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SAN AGUSTÍN. SERMON SOBRE LOS PASTORES

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Lectura Patrística
Somos cristianos y somos obispos
San Agustín
Sermón sobre los pastores 46,1-2



No acabáis de aprender ahora precisamente que toda nuestra esperanza radica en Cristo y que él es toda nuestra verdadera y saludable gloria, pues pertenecéis a la grey de aquel que dirige y apacienta a Israel. Pero, ya que hay pastores a quienes les gusta que les llamen pastores, pero que no quieren cumplir con su oficio, tratemos de examinar lo que se les dice por medio del profeta. Vosotros escuchad con atención, y nosotros escuchemos con temor.
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles». Acabamos de escuchar esta lectura; ahora podemos comentarla con vosotros. El Señor nos ayudará a decir cosas que sean verdaderas, en vez de decir cosas que sólo sean nuestras. Pues, si sólo dijésemos las nuestras, seríamos pastores que nos estaríamos apacentando a nosotros mismos, y no a las ovejas; en cambio, si lo que decimos es suyo, él es quien os apacienta, sea por medio de quien sea. Esto dice el Señor: «¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores?» Es decir, que no tienen que apacentarse a sí mismos, sino a las ovejas. Ésta es la primera acusación dirigida contra estos pastores, la de que se apacientan a sí mismos en vez de apacentar a las ovejas. ¿Y quiénes son ésos que se apacientan a sí mismos? Los mismos de los que dice el Apóstol: Todos sin excepción buscan su interés, no el de Jesucristo.


Por nuestra parte, nosotros que nos encontramos en este ministerio, del que tendremos que rendir una peligrosa cuenta, y en el que nos puso el Señor según su dignación y no según nuestros méritos, hemos de distinguir claramente dos cosas completamente distintas: la primera, que somos cristianos, y, la segunda, que somos obispos. Lo de ser cristianos es por nuestro propio bien; lo de ser obispos, por el vuestro. En el hecho de ser cristianos, se ha de mirar a nuestra utilidad; en el hecho de ser obispos, la vuestra únicamente.

Son muchos los cristianos que no son obispos y llegan a Dios quizás por un camino más fácil y moviéndose con tanta mayor agilidad, cuanto que llevan a la espalda un peso menor. Nosotros, en cambio, además de ser cristianos, por lo que habremos de rendir a Dios cuentas de nuestra vida, somos también obispos, por lo que habremos de dar cuenta a Dios del cumplimiento de nuestro ministerio.


EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

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Exaltación de la Santa Cruz. Valdés Leal. Sevilla


La cruz es la gloria y exaltación de Cristo
San Andrés de Creta, obispo
Sermón sobre la Exaltación de la Santa Cruz (PG 97,1018-19.1022-23)
Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz y, junto con el Crucificado, nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. Y, al decir un tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original.
Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera sido crucificado. Sin la cruz, aquel que es la vida no hubiera sido clavado en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los muertos.
Por esto, la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación universal para todo el mundo.
La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante, de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él, y pronto lo glorificará. Y también: Padre, glorifícame con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo», palabras que se referían a la gloria que había de conseguir en la cruz.
También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.

SAN PIO DE PIETRELCINA

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San Pío de Pietrelcina y su Rosario, siempre con él



Piedras del edificio eterno
San Pío de Pietrelcina, presbítero
(Edición 1994: II, 87-90, n. 8)
Mediante asiduos golpes de cincel salutífero y cuidadoso despojo, 
el divino Artífice busca preparar piedras para construir un edificio eterno, 
como nuestra madre, la santa Iglesia Católica, llena de ternura, 
canta en el himno del oficio de la dedicación de una iglesia. 
Y así es en verdad.
Toda alma destinada a la gloria eterna puede ser considerada una 
piedra constituida para levantar un edificio eterno. Al constructor 
que busca erigir una edificación le conviene ante todo pulir lo mejor 
posible las piedras que va a utilizar en la construcción. 
Lo consigue con el martillo y el cincel. Del mismo modo el Padre celeste 
actúa con las almas elegidas que, desde toda la eternidad, con suma 
sabiduría y providencia, han sido destinadas para la erección de un 
edificio eterno.
El alma, si quiere reinar con Cristo en la gloria eterna, ha de ser 
pulida con golpes de martillo y cincel, que el Artífice divino usa para 
preparar las piedras, es decir, las almas elegidas. ¿Cuáles son estos 
golpes de martillo y cincel? Hermana mía, las oscuridades, 
los miedos, las tentaciones, las tristezas del espíritu y los miedos 
espirituales, que tienen un cierto olor a enfermedad, y las molestias 
del cuerpo.
Dad gracias a la infinita piedad del Padre eterno que, de esta manera, 
conduce vuestra alma a la salvación. ¿Por qué no gloriarse 
de estas circunstancias benévolas del mejor de todos los padres? 
Abrid el corazón al médico celeste de las almas y, llenos de 
confianza, entregaros a sus santísimos brazos: como a los elegidos, 
os conduce a seguir de cerca a Jesús en el monte Calvario. 
Con alegría y emoción observo cómo actúa la gracia en vosotros.
No olvidéis que el Señor ha dispuesto todas las cosas que arrastran 
vuestras almas. No tengáis miedo a precipitaros en el mal o en la 
afrenta de Dios. Que os baste saber que en toda vuestra vida nunca 
habéis ofendido al Señor que, por el contrario, ha sido honrado más y 
más.
Si este benevolentísimo Esposo de vuestra alma se oculta, lo hace no 
porque quiera vengarse de vuestra maldad, tal como pensáis, sino porque 
pone a prueba todavía más vuestra fidelidad y constancia y, además, 
os cura de algunas enfermedades que no son consideradas tales por 
los ojos carnales, es decir, aquellas enfermedades y culpas de las 
que ni siquiera el justo está inmune. En efecto, dice la Escritura: 
«Siete veces cae el justo» (Pr 24, 16).
Creedme que, si no os viera tan afligidos, me alegraría menos, 
porque entendería que el Señor os quiere dar menos piedras 
preciosas... Expulsad, como tentaciones, las dudas que os asaltan... 
Expulsad también las dudas que afectan a vuestra forma de vida, 
es decir, que no escucháis los llamamientos divinos y que os resistís 
a las dulces invitaciones del Esposo. Todas esas cosas no proceden 
del buen espíritu sino del malo. Se trata de diabólicas artes que 
intentan apartaros de la perfección o, al menos, entorpecer el camino 
hacia ella. ¡No abatáis el ánimo!
Cuando Jesús se manifieste, dadle gracias; si se oculta, dadle gracias: 
todas las cosas son delicadezas de su amor. 
Os deseo que entreguéis el espíritu con Jesús en la cruz: 
«Todo está cumplido» (Jn 19, 30).
Oremos:

       Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Pío, presbítero, 
la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo, y 
por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia, 
concédenos, por su intercesión, que, compartiendo los sufrimientos 
de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la 
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.Amen

FUNDACIÓN DEL OPUS DEI . 2 DE OCTUBRE DE 1928

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1928: Fundación del Opus Dei

“Tenía yo veintiséis años, la gracia de Dios y buen humor, y nada más. Y tenía que hacer el Opus Dei”.
                                 Campanas de N. Sra. de los Ángeles que sonaban cuando San Josemaría vió el Opus Dei
El 2 de octubre de 1928 Josemaría Escrivá de Balaguer se encontraba en la Casa Central de los Paúles de Madrid, participando en unos ejercicios espirituales junto con otros sacerdotes de la diócesis. Era un día más del otoño madrileño. Por la mañana, a primera hora, celebró la Santa Misa. Luego, se retiró a su habitación, donde comenzó a releer las notas en las que había ido recopilando durante los últimos años: mociones de Dios, inspiraciones y propósitos de su oración.

Fue entonces cuando vio con total claridad lamisión que Dios le encomendaba, aquello por lo que venía rezando desde su juventud.
Usaba siempre el verbo ver para referirse a aquella inspiración divina del 2 de octubre, aquella visión intelectual del querer divino, tal como Dios lo quería y tal como debía ser a lo largo de los siglos.
San Josemaría


El Opus Dei

¿Qué fue lo que vio? Vio, de modo inefable, a personas de toda raza y nación, de todas las culturas y mentalidades, buscando y encontrando a Dios en su vida ordinaria, en su familia, en su trabajo, en su descanso, en el círculo de sus amistades y conocidos. Personas con el afán de vivir en Cristo, de dejarse transformar por Él, de luchar por la santidad en medio de sus ocupaciones habituales en el campo, en la fábrica o en el despacho, en todas las profesiones honradas de la tierra. 
Vio a cristianos corrientes que vivirían con plenitud la vocación recibida en el bautismo. Apóstoles de Cristo, que hablarían de Él con sencillez y naturalidad, esforzándose por ponerlo en la cumbre de las actividades humanas
Vio a multitudes aspirando a la santidad. A miles de santos en medio del mundo. Personas que se esforzarían por santificar su trabajo, por santificarse en su trabajo y por santificar a los demás con su trabajo; que lucharían por cristianizar su ambiente con el calor de su cercanía con Cristo; que serían, entre sus parientes y amigos, Cristo que pasa. Personas con un afán grande por llevar la fe y el mensaje cristiano a todos los sectores de la sociedad.

Vio a cristianos corrientes que vivirían con plenitud la vocación recibida en el bautismo. Apóstoles de Cristo, que hablarían de Él con sencillez y naturalidad, esforzándose por ponerlo en la cumbre de las actividades humanas, viviendo gozosamente su participación en el sacerdocio de Cristo y ofreciendo a Dios cada día el sacrificio santificante de su propia existencia.

Vio un camino de santidad y de apostolado para servir a la Iglesia. Eso, que no tenía nombre aún, era Iglesia y para la Iglesia. La Voluntad de Dios estaba clara: Dios quería abrir un panorama vocacional en medio de la calle para su Iglesia, dirigido a personas de todas las edades, estados civiles y condiciones sociales. Era un nuevo horizonte eclesial que prometía frutos abundantes de santidad y de apostolado en toda la tierra.

Don Josemaría, emocionado, se arrodilló mientras las campanas de la cercana iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles repicaban en el día de su fiesta. “Tenía yo veintiséis años, la gracia de Dios y buen humor, y nada más. Y tenía que hacer el Opus Dei”.

Un nuevo camino en la Iglesia
Se informó prudentemente sobre otras realidades de la Iglesia para comprobar si existía ya alguna con las características que Dios le había hecho ver. Hizo pesquisas, escribió pidiendo información sobre otras iniciativas eclesiales..., pero al fin, ante la evidencia de la originalidad del mensaje que había recibido, se rindió. Dios quería que fuese él quien abriera ese nuevo camino dentro de la Iglesia.

Comenzó a reunir personas —estudiantes, profesionales, sacerdotes— a las que fue transmitiendo ese ideal, esa misión que Dios le había encomendado. Les aseguraba con una fe sin fisuras que aquello se haría realidad. Con tanta fe hablaba, que uno de los que le escucharon durante aquel tiempo comentaría años después:
“Pero, ¿tú crees que eso es posible?— le decía yo.
Y él me contestaba: —Mira, esto no es una invención mía, es una voz de Dios—.
Y, fiel a esa voz, aquel sacerdote, pobre, humilde, sencillo y desconocido, se entregaba con su alma y con su vida a un empeño gigantesco, alentado sólo por una fuerza sobrenatural que le impulsaba poderosamente”.

Solicitaba oraciones a todas las personas que conocía, porque se daba cuenta de la desproporción abismal que mediaba entre la Voluntad de Dios y sus cualidades personales. Para llevar a cabo su misión —lo sabía bien— debía identificarse totalmente con la Voluntad divina; no bastaba con que fuera un sacerdote bueno: debía ser un sacerdote ¡santo!

Durante ese tiempo, estuvo atendiendo espiritualmente en el lecho de muerte a una dama apostólica, se llamaba Mercedes Reyna y falleció con fama de santidad. “Sin haberlo pensado de antemano —escribió en sus Apuntes íntimos—, se me ocurrió pedirle lo siguiente: Mercedes, pida al Señor, desde el cielo, que si no he de ser un sacerdote, no bueno, ¡santo!, me lleve joven, cuanto antes. Después, la misma petición he hecho a dos personas seglares —una señorita y un muchacho—, que todos los días en la Comunión renuevan ante el buen Jesús esa aspiración”.

Las instituciones católicas de aquella época solían ser femeninas o masculinas, y el joven fundador pensaba que debía llevar a cabo aquel empeño de Dios sólo con hombres. Pero el 14 de febrero de 1930 recibió una nueva gracia interior que le hizo profundizar en la luz fundacional del 2 de octubre. Comprendió, mientras celebraba la Santa Misa, que debía comenzar el apostolado del Opus Dei también entre las mujeres. Labor que sería fecundísima y trascendental, porque, como diría el fundador, “la mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia, algo característico, que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad...”

Nuevos horizontes apostólicos

Soñaba con inmensos horizontes de apostolado y evangelización, convencido de que la Voluntad de Dios se haría realidad, y de que muy pronto miles de cristianos se esforzarían por poner a Cristo en el corazón de los afanes humanos. Dios quiso confirmarle en su esperanza con nuevas y repetidas mociones interiores. Una de ellas tuvo lugar el 7 de agosto de 1931, cuando celebraba la Santa Eucaristía: 

“Creo que renové el propósito de dirigir mi vida entera al cumplimiento de la Voluntad divina: la Obra de Dios (propósito que, en este instante, renuevo también con toda mi alma). Llegó la hora de la Consagración: en el momento de alzar la Sagrada Hostia, sin perder el debido recogimiento, sin distraerme —acababa de hacer in mente la ofrenda del Amor Misericordioso—, vino a mi pensamiento, con fuerza y claridad extraordinarias, aquello de la Escritura: et si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum (Jn 12, 32). Ordinariamente, ante lo sobrenatural, tengo miedo. Después viene el ne timeas! , soy Yo. Y comprendí que serán los hombres y mujeres de Dios, quienes levantarán la Cruz con la doctrina de Cristo sobre el pináculo de toda actividad humana... Y vi triunfar al Señor, atrayendo a Sí todas las cosas.

A pesar de sentirme vacío de virtud y de ciencia (la humildad es la verdad, sin garabato), querría escribir unos libros de fuego que corrieran por el mundo como llama viva, prendiendo su luz y su calor en los hombres, convirtiendo los pobres corazones en brasas, para ofrecerlos a Jesús como rubíes de su corona de Rey”.


http://www.es.josemariaescriva.info/img/px.gif

TÉMPORAS DE ACCION DE GRACIAS

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Témporas de acción de gracias y de petición, fiesta
Días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual. Son una ocasión que presenta la Iglesia para rogar a Dios por las necesidades de los hombres, principalmente por los frutos de la tierra y por los trabajos de los hombres, dando gracias a Dios públicamente (OGMR 45).
Se celebrarán al menos en este día y, siempre que sea posible, es aconsejable celebrarlo también en otros dos días de la misma semana.


Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría, 
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que El nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades»

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.




Gracias, Señor, por esta agua que llega
del aire hasta los campos, hasta el bosque y el huerto;
gracias por tu palabra que riega este desierto
del alma, prometiendo las horas de la siega.

Gracias por tanta gracia, tanta cuidada entrega,
por el sol que calienta este corazón yerto;
gracias por estas flores primeras que han abierto
ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.

Gracias porque te he visto latiendo en los bancales,
favoreciendo, urdiendo los tiernos esponsales
del verdor con la tierra, la rosa con la rama.

Gracias porque nos enseñas a ser en lo que era
al olvidar mis estiajes en esta primavera;
gracias porque es llegado el tiempo del que ama. Amén



DROGADICTO Y DELINCUENTE, HOY SACERDOTE, PROMUEVE EL REZO DEL SANTO ROSARIO

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Inicio / Personajes
El padre Calloway dedica un libro a 26 grandes «campeones» de esta devoción mariana

Fue drogadicto y delincuente, hoy es sacerdote y promueve el rezo del rosario «para ir al Paraíso»

Fue drogadicto y delincuente, hoy es sacerdote y promueve el rezo del rosario «para ir al Paraíso»
El padre Calloway ha escrito un libro para evidenciar el respaldo de santos y Papas al rezo del rosario.

5 octubre 2016
El padre Donald Calloway, MIC nació en 1972 en Dearborn (Michigan, Estados Unidos), y se ordenó sacerdote en 2003 como miembro de la congregación de los padres Marianos de la Inmaculada Concepción. Tiene una historia detrás, porque antes de convertirse al catolicismo y de pensar en la vida religiosa llevó una vida más que complicada, con consumo de drogas y un paso por la cárcel incluidos. Además de ser conocido por su afición al surf, lo es por su apostolado del rosario, que culmina con la reciente publicación de Champions of the Rosary. The History and Heroes of an Spiritual Weapon [Campeones del rosario. Historia y héroes de un arma espiritual].



El libro consta de tres partes: una historia del rosario como arma espiritual que nos ha dado Dios mismo, las frases más contundentes de los 26 santos y Papas "héroes del rosario" y una guía práctica de cómo y por qué rezar el rosario. Cierra el volumen un apéndice con muestras de arte vinculado al rosario.

Anabelle Hazard entrevistó al padre Calloway para Catholic Stand, de donde reproducimos las correspondientes preguntas y respuestas, según la traducción de Cari Filii:

-¿Con qué frecuencia reza el rosario?
-Rezo el rosario todos los días. Lo hago así desde mi conversión al catolicismo en 1992. Muy pocos días lo habré dejado de hacer. En mi congregación religiosa estamos obligados a rezar un grupo de misterios todos los días. Yo rezo el rosario dominico (gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos).

-¿Qué le aconsejaría a las familias a las que les cuesta rezar el rosario juntos? 
-Si se trata de niños pequeños, quizá es más aconsejable rezar una decena por la noche. Los domingos y festivos pueden rezarse las cinco decenas. También recomiendo mucho que sea el padre quien reúna a la familia para el rosario y quien lo guíe. Este ejemplo paterno tiene un efecto duradero. Hay estudios que demuestran que cuando es el padre quien conduce las oraciones y se encarga de que la familia participe en las actividades religiosas, es más probable que los niños lo hagan cuando sean jóvenes y como adultos. Todo el mundo se distrae rezando el rosario. Es normal. Sugiero que la familia no deje el rosario para última hora del día porque es garantía de somnolencia.

-Hay una parte de los católicos que son escépticos ante las revelaciones privadas. Sin embargo, en la primera parte de su libro las revelaciones privadas están muy presentes en momentos fundamentales en los que intervino Nuestra Señora. ¿Cuál es la forma más sabia de discernir una revelación privada?
-Ningún católico está obligado a aceptar una revelación privada. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia católica reconoce que en ocasiones el cielo nos habla a través de hecho de esa naturaleza. Cuando las revelaciones privadas reciben la aprobación de la Iglesia, es un signo de que el cielo nos está hablando sobre un asunto específico para nuestro tiempo. Así ha sido el caso de incontables revelaciones privadas aprobadas, muchas de las cuales condujeron a nuevas formas de devoción a Dios y a Nuestra Señora y contribuyeron a establecer en la Iglesia nuevas fiestas litúrgicas.

-Su libro presupone que el rosario es un arma. ¿Es correcto decir que esa devoción al rosario es también un arma necesaria para la santidad?
-Técnicamente, la devoción al rosario no es necesaria para la salvación. Sin embargo, nadie que crea realmente en Jesucristo y en la plenitud de la verdad tal como la enseña el catolicismo puede oponerse al rosario o ir contra él. Con toda sinceridad: quien esté contra el rosario nunca será elevado a los altares.  ¿Cómo podría ser eso? Rezar el rosario es rezar el Nuevo Testamento. Rezar el rosario es meditar sobre el misterio redentor de Jesucristo y coronar con rosas espirituales la hermosa cabeza de la Reina del Cielo. Quien se opone a ambas cosas no puede ser santo.


El padre Calloway firmando uno de sus libros. 

-Su experiencia de conversión fue a través de la intercesión de Nuestra Santísima Madre y de su propia madre.  ¿Cuál fue el secreto de su madre sobre su conversión? ¿Tiene usted algún consejo para las madres que queremos que nuestros hijos amen a la Santísima Virgen y a la Santa Madre Iglesia?
-El secreto que usó mi madre fue el secreto del que escribió San Luis María Grignon de Montfort, a saber, el secreto del rosario. El rosario es poderoso. Cuando mi madre se convirtió al catolicismo, comenzó a rezar el rosario a diario para la salvación de su matrimonio y la conversión de su hijo delincuente (yo). ¡Y funcionó! Cuando una persona se deja someter a una conversión diaria del corazón de Jesús, participación en la vida sacramental de la Iglesia, adhesión a las enseñanzas de la Iglesia y rezo diario del rosario, el cielo responde con una efusión de gracia y misericordia.

-¿Sintió la presencia y la intercesión de Nuestra Señora y de los adalides del rosario (también de sus enemigos) mientras se documentaba para el libro y lo escribía?
-En cierto modo, considero que partes de este libro son milagrosas. Realmente no soy muy bueno escribiendo. Soy capaz de llevar a cabo una investigación eficazmente, pues tengo estudios marianos y soy capaz de leer en varias lenguas, y sé dónde están todas las fuentes marianas. Sin embargo, redactar un libro de 445 páginas no es tarea fácil. Al inicio del proyecto, no tenía ni idea de cómo iba a conseguirlo. Me llevó más de dos años escribir el libro y durante ese tiempo recé una novena continua a Nuestra Señora y a unos doscientos santos, pidiéndoles que me ayudaran. Durante estas oraciones se me ocurrió dividir el libro en tres secciones: historia, campeones y aspectos prácticos. A veces escribía un capítulo y luego me iba a la cama muy disgustado con la forma en la que lo había escrito, me despertaba y volvía a leer lo que había escrito... y me asombraba de lo que había en las hojas. Suena raro, pero una buena parte de mí piensa que Jesús y María trabajaban por la noche en el texto para mejorarlo.


Los 26 "campeones del Rosario", según el padre Calloway: en la columna de la izquierda, Santo Domingo Guzmán, San Pío V, San Luis María Grignon de Montfort, San Antonio María Claret, León XIII, Pío XII, San Juan XXIII, Joseph Kentenich, San Pío de Pietrelcina, Fulton Sheen, Beato Pablo VI, San Josemaría Escrivá y Patrick Peyton; en la columna de la derecha, Beato Alan de la Roche, San Alfonso María de Ligorio, Beato Pío IX, Beato Bartolo Longo, Pío XI, Dolindo Ruotolo, Beato Santiago Alberione, Frank Ruff, San Maximiliano Kolbe, Benedicto XVI, San Juan Pablo II, Santa Teresa de Calcuta, Sor Lucía.

-Usted ha peregrinado a lugares sagrados en todo el mundo. ¿Cuál es su lugar preferido de peregrinación mariana y por qué?
-Mis dos lugares favoritos de peregrinación son Lourdes y el Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Pompeya (Italia). ¡Son dos lugares tan impresionantes en su belleza y recogimiento! Lourdes parece un castillo  medieval donde vive una princesa, ¡y es tan fácil escaparse a la capillita y perderse en oración y soledad! Y debo decir que el Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Pompeya es probablemente la iglesia más hermosa que he visto nunca. No cambiaría nada en ella, y sólo mirar en el interior de la iglesia recrea al alma en la belleza de Dios. San Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco también han estado allí.



-¿Ha regresado a Japón desde que fue deportado para predicar como sacerdote marianista?
-Tras mi experiencia de ser expulsado de Japón en 1988, no he regresado a Japón más que al aeropuerto internacional de Narita, en Tokio, para alguna conexión con algún vuelo internacional. Para quienes no conozcan mi historia: en mi juventud fui un mal tipo. Dejé el instituto y fui deportado de Japón por consumo de drogas y actividad criminal, acudí a centros de rehabilitación de drogodependientes en Pennsylvania y cuando cumplí los 18 fui a la cárcel en Louisiana. Tenía el pelo largo hasta la cintura, tatuajes, pendientes y la peor lengua que hayan ustedes escuchado nunca. Sin embargo, Dios tenía otros planes. Al cumplir 21, tuve una conversión radical tras leer un libro sobre apariciones marianas. Tras hacerme católico entre en una congregación religiosa y pasé diez años estudiando para ser sacerdote. Soy sacerdote desde hace 14 años.



-¿Cuál es la más importante de las promesas a los devotos del rosario, o su favorita?
-Según una antigua tradición, Nuestra Señora le dijo a Santo Domingo y al Beato Alan de la Roche que quienes promuevan el rosario alcanzarán la salvación. Para mí, ésa es la mejor promesa. Quiero estar con Jesús en el Paraíso para siempre. Realmente lo demás no importa.

Traducción de la entrevista: Carmelo López-Arias para Cari Filii.

NTRA SRA DEL SANTO ROSARIO

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Rezar el santo Rosario
no sólo es hacer memoria
del gozo, el dolor, la gloria,
de Nazaret al Calvario.
Es el fiel itinerario
de una realidad vivida,
y quedará entretejida, la vida,
siguiendo al Cristo gozoso,
crucificado y glorioso,
luminoso y misericordioso
en el rezo del Santo Rosario. Amén

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.






SAN GREGORIO MAGNO y LA RESPONSABILIDAD DE LOS OBISPOS

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Nuestro ministerio pastoral
San Gregorio Magno
Homilías sobre los evangelios 17,3.14
Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que 
envía a sus campos: La mies es abundante, 
pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor 
de la mies 
que mande trabajadores a su mies. Por tanto, para una 
mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar 
esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, 
porque hay que reconocer que, si bien hay personas 
que desean escuchar cosas buenas, faltan, en 
cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. 

Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes, 
y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador 
para la mies del Señor; porque hemos recibido el 
ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los 
deberes de este ministerio.
Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien en lo que 
dice el Evangelio: Rogad al Señor de la mies que 
mande trabajadores a su mies. Rogad también por 
nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea              fructuoso y para que nuestra voz no deje nunca de 
exhortaros, no sea que, después de haber 
recibido el ministerio de la predicación, seamos 
acusados ante el justo Juez por nuestro silencio. 

Porque unas veces los predicadores no dejan oír su 
voz a causa de su propia maldad, otras, en cambio, 
son los súbditos quienes impiden que la palabra de 
los que presiden nuestras asambleas llegue al pueblo.

Efectivamente, muchas veces es la propia maldad 
la que impide a los predicadores levantar su voz, 
como lo afirma el salmista: Dios dice al pecador: 
«¿Por qué recitas mis preceptos?» 

Otras veces, en cambio, son los súbditos quienes 
impiden que se oiga la voz de los predicadores, 
como dice el Señor a Ezequiel: Te pegaré la 
lengua al paladar, te quedarás mudo y no podrás 
ser su acusador, pues son casa rebelde. Como si 
claramente dijera: «No quiero que prediques, 
porque este pueblo, con sus obras, me irrita hasta 
tal punto que se ha hecho indigno de oír la exhortación 
para convertirse a la verdad.» 
Es difícil averiguar por culpa de quién deja de llegar al 
pueblo la palabra del predicador, pero, en cambio, 
fácilmente se ve cómo el silencio del predicador 
perjudica siempre al pueblo y, algunas veces, 
incluso al mismo predicador.
Y hay aún, amados hermanos, otra cosa, en la vida 
de los pastores, que me aflige sobremanera; pero, 
a fin de que lo que voy a decir no parezca injurioso 
para algunos, empiezo por acusarme yo mismo de que, 
aun sin desearlo, he caído en este defecto, arrastrado
sin duda por el ambiente de este calamitoso tiempo 
en que vivimos.
Me refiero a que nos vemos como arrastrados a vivir de 
una manera mundana, buscando el honor del 
ministerio episcopal y abandonando, en cambio,
las obligaciones de este ministerio. 
Descuidamos, en efecto, fácilmente el ministerio 
de la predicación y, para vergüenza nuestra, 
nos continuamos llamando obispos; nos place el prestigio
que da este nombre, pero, en cambio, no poseemos la 
virtud que este nombre exige. 
Así, contemplamos plácidamente cómo los que están 
bajo nuestro cuidado abandonan a Dios, y nosotros
no decimos nada; se hunden en el pecado, y nosotros 
nada hacemos para darles la mano y sacarlos del abismo.

Pero, ¿cómo podríamos corregir a nuestros 
hermanos, nosotros, que descuidamos incluso nuestra 
propia vida? 

Entregados a las cosas de este mundo, nos vamos 
volviendo tanto más insensibles a las realidades del 
espíritu, cuanto mayor empeño ponemos en interesarnos
por las cosas visibles.
Por eso, dice muy bien la Iglesia, refiriéndose a 
sus miembros enfermos: Me pusieron a guardar sus viñas;
y mi viña, la mía, no la supe guardar. 
Elegidos como guardas de las viñas, no custodiamos ni 
tan sólo nuestra propia viña, sino que, entregándonos
a cosas ajenas a nuestro oficio, descuidamos los deberes 
de nuestro ministerio. 

La mies es abundante, y los obreros pocos:rogad, pues,
al dueño de la mies que mande obreros a su mies
Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él, 
vuestro  corazón. Que mande obreros a su mies.

Final

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso 
desbordas los méritos y deseos de los que te 
suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, 
para que libres nuestra conciencia de toda inquietud 
y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos 
a pedir. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que 
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

SAN JUAN XXIII

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La Iglesia, madre amantísima de todos
San Juan XXIII, papa
De los «Discursos» de san Juan XXIII, papa (Solemne apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, 11 de octubre de 1962: AAS 54 [1962] 786-787. 792-793)
La Iglesia se alegra hoy porque, gracias al don especial de Dios, ha llegado el día tan deseado. En él, bajo la protección de la Virgen, Madre de Dios, cuya fiesta de la Maternidad divina hoy celebramos, aquí junto al sepulcro de San Pedro, se inaugura solemnemente el Concilio Ecuménico Vaticano II.
Los problemas e interrogantes planteados al género humano apenas han cambiado después de casi veinte siglos. Jesucristo ocupa siempre el centro de la vida y de la historia. Si los hombres se adhieren a él y a su Iglesia, gozan así de los bienes de la luz, de la bondad, del orden y de la paz. Por el contrario, si vienen sin él u obran contra él y permanecen voluntariamente fuera de la Iglesia, entonces reina entre ellos la confusión, se endurecen las relaciones humanas y amenaza el peligro de sangrientas guerras.
Al comienzo del Concilio ecuménico Vaticano II queda claro como nunca que la verdad del Señor permanece para siempre. Vemos ciertamente, al pasar los siglos, que las inseguras opiniones de los hombres se excluyen unas a otras y que los errores, apenas surgidos, se desvanecen a menudo enseguida como una niebla expulsada por el sol.
La Iglesia se opuso siempre a estos errores y a menudo incluso los condenó con gran severidad. En nuestro tiempo, la Iglesia de Cristo prefiere emplear la medicina de la misericordia y o empuñar las armas de la severidad. Ella cree que, en vez de condenar, hay que responder a las necesidades actuales explicando mejor la fuerza de su doctrina. No es que hoy falten doctrinas y opiniones falsas y peligros que hay que prevenir y apartar. Sin embargo, todo esto está muy claramente contra los rectos principios de la honradez y ha producido frutos muy funestos. Por eso parece que los hombres de hoy comienzan ellos mismos a condenar, sobre todo, aquellas formas de vida que no tienen en cuenta a Dios y sus leyes, la excesiva confianza en los progresos de la técnica o un progreso basado únicamente en el bienestar. Cada vez se reconoce más que la dignidad de la persona humana y su adecuado perfeccionamiento es algo muy valioso, pero difícil de lograr. Lo más importante es que finalmente se ha aprendido por experiencia que la violencia externa impuesta a los demás, la fuerza de las armas y el poder político no son capaces de resolver los graves problemas que angustian a los hombres.
En esta situación, la Iglesia católica, al levantar la antorcha de la verdad religiosa mediante este Concilio ecuménico, quiere mostrarse madre amantísima de todos, llena de bondad y de paciencia, movida también de misericordia y de compasión para con los hijos separados de ella. A la humanidad, sumergida en tantas dificultades, le dice lo que un día Pedro al paralítico que le pedía limosna: No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda. A los hombres de nuestro tiempo la Iglesia no les da riquezas perecederas ni les promete una felicidad simplemente terrena. Les reparte, sin embargo, los bienes de la gracia sobrenatural, que, al elevarlos a la dignidad de hijos de Dios, sirven de defensa y ayuda para hacer su vida más humana. Les abre las fuentes de su rica doctrina, con la cual los hombres, iluminados con la luz de Cristo, son capaces de comprender a fondo lo que verdaderamente son, su excelsa dignidad y el fin que deben buscar. Finalmente, la Iglesia, por medio de sus hijos, ensancha en todas las partes las dimensiones de la caridad cristiana, que es lo más adecuado para arrancar las semillas de las disensiones y lo más eficaz para impulsar la concordia, la paz justa y la unidad fraterna de todos.
R/. Dijo Jesús a Simón: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.» «Y el poder del infierno no la derrotará.»
V/. Dios la ha fundado para siempre.
R/. «Y el poder del infierno no la derrotará.»
Final

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, que en san Juan, papa, has hecho resplandecer ante el mundo la imagen viva de Cristo, Buen Pastor, concédenos, por su intercesión, manifestar con gozo la plenitud de la caridad cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.


SANTA TERESA DE JESÚS

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Acordémonos del amor de Cristo
Santa Teresa de Ávila
Del Libro de su vida (Cap. 22,6-7.12.14)
Con tan buen amigo presente -nuestro Señor Jesucristo-, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita.
Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará; mirando su vida, es el mejor dechado.
¿Qué más queremos que un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe de sí. Miremos al glorioso san Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino: san Francisco, san Antonio de Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena.
Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios; si su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.
Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar, porque, si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón de este amor, sernos ha todo fácil, y obraremos muy en breve y muy sin trabajo.
R/. Los que se alejan de ti, Señor, se pierden. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio.
V/. El que se une al Señor es un espíritu con él.
R/. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio.


SANTOS CANONIZADOS POR EL PAPA FRANCISCO 16 DE OCTUBRE DE 2016

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Santos que el Papa Francisco ha canonizado 

este domingo 16.10.16


1. Salomón Leclercq
Nació en Boulogne (Francia) el 14 de noviembre de 1745. Perteneció a los Hermanos de las Escuelas Cristianas (lasallistas). En 1790, en medio de la Revolución Francesa, se negó con la mayoría de religiosos a juramentar lealtad al gobierno.
El 15 de agosto de 1792 fue detenido y encarcelado en el monasterio carmelita Hôtel des Carmes en París. El 2 de septiembre una turba de revolucionarios irrumpió en el monasterio y asesinó al Beato Salomón y a unos 150 otros sacerdotes y religiosos.



Salomón Leclercq nace en  el . Al no jurar fidelidad a Constitución civil del clero es asesinado el

2. José Sánchez del Río
Nació en Sahuayo el 28 de marzo de 1913 en Michoacán, México. Conocido como el niño cristero, murió el 10 de febrero de 1928 a la edad de 14 años durante la persecución religiosa con el grito “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!". Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.



José Sánchez del Río nace en México el . Es ejecutado el . "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!"

3. Mons. Manuel González García
Nació en Sevilla (España) el 25 de febrero de 1877. Conocido como el Apóstol de los Sagrarios Abandonados, fue Obispo de Málaga y de Palencia, y fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Falleció en Madrid el 4 de enero de 1940.



Manuel González García nace en  y concluyó sus días en  lo propuso como "modelo de fe eucarística".

4. Ludovico Pavoni
Nació en Brescia (Italia) el 11 de septiembre de 1784. Fundó la Congregación de los Hijos de María Inmaculada, los considerados “sacerdotes obreros”. Falleció a los 65 años el 1 de abril de 1849.


5. Alfonso María Fusco
Nació el 23 marzo de 1839 en Angri (Italia) en una familia de padres campesinos. Se ordenó sacerdote en 1863. Fundó la Congregación de las Hermanas Bautistinas del Nazareno, la cual cuidó con gran sabiduría y prudencia. La noche del 5 febrero de 1910 se sintió mal, recibió losSacramentos y la mañana del domingo 6 febrero partió a la Casa del Padre.



Alfonso María Fusco nace en  el . Parte a la Casa del Padre el  luego de recibir los sacramentos.

6. El P. José Gabriel del Rosario Brochero (Cura Brochero) 
Nació en Córdoba (Argentina) el 16 de marzo de 1840. Durante la epidemia de cólera corría “de enfermo en enfermo, ofreciendo al moribundo el religioso consuelo”. Murió ciego y padeciendo lepra el 26 de enero de 1914. Falleció de la forma en que vivió: con mucha humildad y sencillez.



El Cura  nace en  el . Murió ciego y padeciendo lepra, lleno de humildad y sencillez, el.

7. Elisabeth de la Trinidad
Nació en Francia en 1880 y murió en 1906 a causa de la enfermedad de Addison; tan solo cinco años después de haber entrado al Carmelo de Dijon, ubicado en el este del país. Fue declarada beata por San Juan Pablo II en 1984. Es considerada "hermana espiritual" de Santa Teresa de Lisieux.



Elisabeth de la Trinidad nace en  en 1880 y murió en 1906. Es considerada "hermana espiritual" de Santa Teresa de Lisieux.

Recemos .

Gracias, Señor, 

por éste regalo 

a la Iglesia. 

LA MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS...ROGAD AL SEÑOR DE LA MIES QUE ENVÍE OBREROS A SU MIES

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El Señor viene detrás de sus predicadores
San Gregorio Magno
Homilías sobre los Evangelios, 17,1-3 (PL 76, 1139)
Nuestro Señor y Salvador, hermanos muy amados, nos enseña unas veces con sus palabras, otras con sus obras. Sus hechos, en efecto, son normas de conducta, ya que con ellos nos da a entender tácitamente lo que debemos hacer. Manda a sus discípulos a predicar de dos en dos, ya que es doble el precepto de la caridad, a saber, el amor de Dios y el del prójimo.
El Señor envía a los discípulos a predicar de dos en dos, y con ello nos indica sin palabras que el que no tiene caridad para con los demás no puede aceptar, en modo alguno, el ministerio de la predicación.
Con razón se dice que los mandó por delante a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. En efecto, el Señor viene detrás de sus predicadores, ya que, habiendo precedido la predicación, viene entonces el Señor a la morada de nuestro interior, cuando ésta ha sido preparada por las palabras de exhortación, que han abierto nuestro espíritu a la verdad. En este sentido, dice Isaías a los predicadores: Preparadle un camino al Señor; allanad una calzada para nuestro Dios. Por esto, les dice también el salmista: Alfombrad el camino del que sube sobre el ocaso. Sobre el ocaso, en efecto, sube el Señor, ya que en el declive de su pasión fue precisamente cuando, por su resurrección, puso más plenamente de manifiesto su gloria. Sube sobre el ocaso, porque, con su resurrección, pisoteó la muerte que había sufrido. Por esto, nosotros alfombramos el camino del que sube sobre el ocaso cuando os anunciamos su gloria, para que él, viniendo a continuación, os ilumine con su presencia amorosa.
Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus campos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor; porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio.
Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien en lo que dice el Evangelio: Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Rogad también por nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea fructuoso y para que nuestra voz no deje nunca de exhortaros, no sea que, después de haber recibido el ministerio de la predicación, seamos acusados ante el justo Juez por nuestro silencio.
R/. Después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, resolvió escribir el evangelio, para que conozcamos la solidez de las enseñanzas que hemos recibido.
V/. Escribió todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando.
R/. Para que conozcamos la solidez de las enseñanzas que hemos recibido.

ALABANZA DE LA SABIDURÍA DIVINA

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Alabanza de la sabiduría divina
Sb 1,1-15
Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. La sabiduría no entra en el alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado.
El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido.
Por eso, quien habla impíamente no tiene escapatoria, no podrá eludir la acusación de la justicia. Se indagarán los planes del incrédulo, el informe de sus palabras llegará hasta el Señor, y quedarán probados sus delitos, porque un oído celoso lo escucha todo y no le pasan inadvertidos cuchicheos ni protestas. Guardaos, por tanto, de protestas inútiles y absteneos de la maledicencia; no hay frase solapada que caiga en el vacío; la boca calumniadora mata.
No os procuréis la muerte con vuestra vida extraviada ni os acarreéis la perdición con las obras de vuestras manos; Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal.
R/. Dichoso el que encuentra sabiduría: es más valiosa que las perlas: sus caminos son deleitosos, y sus sendas son prósperas.
V/. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras.
R/. Sus caminos son deleitosos, y sus sendas son prósperas.

ANIVERSASARIO ORDENACIÓN SACERDOTAL PADRE SEBASTIÁN CO-FUNDADOR CON MADRE TERESA DE LOS LAICOS MISIONEROS DE LA CARIDAD

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 CO-FUNDADOR CON MADRE TERESA, DE LOS LAICOS MISIONEROS DE LA CARIDAD


ANIVERSARIO DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DEL PADRE SEBASTIÁN VAZHAKALA

     Hoy, 23 de octubre, se cumple el cuarenta  y cinco aniversario de la ordenación sacerdotal del P. Sebastián Vazhakala, MC, Superior general de los Misioneros de la Caridad Contemplativos, fundados por él mismo junto con la Beata Teresa de Calcuta .
     Los misioneros son a menudo la voz de los sin voz, de aquellos olvidados de todos excepto del buen Dios y de sus  fieles servidores, hombres y mujeres repartidos por todo el mundo llevando el mensaje de salvación a los más pobres de entre los pobres.
     Como homenaje al P. Sebastián en esta fecha tan especial para él, copio un artículo publicado en el diario italiano 30Giorni por el periodista Giovanni Cubeddu 
La entrada de Casa Serena, el albergue para pobres, en las cercanías de la plazuela de Preneste, en Roma, llevada por los Misioneros de la Caridad contemplativos
La entrada de Casa Serena, el albergue para pobres, en las cercanías de la plazuela de Preneste, en Roma, llevada por los Misioneros de la Caridad contemplativos
«Llegué a Italia solo, me mandómadre. Venía de Los Angeles, desde el aeropuerto fui directamente a Acilia, a una casa de campo sin agua, sin luz ni servicios higiénicos. El día después quería ya volverme a Los Angeles… y los primeros “candidatos a misioneros” que se presentaron ante mí, se fueron yendo poco a poco. De Acilia me trasladé luego a un semisótano cerca de la estación Termini de Roma. Luego encontré este lugar abandonado, entre las barracas –entonces había más de ocho mil– en la plazuela de Preneste. Al principio madrequería que me quedara en la estación Termini, luego una vez conseguí traerla aquí, lo vio y se alegró de mi decisión. El cardenal vicario Poletti dudaba, porque la sede de la plazuela de Preneste era un edificio en ruinas… pero yo me instalé en él igualmente, asumiendo toda la responsabilidad de mi decisión. Era el 8 de marzo de 1979, y desde entonces estoy aquí. Frente a las tentaciones y en los momentos de desánimo siempre he tratado de hacer como me aconsejaba madre: “Mira el crucifijo. Aunque sean muchos los que se han ido, Jesús nunca ha bajado de la cruz”. Madre perseveró, en el gran amor de Jesús hacia ella y en el gran amor de ella hacia Jesús». 
“Madre”, el modo más sencillo para indicar a la Madre Teresa de Calcuta. Nunca usa otro término –en un italiano imaginable para alguien nacido en India, en Kerala–, el padre Sebastian, mientras regala algo de su tiempo y sus innumerables recuerdos sobre la madre. La escuchó la primera vez en marzo de 1966, en Ranchi, siendo él estudiante de filosofía, y fue a verla a Calcuta el mes de noviembre siguiente. «Nosotros hacemos el trabajo que nos da el Señor», parece repetir de nuevo la Madre Teresa, en el recuerdo del padre Sebastian, «no es un trabajo social o un servicio humanitario: hagamos lo que hagamos a quienquiera que sea, se lo hacemos a Jesús, estamos llamados a servir a los más pobres de los pobres. Y también a llevar una vida sencilla y pobre». Han pasado ya diez años desde que la madre, cuyo nombre de pila era Agnes Gonxha Bojaxhiu, murió, el 5 de septiembre de 1997, y son muchos los que han aprovechado la ocasión para recordarla, porque la llevan todavía viva en el corazón. También nosotros aquí, en 30Días
La entrada de Casa Serena, el albergue para pobres, en las cercanías de la plazuela de Preneste, en Roma, llevada por los Misioneros de la Caridad Contemplativos
Hace cuarenta años Sebastian Vazhakala comenzó su noviciado. Hoy es el superior general de los Misioneros de la Caridad contemplativos, una Orden fundada en 1979 por él y por la propia Madre Teresa. En la casa donde vive Sebastian, con sus hermanos, también descansaba la Madre Teresa cuando venía a verlo a Roma. Su pequeña habitación, sin embargo, está ocupada ahora por los muchos objetos necesarios para la vida cotidiana de los misioneros y sobre todo por sus huéspedes, los pobres, los sin techo. Estos salen esta mañana para afrontar lo mejor posible el día, y por la noche vuelven a goteo, para las vísperas, la misa y la cena en común, antes de descansar, por lo menos aquí, sobre una yacija. El albergue de estos pobres se llama “Casa Serena”, y Sebastian conserva todavía la foto del papa Juan Pablo II y la Madre Teresa mientras firman el folio en el que esta casa era todavía solo un hermoso proyecto diseñado a lápiz. La Madre Teresa no sólo firmó, sino que introdujo también una pequeña bendición. 
«Madre era una persona práctica, no “rodeaba” sino que atravesaba las cosas que ocurrían y en el mismo momento confortaba, siempre, a quienes venían a pedir ayuda. Una vez, llevándome a la parte trasera de nuestra casa generalicia, donde todavía hoy los misioneros de la Caridad vivimos en adoración de Jesús –cuenta el padre Sebastian– me dijo esta frase, que luego compuso como una oración: “Cuando estoy sufriendo, mándame a alguien que esté sufriendo más que yo. Cuando estoy hambriento, mándame a alguien que tenga más hambre que yo. Cuando me siento sola, mándame a una persona que se sienta más sola que yo”. Estos encuentros con los más necesitados eran su consuelo. Eran la prueba de que el Señor, Él, ¡personalmente!, le pedía que testimoniara su redención». Como ocurrió en septiembre de 1946, cuando –contaba la Madre Teresa– el Señor le pidió que dejara la Orden de las Hermanas de Loreto, a la que pertenecía, para cuidar a los más pobres de los pobres, en Calcuta. Aquella fue su «llamada dentro de la llamada». 
Las Misioneras de la Caridad recibieron en Calcuta el primer reconocimiento diocesano como Congregación en octubre de 1950. La Orden masculina de los Misioneros de la Caridad, en cambio, fue fundada por la Madre Teresa posteriormente, en 1963 (la rama contemplativa, como hemos visto, en 1979). «El porqué de su nacimiento lo explicó detalladamente ella misma», sigue diciendo Sebastian, que fue testigo ocular, «cuando aceptó hablar en el primer capítulo general de los Misioneros en 1972. “Nosotros no somos una Congregación iniciada para hacer cosas grandes e importantes”, dijo, “sino cosas ordinarias con extraordinario amor, cosas sencillas con gran amor. Lo que cuenta no es el éxito, sino nuestra fe… Recuerdo que uno de vosotros una vez vino a mí y me dijo: Madre Teresa, mi vocación es servir a los leprosos. No, le respondí, tu vocación es pertenecer a Jesús”». 

   El padre Sebastián con la Madre Teresa
En la capilla de la casa generalicia, la misma donde van a misa los huéspedes de “Casa Serena”, casi todo es obra del paciente y alegre trabajo manual de los misioneros y de sus amigos cooperadores laicos, fundados también por Sebastian con la Madre Teresa en 1984. En la plazoleta de enfrente, una estatua de María colocada en alto, sobre una columna de hierro, vela sobre el rinconcito de verde y caridad arrebatado hasta el momento al avance agresivo de los bloques circundantes (y al apetito de las inmobiliarias). En la iglesia, detrás del altar, hay un crucifijo, como en todas las casas de las misioneras y misioneros de la Caridad, donde Jesús, en el ápice de su pasión, dice: «Tengo sed», «I thirst». Desde aquí todo adquiere sentido y equilibrio, también las cartas más dolorosas de la Madre Teresa sobre la lejanía de Jesús, sobre la que últimamente se ha centrado cierto tipo de prensa. El padre Sebastian comenta: «Entiendo que quizá se requiera tiempo para comprender, pero –que el Señor nos ayude a decir ahora la verdad–, la verdad es simple: Madre Teresa compartió la pobreza, material y espiritual, de cada una de las personas que la encontraron, porque es lo que el Señor quería para ella. Y los ricos y los fuertes que no tienen fe son pobres como los desheredados de Calcuta. E incluso más. Este tipo de pobreza abunda en Occidente y en América, la espantosa frialdad y la indiferencia de la gente, tan centrada en sí misma y tan orgullosa…». Este es el frío del alma, sin Jesús, que se le pidió que tomara sobre sí. Y sin Jesús el infierno está al acecho. «Con mis ojos», sigue diciendo Sebastián, «he visto a hombres poderosos acercarse a ella con los ojos húmedos, o echarse a llorar delante de ella. ¿Acaso lloraban conmovidos frente a una mujer carente de fe? No, uno no se conmueve frente a la oscuridad. Madre Teresa deseaba que quienes la encontraban no la vieran a ella, sino solo a Jesús, y, como santa Teresita de Lisieux, madre decía que escondía tras una sonrisa su propio dolor. Y sonreía porque sí que se puede estar alegre incluso en los dolores sufridos por el Señor. Y cerramos aquí las especulaciones, porque no podemos pensar en excavar en lo profundo de su alma: el gozo de la Madre Teresa, incluso en su gran sufrimiento, padecido por la redención de quienes no tenían fe, sigue siendo un misterio insondable, que solo está en las manos de Dios». 
«Nuestros pobres son gente realmente grande. Nos dan mucho más de lo que nosotros les damos a ellos», explicó una vez la Madre Teresa a quienes se habían reunido con ella en Los Ángeles, en 1977. «Y nosotros hemos de amarlos no dando algo que tenemos en abundancia, sino amarlos hasta que nos haga daño». Luego ilustró bien lo que quería decir con “nos haga daño”: la ofrenda de un sacrificio, incluso pequeño. Aquí también estaba el padre Sebastian y repite lo que le oyó a la Madre Teresa: «Hace tiempo en Calcuta nos quedamos sin azúcar y, no sé cómo, todos se enteraron de que la Madre Teresa ya no tenía azúcar para sus niños. Un niñito hindú, con solo cuatro años, fue a sus padres y les dijo: “No comeré azúcar durante tres días y le daré mi azúcar a la Madre Teresa para sus niños”. Sus padres no habían estado nunca en nuestra casa antes de entonces. Yo no los conocía. Llevaron al niño y él me dio el azúcar diciendo: “No lo he comido durante tres días. Dáselo a tus niños”. Aquel pequeño nos amó con un amor grande, nos amó hasta hacerle daño». 
«Cuando soy caritativo», decía santa Teresita de Lisieux –de quien Agnes Gonxha, tomando los votos temporales en 1931 con las Hermanas de Loreto, quiso tomar el nombre–, «es porque Jesús actúa en mí». 
Al padre Sebastian le hemos robado quizá más tiempo de lo debido. Pero ha sido para recordar a la madre. Ahora tiene que retomar su actividad cotidiana, que lleva a un padre general por todo el mundo. Mientras tanto, a esta ex periferia romana, donde vive, por la tarde regresan los dueños de la casa, es decir, los pobres, para quienes celebrar la Eucaristía y hacer la cena. Y para dar de este modo de “beber” a Jesús crucificado.

LOS DEFECTOS DE JESÚS . CARDENAL VAN THUAN

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Los defectos de Jesús

por Van Thuan, Card. Francisco Javier Nguyen
17 de septiembre de 2016
Meditación del Card. Francisco Javier Nguyen van Thuan, tomada de su libro «Testigos de esperanza», ejercicios espirituales dados en el Vaticano en el año 2000.

«Lo he abandonado todo para seguir a Jesús porque amo los defectos de Jesús»
Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria
En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino" (Lc 23,42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: "No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio". Sin embargo Jesús le responde: "Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43). El olvida todos los pecados de aquel hombre.
Algo análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: "Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor" (Lc  7,47).
La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros" (Lc 15,18-19). Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: "Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado" (Lc 15,22-24).
Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.
«incluso olvida que ha perdonado.»
Segundo defecto: Jesús no sabe matemáticas
Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida. Un pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros (cf. Lc 15,4-7).
Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación...
Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana, o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores!
Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica
Una mujer que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido" (cf. Lc 15, 8-9).
¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían suficientes para cubrir los gastos...
Aquí podemos decir de verdad, con las palabras de Pascal, que "el corazón tiene sus razones, que la razón no conoce" (Pensamientos, nº 477).
Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: "Os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta" (Lc 15,10).
Cuarto defecto: Jesús es un aventurero
El responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas.
Nada semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.
«Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.»
El promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida.
A un escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt 8,20).
El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero "autorretrato" de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu...,
bienaventurados los que lloran...,
bienaventurados los perseguidos por... la justicia...,
bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,3-12).
Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!
Quinto defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía
Recordemos la parábola de los obreros de la viña: "El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las cinco... y los envió a sus viña". Al atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno (cf. Mt 20,1-16).
Si Jesús fuera nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: "¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?".
Y nosotros hemos creído en el amor
Pero preguntémonos: ¿por qué Jesús tiene estos defectos?
Porque es Amor (cf. 1Jn 4,16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.
Jesús actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad él nos ha traído un amor grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura y pone en crisis nuestras medidas humanas.
Cuando medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a Jesús con sus "defectos", que son, gracias a Dios, incorregibles.


François-Xavier Nguyen Van Thuan fue durante 8 años obispo de Nhatrang (Vietnam). En 1975, recién nombrado obispo coadjutor de Saigón, fue arrestado y pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en aislamiento. Una vez en libertad, Juan Pablo II lo nombró presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz y posteriormente lo creó cardenal. Falleció el 16 de septiembre de 2002.
"En la cárcel había comprendido que el fundamento de la vida cristiana consiste "en elegir sólo a Dios" -dijo el Papa en su funeral-, abandonándose completamente en sus manos paternas... Su secreto era una indómita confianza en Dios, alimentada por la oración y por el sufrimiento aceptado con amor".
 Este capítulo forma parte del libro «Testigos de esperanza», ed. Ciudad Nueva, pág. 26-31

EL PAPA FRANCISCO ELOGIA A LUTERO POR HABER PUESTO LA PALABRA DE DIOS EN EL CENTRO (31.10.2016)

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El Papa, en Suecia, elogia a Lutero por haber puesto la Palabra de Dios en el centro

El Papa Francisco ya está en Suecia y en su primer acto con ocasión del quinto centenario de la Reforma en la catedral luterana de Lund ha participado en una oración ecuménica. Allí, ha asegurado que Dios “nos mira” y su mirada de amor “nos anima a purificar nuestro pasado” y a“trabajar en el presente para hacer realidad ese futuro de unidad que tanto anhela”.
Tal y como informa Zenit, el Santo Padre ha aseverado que todos debemos mirar con amor y honestidad a nuestro pasado y reconocer el error y pedir perdón: “solamente Dios es el juez”.
Tras reunirse en privado en el aeropuerto con el primer ministro, ha visitado también a la familia real en la palacio Kungshuset. De esta forma, el primer evento público ha sido este encuentro en la catedral.  El reverendo Martin Junge, secretario general de la Federación Luterana Mundial, ha indicado en su discurso que “el bautismo es anuncio profético de sanación y de unidad en medio de nuestro mundo herido, convirtiéndose así en un don de esperanza en medio de una humanidad que añora vivir en paz con justicia y en diversidad reconciliada”.
"Un nuevo inicio"
El Santo Padre ha iniciado la oración pidiendo, hablando en español, que el Señor nos prepare para dar testimonio y servicio común en el mundo. Las intervenciones se sucedieron intercaladas por el canto del coro. Y pidió al Espíritu Santo “que nos conceda un nuevo inicio”.
La ceremonia incluyó un abrazo de paz. El cardenal Kurt Koch por su parte ha señalado que en el encuentro hay sentimientos de alegría por los pasos dados y dolor por lo sucedido. Que luteranos y católicos se concentraron en lo que los separaba y no a lo que los unía.
El Papa, en su discurso, ha invitado a reconocer con “honestidad y amor” que la división “se alejaba de la intuición originaria del pueblo de Dios” y ha sido “perpetuada históricamente por hombres de poder de este mundo más que por la voluntad del pueblo fiel”. Un pueblo que “siempre y en todo lugar” necesita estar guiado con seguridad y ternura por su Buen Pastor.
"Nos hemos encerrado en nosotros mismos"
Sin embargo, el Pontífice ha indicado que había una voluntad sincera por ambas partes de “profesar y defender la verdadera fe”. Al mismo tiempo, ha aseverado que “somos conscientes que nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente”.
Por otro lado, ha afirmado que en este encuentro de oración, “queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer unidos a Él para tener vida”, tal y como pidió Jesús “permaneced en mí, y yo en vosotros”. También es un momento –ha precisado el Papa– para dar gracias a Dios por el esfuerzo de tantos hermanos, de diferentes comunidades eclesiales, que no se resignaron a la división, sino que mantuvieron viva la esperanza de la reconciliación entre todos los que creen en el único Señor.
"Tenemos una nueva oportunidad"
Tal y como ha explicado Francisco, católicos y luteranos han empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación. Ahora, en el contexto de la conmemoración común de la Reforma de 1517, “tenemos una nueva oportunidad para acoger un camino común”, que ha ido conformándose durante los últimos 50 años en el diálogo ecuménico entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica.
Superar "controversias y malentendidos"
Al respecto, el Pontífice ha asegurado que “no podemos resignarnos a la división y al distanciamiento que la separación ha producido entre nosotros”. Y asimismo ha reconocido que “tenemos la oportunidad de reparar un momento crucial de nuestra historia”, superando “controversias y malentendidos” que a menudo “han impedido que nos comprendiéramos unos a otros”.
El Santo Padre ha recordado a los presentes que Dios es el dueño de la viña, “que con amor inmenso la cuida y poda para que dé más fruto”. Por eso, ha pedido dejarse “conmover por la mirada de Dios”, que lo único que desea es que “permanezcamos como sarmientos vivos unidos a su Hijo Jesús”.
La separación, "fuente inmensa de sufrimientos"
Jesús es quien “nos sostiene y nos anima a buscar los modos para que la unidad sea una realidad cada vez más evidente”. Sin duda –ha señalado Francisco– la separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones. Pero también ha llevado a caer sinceramente en la cuenta de que “sin Él no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de entender mejor algunos aspectos de nuestra fe”.
Por otro lado, el Santo Padre ha reconocido con gratitud que la Reforma “ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”. A través de la escucha común de la Palabra de Dios en las Escrituras, el diálogo entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, del que celebramos el 50 aniversario, ha dado pasos importantes.
El mundo espera un "testimonio creíble de misericordia"
El Pontífice ha asegurado que la experiencia espiritual de Martín Lutero“nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios”. La doctrina de la justificación –ha observado– expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios.
Además, ha recordado que el mundo está esperando de los cristianos un “testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros”. Juntos –ha añadido– podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta.

HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS. SUECIA. PAPA FRANCISCO (1.11.2016)

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Significativo el viaje evangelizador del Papa Francisco en su espíritu ecuménico y de hermandad. Ayer en conversación y rezo amistoso con los Luteranos de Suecia, que al parecer tienen otros valores distintos a los Luteranos de Tanzania.
En el día de hoy se ha celebrado la Santa Misa en la Solemnidad de todo los Santos, a la que no se si habrán asistido los Luteranos.
En la Homilía, brillante como no podía ser de otro modo, predicada por el Papa Francisco, y tras la Lectura del Evangelio de las Bienaventuranzas, nos ha hablado de los santos conocidos o no, y ha realizado una interpretación actual del contenido de las mismas actualizando las palabras de siempre a situaciones similares en los tiempos de hoy. Con esto nos aporta una forma de ser católico mediante la práctica real del contenido de las Bienaventuranzas, en los tiempos y necesidades actuales, muchas , variadas y no excluyentes.
La mansedumbre, resaltada en la homilía, no creo que pretenda seamos acríticos, sino  mas bien tranquilos a la hora de resolver las situaciones presentes y si fuera posible, la unidad de los cristianos.

Texto completo de la homilía, Solemnidad de Todos los Santos en Malmö (Suecia) :
 
Con toda la Iglesia celebramos hoy la solemnidad de Todos los Santos. Recordamos así, no sólo a aquellos que han sido proclamados santos a lo largo de la historia, sino también a tantos hermanos nuestros que han vivido su vida cristiana en la plenitud de la fe y del amor, en medio de una existencia sencilla y oculta. Seguramente, entre ellos hay muchos de nuestros familiares, amigos y conocidos.
Celebramos, por tanto, la fiesta de la santidad. Esa santidad que, tal vez, no se manifiesta en grandes obras o en sucesos extraordinarios, sino la que sabe vivir fielmente y día a día las exigencias del bautismo. Una santidad hecha de amor a Dios y a los hermanos. Amor fiel hasta el olvido de sí mismo y la entrega total a los demás, como la vida de esas madres y esos padres, que se sacrifican por sus familias sabiendo renunciar gustosamente, aunque no sea siempre fácil, a tantas cosas, a tantos proyectos o planes personales.
Pero si hay algo que caracteriza a los santos es que son realmente felices. Han encontrado el secreto de esa felicidad auténtica, que anida en el fondo del alma y que tiene su fuente en el amor de Dios. Por eso, a los santos se les llama bienaventurados. Las bienaventuranzas son su camino, su meta, su patria. Las bienaventuranzas son el camino de vida que el Señor nos enseña, para que sigamos sus huellas. En el Evangelio de hoy, hemos escuchado cómo Jesús las proclamó ante una gran muchedumbre en un monte junto al lago de Galilea.
Las bienaventuranzas son el perfil de Cristo y, por tanto, lo son del cristiano. Entre todas ellas, quisiera destacar una: «Bienaventurados los mansos». Jesús dice de sí mismo: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Este es su retrato espiritual y nos descubre la riqueza de su amor. La mansedumbre es un modo de ser y de vivir que nos acerca a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros; logra que dejemos de lado todo aquello que nos divide y enfrenta, y se busquen modos siempre nuevos para avanzar en el camino de la unidad, como hicieron hijos e hijas de esta tierra, entre ellos santa María Elisabeth Hesselblad, recientemente canonizada, y santa Brígida, Brigitta Vadstena, copatrona de Europa. Ellas rezaron y trabajaron para estrechar lazos de unidad y comunión entre los cristianos. Un signo muy elocuente es el que sea aquí, en su País, caracterizado por la convivencia entre poblaciones muy diversas, donde estemos conmemorando conjuntamente el quinto centenario de la Reforma. Los santos logran cambios gracias a la mansedumbre del corazón. Con ella comprendemos la grandeza de Dios y lo adoramos con sinceridad; y además es la actitud del que no tiene nada que perder, porque su única riqueza es Dios.
Las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús. Estamos llamados a ser bienaventurados, seguidores de Jesús, afrontando los dolores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor de Jesús. Así, podríamos señalar nuevas situaciones para vivirlas con el espíritu renovado y siempre actual: Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón; bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía; bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran; bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común; bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros; bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos... Todos ellos son portadores de la misericordia y ternura de Dios, y recibirán ciertamente de él la recompensa merecida.
Queridos hermanos y hermanas, la llamada a la santidad es para todos y hay que recibirla del Señor con espíritu de fe. Los santos nos alientan con su vida e intercesión ante Dios, y nosotros nos necesitamos unos a otros para hacernos santos. Juntos pidamos la gracia de acoger con alegría esta llamada y trabajar unidos para llevarla a plenitud. A nuestra Madre delcielo, Reina de todos los Santos, le encomendamos nuestras intenciones y el diálogo en busca de la plena comunión de todos los cristianos, para que seamos bendecidos en nuestros esfuerzos y alcancemos la santidad en la unidad.

AYER SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

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Ayer en el Oficio de Lecturas, se nos ofrecía el sermón de San Bernardo  que me hacía reflexionar sobre mi actitud ante la Santidad y ante los que ya viven en la Gloria del Señor por las virtudes practicadas en esta vida. Nada mejor que leer y meditar el escrito de este santo, para intentar acercarnos un poco más a lo que Dios nos pueda pedir.

Apresurémonos hacia los hermanos que nos esperan
San Bernardo, abad
Sermón 2 (Opera Omnia, ed. cisterc, 5 [1968], 364-368)
¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.
El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.
Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos los bienes de arriba, pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.
El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordaros que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con él. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.
Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también, en gran manera, la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.
    R/. Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y 
         grandes; porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
    V/. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
    R/. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.



HOY, CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS, EN LA IGLESIA UNIVERSAL

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Preces por los Difuntos
Oremos a Dios, Padre todopoderoso, que ha resucitado a Jesucristo de entre los muertos y vivificará también nuestros cuerpos mortales y digámosle:
R./ Señor, danos la vida en Cristo.

Padre santo, ya que por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo en la muerte, y con El hemos resucitado,
haz que de tal forma andemos en vida nueva, que aún después de nuestra muerte vivamos para siempre con Cristo.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.

Padre providente, que nos has dado el pan vivo bajado del cielo para que lo comamos santamente,
has que al comerlo tengamos Vida eterna y resucitemos en el último día.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.

Señor, que envíaste un ángel para que confortara a tu Hijo en la agonía de Getsemaní,
dígnate consolarnos en nuestro tránsito con la dulzura de tu esperanza.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.

Tú que libraste a los tres jóvenes del fuego ardiente,
libra también las almas de los difuntos del castigo que sufren por sus pecados.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.

Dios y Señor de vivos y muertos, que resucitaste a Cristo del sepulcro,
resucita también a los difuntos y, a nosotros, danos un lugar junto a ellos en tu Gloria.
R./ Señor, danos la vida en Cristo.

Padre nuestro...

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SALMO 50

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, 
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.



RESPONSO

Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor–; quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí no morirá eternamente. (cfr. Juan 11, 25-26)
V/ . Venid en su ayuda, Santos de Dios; salid a su encuentro, Ángeles del Señor.
R/. Recibid su alma, y presentadla ante el Altísimo.
V/ . Cristo que te llamó, te reciba y los Ángeles te conduzcan al regazo de Abraham.
R/. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
V/ . Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él (ella) la luz eterna.
R/. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
Agua bendita.
V/ . Señor, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad.
Padre nuestro…
V/ . Libra, Señor, su alma.
R/. De las penas del infierno.
V/ . Descanse en paz.
R/. Amén.
V/ . Señor, escucha nuestra oración.
R/. Y llegue a ti nuestro clamor.
V/ . El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
OREMOS
Oh Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres: te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los Santos, concedas la bien­aven­tu­ranza a tu hijo (hija), a quien llamaste de este mundo. No le (la) abandones en manos del enemigo, ni te olvides de él (ella) para siempre; sino recíbelo (la) con tus santos Ángeles en el Cielo, su patria definitiva. Y porque creyó y esperó en ti, concédele para siempre las alegrías del Cielo. Por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí no morirá eternamente. (Juan 11, 25-26)
V/ . Concédele, Señor, el descanso eterno.
R/. Y brille para él (ella) la luz eterna.
V/ . Descanse en paz.
R/. Amén.

AYER, BEATIFICADOS 38 MÁRTIRES EN ALBANIA DURANTE EL RÉGIMEN COMUNISTA

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La Iglesia beatifica a 38 mártires del régimen comunista en Albania
ROMA, 05 Nov. 16 / 02:18 pm (ACI).- La Iglesia Católica en Albania ha llevado a cabo este sábado, en la ciudad norteña de Shkodra, la ceremonia de beatificación de 38 mártires asesinados por su fidelidad a Dios durante el régimen comunista, uno de los más duros de Europa.
El acto se desarrolló en la catedral Shën Shtjefni de la localidad, centro del catolicismo albanés, y lugar de origen y de actividad de la mayoría de los 38 beatificados, y a él acudieron cinco cardenales del Vaticano, unos 10.000 peregrinos, algunos de ellos extranjeros, así como el jefe del Estado, Bujar Nishani, el presidente del parlamento, Ilir Meta, ministros y representantes de otras religiones.
También estaba presente Ernest Troshani, nombrado cardenal por el Papa Francisco el pasado 9 de octubre, y que pasó 28 años encarcelado por el régimen comunista. Los 38 beatos -dos arzobispos, 21 sacerdotes, 7 franciscanos, 3 jesuitas, 4 laicos y un seminarista- fueron asesinados entre los años 1945 y 1974, y no todos eran albaneses, sino que dos procedían de Alemania y uno de Italia.

Un país de mayoría musulmana
Ellos forman parte de los alrededor de 130 sacerdotes católicos que fueron ejecutados o murieron tras ser torturados en las cárceles comunistas hasta 1991 acusados de ser “espías” del Vaticano.
En 1967 el dictador estalinista Enver Hoxha abolió todas las prácticas religiosas, destruyó iglesias y mezquitas, y a otras les dio los más diversos usos, y esta abolición fue sancionada por la Constitución de 1976, declarando a Albania el primer país ateo del mundo.
La libertad religiosa regresó tras la caída de la dictadura en 1991.
Desde entonces dos Papas, San Juan Pablo II y Francisco, han visitado el país, donde históricamente ha vivido en paz la mayoría musulmana con las comunidades cristianas minoritarias católica y ortodoxa.
Publicado originalmente en Actuall.

Beatificación de 38 mártires albaneses del comunismo



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Se genera tanta información desde el Vaticano que a menudo nos pueden pasar desapercibidos hechos realmente importantes.

Por ejemplo, estoy convencido de que la mayor parte de las proclamas, entrevistas, afirmaciones, discusiones, tomas de posición, declaraciones, etc. que llenan páginas y blogs caerán en el olvido. En muchos casos merecido.
 Todo lo contrario de las beatificaciones y canonizaciones que incorporan a nuevos cristianos a esa fuente de contemplación, enseñanza y vida cristiana que es el santoral de la Iglesia católica.

Así me entero, casi por casualidad, de que
 van a ser beatificados 38 albaneses mártires del comunismo, esa ideología intrínsecamente perversa que vuelve a estar de moda y con la que incluso algunos cristianos parecen tontear. Un recordatorio muy oportuno acerca de la naturaleza de esta ideología y de sus funestas consecuencias. Además, junto a otros,van a ser beatificados también 4 mártires españoles: el monje de Silos, José Antón Gómez, y los 3 compañeros presbíteros de la Orden de San Benito, asesinados en 1936 durante la Guerra civil española.

Leo que los mártires albaneses están encabezados por el siervo de Dios
 Vicente Prennushi, de la Orden de los Frailes menores, arzobispo de Dürres, y 37 compañeros asesinados entre 1945 y 1974 en Albania. ¡1974! O sea, hace cuatro días.

Este Mons. Vicente Prennushi, arzobispo de Dürres,
 fue conminado por el tirano comunista Enver Hoxha a separarse de la Santa Sede de Roma para fundar una iglesia nacional. Ante la negativa a romper con Roma, fue encarcelado, torturado y asesinado, el mismo destino que había seguido su predecesor, Mons. Gasper Thacia, también asesinado con la intención del régimen de borrar toda huella de fe. Otro obispo, esta vez de Lezhë, Monseñor Frano Gjini, respondió también con firmeza a la propuesta de Hoxha: "Jamás separaré mi rebaño de la Santa Sede", por lo que fue fusilado en 1948. Estos testimonios martiriales sirvieron para que ningún sacerdote aceptase el cisma, desencadenando una terrible persecución que llevó a la totalidad del clero a la cárcel.

Las historias de heroísmo en la confesión de la fe de estos albaneses son tremendas. Desde Don
 Lazër Shantoja, a quien le amputaron las manos y los pies antes de fusilarlo, hasta el padre Bernardin Palaj, quien tras ser torturado, murió a causa del tétanos, en el Convento de los Franciscanos, convertido en cárcel para más de 700 detenidos.

Recojo algunos datos de
 la entrada que escribió Jorge López Teulón al respecto hace un par de años:
"Don 
Lekë Sirdani y Don Pjetër Çuni, murieron sumergidos boca abajo en una fosa séptica. Más tarde serían fusilados el padre Giovanni Fausti y el padre Daniel Dajani, jesuitas; el padre Gjon Shllaku, O.F.M.; el seminarista Mark Çuni, los señores Gjelosh Lulashi, Qerim Sadiku y Fran Mirakaj y el padre Antón Harapi, superior provincial de los Hermanos Menores. Igual suerte corrió el padre Mati Prendushi, guardián del convento San Francisco de Gjuhadol en Shkodër.

El arzobispo de Shkodër, monseñor
 Gaspër Thaçi, el arzobispo de Durrës, monseñorVinçenc Prennushi, OFM y el padre Çiprian Nika fueron acusados, injustamente, de haber escondido armas debajo del altar de San Antonio, en su iglesia.

Alfons Tracki y Zef Maksem, sacerdotes alemanes, fueron fusilados. El padre Serafín Kodaexhaló su último suspiro con la laringe fuera de la garganta. Papa Josif, sacerdote católico de rito bizantino, quien cayó exhausto en el pantano de Maliq, fue sepultado vivo en el barro.

A Don
 Mark Gjani le pidieron que renegara de Cristo y su respuesta fue ¡Viva Cristo Rey!Fue asesinado y su cuerpo echado a los perros. Don Mikel Beltoja fue torturado en la sala del proceso, que se celebró a puerta cerrada. La policía le hirió gravemente con punzones y, unos días más tarde, le fusilaron.

Después de estos hechos, comenzó una terrible propaganda cultural antirreligiosa con la así llamada “
lucha de clases”. En todas las instituciones y en todas las conferencias, lecciones, discursos y conversaciones, se hacía propaganda de que Dios no existía y de que la religión era ilusión y explotación.

El 6 de febrero de 1967, el dictador dio inicio a la «
revolución cultural china». Dicha revolución se extendió, con idéntica intensidad y ferocidad,  hasta en los más remotos rincones del país, especialmente contra la Iglesia. Se cerraron todos los templos y las mezquitas.

La Catedral de Shkodër se transformó en un Palacio de los Deportes.
 La iglesia franciscana de Gjuhadol se convirtió en un cine.

El Santuario de la Virgen del Buen Consejo, en Shkodër, fue destruido. La iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Tirana, se convirtió en otro cine. El cierre de la iglesia de Lezha tuvo lugar el 26 de marzo de 1967, precisamente el día de Pascua. El Santuario de San Antonio de Laç Kurbini también fue destruido; en su lugar se construyó un campo militar.

La pequeña iglesia de 
Laç Vau i Dejës, del siglo XIII y de valor inestimable, se dinamitó. El resto de las iglesias que no se destruyeron fueron transformadas en graneros, salas de cultura, tribunales, establos, talleres, etcétera.

Esta terrible situación prosiguió hasta el 
4 de noviembre de 1990, día en que, con la celebración de una Santa Misa en el cementerio católico de Shkodër, dio inicio una nueva época para la religión y para la profesión de la fe”.

Tremendo es también el testimonio de la
 única mujer entre este grupo de mártires albaneses, Maria Tuci. Tras estudiar en el colegio de las Pobres Hijas de las Sagradas Llagas de San Francisco de Asís, llamadas «Estigmatinas», en Scutari, pidió ser admitida como postulante en la orden y fue enviada como profesora a Gozan y Sang en 1946. En un Estado que se declaraba ateo, ella se esforzaba por llevar el Evangelio a todos y enseñaba el catecismo a escondidas. Además, junto a otros amigos de la escuela y algunos seminaristas se dedicó a difundir volantes contra las primeras elecciones-farsa del régimen comunista. Para poder oír misa iba a pie hasta la vecina ciudad de Gezig, a siete kilómetros.

Entonces el régimen disolvió la congregación y las monjas y postulantes fueron obligadas a volver con sus familias, si bien algunas se escondieron en los bosques. El 11 de agosto de 1949 fue detenida y encarcelada a consecuencia del asesinato del secretario del Partido Comunista local, Bardhok Biba.
 Las condiciones de su prisión fueron inhumanas: estaba en una celda sin luz ni renovación de aire, donde el agua a veces lo inundaba todo y en las que el único modo de calentarse era que los prisioneros se apretujaran los unos contra los otros.

Además de estas privaciones, María fue torturada para que revelase el nombre del asesino, que ella desconocía. Fue metida, desnuda, en un saco junto a un gato mientras el saco era golpeado. Uno de los miembros de la policía secreta comunista albanesa, la Sigurimi, Hilmi Seiti, intentó violarla, a lo que María se resistió. Entonces los tormentos se intensificaron. A causa de estos hubo de ser ingresada en el hospital de Scutari. El 22 de agosto de 1950 algunas amigas fueron a verla al hospital y a duras penas pudieron reconocerla. María les dijo: "
Se han cumplido las palabras de Hilmi Seiti: "te dejaré en un estado que ni tus familiares te reconocerán". ¡Doy gracias a Dios porque muero libre!". Dos meses después, el 24 de octubre, fallecía. Sus restos mortales pudieron exhumarse en 1991 y actualmente reposa en la iglesia de las Estigmatinas en Scutari.

Como ven, nada que envidiar a las persecuciones de los primeros siglos.

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 El Santuario de la Virgen del Buen Consejo, en Shkodër, fue destruido. La iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Tirana, se convirtió en otro cine. El cierre de la iglesia de Lezha tuvo lugar el 26 de marzo de 1967, precisamente el día de Pascua. El Santuario de San Antonio de Laç Kurbini también fue destruido; en su lugar se construyó un campo militar.

La pequeña iglesia de Laç Vau i Dejës, del siglo XIII y de valor inestimable, se dinamitó. El resto de las iglesias que no se destruyeron fueron transformadas en graneros, salas de cultura, tribunales, establos, talleres, etcétera.

En 1967 Albania fue proclamada en la Constitución «Estado Laico».

Otro ejemplo de la situación que atravesó el país tuvo lugar el 10 de julio de 1968, cuando se inauguró en Shkodër una exposición ateísta con el título: «Sobre el papel retrógrado de la fe».

Esta terrible situación prosiguió hasta el 4 de noviembre de 1990, día en que, con la celebración de una Santa Misa en el cementerio católico de Shkodër, dio inicio una nueva época para la religión y para la profesión de la fe.
A esa fecha seguirían otros felices acontecimientos, como la visita de la madre Teresa de Calcuta, la apertura de la Nunciatura Apostólica de Tirana, la visita del San Juan Pablo II, la constitución de la jerarquía eclesiástica, la apertura del Seminario Interdiocesano “Virgen del Buen Consejo”, la llegada de muchos misioneros desde las iglesias hermanas, la apertura (en 2002) y la clausura diocesana (en 2010) del proceso de los primeros 40 mártires… finalmente, la visita del papa Francisco el pasado 21 de septiembre.







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