, al final de nuestro camino en la tierra.
 La última etapa de la peregrinación terrena de la Madre de Dios nos invita a mirar el modo como ella recorrió su camino hacia la meta de la eternidad gloriosa.
 En el pasaje del Evangelio que acabamos de proclamar, san Lucas narra que María, después del anuncio del ángel, “se puso en camino y fue aprisa a la montaña” para visitar a Isabel (Lc 1, 39). El evangelista, al decir esto, quiere destacar que para María seguir su vocación, dócil al Espíritu de Dios, que ha realizado en ella la encarnación del Verbo, significa recorrer una nueva senda y emprender en seguida un camino fuera de su casa, dejándose conducir solamente por Dios. San Ambrosio, comentando la “prisa” de María, afirma: “La gracia del Espíritu Santo no admite lentitud” (Expos. Evang. sec. Lucam, II, 19: pl 15, 1560). La vida de la Virgen es dirigida por Otro —”He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38)—, está modelada por el Espíritu Santo, está marcada por acontecimientos y encuentros, como el de Isabel, pero sobre todo por la especialísima relación con su hijo Jesús. Es un camino en el que María, conservando y meditando en el corazón los acontecimientos de su existencia, descubre en ellos de modo cada vez más profundo el misterioso designio de Dios Padre para la salvación del mundo.
 Además, siguiendo a Jesús desde Belén hasta el destierro en Egipto, en la vida oculta y en la pública, hasta el pie de la cruz, María vive su constante ascensión hacia Dios en el espíritu del Magníficat, aceptando plenamente, incluso en el momento de la oscuridad y del sufrimiento, el proyecto de amor de Dios y alimentando en su corazón el abandono total en las manos del Señor, de forma que es paradigma para la fe de la Iglesia (cf. Lumen gentium, 64-65).
 Toda la vida es una ascensión, toda la vida es meditación, obediencia, confianza y esperanza, incluso en medio de la oscuridad; y toda la vida es esa “sagrada prisa”, que sabe que Dios es siempre la prioridad y ninguna otra cosa debe crear prisa en nuestra existencia.
 Y, por último, la Asunción nos recuerda que la vida de María, como la de todo cristiano, es un camino de seguimiento, de seguimiento de Jesús, un camino que tiene una meta bien precisa, un futuro ya trazado: la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, y la comunión plena con Dios, porque —como dice san Pablo en la carta a los Efesios— el Padre “nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús” (Ef 2, 6). Esto quiere decir que, con el bautismo, fundamentalmente ya hemos resucitado y estamos sentados en los cielos en Cristo Jesús, pero debemos alcanzar corporalmente lo que el bautismo ya ha comenzado y realizado. En nosotros la unión con Cristo, la resurrección, es imperfecta, pero para la Virgen María ya es perfecta, a pesar del camino que también la Virgen tuvo que hacer. Ella ya entró en la plenitud de la unión con Dios, con su Hijo, y nos atrae y nos acompaña en nuestro camino.
La Visitación a su prima Santa Isabel.
Retablo del Santuario de Torreciudad 
 Así pues, en María elevada al cielo contemplamos a Aquella que, por singular privilegio, ha sido hecha partícipe con alma y cuerpo de la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte. “Terminado el curso de su vida en la tierra —dice el concilio Vaticano II—, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte” (Lumen gentium, 59). En la Virgen elevada al cielo contemplamos la coronación de su fe, del camino de fe que ella indica a la Iglesia y a cada uno de nosotros: Aquella que en todo momento acogió la Palabra de Dios, fue elevada al cielo, es decir, fue acogida ella misma por el Hijo, en la “morada” que nos ha preparado con su muerte y resurrección (cf. Jn 14, 2-3).
 La vida del hombre en la tierra —como nos ha recordado la primera lectura— es un camino que se recorre constantemente en la tensión de la lucha entre el dragón y la mujer, entre el bien y el mal. Esta es la situación de la historia humana: es como un viaje en un mar a menudo borrascoso; María es la estrella que nos guía hacia su Hijo Jesús, sol que brilla sobre las tinieblas de la historia (cf. Spe salvi, 49) y nos da la esperanza que necesitamos: la esperanza de que podemos vencer, de que Dios ha vencido y de que, con el bautismo, hemos entrado en esta victoria. No sucumbimos definitivamente: Dios nos ayuda, nos guía. Esta es la esperanza: esta presencia del Señor en nosotros, que se hace visible en María elevada al cielo. “Ella (…) —leeremos dentro de poco en el prefacio de esta solemnidad— es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra”.
La Visitación de Ntra. Sra.
Santo Rosario en Santuario deTorreciudad
Con san Bernardo, cantor místico de la santísima Virgen, la invocamos así: “Te rogamos, bienaventurada Virgen María, por la gracia que encontraste, por las prerrogativas que mereciste, por la Misericordia que tú diste a luz, haz que aquel que por ti se dignó hacerse partícipe de nuestra miseria y debilidad, por tu intercesión nos haga partícipes de sus gracias, de su bienaventuranza y gloria eterna, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén” (Sermo 2 de Adventu, 5: pl 183, 43).



LA VIRGEN DEL CARMEN Y SAN JUAN PABLO II

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Desde niño tuvo gran devoción a la Virgen del Carmen

«Constituye mi fuerza»: San Juan Pablo II siempre llevó puesto el escapulario del Carmen

 Durante su visita a Perú en 1985, San Juan Pablo II coronó a la Virgen del Carmen en Cuzco.






16 julio 2017
Virgen del Carmen y San Juan Pablo II
Este domingo 16 de julio se celebra una de las adovaciones marianas más celebradas y arraigadas, la de la Virgen del Carmen, con millones de devotos. Uno de los más conocidos y que más habló del escapulario y de la importancia de María fue san Juan Pablo II.

Muchas son las referencias que muestran cómo a lo largo de toda la vida del santo polaco, desde que era niño, en su corazón estaba la Virgen del Carmen. Cari Filii News recuerda esta devoción:

En el año 2001 se celebraba el 750º aniversario de la entrega del Escapulario del Carmen a San Simón Stock, y con ese motivo el Papa reinante, San Juan Pablo II, proclamó un Año Mariano Carmelitano. El 25 de marzo, festividad de la Anunciación, dirigió una carta-mensaje a la Orden del Carmen donde hacía una confesión: “También yo llevo sobre mi corazón, desde hace mucho tiempo, el escapulario del Carmen”.
Desde mi juventud“, reiteró el 16 de julio de 2003 en Castelgandolfo, “llevo en el cuello el escapulario de la Virgen y me refugio con confianza bajo el manto de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Jesús. Espero que el escapulario sea para todos, particularmente para los fieles que lo llevan, ayuda y defensa en los peligros, sello de paz y signo del auxilio de María”.
Para entonces ya era bien conocida esta devoción del Papa polaco a la Virgen del Carmen, que está en la raíz de su interés por San Juan de la Cruz. Siendo estudiante universitario leyó las obras del místico español y pensó ingresar en un convento carmelita donde solía hacer con los religiosos los ejercicios espirituales. No llegó a cumplir ese deseo (fue el cardenal Stefan Sapieha, arzobispo de Cracovia, quien disipó sus dudas, confesaría luego), pero sí le consagró su tesis doctoral, defendida años después en el Angelicum de Roma. Había, pues, un plan de Dios, como había reconocido él mismo en 1988 al coronar (como haría varias veces a lo largo de su pontificado) una imagen de Nuestra Señora del Carmen o del Monte Carmelo, en aquella ocasión la que se venera en Czerna. Fue durante su viaje apostólico a su Polonia natal, y no dudó en afirmar: “Hoy admiro los designios de la Providencia, que me ha incorporado a la espiritualidad carmelitana… Mi primer escapulario, al que he permanecido fiel, y el cual constituye mi fuerza“.


Monasterio carmelita en Wadowice, donde le fue impuesto el escapulario al pequeño Karol Wojtyla cuando tenía 10 años.
Así explicó él mismo la influencia de la espiritualidad carmelitana en sus primeros años: “Al referirme a los orígenes de mi vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana, La veneración a la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia, y de la parroquia de Wadowice… En Wadowice había sobre la colina un monasterio carmelita, cuya fundación se remontaba a los tiempos de San Rafael Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice acudían allí, y esto tenía un reflejo en la difundida devoción al Escapulario de la Virgen del Carmen. También yo lo recibí, creo que cuando tenía diez años; y aún lo llevo. Se iba a los carmelitas también para las confesiones. De ese modo, tanto en la iglesia parroquial, como en la del Carmen se formó mi devoción mariana durante los años de la infancia y de la adolescencia”.
Ya como Papa, esa devoción se tradujo en un hecho significativo, que recuerda el padre carmelita Enrique Llamas: “Él ostenta el récord entre todos los Papas por el número de documentos marianos publicados, y en particular por el número de documentos sobre la Virgen del Carmen, el Escapulario, y los Carmelitas”.
Y otro dato: cuando la reforma litúrgica implantada por el Beato Pablo VI en 1969 relegó la festividad de la Virgen del Carmen al rango litúrgico de “memoria libre”, Karol Wojtyla, ya arzobispo de Cracovia, fue uno de los numerosos obispos del mundo que escribieron a la Santa Sede que fuese restablecida y conservase al menos el rango de “memoria obligatoria“, como finalmente se hizo.

La Virgen entrega el escapulario del Carmen a San Simón Stock

La Virgen, guía y auxilio para cumplir la voluntad de Dios
La razón de esta preferencia por la advocación del Carmen no es solamente pietista o referida a su devoción infantil, sino profundamente teológica, en cuanto arraiga en el simbolismo bíblico del Monte Carmelo. Así lo expresó el mismo Juan Pablo II el 16 de julio de 2000, en el rezo del Angelus en el Valle de Aosta, donde se encontraba pasando unos días de descanso: “Al contemplar estas montañas mi mente acude hoy al Monte Carmelo, cantado en la Biblia por su belleza. Y es que celebramos la fiesta de la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo. Sobre ese monte, el santo profeta Elías defendió con arrojo la integridad y la pureza de la fe del pueblo elegido del Dios vivo. En esta misma montaña. reuniéronse algunos ermitaños que se dedicaron a la contemplación y a la penitencia. El Carmelo indica simbólicamente el monte de la plena adhesión a la voluntad divina. Todos estamos llamados a escalar esta montaña…”.
Si alguien encarna esa adhesión a la voluntad divina es la mujer del Fiat! a la Encarnación redentora. Y si alguien encarna el auxilio para encaramarnos a ese monte, es la mediadora de todas las gracias. La Virgen del Carmen, esa que, según propia confesión, constituía “toda la fuerza” del Papa Wojtyla.

ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

ESCUDO CARMELITANO

Coronación de la Virgen del Carmen en Almería


FELIZ NAVIDAD

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Jean Baptiste Marie Pierre (1714-1789)
Natividad





¿Cómo fue el Nacimiento de Jesús en Belén? En sus visiones, la beata Emmerich lo cuenta con detalle

¿Cómo fue el Nacimiento de Jesús en Belén? En sus visiones, la beata Emmerich lo cuenta con detalle
La beata Emmerich cuenta con detalle todo lo que rodeó al nacimiento de Cristo

25 diciembre 2017
“El resplandor en torno a la Santísima Virgen se hacía cada vez mayor y ya no se veía la luz de la lámpara que había encendido José. La Santísima Virgen estaba vuelta a Oriene y arrodillada sobre su colcha de dormir, con su amplio vestido suelto y extendido en torno a ella”.

Este fue el momento justamente previo a que la Virgen María diera a luz a Cristo, el Salvador, tal y como lo relató la beata Ana Catalina Emmerich, que recibió el don especial para revelar cómo fue la vida de Jesús y la propia María a través de lo que ella llamaba “cuadros”, una especie de fotogramas que veía al mismo tiempo que se producían estos acontecimientos históricos.

Las visiones de una beata que tuvo los estigmas de la Pasión
Esta religiosa alemana, declarada beata, sufrió los estigmas de Jesús y se alimentaba únicamente de la Eucaristía. Esta humilde mujer nació a finales de siglo XVIII y aunque sus visiones no son dogma de fe, la Iglesia considera particulares de gran valor para acercarse, en este caso, a la figura de la Virgen. Durante un largo tiempo el escritor Clemente Brentano fue recogiendo de boca de la Emmerich estas visiones y que ahora están publicadas en libros como La vida oculta de la Virgen María y La Amarga Pasión de Cristo.

En su relato, la monja agustina explica con detalle todo lo que vio de este momento clave para la humanidad. Así, recuerda que “a las doce de la noche (la Virgen) se quedó arrobada en oración: la vi elevarse sobre la tierra de modo que podía verse  el suelo debajo (…)  Entonces ya no vi más el techo de la gruta, y una vía de luz se abrió entre María y lo más alto del Cielo con un resplandor cada vez más alto”.



Coros de espíritus celestiales
Según explicaba la beata, “en esta vía de luz apareció un maravilloso movimiento de glorias que se interpretaban y se acercaban perceptiblemente en forma de coros de espíritus celestiales”.

Y entonces se produjo el Nacimiento del Mesías, el Señor, pues “la Santísima Virgen, que levitaba en éxtasis, rezaba ahora mirando hacia abajo, al suelo, a su Dios en cuya madre se había convertido, que yacía ante ella en el suelo como un recién nacido desvalido”.

Así vio Ana Catalina Emmerich a Jesús recién nacido: “Vi a Nuestro Salvador como un niño muy pequeño y refulgente cuya luz sobrepasaba la del esplendor circundante, acostado en la manta delante de las rodillas de la Santísima Virgen. Para mí era como si fuera muy pequeñito y se fuera haciendo más grande ante mis ojos. Pero todo esto solo era un movimiento del otro resplandor tan grande, que no puedo decir con seguridad cómo lo he visto”.

El niño, sostenido en brazos por María
Siguiendo con esta visión en la gruta de Belén, cuenta que la Virgen “estuvo así arrobada todavía un rato y vi que le puso al niño un paño, pero no lo tomó en brazos ni lo levantó. Al cabo de un largo rato vi que el niño rebullía y lo oí llorar, y entonces fue como si María volviera en sí: levantó al niñito de la alfombra y lo envolvió en el pañal que le había puesto encima y lo sostuvo en brazos junto a su pecho. Luego se sentó y envolvió completamente al niño en su velo: creo que María daba de mamar al Salvador. Entonces vi en torno a ella ángeles de figura totalmente humana adorando con el rostro en el suelo”.


Puede adquirir el libro sobre las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich sobre la Virgen María pinchando AQUÍ

Un poco después  recuerda la humilde monja, a la que gracias a sus indicaciones se hallaron los restos de la casa de la Virgen en Éfeso, que “ya habría pasado más de una hora desde el nacimiento cuando María llamó a José, que todavía estaba en oración. Cuando se acercó, se postró sobre su rostro con fervor, alegría y humildad, y sólo se levantó cuando María le pidió varias veces que lo apretara contra su corazón y diera gracias alegremente por el sagrado regalo del Altísimo. Entonces José se incorporó, recibió en sus brazos al niño Jesús y alabó a Dios con lágrimas de gozo”.

Sumidos en la contemplación
A continuación, prosigue la beata con su visión, “la Santísima Virgen envolvió al niño en pañales. En este momento no recuerdo la forma de envolverlo en pañales, sólo sé que uno era rojo, y sobre él una envoltura blanca hasta debajo de los bracitos y otro pañalito más por arriba hasta la cabecita. María solamente tenía cuatro pañales”.

"Luego vi a María y José sentados en el suelo desnudo con las piernas cruzadas uno junto a otro. No hablaban y parecían sumidos en contemplación. Sobre la alfombra delante de María yacía envuelto como un bebé, Jesús recién nacido, hermoso y radiante como un relámpago. ¡Ay!, pensé, este lugar contiene la salvación del mundo entero y nadie tiene ni la menor idea”, recogía Brentano de labios de la monja alemana.

Después de esto colocaron al Niño en el pesebre, que según Emmerich, “estaba lleno de juncos y hierbas finas y revestido con un cobertor que colgaba por los costados. El pesebre estaba encima del abrevadero de piedra que había a la derecha de la entrada de la cueva”.

María y José lloraban de alegría
Una vez que María y José dejaron ahí al niño, “los dos se quedaron de pie a su lado cantando himnos entre lágrimas de alegría”.



El gozo de la Creación
El Nacimiento de Cristo recorrió el mundo y cuenta que “Vi que los corazones de muchas buenas gentes se llenaron de jubiloso anhelo, y los corazones de los malos de gran temor. Muchos animales se movían alegremente, y en muchos lugares vi que las flores se enderezaban y que las hierbas, árboles y arbustos expandían aromas y destilaban bálsamos. Muchas fuentes se hinchieron y brotaron, y en la cueva de la loma al sur de la Cueva del Pesebre brotó una caudalosa fuente a la hora que nació Jesús, que a la mañana siguiente San José enmarcó y la preparó un cauce”.

La llegada de los pastores
A la mañana siguiente llegaron tres mayorales de los pastores a los que el Ángel se les había aparecido aquella noche. “Cuando llamaron tímidamente a la Cueva del Pesebre, San José salió a recibirlos cordialmente. Ellos le dijeron lo que les había anunciado esa noche el ángel, y que venían a adorar al Niño de la Promesa y a regalarle sus pobres dones. José aceptó sus regalos con humilde gratitud e hizo que llevaran los animales a la cueva cuya entrada estaba junto a la puerta Sur de la Cueva del Pesebre, adonde los acompañó”.

Ana Catalina Emmerich prosigue asegurando que José “luego llevó a los tres mayorales a ver a la Santísima Virgen, que estaba junto al pesebre sentada en el suelo encima de una manta con el Niño Jesús en el regazo. Los pastores, con sus cayados en la mano, se hincaron de rodillas humildemente delante de Jesús. Lloraban de alegría y permanecieron mucho rato con gran dulzura y sin palabras. Luego cantaron el himno de alabanza que los ángeles habían cantado esa noche y un salmo que he olvidado. Cuando quisieron despedirse, la Santísima Virgen les puso a uno tras otro el Niño Jesús en brazos. Se lo devolvieron con lágrimas y abandonaron la cueva”.
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