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ABORTO: ASESINATO EN EL DOLOR DE LA MADRE

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GENOCIDIO DE GUANTE PLÁSTICO

ASESINATO EN EL VIENTRE DE LA MADRE O FUERA DE ÉL

DRAMA SOCIAL VS. DERECHO SOCIAL

INDEFENSO, VIVO , HUMANO

ASFIXIADO.TROCEADO.QUEMADO.TRITURADO

ABORTO = CRUELDAD = MUERTE

TRISTEZA. CULPA. DEPRESIÓN . RECUERDO





ARREPENTIMIENTO Y DOLOR

MISERICORDIA Y   PERDÓN

"Venid a Mí, todos los que estáis cansados y agobiados 
y Yo os aliviaré" Dice el Señor.
( Mateo 11, 28 )


HOY FIESTA DE SAN FRANCISCO DE ASIS

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Debemos ser sencillos, humildes y puros
San Francisco de Asís
Carta dirigida a todos los fieles (Opúsculos, edición Quaracchi [Florencia] 1949, 87-94)
La venida al mundo del Verbo del Padre, tan digno tan santo y tan glorioso, fue anunciada por el Padre altísimo, por boca de su santo arcángel Gabriel, a la santa y gloriosa Virgen María, de cuyo seno recibió una auténtica naturaleza humana, frágil como la nuestra. Él, siendo rico sobre toda ponderación, quiso elegir la pobreza, junto con su santísima madre. Y, al acercarse su pasión, celebró la Pascua con sus discípulos. Luego oró al Padre diciendo: Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz.
Sin embargo, sometió su voluntad a la del Padre. Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso, a quien entregó por nosotros y que nació por nosotros, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y víctima en el ara de la cruz, con su propia sangre, no por sí mismo, por quien han sido hechas todas las cosas, sino por nuestros pecados, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Y quiere que todos nos salvemos por él y lo recibamos con puro corazón y cuerpo casto.
¡Qué dichosos y benditos son los que aman al Señor y cumplen lo que dice el mismo Señor en el Evangelio: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo! Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro corazón y con mente pura, ya que él nos hace saber cuál es su mayor deseo, cuando dice: Los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad. Porque todos los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y verdad. Y dirijámosle, día y noche, nuestra alabanza y oración, diciendo: Padre nuestro, que estás en los cielos; porque debemos orar siempre sin desanimarnos.
Procuremos, además, dar frutos de verdadero arrepentimiento. Y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Tengamos caridad y humildad y demos limosna, ya que ésta lava las almas de la inmundicia del pecado. En efecto, los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo tan sólo se llevan consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración.
No debemos ser sabios y prudentes según la carne, sino más bien sencillos, humildes y puros. Nunca debemos desear estar por encima de los demás, sino, al contrario debemos, a ejemplo del Señor, vivir como servidores y sumisos a toda humana criatura, movidos por el amor de Dios. El Espíritu del Señor reposará sobre los que así obren y perseveren hasta el fin, y los convertirá en el lugar de su estancia y su morada, y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras imitan; ellos son los esposos, los hermanos y las madres de nuestro Señor Jesucristo.
R/. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
 Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
V/. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
R/. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.


Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.




“Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad 
secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y 
nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la
sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan 
a los ciudadanos.

 ¿Quién pretendería encerrar en un templo y
acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta?

 Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra” (n. 183).

 Evangelii Gaudium
PRIMERA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA DEL PAPA FRANCISCO













Hoy Fiesta de Santa Faustina Kowalska

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Oración de San Juan Pablo II a Santa Faustina  
"Concédenos percibir la profundidad de la Misericordia Divina, ayúdanos a  experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla en nuestros hermanos...
Hoy,nosotros, fijando juntamente contigo nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y y decimos con firme confianza : Jesús , confío en Ti"

SANTA MARÍA FAUSTINA KOWALSKSA



Nació el 25 de agosto de 1905 como la tercera hija entre diez hermanos en la familia de Mariana y Estanislao Kowalski, campesinos de la aldea de G»ogowiec. En el santo bautizo, celebrado en la iglesia parroquial de Ðwinice Warckie, se le impuso el nombre de Elena. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, la laboriosidad, la obediencia y una gran sensibilidad ante la pobreza humana. A los 9 años recibió la Primera Comunión. La vivió muy profundamente, consciente de la presencia del Huésped Divino en su alma. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para, trabajando de empleada doméstica en casas de familias acomodadas de Aleksandrów, ºódï y Ostrówek, mantenerse a sí misma y ayudar a los padres.
Ya desde los 7 años sentía en su alma la llamada a la vida religiosa, pero ante la negativa de los padres para su entrada en el convento, intentó apagar dentro de sí la voz de la vocación divina. Sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente fue a Varsovia y allí, el 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece años. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia, P»ock y Vilna cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera.
Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su singular intensa vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y callada, pero a la vez natural, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios.
Su espiritualidad se basa en el misterio de la Divina Misericordia, que ella meditaba en la Palabra de Dios y contemplaba en lo cotidiano de su vida. El conocimiento y la contemplación del misterio de la Divina Misericordia desarrollaban en ella una actitud de confianza de niño hacia Dios y la caridad hacia el prójimo. Oh Jesús mío —escribió— cada uno de tus santos refleja en sí una de tus virtudes, yo deseo reflejar tu Corazón compasivo y lleno de misericordia, deseo glorificarlo. Que tu misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra. (Diario 1242). Sor Faustina era una fiel hija de la Iglesia a la que amaba como a Madre y como el Cuerpo Místico de Jesucristo. Consciente de su papel en la Iglesia, colaboró con la Divina Misericordia en la obra de salvar a las almas perdidas. Con este propósito se ofreció como víctima cumpliendo el deseo del Señor Jesús y siguiendo su ejemplo. Su vida espiritual se caracterizó por el amor a la Eucaristía y por una profunda devoción a la Madre de la Divina Misericordia.
Los años de su vida en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, la participación en la Pasión del Señor, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de desposorios místicos. Un contacto vivo con Dios, con la Santísima Madre, con ángeles, santos y almas del purgatorio: todo el mundo extraordinario no era para ella menos real que el mundo que percibía a través de los sentidos. Colmada de tantas gracias extraordinarias sabía, sin embargo, que no son éstas las que determinan la santidad. En el Diario escribió:Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios (Diario 1107).
El Señor Jesús escogió a sor Faustina por secretaria y apóstol de su misericordia para, a través de ella, transmitir al mundo sugran mensaje. En el Antiguo Testamento —le dijo— enviaba alos profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a todala humanidad con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con mi Corazón misericordioso (Diario 1588).
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
– Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
– Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
– La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio —dijo el Señor Jesús a sor María Faustina— tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
Sor María Faustina extenuada físicamente por la enfermedad y los sufrimientos que ofrecía como sacrificio voluntario por los pecadores, plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. La fama de la santidad de su vida iba creciendo junto con la propagación de la devoción a la Divina Misericordia y a medida de las gracias alcanzadas por su intercesión. Entre los años 1965-67 en Cracovia fue llevado a cabo el proceso informativo sobre su vida y sus virtudes y en 1968 se abrió en Roma el proceso de beatificación, concluido en diciembre de 1992. El 18 de abril de 1993, en la Plaza de San Pedro de Roma, el Santo Padre Juan Pablo II beatificó a Sor María Faustina. Sus reliquias yacen en el santuario de la Divina Misericordia de Cracovia-ºagiewniki.

FIESTA DE NUESTRA SRA DEL ROSARIO

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NTRA. SRA. DEL ROSARIO


Gran fiesta la de hoy, celebramos la Advocación de Ntra. Sra. del Santo Rosario, una forma en la que nuestra Madre a través de este rezo, nos invita a meditar en la vida de Jesús, Dios Hijo, y en los momentos vividos por ella.

EL DIABLO TIENE PACIENCIA

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El Papa en Santa Marta recomienda una práctica «antigua pero buena»: el examen de conciencia diario

El Papa en Santa Marta recomienda una práctica «antigua pero  buena»: el examen de conciencia diarioActualizado 10 octubre 2014







  

En la homilía matinal en la misa diaria de la residencia Santa Marta este viernes 10 de octubre, el Papa ha recomendado la práctica "antigua pero muy buena"del examen de conciencia.

El Evangelio del día hablaba del diablo que tienta al hombre sin cesar. "El diablo tiene paciencia", avisó el Papa Francisco.

"Después de las tentaciones en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la versión de Lucas dice que el diablo lo dejó por un tiempo, pero después volvió y lo puso a prueba, tendiéndole trampas en la Pasión, incluso en la Cruz".

"Si Tú eres el Hijo de Dios, ven, ven con nosotros, para que podamos creer 
en eso", predicó Francisco que tentaba el Maligno.

"Debemos cuidar nuestro corazón, donde mora el Espíritu Santo",
 dijo el Papa, pidiendo evitar que en el corazón entren otros "espíritus".

Pidió "proteger el corazón, ya que tiene la llave de la casa". 

Un corazón no vigilado corre peligro. "Mi corazón entonces se convierte en 
una plaza, donde todos vienen y van. Un corazón sin intimidad, un corazón 
donde el Señor no puede hablar, y no puede ser escuchado."

Jesús también dice ("a mí me parece un poco extraño", comenta el Papa) 
"el que conmigo no recoge, desparrama´.

"Él usa la palabra ´recoger´. Tener un corazón que se recoge,
 un corazón en el que sabemos lo que pasa, y aquí y allí se puede realizar 
la práctica de gran parte de la Iglesia, antigua pero buena:
 el examen de conciencia. 
Por la noche, antes de finalizar el día, nos quedamos solos y la pregunta es:
 ¿qué ha pasado hoy en mi corazón? ¿Qué es el éxito?
 ¿Que cosas han pasado en mi corazón?
 Si no lo hacemos, no sabremos vigilar ni custodiar de verdad". 

El examen de conciencia, añadió el Papa, "es una gracia, porque 
proteger nuestro corazón es mantener el Espíritu Santo,
 que está dentro de nosotros".

"Sabemos que Jesús habla claramente y los diablos huyen. 
También al final de la vida Jesús nos da ejemplo. 
Para no dejar entrar a los demonios, debemos ser capaces de recogernos, 
es decir, estar en silencio, con nosotros y ante Dios, y al final del día preguntar:
 ¿Qué ha pasado hoy en mi corazón? 
¿Ha entrado alguien que no conozco? ¿La llave está puesta?
 Y esto nos ayudará a defendernos de muchos males, incluso aquellos 
que nosotros podemos hacer, si entran esos demonios tan astutos 
que nos pueden engañar a todos".

SANTA TERESA DE ÁVILA, DOCTORA DE LA IGLESIA

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Santa Teresa de Jesús, virgen y Doctora de la Iglesia

(Obras, hijas mías, obras, es lo que quiere el Señor)
(1515-1582)
canonización: B: Pablo V 24 abr 1614 - C: Gregorio XV 12 mar 1622

Nace Teresa en Ávila el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, entra en el Carmelo. A los cuarenta y cinco años, para responder a las gracias extraordinarias del Señor, emprende una nueva vida cuya divisa será: «O sufrir o morir». Es entonces cuando funda el convento de San José de Ávila, primero de los quince Carmelos que establecerá en España. Con san Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana. Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección. Murió en Alba de Tormes, al anochecer del 4 de octubre de 1582. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.
***

Fiesta de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, la cual, nacida en Ávila, ciudad de España, y agregada a la Orden Carmelitana, llegó a ser madre y maestra de una observancia más estrecha; en su corazón concibió un plan de crecimiento espiritual bajo la forma de una ascensión por grados del alma hacia Dios, pero a causa de la reforma de su Orden hubo de sufrir dificultades, que superó con ánimo esforzado. Compuso libros, en los que muestra una sólida doctrina y el fruto de su experiencia.

Oración a Santa Teresa de Jesús de San Alfonso Mª de Ligorio
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mi también, te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas, aún a mí mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado por todos los hombres. Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios, la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor, porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre. Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios: que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén. 



NADA DE TURBE

Nada turbe, 
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.


Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas, 
Dios no se muda.

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.

Del infierno acosado 
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.

Santa Teresa es, sin duda, una de las mujeres más grandes y admirables de la historia y fue considerada doctora de la Iglesia por el pueblo cristiano aun antes de que ese título fuera reconocido oficialmente en 1970 por Pablo VI. Sus padres eran Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila y Ahumada. La santa habla de ellos con gran cariño. Alonso Sánchez tuvo tres hijos de su primer matrimonio, y Beatriz de Ahumada le dio otros nueve. Al referirse a sus hermanos y medios hermanos, santa Teresa escribe: «por la gracia de Dios, todos se asemejan en la virtud a mis padres, excepto yo». Teresa nació en la ciudad castellana de Ávila, el 28 de marzo de 1515. A los siete años, tenía ya gran predilección por la lectura de las vidas de santos. Su hermano Rodrigo era casi de su misma edad de suerte que acostumbraban jugar juntos. Los dos niños, muy impresionados por el pensamiento de la eternidad, admiraban las victorias de los santos al conquistar la gloria eterna y repetían incansablemente: «Gozarán de Dios para siempre, para siempre, para siempre...» Teresa y su hermano consideraban que los mártires habían comprado la gloria a un precio muy bajo y resolvieron partir al país de los moros con la esperanza de morir por la fe. Así pues, partieron de su casa a escondidas, rogando a Dios que les permitiese dar la vida por Cristo; pero en Adaja se toparon con uno de su tíos, quien los devolvió a los brazos de su afligida madre. Cuando ésta los reprendió, Rodrigo echó la culpa a su hermana.
En vista del fracaso de sus proyectos, Teresa y Rodrigo decidieron vivir como ermitaños en su propia casa y empezaron a construir una celda en el jardín, aunque nunca llegaron a terminarla. Teresa amaba desde entonces la soledad. En su habitación tenía un cuadro que representaba al Salvador que hablaba con la Samaritana y solía repetir frente a esa imagen: «Señor, dame de beber para que no vuelva a tener sed». La madre de Teresa murió cuando ésta tenía catorce años. «En cuanto empecé a caer en la cuenta de la pérdida que había sufrido, comencé a entristecerme sobremanera; entonces me dirigí a una imagen de Nuestra Señora y le rogué con muchas lágrimas que me tomase por hija suya». Por aquella época, Teresa y Rodrigo empezaron a leer novelas de caballerías y aun trataron de escribir una. La santa confiesa en su «Autobiografía»: «Esos libros no dejaron de enfriar mis buenos deseos y me hicieron caer insensiblemente en otras faltas. Las novelas de caballerías me gustaban tanto, que no estaba yo contenta cuando no tenía una entre las manos. Poco a poco empecé a interesarme por la moda, a tomar gusto en vestirme bien, a preocuparme mucho del cuidado de mis manos, a usar perfumes y a emplear todas las vanidades que el mundo aconsejaba a las personas de mi condición». El cambio que paulatinamente se operaba en Teresa, no dejó de preocupar a su padre, quien la envió, a los quince años de edad a educarse en el convento de las agustinas de Ávila, en el que solían estudiar las jóvenes de su clase.
Un año y medio más tarde, Teresa cayó enferma, y su padre la llevó a casa. La joven empezó a reflexionar seriamente sobre la vida religiosa, que le atraía y le repugnaba a la vez. La obra que le permitió llegar a una decisión fue la colección de «Cartas» de San Jerónimo, cuyo fervoroso realismo encontró eco en el alma de Teresa. La joven dijo a su padre que quería hacerse religiosa, pero éste le respondió que tendría que esperar a que él muriese para ingresar en el convento. La santa, temiendo flaquear en su propósito, fue a ocultas a visitar a su amiga íntima, Juana Suárez, que era religiosa en el convento carmelita de la Encarnación, en Ávila, con la intención de no volver, si Juana le aconsejaba quedarse, a pesar de la pena que le causaba contrariar la voluntad de su padre. «Recuerdo ... que, al abandonar mi casa, pensaba que la tortura de la agonía y de la muerte no podía ser peor a la que experimentaba yo en aquel momento ... El amor de Dios no era suficiente para ahogar en mí el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos». La santa determinó quedarse en el convento de la Encarnación. Tenía entonces veinte años. Su padre, al verla tan resuelta, cesó de oponerse a su vocación. Un año más tarde, Teresa hizo la profesión. Poco después, se agravó un mal. que había comenzado a molestarla desde antes de profesar, y su padre la sacó del convento. La hermana Juana Suárez fue a hacer compañía a Teresa, quien se puso en manos de los médicos; desgraciadamente, el tratamiento no hizo sino empeorar la enfermedad, probablemente una fiebre palúdica. Los médicos terminaron por darse por vencidos, y el estado de la enferma se agravó. Teresa consiguió soportar aquella tribulación, gracias a que su tío Pedro, que era muy piadoso, le había regalado un librito del P. Francisco de Osuna, titulado: «El tercer alfabeto espiritual». Teresa siguió las instrucciones de la obrita y empezó a practicar la oración mental, aunque no hizo en ella muchos progresos por falta de un director espiritual experimentado. Finalmente, al cabo de tres años, Teresa recobró la salud.
Su prudencia y caridad, a las que añadía un gran encanto personal, le ganaron la estima de todos los que la rodeaban. Por otra parte, una especie de instinto innato de agradecimiento movía a la joven religiosa a corresponder a todas las amabilidades. Según la reprobable costumbre de los conventos españoles de la época, las religiosas podían recibir a cuantos visitantes querían, y Teresa pasaba gran parte de su tiempo charlando en el recibidor del convento. Eso la llevó a descuidar la oración mental y el demonio contribuyó, al inculcarle la íntima convicción, bajo capa de humildad, de que su vida disipada la hacía indigna de conversar familiarmente con Dios. Además, la santa se decía para tranquilizarse, que no había ningún peligro de pecado en hacer lo mismo que tantas otras religiosas mejores que ella y justificaba su descuido de la oración mental, diciéndose que sus enfermedades le impedían meditar. Sin embargo, añade la santa, «el pretexto de mi debilidad corporal no era suficiente para justificar el abandono de un bien tan grande, en el que el amor y la costumbre son más importantes que las fuerzas. En medio de las peores enfermedades puede hacerse la mejor oración, y es un error pensar que sólo se puede orar en la soledad». Poco después de la muerte de su padre, el confesor de Teresa le hizo ver el peligro en que se hallaba su alma y le aconsejó que volviese a la práctica de la oración. La santa no la abandonó jamás, desde entonces. Sin embargo, no se decidía aún a entregarse totalmente a Dios ni a renunciar del todo a las horas que pasaba en el recibidor y al intercambio de regalillos. Es curioso notar que, en todos esos años de indecisión en el servicio de Dios, santa Teresa no se cansaba jamás de oír sermones «por malos que fuesen»; pero el tiempo que empleaba en la oración «se le iba en desear que los minutos pasasen pronto y que la campana anunciase el fin de la meditación, en vez de reflexionar en las cosas santas». Convencida cada vez más de su indignidad, Teresa invocaba con frecuencia a los dos grandes santos penitentes, María Magdalena y Agustín, con quienes están asociados dos hechos que fueron decisivos en la vida de la santa. El primero, fue la lectura de las «Confesiones». El segundo fue un llamamiento a la penitencia que la santa experimentó ante una imagen de la Pasión del Señor: «Sentí que santa María Magdalena acudía en mi ayuda ... y desde entonces he progresado mucho en la vida espiritual».
Una vez que Teresa se retiró de las conversaciones del recibidor y de otras ocasiones de disipación y de faltas (que ella exageraba sin duda), Dios empezó a favorecerla frecuentemente con la oración de quietud y de unión. La oración de unión ocupó un largo período de su vida, con el gozo y el amor que le son característicos, y Dios empezó a visitarla con visiones y comunicaciones interiores. Ello la inquietó, porque había oído hablar con frecuencia de ciertas mujeres a las que el demonio había engañado miserablemente con visiones imaginarias. Aunque estaba persuadida de que sus visiones procedían de Dios, su perplejidad la llevó a consultar el asunto con varias personas; desgraciadamente no todas esas personas guardaron el secreto al que estaban obligadas, y la noticia de las visiones de Teresa empezó a divulgarse para gran confusión suya. Una de las personas a las que consultó Teresa fue Francisco de Salcedo, un hombre casado que era un modelo de virtud. Éste la presentó al doctor Daza, sabio y virtuoso sacerdote, quien dictaminó que Teresa era víctima de los engaños del demonio, ya que era imposible que Dios concediese favores tan extraordinarios a una religiosa tan imperfecta como ella pretendía ser. Teresa quedó alarmada e insatisfecha. Francisco de Salcedo, a quien la propia santa afirma que debía su salvación, la animó en sus momentos de desaliento y le aconsejó que acudiese a uno de los padres de la recién fundada Compañía de Jesús. La santa hizo una confesión general con un jesuita, a quien expuso su manera de orar y los favores que había recibido. El jesuita le aseguró que se trataba de gracias de Dios, pero la exhortó a no descuidar el verdadero fundamento de la vida interior. Aunque el confesor de Teresa estaba convencido de que sus visiones procedían de Dios, le ordenó que tratase de resistir durante dos meses a esas gracias. La resistencia de la santa fue en vano.
Otro jesuita, el P. Baltasar Álvarez, le aconsejó que pidiese a Dios ayuda para hacer siempre lo que fuese más agradable a sus ojos y que, con ese fin, recitase diariamente el «Veni Creator Spiritus». Así lo hizo Teresa. Un día, precisamente cuando repetía el himno, fue arrebatada en éxtasis y oyó en el interior de su alma estas palabras: «No quiero que converses con los hombres sino con los ángeles». La santa, que tuvo en su vida posterior repetidas experiencias de palabras divinas afirma que son más claras y distintas que las humanas; dice también que las primeras son operativas, ya que producen en el alma una fuerte tendencia a la virtud y la dejan llena de gozo y de paz, convencida de la verdad de lo que ha escuchado. En la época en que el P. Álvarez fue su director, Teresa sufrió graves persecuciones, que duraron tres años; además, durante dos años, atravesó por un período de intensa desolación espiritual, aliviado por momentos de luz y consuelo extraordinarios. La santa quería que los favores que Dios le concedía permaneciesen secretos, pero las personas que la rodeaban estaban perfectamente al tanto y, en más de una ocasión, la acusaron de hipocresía y presunción. El P. Álvarez era un hombre bueno y timorato, que no tuvo el valor suficiente para salir en defensa de su dirigida, aunque siguió confesándola. En 1557, san Pedro de Alcántara pasó por Ávila y, naturalmente, fue a visitar a la famosa carmelita. El santo declaró que le parecía evidente que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa, pero predijo que las persecuciones y sufrimientos seguirían lloviendo sobre ella. Las pruebas que Dios le enviaba purificaron el alma de la santa, y los favores extraordinarios le enseñaron a ser humilde y fuerte, la despegaron de las cosas del mundo y la encendieron en el deseo de poseer a Dios. En algunos de sus éxtasis, de los que nos dejó la santa una descripción detallada, se elevaba varios palmos sobre el suelo. A este propósito, comenta Teresa: Dios «no parece contentarse con arrebatar el alma a Sí, sino que levanta también este cuerpo mortal, manchado con el barro asqueroso de nuestros pecados». En esos éxtasis se manifestaban la grandeza y bondad de Dios, el exceso de su amor y la dulzura de su servicio en forma sensible, y el alma de Teresa lo comprendía con claridad, aunque era incapaz de expresarlo. El deseo del cielo que dejaban las visiones en su alma era inefable. «Desde entonces, dejé de tener miedo a la muerte, cosa que antes me atormentaba mucho». Las experiencias místicas de la santa llegaron a las alturas de los esponsales espirituales, el matrimonio místico y la transverberación.
Santa Teresa nos dejó el siguiente relato sobre el fenómeno de la transverberación: «Ví a mi lado a un ángel que se hallaba a mi izquierda, en forma humana. Confieso que no estoy acostumbrada a ver tales cosas, excepto en muy raras ocasiones. Aunque con frecuencia me acontece ver a los ángeles, se trata de visiones intelectuales, como las que he referido más arriba ... El ángel era de corta estatura y muy hermoso; su rostro estaba encendido como si fuese uno de los ángeles más altos que son todo fuego. Debía ser uno de los que llamamos querubines ... Llevaba en la mano una larga espada de oro, cuya punta parecía un ascua encendida. Me parecía que por momentos hundía la espada en mi corazón y me traspasaba las entrañas y, cuando sacaba la espada, me parecía que las entrañas se me escapaban con ella y me sentía arder en el más grande amor de Dios. El dolor era tan intenso, que me hacía gemir, pero al mismo tiempo, la dulcedumbre de aquella pena excesiva era tan extraordinaria, que no hubiese yo querido verme libre de ella». El anhelo de Teresa de morir pronto para unirse con Dios, estaba templado por el deseo que la inflamaba de sufrir por su amor. A este propósito escribió: «La única razón que encuentro para vivir, es sufrir, y eso es lo único que pido para mí». Según reveló la autopsia en el cadáver de la santa, había en su corazón la cicatriz de una herida larga y profunda («Estoy convencido de que santa Teresa murió en un trasporte de amor ... En cuanto a la herida de la arteria coronaria ... hay que reconocer que, aunque haya sido causada por el arranque de amor sobrenatural descrito por san Juan de la Cruz, los síntomas de fatiga ... , sobre los que existen varios testimonios, prueban que la santa tenía nn predisposición a la dilatación y la ruptura del miocardio.» Dr. Juan L'hermitte, en Etudes Carmelites, 1936, vol. II, p. 242.). El año siguiente (1560), para corresponder a esa gracia, la santa hizo el voto de hacer siempre lo que le pareciese más perfecto y agradable a Dios. Un voto de esa naturaleza está tan por encima de las fuerzas naturales, que sólo el esforzarse por cumplirlo puede justificarlo. Santa Teresa cumplió perfectamente su voto.
El relato que la santa nos dejó en su «Autobiografía» sobre sus visiones y experiencias espirituales, tiene el tono de la verdad. Es imposible leerlo sin quedar convencido de la sinceridad de su autora, que en todos sus escritos da muestras de una extraordinaria sencillez de estilo y de una preocupación constante por no exagerar los hechos. La Iglesia califica de «celestial» la doctrina de santa Teresa, en la oración del día de su fiesta. Las obras de la «mística Doctora» ponen al descubierto los rincones más recónditos del alma humana. La santa explica con una claridad casi increíble las experiencias más inefables. Y debe hacerse notar que Teresa era una mujer relativamente inculta, que escribió sus experiencias en la común lengua castellana de los habitantes de Ávila, que ella había aprendido «en el regazo de su madre»; una mujer que escribió sin valerse de otros libros, sin haber estudiado previamente las obras místicas y sin tener ganas de escribir, porque ello le impedía dedicarse a hilar; una mujer, en fin, que sometió sin reservas sus escritos al juicio de su confesor y sobre todo, al juicio de la Iglesia. La santa empezó a escribir su autobiografía por mandato de su confesor: «La obediencia se prueha de diferentes maneras». Por otra parte, el mejor comentario de las obras de la santa es la paciencia con que sobrellevó las enfermedades, las acusaciones y los desengaños; la confianza absoluta con que acudía en todas las tormentas y dificultades al Redentor crucificado y el invencible valor que demostró en todas las penas y persecuciones. Los escritos de santa Teresa subrayan sobre todo el espíritu de oración, la manera de practicarlo y los frutos que produce. Como la santa escribió precisamente en la época en que estaba consagrada a la difícil tarea de fundar conventos de carmelitas reformadas, sus obras, prescindiendo de su naturaleza y contenido, dan testimonio de su vigor, industriosidad y capacidad de recogimiento. Santa Teresa escribió el «Camino de Perfección» para dirigir a sus religiosas, y el libro de las «Fundaciones» para edificarlas y alentarlas. En cuanto al «Castillo Interior», puede considerarse que lo escribió para la instrucción de todos los cristianos, y en esa obra se muestra la santa como verdadera doctora de la vida espiritual.
Las carmelitas, como la mayoría de las religiosas, habían decaído mucho del primer fervor, a principios del siglo XVI. Ya hemos visto que los recibidores de los conventos de Ávila eran una especie de centro de reunión de las damas y caballeros de la ciudad. Por otra parte, las religiosas podían salir de la clausura con el menor pretexto, de suerte que el convento era el sitio ideal para quien deseaba una vida fácil y sin problemas. Las comunidades eran sumamente numerosas, lo cual era a la vez causa y efecto de la relajación. Por ejemplo, en el convento de Ávila había 140 religiosas. Santa Teresa comentaba más tarde: «La experiencia me ha enseñado lo que es una casa llena de mujeres. ¡Dios nos guarde de ese mal!» Ya que tal estado de cosas se aceptaba como normal, las religiosas no caían generalmente en la cuenta de que su modo de vida se apartaba mucho del espíritu de sus fundadores. Así, cuando una sobrina de santa Teresa, que era también religiosa en el convento de la Encarnación de Ávila, le sugirió la idea de fundar una comunidad reducida, la santa la consideró como una especie de revelación del cielo, no como una idea ordinaria. Teresa, que llevaba ya veinticinco años en el convento, resolvió poner en práctica la idea y fundar un convento reformado. Doña Guiomar de Ulloa, que era una viuda muy rica, le ofreció ayuda generosa para la empresa. San Pedro de Alcántara, san Luis Beltrán y el obispo de Ávila, aprobaron el proyecto, y el P. Gregorio Fernández, provincial de las carmelitas, autorizó a Teresa a ponerlo en práctica. Sin embargo, el revuelo que provocó la ejecución del proyecto, obligó al provincial a retirar el permiso y santa Teresa fue objeto de las críticas de sus propias hermanas, de los nobles, de los magistrados y de todo el pueblo. A pesar de eso, el P. Ibáñez, dominico, alentó a la santa a proseguir la empresa con la ayuda de Doña Guiomar. Doña Juana de Ahumada, hermana de santa Teresa, emprendió con su esposo la construcción de un convento en Ávila en 1561, pero haciendo creer a todos que se trataba de una casa en la que pensaban habitar. En el curso de la construcción, una pared del futuro convento se derrumbó y cubrió bajo los escombros al pequeño Gonzalo, hijo de doña Juana, que se hallaba allí jugando. Santa Teresa tomó en brazos al niño, que no daba ya señales de vida, y se puso en oración; algunos minutos más tarde, el niño estaba perfectamente sano, según consta en el proceso de canonización. En lo sucesivo, Gonzalo solía repetir a su tía que estaba obligada a pedir por su salvación, puesto que a sus oraciones debía el verse privado del cielo.
Por entonces, llegó de Roma un breve que autorizaba la fundación del nuevo convento. San Pedro de Alcántara, don Francisco de Salcedo y el Dr. Daza, consiguieron ganar al obispo a la causa, y la nueva casa se inauguró bajo sus auspicios el día de San Bartolomé de 1562. Durante la misa que se celebró en la capilla con tal ocasión, tornaron el velo la sobrina de la santa y otras tres novicias. La inauguración causó gran revuelo en Ávila. Esa misma tarde, la superiora del convento de la Encarnación mandó llamar a Teresa y la santa acudió con cierto temor, «pensando que iban a encarcelarme». Naturalmente tuvo que explicar su conducta a su superiora y al P. Ángel de Salazar, provincial de la orden. Aunque la santa reconoce que no faltaba razón a sus superiores para estar disgustados, el P. Salazar le prometió que podría retornar al convento de San José en cuanto se calmase la excitación del pueblo. La fundación no era bien vista en Ávila, porque las gentes desconfiaban de las novedades y temían que un convento sin fondos suficientes se convirtiese en una carga demasiado pesada para la ciudad. El alcalde y los magistrados hubiesen acabado por mandar demoler el convento, si no los hubiese disuadido de ello el dominico Báñez. Por su parte, Santa Teresa no perdió la paz en medio de las persecuciones y siguió encomendando a Dios el asunto; el Señor se le apareció y la reconfortó. Entre tanto, Francisco de Salcedo y otros partidarios de la fundación enviaron a la corte a un sacerdote para que defendiese la causa ante el rey, y los dos dominicos, Báñez e Ibáñez, calmaron al obispo y al provincial. Poco a poco fue desvaneciéndose la tempestad y, cuatro meses más tarde, el P. Salazar dio permiso a santa Teresa de volver al convento de San José, con otras cuatro religiosas de la Encarnación. La santa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo. El convento carecía de rentas y reinaba en él la mayor pobreza; las religiosas vestían toscos hábitos, usaban sandalias en vez de zapatos (por ello se les llamó «descalzas») y estaban obligadas a la perpetua abstinencia de carne. Santa Teresa no admitió al principio más que a trece religiosas, pero más tarde, en los conventos que no vivían sólo de limosnas sino que poseían rentas, aceptó que hubiese veintiuna. En 1567, el superior general de los carmelitas, Juan Bautista Rubio (Bossi), visitó el convento de Ávila y quedó encantado de la superiora y de su sabio gobierno; concedió a santa Teresa plenos poderes para fundar otros conventos del mismo tipo (a pesar de que el de San José había sido fundado sin que él lo supiese) y aun la autorizó a fundar dos conventos de frailes reformados («carmelitas contemplativos»), en Castilla. Santa Teresa pasó cinco años con sus trece religiosas en el convento de San José, precediendo a sus hijas no sólo en la oración, sino también en los trabajos humildes, como la limpieza de la casa y el hilado. Acerca de esa época escribió: «Creo que fueron los años más tranquilos y apacibles de mi vida, pues disfruté entonces de la paz que tanto había deseado mi alma ... Su Divina Majestad nos enviaba lo necesario para vivir sin que tuviésemos necesidad de pedirlo, y en las raras ocasiones en que nos veíamos en necesidad, el gozo de nuestras almas era todavía mayor». La santa no se contenta con generalidades, sino que desciende a ejemplos menudos, como el de la religiosa que plantó horizontalmente un pepino por obediencia y la cañería que llevó al convento el agua de un pozo que, según los plomeros, era demasiado bajo. En agosto de 1567, santa Teresa se trasladó a Medina del Campo, donde fundó el segundo convento, a pesar de las múltiples dificultades que surgieron. La condesa de la Cerda quería que fundase otro convento en Malagón, y Santa Teresa le hizo en Madrid una visita que ella misma califica de «muy aburrida». Una vez que dejó establecido el convento de Malagón, fue a fundar otro en Valladolid. La siguiente fundación tuvo lugar en Toledo; fue esa empresa especialmente difícil, porque la santa sólo tenía cinco ducados al comenzar; pero, según escribía, «Teresa y cinco ducados no son nada; pero Dios, Teresa y cinco ducados bastan y sobran». Una joven de Toledo, que gozaba de gran fama de virtud, pidió ser admitida en el convento y dijo a la fundadora que traería consigo su Biblia. Teresa exclamó: «¿Vuestra Biblia? ¡Dios nos guarde! No entréis en nuestro convento, porque nosotras somos unas pobres mujeres que sólo sabemos hilar y hacer lo que se nos dice».
La santa había encontrado en Medina del Campo a dos frailes carmelitas que estaban dispuestos a abrazar la reforma: uno era Antonio de Jesús de Heredia, superior del convento de dicha ciudad y el otro, Juan de Yepes, más conocido con el nombre de san Juan de la Cruz. Aprovechando la primera oportunidad que se le ofreció, santa Teresa fundó un convento de frailes en el pueblecito de Duruelo en 1568; a éste siguió, en 1569, el convento de Pastrana. En ambos reinaba la mayor pobreza y austeridad. Santa Teresa dejó el resto de las fundaciones de conventos de frailes a cargo de san Juan de la Cruz. La santa fundó también en Pastrana un convento de carmelitas descalzas. Cuando murió Don Ruy Gómez de Silva, quien había ayudado a Teresa en la fundación de los conventos de Pastrana, su mujer quiso hacerse carmelita, pero exigiendo numerosas dispensas de la regla y conservando el tren de vida de una princesa. Teresa, viendo que era imposible reducirla a la humildad propia de su profesión, ordenó a sus religiosas que se trasladasen a Segovia y dejasen a la princesa su casa de Pastrana. En 1570 la santa, con otra religiosa, tomó posesión en Salamanca de una casa que hasta entonces había estado ocupada por ciertos estudiantes «que se preocupaban muy poco de la limpieza». Era un edificio grande, complicado y ruinoso, de suerte que al caer la noche la compañera de la santa empezó a ponerse muy nerviosa. Cuando se hallaban ya acostadas en sendos montones de paja («lo primero que llevaba yo a un nuevo monasterio era un poco de paja para que nos sirviese de lecho»), Teresa preguntó a su compañera en qué pensaba. La religiosa respondió: «Estaba yo pensando qué haría su reverencia si muriese yo en este momento y su reverencia quedase sola con un cadáver». La santa confiesa que la idea la sobresaltó, porque, aunque no tenía miedo de los cadáveres, la vista de ellos le producía siempre «un dolor en el corazón». Sin embargo, respondió simplemente: «Cuando eso suceda, ya tendré tiempo de pensar lo que haré, por eI momento lo mejor es dormir». En julio de ese año, mientras se hallaba haciendo oración, tuvo una visión del martirio de los beatos jesuitas Juan Acevedo y sus compañeros, entre los que se contaba su pariente Francisco Pérez Godoy. La visión fue tan clara, que Teresa tenía la impresión de haber presenciado directamente la escena, e inmediatamente la describió detalladamente al P. Álvarez, quien un mes más tarde, cuando las nuevas del martirio llegaron a España, pudo comprobar la exactitud de la visión de la santa.
Por entonces, san Pío V nombró a varios visitadores apostólicos para que hiciesen una investigación sobre la relajación de las diversas órdenes religiosas, con miras a la reforma. El visitador de los carmelitas de Castilla fue un dominico muy conocido, el P. Pedro Fernández. Naturalmente, el efecto que le produjo el convento de la Encarnación de Ávila fue muy malo, e inmediatamente mandó llamar a santa Teresa para nombrarla superiora del mismo. La tarea era particularmente desagradable para la santa, tanto porque tenía que separarse de sus hijas, como por la dificultad de dirigir una comunidad que, desde el principio, había visto con recelo sus actividades de reformadora. Al principio, las religiosas se negaron a obedecer a la nueva superiora, cuya sola presencia producía ataques de histeria en algunas. La santa comenzó por explicarles que su misión no consistía en instruirlas y guiarlas con el látigo en la mano, sino en servirlas y aprender de ellas: «Madres y hermanas mías, el Señor me ha enviado aquí por la voz de la obediencia a desempeñar un oficio en el que yo jamás había pensado y para el que me siento muy mal preparada ... Mi única intención es serviros ... No temáis mi gobierno. Aunque he vivido largo tiempo entre las carmelitas descalzas y he sido su superiora, sé también, por la misericordia del Señor, cómo gobernar a las carmelitas calzadas». De esta manera se ganó la simpatía y el afecto de la comunidad y le fue menos difícil restablecer la disciplina entre las carmelitas calzadas, de acuerdo con sus constituciones. Poco a poco prohibió completamente las visitas demasiado frecuentes (lo cual molestó mucho a ciertos caballeros de Ávila), puso en orden las finanzas del convento e introdujo el verdadero espíritu del claustro. En resumen, fue aquella una realización característicamente teresiana. En Veas, a donde había ido a fundar un convento, la santa conoció al P. Jerónimo Gracián, quien la convenció fácilmente para que extendiese su campo de acción hasta Sevilla. El P. Gracián era un fraile de la reforma carmelita que acababa precisamente de predicar la cuaresma en Sevilla. Fuera de la fundación del convento de San José de Ávila, ninguna otra fue más difícil que la del de Sevilla; entre otras dificultades una novicia que había sido despedida, denunció a las carmelitas descalzas ante la Inquisición como «iluminadas» y otras cosas peores.
Los carmelitas de Italia veían con malos ojos el progreso de la reforma en España, lo mismo que los carmelitas no reformados de España, pues comprendían que un día u otro se verían obligados a reformarse. El P. Rubio, superior general de la Orden, quien hasta entonces había favorecido a santa Teresa, se pasó al lado de sus enemigos y reunió en Plasencia un capítulo general que aprobó una serie de decretos contra la reforma. El nuevo nuncio apostólico, Felipe de Sega, destituyó al P. Gracián de su cargo de visitador de los carmelitas descalzos y encarceló a san Juan de la Cruz en un monasterio; por otra parte, ordenó a santa Teresa que se retirase al convento que ella eligiera y que se abstuviese de fundar otros nuevos. La santa, al mismo tiempo que encomendaba el asunto a Dios, decidió valerse de los amigos que tenía en el mundo y consiguió que el propio Felipe II interviniese en su favor. En efecto, el monarca convocó al nuncio y le reprendió severamente por haberse opuesto a la reforma del Carmelo; además, en 1580, obtuvo de Roma una orden que eximía a los carmelitas descalzos de la jurisdicción del provincial de los calzados. El P. Gracián fue elegido provincial de los carmelitas descalzos. «Esa separación fue uno de los mayores gozos y consolaciones de mi vida, pues en aquellos veinticinco años nuestra orden había sufrido más persecuciones y pruebas de las que yo podría escribir en un libro. Ahora estábamos por fin en paz, calzados y descalzos, y nada iba a distraernos del servicio de Dios».
Indudablemente santa Teresa era una mujer excepcionalmente dotada. Su bondad natural, su ternura de corazón y su imaginación chispeante de gracia, equilibradas por una extraordinaria madurez de juicio y una profunda intuición psicológica, le ganaban generalmente el cariño y el respeto de todos. Razón tenía el poeta Crashaw al referirse a santa Teresa bajo los símbolos aparentemente opuestos de «el águila» y «la paloma». Cuando le parecía necesario, la santa sabía hacer frente a las más altas autoridades civiles o eclesiásticas, y los ataques del mundo no le hacían doblar la cabeza. Las palabras que dirigió al P. Salazar: «Guardaos de oponeros al Espíritu Santo», no fueron un reto de histérica; y no fue un abuso de autoridad lo que la movió a tratar con dureza implacable a una superiora que se había incapacitado a fuerza de hacer penitencia. Pero el águila no mataba a la paloma, como puede verse por la carta que escribió a un sobrino suyo que llevaba una vida alegre y disipada: «Bendito sea Dios porque os ha guiado en la elección de una mujer tan buena y ha hecho que os caséis pronto, pues habíais empezado a disiparos desde tan joven, que temíamos mucho por vos. Esto os mostrará el amor que os profeso». La santa tomó a su cargo a la hija ilegítima y a la hermana del joven, la cual tenía entonces siete años: «Las religiosas deberíamos tener siempre con nosotras a una niña de esa edad». El ingenio y la franqueza de Teresa jamás sobrepasaban la medida, ni siquiera cuando los empleaba como un arma. En cierta ocasión en que un caballero indiscreto alabó la belleza de su pies descalzos, Teresa se echó a reír y le dijo que los mirase bien porque jamás volvería a verlos. Los famosos dichos «Bien sabéis lo que es una comunidad de mujeres» e «Hijas mías, estas son tonterías de mujeres», prueban el realismo con que la santa consideraba a sus súbditas. Criticando un escrito de su buen amigo Francisco de Salcedo, Teresa le escribía: «El señor Salcedo repite constantemente: `Como dice San Pablo', `Como dice el Espíritu Santo', y termina declarando que su obra es una serie de necedades. Me parece que voy a denunciarle a la Inquisición». La intuición de santa Teresa se manifestaba sobre todo en la elección de las novicias de las nuevas fundaciones. Lo primero que exigía, aun antes que la piedad, era que fuesen inteligentes, es decir, equilibradas y maduras, porque sabía que es más fácil adquirir la piedad que la madurez de juicio. «Una persona inteligente es sencilla y sumisa, porque ve sus faltas y comprende que tiene necesidad de un guía. Una persona tonta y estrecha es incapaz de ver sus faltas, aunque se las pongan delante de los ojos; y como está satisfecha de sí misma, jamás se mejora». «Aunque el Señor diese a esta joven los dones de la devoción y la contemplación, jamás llegará a ser inteligente, de suerte que será siempre una carga para la comunidad. ¡Que Dios nos guarde de las monjas tontas!» Imposible ser más realista que santa Teresa.
En 1580, cuando se llevó a cabo la separación de las dos ramas del Carmelo, santa Teresa tenía ya sesenta y cinco años y su salud estaba muy debilitada. En los dos últimos años de su vida fundó otros dos conventos, lo cual hacía un total de diecisiete. Las fundaciones de la santa no eran simplemente un refugio de las almas contemplativas, sino también una especie de reparación ds los destrozos llevados a cabo en los monasterios por el protestantismo, principalmente en Inglaterra y Alemania. Dios tenía reservada para los últimos años de vida de su sierva, la prueba cruel de que interviniera en el proceso legal del testamento de su hermano Lorenzo, cuya hija era superiora en el convento de Valladolid. Como uno de los abogados tratase con rudeza a la santa, ésta replicó: «Quiera Dios trataros con la cortesía con que vos me tratáis a mí». Sin embargo, Teresa se quedó sin palabra cuando su sobrina, que hasta entonces había sido una excelente religiosa, la puso a la puerta del convento de Valladolid, que ella misma había fundado. Poco después, la santa escribía a la madre María de San José: «Os suplico, a vos y a vuestras religiosas, que no pidáis a Dios que me alargue la vida. Al contrario, pedidle que me lleve pronto al eterno descanso, pues ya no puedo seros de ninguna utilidad». En la fundación del convento de Burgos, que fue la última, las dificultades no escasearon. En julio de 1582, cuando el convento estaba ya en marcha, santa Teresa tenía la intención de retornar a Ávila, pero se vio obligada a modificar sus planes para ir a Alba de Tormes a visitar a la duquesa María Henríquez. La beata Ana de San Bartolomé refiere que el viaje no estuvo bien proyectado y que santa Teresa se hallaba ya tan débil, que se desmayó en el camino. Una noche sólo pudieron comer unos cuantos higos. Al llegar a Alba de Tormes, la santa tuvo que acostarse inmediatamente. Tres días más tarde, dijo a la beata Ana: «Por fin, hija mía, ha llegado la hora de mi muerte». El P. Antonio de Heredia le dio los últimos sacramentos y le preguntó dónde quería que la sepultasen. Teresa replicó sencillamente: «¿Tengo que decidirlo yo? ¿Me van a negar aquí un agujero para mi cuerpo?» Cuando el P. de Heredia le llevó el viático, la santa consiguió erguirse en el lecho, y exclamó: «¡Oh, Señor, por fin ha llegado la hora de vernos cara a cara!» Santa Teresa de Jesús, visiblemente trasportada por lo que el Señor le mostraba, murió en brazos de la beata Ana a las 9 de la noche del 4 de octubre de 1582. Precisamente al día siguiente, entró en vigor la reforma gregoriana del calendario, que suprimió diez días, de suerte que la fiesta de la santa fue fijada, más tarde, el 15 de octubre. Teresa fue sepultada en Alba de Tormes, donde reposan todavía sus reliquias. Su canonización tuvo lugar en 1622, y en 1970, como ya dijimos, fue proclamada Dortora de la Iglesia.
  1. Naturalmente, las principales fuentes siguen siendo la Autobiografía y el Libro de las Fundaciones. El P. Silverio hizo una edición crítica de las obras completas, en español, en nueve volúmenes: seis para las obras (1915-1919) y tres para las cartas (1922-1924). Acerca del carácter y las actividades de Santa Teresa, se encuentran muchos datos preciosos en las obras de sus primeros biógrafos, particularmente de quienes la trataron íntimamente en los últimos años de su vida. El primero de dichos biógrafos fue el P. Francisco de Ribera, quien publicó su obra en 1590. El P. Diego de Xepes publicó otra biografía en 1599. La tercera fue escrita por el capellán de santa Teresa, Julián de Ávila, pero su manuscrito se perdió y no fue descubierto sino hasta 1881. Además se encuentran muchos datos sobre la santa en los escritos y cartas del P. Jerónimo de Gracián, de la beata Ana de San Bartolomé y de otros amigos suyos. La magnífica edición Rivadeneyra (Madrid, 1881) está disponible en facsímil en el Proyecto Cervantes Virtual; hay también otras ediciones más o menos completas en línea, de gramática más modernizada que la dicha. Puede consultarse la Biblioteca de ETF. En el sitio del Vaticano puede leerse (en italiano) la homilía de SS Pablo VI del 27 de septiembre de 1970 en la que declara a la santa Doctora de la Iglesia.

BEATIFICACIÓN DEL PAPA PABLO VI

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En el día de hoy, 19 de Octubre de 2014, el Señor me ha regalado conocer,  me ha invitado a conocer, la vida de este Papa, ya Beato de la Iglesia Católica.

 Dos conclusiones rápidas, invitación a intentar acercarme a imitar la Humildad y Valentía de este Beato, y reconocer lo que pierdo, cuando no profundizo en la Vida de los Santos y Santas que la Iglesia nos presenta...y ¡pobre de mí!... dejo pasar. Toda una lección para aprender y meditar.


VATICANO, 19 Oct. 14 / 05:20 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco presidió este domingo la ceremonia de beatificación de Pablo VI y clausura del Sínodo de la Familia 2014, en la que destacó la labor evangelizadora de su predecesor y agradeció por el don del Sínodo.
 Homilía completa pronunciada por el Santo Padre Francisco:
Acabamos de escuchar una de las frases más famosas de todo el Evangelio: «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Jesús responde con esta frase irónica y genial a la provocación de los fariseos que, por decirlo de alguna manera, querían hacerle el examen de religión y ponerlo a prueba. Es una respuesta inmediata que el Señor da a todos aquellos que tienen problemas de conciencia, sobre todo cuando están en juego su conveniencia, sus riquezas, su prestigio, su poder y su fama. Y esto ha sucedido siempre.
Evidentemente, Jesús pone el acento en la segunda parte de la frase: «Y [dar] a Dios lo que es de Dios». Lo cual quiere decir reconocer y creer firmemente –frente a cualquier tipo de poder– que sólo Dios es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios.
¡Él no tiene miedo de las novedades! Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre "nuevos". Un cristiano que vive el Evangelio es "la novedad de Dios" en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le gusta mucho esta "novedad".
«Dar a Dios lo que es de Dios» significa estar dispuesto a hacer su voluntad y dedicarle nuestra vida y colaborar con su Reino de misericordia, de amor y de paz.
En eso reside nuestra verdadera fuerza, la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo. En eso reside nuestra esperanza, porque la esperanza en Dios no es una huida de la realidad, no es una coartada: es ponerse manos a la obra para devolver a Dios lo que le pertenece. Por eso, el cristiano mira a la realidad futura, a la realidad de Dios, para vivir plenamente la vida –con los pies bien puestos en la tierra– y responder, con valentía, a los incesantes retos nuevos.
Lo hemos visto en estos días durante el Sínodo extraordinario de los Obispos –"sínodo" quiere decir "caminar juntos"–. Y, de hecho, pastores y laicos de todas las partes del mundo han traído aquí a Roma la voz de sus Iglesias particulares para ayudar a las familias de hoy a seguir el camino del Evangelio, con la mirada fija en Jesús. Ha sido una gran experiencia, en la que hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido.
Por el don de este Sínodo y por el espíritu constructivo con que todos han colaborado, con el Apóstol Pablo, «damos gracias a Dios por todos ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones». Y que el Espíritu Santo que, en estos días intensos, nos ha concedido trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad, acompañe ahora, en las Iglesias de toda la tierra, el camino de preparación del Sínodo Ordinario de los Obispos del próximo mes de octubre de 2015. Hemos sembrado y seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento.
En este día de la beatificación del Papa Pablo VI, me vienen a la mente las palabras con que instituyó el Sínodo de los Obispos: «Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad» (Carta ap. Motu proprio Apostolica sollicitudo).
Contemplando a este gran Papa, a este cristiano comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: Gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia.
El que fuera gran timonel del Concilio, al día siguiente de su clausura, anotaba en su diario personal: «Quizás el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es quien la guía y la salva». En esta humildad resplandece la grandeza del Beato Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor.
Pablo VI supo de verdad dar a Dios lo que es de Dios dedicando toda su vida a la «sagrada, solemne y grave tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de Cristo», amando a la Iglesia y guiando a la Iglesia para que sea «al mismo tiempo madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación».

  

BEATO PABLO VI Y LA BEATA TERESA DE CALCUTA

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EL PAPA PABLO VI FUE QUIEN DIO A CONOCER AL MUNDO A LA MADRE TERESA


El Papa Pablo VI, con la Madre Teresa de Calcuta
El Papa Pablo VI, con la Madre Teresa de Calcuta
EL PAPA PABLO VI FUE QUIEN DIO A CONOCER AL MUNDO A LA MADRE TERESA

En 1964, en plena celebración del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI viajó a Bombay para la clausura del Congreso Eucarístico. Era una gran sorpresa, la segunda vez que un Papa volaba como peregrino y nadie pensó que fuese a la India.

Aquel viaje cuyo propósito era honrar la Eucaristía pasará a la historia como la ocasión por la que el Papa Pablo VI dio a conocer al mundo a la Madre Teresa cuya vida de caridad es fruto de una vida Eucarística por excelencia.


 En aquel tiempo muy pocos conocían a esta monja nacida en Albania fuera de sus pobres y sus cooperadores en la India.

Al despedirse de los millones de indios en el aeropuerto, el Papa anunció: «Antes de dejar la querida India, deseamos ofrecer nuestro coche blanco a la Madre Teresa, superiora general de las Misioneras de la Caridad, para ayudarla en su misión universal de amor». La Madre Teresa vendió el carro para beneficio de sus pobres.

El Papa Pablo VI le otorgó a la Madre Teresa la primera edición del «Premio de la Paz Juan XXIII», el 6 de enero de 1971. El Papa explicó así su decisión: «Este premio se confiere a una religiosa que, a pesar de ser modesta y silenciosa, es conocida por quienes observan el arrojo de la caridad en el mundo de los Pobres: se llama Madre Teresa y, desde hace veinte años, está desempeñando una maravillosa misión de amor en las calles de la India a favor de los leprosos, de los viejos, de los niños abandonados». A este le siguió el Premio Templeton, en reconocimiento al progreso de los valores religiosos y en 1979 el Premio Nobel de la Paz en 1979.

SAN JUAN PABLO II. RUEGA POR NOSOTROS

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Ayer, por primera vez, la fiesta de 

San Juan Pablo II... Francisco pide 

no olvidar su herencia

Actualizado 22 octubre 2014
Hoy es, por primera vez, la fiesta de San Juan Pablo II... Francisco pide no olvidar su herencia






Ayer miércoles 22 de octubre del 2014 es el primer día que la Iglesia universal celebra la fiesta litúrgica de San Juan Pablo II, el Papa "viajero", "grande", "de los jóvenes", gran defensor de la familia y vencedor de la ideología comunista en Europa del Este.

En su audiencia general de los miércoles, el Papa Francisco lo recordó y exhortó a impulsar la herencia espiritual de este pontífice santo y conocidísimo.

De San Juan Pablo II recordó su invitación a abrir las puertas a Cristo, 

su invocación al Espíritu Santo y la espiritualdiad de la 
Divina Misericordia.

Al saludar a los peregrinos polacos, Francisco dijo: "Hoy celebramos 

la memoria litúrgica de San Juan Pablo II, que invitó a todos a abrir
 las puertas a Cristo. En su primera visita a su patria invocó al Espíritu
 Santo para que descendiera a renovar la tierra de Polonia. Recordó a 
todo el mundo el misterio de la Divina Misericordia.

 ¡Que no se olvide su herencia espiritual, sino que nos impulse a la 
reflexión y a la acción concreta por el bien de la Iglesia, de la familia 
y de la sociedad! ¡Alabado sea Jesucristo!"

Juan Pablo II se forjó como seminarista clandestino bajo la ocupación nazi 

de Polonia, apasionado en esa etapa por los místicos españoles, y 
fue ordenado en 1946, bajo el acoso comunista a la Iglesia. 
Escapaba de los espías comunistas llevando los jóvenes en excursiones
prolongadas al bosque, y formándoles como líderes laicos y en los valores 
del Evangelio de la vida y la familia.

Fue arzobispo de Cracovia y creado cardenal por el beato Pablo VI. 

Fue elegido Papa en 1978 y su pontificado duró 26 años. 
Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 en ese país. 
Sus viajes a Polonia impulsaron el movimiento democrático
que llevó a la caída de los regímenes comunistas en Europa Orienta
l en 1989.

Impulsó las Jornadas Mundiales de la Juventud y creó los

 Encuentros Mundiales de las Familias.

Murió en 2005. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI

 y canonizado en abril de 2014 por el Papa Francisco,
quien en la ceremonia de canonización dijo:
“San Juan Pablo II fue el Papa de la familia.
 Él mismo, una vez, dijo que así le habríamos de recordar."

MENSAJE DE BENEDICTO XVI

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Papa Emérito Benedicto XVI



Primer discurso del Papa emérito

Benedicto XVI: No evangelizamos

para ganar fieles, sino para transmitir

la alegría que nos han dado


Por primera vez después de su renuncia a la Sede de Pedro, el Papa emérito Benedicto XVI ha hecho público un mensaje. Lo ha enviado a la Pontificia Universidad Urbaniana, que este miércoles inauguró su recién restaurada aula magna, a la que se le ha puesto el nombre del Papa alemán. 

El mensaje del Santo Padre emérito fue leído por monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, presente en la inauguración. 

El mensaje de Benedicto XVI recuerda que «no anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, ni mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber detransmitir la alegría que nos ha sido donada». 

La definición de la Iglesia como católica nos recuerda que la Iglesia de Jesucristo ya no comprende un solo pueblo o una sola cultura, «sino que desde el inicio estaba destinada a la humanidad». Desde entonces, la Iglesia ha crecido en todos los continentes, como mostraban los rostros de los estudiantes reunidos en el aula. 

Sin embargo, hoy surge la pregunta de si «de verdad la misión sigue siendo algo de actualidad. ¿No sería más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y servir junto las causa de la paz en el mundo?» Este modo de pensar presupone, la mayoría de las veces, que «las distintas religiones sean una variante de una única y misma realidad». Esta renuncia a la verdad «parece real y útil para la paz entre las religiones del mundo. Y aún así sigue siendo letal para la fe». 

Sin embargo, los cristianos «estamos convencidos que, en el silencio», las demás religiones «esperan el encuentro con Jesucristo, la luz que viene de Él, que sola puede conducirles completamente a su verdad. Y Cristo les espera. El encuentro con Él no es la irrupción de un extraño que destruye su propia cultura o su historia». El cristianismo, «por un lado mira con gran respeto a la profunda espera y la profunda riqueza de las religiones, pero, por otro lado, ve en modo crítico también lo que es negativo. Sin decir que la fe cristiana debe siempre desarrollar de nuevo esta fuerza crítica respecto a su propia historia religiosa».

Otro argumento «más simple» del Papa emérito a favor de la labor misionera de la Iglesia es que «la alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta».

Mensaje íntegro de Benedicto XVI

Quisiera en primer lugar expresar mi cordial agradecimiento al Rector Magnífico y a las autoridades académicas de la Pontificia Universidad Urbaniana, a los oficiales mayores, y a los representantes de los estudiantes por su propuesta de titular en mi nombre el Aula Magna reestructurada. Quisiera agradecer de modo particular al Gran Canciller de la Universidad, el Cardenal Fernando Filoni, por haber acogido esta iniciativa. Es motivo de gran alegría para mí poder estar siempre así presente en el trabajo de la Pontificia Universidad Urbaniana.

En el curso de las diversas visitas que he podido hacer como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, siempre me ha impresionado la atmosfera de la universalidad que se respira en esta universidad, en la cual jóvenes provenientes prácticamente de todos los países de la tierra se preparan para el servicio al Evangelio en el mundo de hoy. También hoy veo interiormente ante mí, en este aula, una comunidad formada por muchos jóvenes que nos hacen percibir de modo vivo la estupenda realidad de la Iglesia Católica.

Católica: Esta definición de la Iglesia, que pertenece a la profesión de fe desde los tiempos antiguos, lleva consigo algo del Pentecostés. Nos recuerda que la Iglesia de Jesucristo no miró a un solo pueblo o a una sola cultura, sino que estaba destinada a la entera humanidad. Las ultimas palabras que Jesús dice a sus discípulos fueron: Id y haced discípulos a todos los pueblos. Y en el momento del Pentecostés los apóstoles hablaron en todas las lenguas, manifestando por la fuerza del Espíritu Santo, toda la amplitud de su fe.

Desde entonces la Iglesia ha crecido realmente en todos los continentes. Vuestra presencia, queridos estudiantes, refleja el rostro universal de la Iglesia. El profeta Zacarías anunció un reino mesiánico que habría ido de mar a mar y sería un reino de paz. Y en efecto, allá donde es celebrada la Eucaristía y los hombres, a partir del Señor, se convierten entre ellos un solo cuerpo, se hace presente algo de aquella paz que Jesucristo había prometido dar a sus discípulos. Vosotros, queridos amigos, sed cooperadores de esta paz que, en un mundo rasgado y violento, hace cada vez más urgente edificar y custodiar. Por eso es tan importante el trabajo de vuestra universidad, en la cual queréis aprender a conocer más de cerca de Jesucristo para poder convertiros en sus testigos.

El Señor Resucitado encargó a sus discípulos, y a través de ellos a los discípulos de todos los tiempos, que llevaran su palabra hasta los confines de la tierra y que hicieran a los hombres sus discípulos. El Concilio Vaticano II, retomando en el decreto Ad Gentes una tradición constante, sacó a la luz las profundas razones de esta tarea misionera y la confió con fuerza renovada a la Iglesia de hoy.

¿Pero todavía sirve? Se preguntan muchos hoy dentro y fuera de la Iglesia ¿de verdad la misión sigue siendo algo de actualidad? ¿No sería más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y servir junto las causa de la paz en el mundo? La contra-pregunta es: ¿El diálogo puede sustituir a la misión? Hoy muchos, en efecto, son de la idea de que las religiones deberían respetarse y, en el diálogo entre ellos, hacerse una fuerza común de paz. En este modo de pensar, la mayoría de las veces se presupone que las distintas religiones sean una variante de una única y misma realidad, que religión sea un género común que asume formas diferentes según las diferentes culturas, pero que expresa una misma realidad. La cuestión de la verdad, esa que en un principio movió a los cristianos más que a nadie, viene puesta entre paréntesis. Se presupone que la auténtica verdad de Dios, en un último análisis es alcanzable y que en su mayoría se pueda hacer presente lo que no se puede explicar con las palabras y la variedad de los símbolos. Esta renuncia a la verdad parece real y útil para la paz entre las religiones del mundo. Y aún así sigue siendo letal para la fe.

En efecto, la fe pierde su carácter vinculante y su seriedad si todo se reduce a símbolos en el fondo intercambiables, capaces de posponer solo de lejos al inaccesible misterio divino.

Queridos amigos, veis que la cuestión de la misión nos pone no solamente frente a las preguntas fundamentales de la fe, sino también frente a la pregunta de qué es el hombre. En el ámbito de un breve saludo, evidentemente no puedo intentar analizar de modo exhaustivo esta problemática que hoy se refiere a todos nosotros. Quisiera al menos hacer mención a la dirección que debería invocar nuestro pensamiento. Lo hago desde dos puntos de partida.

PRIMER PUNTO DE PARTIDA

1. La opinión común es que las religiones estén por así decirlo, una junto a otra, como los continentes y los países en el mapa geográfico. Todavía esto no es exacto. Las religiones están en movimiento a nivel histórico, así como están en movimiento los pueblos y las culturas. Existen religiones que esperan. Las religiones tribales son de este tipo: tienen su momento histórico y todavía están esperando un encuentro mayor que les lleve a la plenitud.

Nosotros como cristianos, estamos convencidos que, en el silencio, estas esperan el encuentro con Jesucristo, la luz que viene de Él, que sola puede conducirles completamente a su verdad. Y Cristo les espera. El encuentro con Él no es la irrupción de un extraño que destruye su propia cultura o su historia. Es, en cambio, el ingreso en algo más grande, hacia el que están en camino. Por eso, este encuentro es siempre, al mismo tiempo, purificación y maduración. Por otro lado, el encuentro es siempre recíproco. Cristo espera su historia, su sabiduría, su visión de las cosas.

Hoy vemos cada vez más nítido otro aspecto: mientras en los países de su gran historia, el cristianismo se convirtió en algo cansado y algunas ramas del gran árbol nacido del grano de mostaza del Evangelio se secan y caen a la tierra, del encuentro con Cristo de las religiones en espera brota nueva vida. Donde antes solo había cansancio, se manifiestan y llevan alegría las nuevas dimensiones de la fe.

2. La religiones en sí mismas no son un fenómeno unitario. En ellas siempre van distintas dimensiones. Por un lado está la grandeza del sobresalir, más allá del mundo, hacia Dios eterno. Pero por otro lado, en esta se encuentran elementos surgidos de la historia de los hombres y de la práctica de las religiones. Donde pueden volver sin lugar a dudas cosas hermosas y nobles, pero también bajas y destructivas, allí donde el egoísmo del hombre se ha apoderado de la religión y, en lugar de estar en apertura, la ha transformado en un encerrarse en el propio espacio.

Por eso, la religión nunca es un simple fenómeno solo positivo o solo negativo: en ella los dos aspectos se mezclan. En sus inicios, la misión cristina percibió de modo muy fuerte sobretodo los elementos negativos de las religiones paganas que encontró. Por esta razón, el anuncio cristiano fue en un primer momento estrechamente critico con las religiones. Solo superando sus tradiciones que en parte consideraba también demoníacas, la fe pudo desarrollar su fuerza renovadora. En base a elementos de este tipo, el teólogo evangélico Karl Barth puso en contraposición religión y fe, juzgando la primera en modo absolutamente negativo como comportamiento arbitrario del hombre que trata, a partir de sí mismo, de apoderarse de Dios. Dietrich Bonhoeffer retomó esta impostación pronunciándose a favor de un cristianismo sin religión. Se trata sin duda de una visión unilateral que no puede aceptarse. Y todavía es correcto afirmar que cada religión, para permanecer en el sitio debido, al mismo tiempo debe también ser siempre crítica de la religión. Claramente esto vale, desde sus orígenes y en base a su naturaleza, para la fe cristiana, que, por un lado mira con gran respeto a la profunda espera y la profunda riqueza de las religiones, pero, por otro lado, ve en modo crítico también lo que es negativo. Sin decir que la fe cristiana debe siempre desarrollar de nuevo esta fuerza crítica respecto a su propia historia religiosa.

Para nosotros los cristianos, Jesucristo es el Logos de Dios, la luz que nos ayuda a distinguir entre la naturaleza de las religiones y su distorsión.

3. En nuestro tiempo se hace cada vez más fuerte la voz de los que quieren convencernos de que la religión como tal está superada. Solo la razón crítica debería orientar el actuar del hombre. Detrás de símiles concepciones está la convicción de que con el pensamiento positivista la razón en toda su pureza se ha apoderado del dominio. En realidad, también este modo de pensar y de vivir está históricamente condicionado y ligado a determinadas culturas históricas. Considerarlo como el único válido disminuiría al hombre, sustrayéndole dimensiones esenciales de su existencia. El hombre se hace más pequeño, no más grande, cuando no hay espacio para un ethos que, en base a su naturaleza auténtica retorna más allá del pragmatismo, cuando no hay espacio para la mirada dirigida a Dios. El lugar de la razón positivista está en los grandes campos de acción de la técnica y de la economía, y todavía esta no llega a todo lo humano. Así, nos toca a nosotros que creamos abrir de nuevo las puertas que, más allá de la mera técnica y el puro pragmatismo, conducen a toda la grandeza de nuestra existencia, al encuentro con Dios vivo.

SEGUNDO PUNTO DE PARTIDA

1. Estas reflexiones, quizá un poco difíciles, deberían mostrar que hoy, en un modo profundamente mutuo, sigue siendo razonable el deber de comunicar a los otros el Evangelio de Jesucristo.

Todavía hay un segundo modo, más simple, para justificar hoy esta tarea. La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta.

Cuando Andrés encontró a Cristo, no pudo hacer otra cosa que decirle a su hermano: «Hemos encontrado al Mesías». Y Felipe, al cual se le donó el mismo encuentro, no pudo hacer otra cosa que decir a Bartolomé que había encontrado a aquél sobre el cual habían escrito Moisés y los profetas. No anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, y mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada.

Seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo encontremos realmente en lo profundo de nuestra existencia, cuando, a través del encuentro con Él, nos sea donada la gran experiencia de la verdad, del amor y de la alegría.

2. Forma parte de la naturaleza de la religión la profunda tensión entre la ofrenda mística de Dios, en la que se nos entrega totalmente a Él, y la responsabilidad para el prójimo y para el mundo por Él creado. Marta y María son siempre inseparables, también si, de vez en cuando, el acento puede recaer sobre la una o la otra. El punto de encuentro entre los dos polos es el amor con el cual tocamos al mismo tiempo a Dios y a sus Criaturas. ‘Hemos conocido y creído al amor’: esta frase expresa la auténtica naturaleza del cristianismo. El amor, que se realiza y se refleja de muchas maneras en los santos de todos los tiempos, es la auténtica prueba de la verdad del cristianismo.


MADRE TERESA Y EL ROSARIO

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HOY FINALIZA EL MES DEL ROSARIO







Durante el tiempo que estuve en el Colegio, antes deir a  la Universidad, todos los finales de mes de Octubre concluían con el rezo de Santo Rosario.

ADORACIÓN AL SANTÍSIMO


SANTO ROSARIO

La Adoración al Santísimo Sacramento, Jesús presente en la Sagrada Forma,
y la Oración meditada junto al rezo del Santo Rosario, eran los principales alimentos espirituales que Madre Teresa de Calcuta y sus hijas las Misioneras de la Cardad, recibían, para ese encuentro con Jesús igualmente, en la Figura de los más Pobres de entre los Pobres.Se manifestaba así el servicio, la caridad en las calles y en casas donde eran atendidos, los deshauciados, abandonados, despreciados...el Amor se  manifestaba en Calcuta. Recemos

RECEMOS


LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

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En este Día Solemne de Todos los Santos, quiero recordar especialmente a todos los mártires que con su sangre , sufrimiento y dolor, han sembrado el Amor en todo el mundo. Recuerdo especialmente a los que son asesinados actualmente por no querer abandonar ni su Fe, ni a Cristo y por los Inocentes que son abortados antes de nacer. RECEMOS.





A todos los Santos


Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
         rogadle por nosotros.

Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
         rogadle por nosotros.

Almas cándidas, Santos Inocentes
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
         rogadle por nosotros.

Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
         rogadle por nosotros.

Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates
         rogadle por nosotros.

Vírgenes semejantes a azucenas,
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura
         rogadle por nosotros.

Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
         rogadle por nosotros.

Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es raudal de ciencia inextinguible
         rogadle por nosotros.

Soldados del Ejército de Cristo
Santas y Santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a Aquel que vive y reina entre vosotros.

                           

BEATA TERESA DE CALCUTA Y LA SANTIDAD

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 La Santidad es Jesús viviendo

 y actuando en mí...





“Nuestras obras de caridad no son otra cosa que el rebosar de nuestro amor por Dios que surge de nuestro interior. Por lo tanto, aquel que está más unido a Él ama más a su prójimo”.
“Nuestra actividad es verdaderamente apostólica sólo en la medida en que permitimos que él actué en y por medio de nosotros –con su poder, con su deseo, con su amor. Debemos ser santos, no porque queremos sentirnos santos, sino porque Cristo debe ser capaz de vivir su vida plenamente en nosotros”.
San Juan Pablo II y Beata Teresa de Calcuta

“Consumámonos con Él y por Él. Déjale ver con tus ojos, hablar con tu lengua, trabajar con tus manos, caminar con tus pies, pensar con tu cabeza y amar con tu corazón. ¿No es esto la unión perfecta, una continua oración amorosa? Dios es nuestro padre amoroso. Permite que tu luz de amor brille tanto ante los hombres que al ver tus buenas obras (lavar, barrer, cocinar, amar a tu marido ya tus hijos) puedan glorificar al Padre”.

 “Sé santo. La santidad es el camino más fácil para saciar la sed de Jesús,
 la suya por ti y la tuya por él”.

Pensamiento del día:
“La caridad hacia los demás es el camino más seguro para una gran santidad”.
Pide la gracia de ser santo.

Oración a la Beata Teresa de Calcuta
Beata Teresa de Calcuta,
tú permitiste que el amor sediento de Jesús en la cruz
se convirtiese en una llama viva dentro de ti,
y así te hiciste la luz de su amor para todos.
Intercede ante el Corazón de Jesús
(Menciona aquí el favor que deseas obtener).
Enséñame cómo dejar que Jesús penetre en mí
y posea por completo todo mi ser para que mi vida también
pueda irradiar su luz y amor a para los demás. Amén.
Corazón Inmaculado de María, Causa de Nuestra Alegría, ruega por mí.
Beata Teresa de Calcuta, ruega por mí.
Ven, sé mi Luz

Cada vez que le pedían a la Madre Teresa que hablara, ella siempre repetía con firme convicción:
“La santidad no es el lujo de unos pocos, sino un sencillo deber para ti y para mí”.
 Esta santidad es una íntima unión con Cristo: “Cree que Jesús, y sólo Jesús, es vida –y la santidad no es otra cosa que Jesús mismo viviendo íntimamente en ti. Viviendo en esta íntima unión con Jesús en la Eucaristía y en los pobres “24 horas al día”, como ella solía decir, la Madre Teresa se convirtió en una auténtica contemplativa en el corazón del mundo. “Por lo tanto, haciéndolo con él, estamos orando el trabajo: pues, haciéndolo con él, haciéndolo por él y haciéndoselo a él, nosotros lo estamos amando. Y al amarlo entramos más y más en esa unión con él, permitiéndole vivir su vida en nosotros. Y esta vida de Cristo en nosotros es la santidad”. 

Oración preferida de la Madre Teresa

Irradiando a Cristo
“Irradiando a Cristo”, compuesta por el Beato John Henry Newman,

Era una de las oraciones preferidas de la Madre Teresa. Puesto que expresa muy claramente su deseo de estar íntimamente unida a Jesús y “dar solamente a Jesús” a los demás, ella la escogió como la primera oración para ser recitada diariamente después de la Santa Comunión por los Misioneros y las Misioneras de la Caridad.

Querido Jesús, ayúdame a esparcir tu fragancia
por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con tu espíritu y vida.
Penetra y posee mi ser tan completamente,
que mi vida sólo sea un resplandor de la tuya.
Brilla a través de mí y permanece tanto dentro de mí
que cada alma con la que tenga contacto
pueda sentir tu presencia en mi alma.
¡Permite que ellos al mirarme no me vean a mí,
sino solamente a ti, Jesús!
Quédate conmigo y entonces podré
comenzar a brillar como tú brillas,
a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz, oh Jesús, vendrá toda de ti, nada de ella será mía;
serás tú quien brille sobre los demás a través de mí.
Permíteme así alabarte de la manera que tú más amas,
brillando sobre aquellos que me rodean.
Permíteme predicarte sin predicar,
no con palabras, sino con mi ejemplo,
con la fuerza que atrapa, con la influencia compasiva
de lo que hago, con la evidente plenitud
del amor que mi corazón siente por ti.
Amén.




CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

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 Conmemoración de los Fieles Difuntos
La fiesta de Todos los Santos nos trae, como naturalmente, a la memoria el recuerdo de las almas santas que, cautivas en purgatorio, para expiar en él sus culpas veniales o bien para satisfacer la pena temporal debida a sus pecados, están, sin embargo, confirmadas en gracia, y algún día entrarán en el cielo. Así que, después de haber celebrado la Iglesia, en medio del regocijo la gloria de los Santos que constituyen la Iglesia del cielo, la Iglesia de la tierra extiende su maternal solicitud hasta aquel lugar de indecibles tormentos, en que se ven sumidas almas que también pertenecen a la Iglesia que llamamos purgante.


 “En este día, dice el Martirologio romano, la Conmemoración de Todos los Fieles difuntos, en la cual nuestra común y piadosa madre la Iglesia, después de haber tratado de honrar con dignos loores a todos los hijos suyos, que tiene ya gozando en el cielo, se esfuerza por ayudar con poderosos sufragios cerca de Cristo su Esposo y Señor, a todos los que aun gimen en el purgatorio; a fin de que cuanto antes se sumen a la sociedad de los moradores de la Ciudad celestial”.

 En ninguna parte como aquí anuncia la liturgia de una manera tan explícita la misteriosa trabazón que estrecha a la Iglesia triunfante con la militante y la purgante, y nunca tampoco aparece más claro el doble deber de caridad y de justicia que fluye naturalmente de su misma incorporación al cuerpo místico de Cristo.

 Sabemos que, en virtud del dogma de fe de la Comunión de los santos, los méritos y sufragios de los unos vienen a ser también de los demás, en virtud de una comunidad de bienes espirituales; de manera que, sin mermar los derechos de la divina justicia, que con todo rigor se nos aplican al fin de nuestra vida, la Iglesia puede unir aquí su oración con la del cielo, y suplir por lo que falta a las almas del Purgatorio, ofreciendo a Dios por ellas, mediante la Santa Misa, las Indulgencias, las limosnas y los sacrificios de sus hijos, los méritos sobreabundantes de la Pasión de Cristo y de sus místicos miembros. De ahí que la liturgia ha sido siempre, el medio empleado por la Iglesia para practicar con los Fieles Difuntos el deber de la caridad, que nos manda atender a las necesidades del prójimo cual si fueran propias nuestras, en virtud siempre de ese lazo sobrenatural y apretadísimo, que une en Jesús al cielo con la tierra y el Purgatorio. La liturgia de los Difuntos es tal vez la más hermosa y más consoladora de todas. A diario, al fin de las Horas del Oficio divino, se encomiendan a la misericordia divina las almas todas de los Fieles Difuntos.


 En la Misa, el sacerdote ofrece el Sacrificio por los vivos y los muertos (Súscipe), y en un Memento especial pide al Señor se acuerde de sus siervos y siervas que, habiendo muerto en Cristo, duermen ahora el sueño de la paz y les haga pasar al lugar de refrigerio, de luz y de paz.
 La solemne conmemoración de todos los Fieles Difuntos se debe a San Odilón, cuarto abad del célebre monasterio benedictino de Cluny. Él fue quien la instituyó en 998, y mandó celebrarla en día como hoy. La influencia de aquella ilustre y poderosa Congregación hizo se adoptara bien pronto este uso en todo el orbe cristiano, y que este día fuese en algunas partes fiesta de guardar. En España, en Portugal y en América del Sur, que de ella dependían, Benedicto XIV, había concedido celebrar tres misas el 2 de noviembre, y Benedicto XV, el 10 de Agosto de 1915, autorizó lo mismo a todos los sacerdotes del mundo católico. La Iglesia nos recuerda en una Epístola sacada de San Pablo, que los muertos resucitarán; y nos manda esperar porque en este día nos tornaremos a ver en el Señor. La Secuencia describe gráficamente el Juicio final en que los buenos serán separados por siempre de los malos.



 El Ofertorio recuerda que el Arcángel San Miguel es quien introduce las almas en el cielo, porque dicen las oraciones de la recomendación del alma, él es el Jefe de la milicia celestial, entre la cual se han de poner los hombres, ocupando los sitiales dejados vacíos por los ángeles malos, “Las almas del Purgatorio, declara el Concilio de Trento, son socorridas por los sufragios de los fieles, y señaladamente por el sacrificio del altar”. Y la razón es que, en la Santa Misa el sacerdote ofrece oficialmente a Dios el precio de las almas, la Sangre del Salvador. Jesús mismo, bajo las especies de pan y vino, que recuerdan al Padre el Sacrificio del Gólgota, ora para que se aplique su virtud expiadota a esas almas. Asistamos en este día al Santo Sacrificio de la Misa, En él pide la Iglesia a Dios conceda a los difuntos, que no pueden valerse a sí mismos la remisión de todos sus pecados, y el eterno descanso. Visitemos los cementerios, en donde descansan sus cuerpos, hasta el día en que suene la trompeta, y resuciten para revestirse de la inmortalidad y alcanzar, por Jesucristo, la victoria sobre la muerte.

SAN MARTIN DE PORRES, RELIGIOSO.

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De la Homilía del papa Juan XXIII, en la canoniza-
ción de san Martín de Forres
Martín nos demuestra con el ejemplo de su vida que
podemos llegar a la salvación y a la santidad por el ca-
mino que nos enseñó Cristo Jesús: a saber, si, en pri-
mer lugar, amamos a Dios con todo nuestro corazón, con
toda nuestra alma y con toda nuestra mente; y si, en se-
gundo lugar, amamos al prójimo como a nosotros mis-
mos.
Él sabía que Cristo Jesús padeció por nosotros y, car-
gado con nuestros pecados, subió al leño, y por esto
tuvo un amor especial a Jesús crucificado, de tal modo
que, al contemplar sus atroces sufrimientos, no podía
evitar el derramar abundantes lágrimas. Tuvo también
una singular devoción al santísimo sacramento de la
eucaristía, al que dedicaba con frecuencia largas horas
de oculta adoración ante el sagrario, deseando nutrirse
de él con la máxima frecuencia que le era posible.
Además, san Martín, obedeciendo el mandato del di-
vino Maestro, se ejercitaba intensamente en la caridad
para con sus hermanos, caridad que era fruto de su fe
íntegra y de su humildad. Amaba a sus prójimos porque
los consideraba verdaderos hijos de Dios y hermanos
suyos; y los amaba aún más que a sí mismo, ya que,
por su humildad, los tenía a todos por más justos y per-
fectos que él.
Disculpaba los errores de los demás; perdonaba las
más graves injurias, pues estaba convencido que era mu-
cho más lo que merecía por sus pecados; ponía todo su
empeño en retornar al buen camino a los pecadores;
socorría con amor a los enfermos; procuraba comida,
vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le
era posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y
mulatos, que, por aquel tiempo, eran tratados como es-
clavos de la más baja condición, lo que le valió, por
parte del pueblo, el apelativo de «Martín de la caridad».
Este santo varón, que con sus palabras, ejemplos y
virtudes impulsó a sus prójimos a una vida de piedad,
también ahora goza de un poder admirable para elevar
nuestras mentes a las cosas celestiales. No todos, por
desgracia, son capaces de comprender estos bienes so-
brenaturales, no todos los aprecian como es debido, al
contrario, son muchos los que, enredados en sus vicios,
los menosprecian, los desdeñan o los olvidan completa-
mente. Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos
la dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimien-
to de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos man-
datos.

MARTA ROBIN

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No comía ni bebía ni dormía y revivía el dolor de la Pasión

El Papa Francisco aprueba las virtudes heroicas de Marta Robin,

mística del s.XX con estigmas

El Papa Francisco aprueba las virtudes heroicas de Marta Robin, mística del s.XX con estigmas
Marta Robin murió en 1981, después de muchas décadas paralizada y casi ciega atendiendo visitas y orando
Actualizado 10 noviembre 2014







  
Marta Robin (www.martherobin.com, 1902-1981), la mística francesa de la que se asegura que estuvo décadas sin comer, beber ni dormir, alimentándose sólo de la Eucaristía, avanza en su camino hacia los altares y acaba de ser declarada "Venerable" por la Iglesia. 

El pasado 8 de noviembre el Papa Francisco aprobó las virtudes heroicas de Marta Luigia Robin, fundadora en 1936 de los Foyers de Charité (Hogares de Caridad), que actualmente cuentan con 25 comunidades

 en Europa, 22 en África, 17 en América y 10 en Asia. 
No hay Foyers en España, pero sí en Perú, México, Ecuador,
Colombia, Chile y Argentina.Marta estuvo casi toda su vida en cama, sin salir de su habitación, 
pero recibía visitas y oraba sin cesar. Su historia la contó desde cerca
 el filósofo francés Jean Guitton, que la visitaba con frecuencia,
«Cada uno en aquella habitación se sentía unido a sí mismo,
 a los otros y a Dios», escribió.

Casi ciega, paralizada casi del todo... incansable

Jean Guitton describió su insólita situación: "No logra ver. 

Es incapaz de distinguir objetos y no soporta la más mínima claridad.
Sus brazos permanecerán rígidos de por vida salvo una ligera movilidad
en las falanges de sus dedos. Su cabeza está como sin vida,
sin posibilidad de girar a izquierda o derecha, y las piernas quietas,
como plegadas sobre sí mismas, sin la más mínima acción.
 Además, todos los viernes se le aparecen estigmas en pies y manos.
También en el costado derecho junto a la línea mediana.
Y la mayoría de esos viernes aparecen unas llagas que sangran.
Apenas podía moverse en la cama. Estaba como inmóvil.
Un caso extraordinario, único".

Una inculta con 100.000 visitantes

Era una campesina d
 Châteauneuf-de-Galaure, cerca de los Alpes,
 que nunca abandonó la casa paterna. Sabía bordar, y poco más. 
No tenía gran cultura. Apenas leía y no había recibido clases 
de teología o filosofía. Era una chica de campo.

Sin embargo, a su casa llegaban cada día decenas de personas 

de todas las clases sociales, de todo tipo de vida, que querían
hablar con ella para pedirle consejo, una palabra de esperanza o,
simplemente, un consuelo… Los niños solían trepar por su cama.

Se calcula que más de 100.000 personas pudieron hablar 

con Marta a lo largo de su vida.

Marta Robin era sobre todo voz

Quienes la conocieron dicen de ella que modulaba 
gran cantidad de sonidos. 
Su voz podía pasar con gran facilidad de infantil, juguetona, tímida, 
dulce o melosa, a firme, voluminosa o directa.
 Lo que más sorprendía a los visitantes era ese cambio, 
a veces, brusco, del registro de voz.

Su trabajo era recibir a la gente

Marta permanecía todo el día en su oscura habitación,
con las cortinas corridas, haciendo de freno a cualquier rayo de luz
que se intentará colar. Siempre inmóvil, recostada en una cama
de metro diez, con un par de almohadones que elevaban su espalda y ´
sujetaban la cabeza, y con la mano derecha sobre la barriga.

Las piernas en forma de M mayúscula, vueltas sobre sí misma y

los muslos ligeramente doblados sobre la pelvis.

Lo más extraño: ni comida ni bebida ni sueño
Jean Guitton y muchos más atestiguan que Marta no comía,

 ni bebía ni dormía. 

Entre las miles de visitas que recibió Marta muchas tenían un 

ingrediente detectivesco. ¿Cómo logrará vivir esta mujer sin comer, 
ni beber y sin dormir ni un solo día en años?, 
¿quién avitualla clandestinamente a esta mujer?,
¿dónde está el truco de esta gran ilusionista? 
Un caso tan extraordinario era normal que atrajera a tantos curiosos
y que interpelara a creyentes y no creyentes.

Decenas de médicos, muchos de ellos ateos, pasaron por

 su habitación para diagnosticar una locura, un estado de ansiedad desproporcionado o cualquier otro tipo de enfermedad mental. 
Pero nada de nada. La ciencia no fue capaz de explicar 
que le pasaba a esta pequeña campesina.

La «semana» de Marta comenzaba los martes con la Eucaristía. 

No lograba tragar la hostia que se le colocaba en la boca. 
Era absorbida sin que ella pudiera engullirla.

«Es como si un ser vivo entrará en mí», decía Marta.

A partir de ahí entraba en un estado de éxtasis que podía durar horas

«Después de comulgar sucede que siento una renovación pero 
no necesariamente en cada ocasión, pues puede ocurrir también 
fuera de la comunión».

En otro momento comentó: «Tengo deseos de gritar a los que 

me preguntan si como, que yo como más que ellos, pues 
yo me alimento en la Eucaristía de la sangre y la carne de Jesús. 
Tengo deseos de decirles que ellos impiden en sí los efectos de
 este alimento. Bloquean sus efectos».



El jueves revivía la Pasión de Cristo

El jueves era el otro día «grande» para Marta. Revivía semanalmente la Pasión. 
Sus ojos comenzaban a llorar sangre, uniéndose así 
a las llagas de sus manos, pies y costado que tampoco cesaban 
de expulsar líquido durante todas las noches de la semana.

A las veintiuna horas, con la puntualidad que marca un reloj, 

comenzaba a murmurar débilmente: «Padre mío, Padre mío,
 que se aparte de mí este cáliz, pero que se haga tu voluntad». 
A continuación se producía como un gemido o una melopea melódica 
en tres notas, que, según los presentes, «podía compararse a los pequeños 
gritos que da un recién nacido».

La Pasión contada por el sacerdote que le atendía

El padre Georges Finet de la diócesis de Lyon fue el fiel colaborador de
 Marta y testigo de su Pasión semanal.

Él cuenta así su experiencia: «Yo volvía el viernes hacia las dos de la tarde. 

Para reproducir las tres caídas de la Pasión, Marta había sido movida. 
Yo la tornaba a su posición; ponía su cabeza en la almohada. 
Esa cabeza caía sobre el cojín, donde ordinariamente había un chal blanco. 
Añadiré que, en el momento de la estigmatización, 
a comienzo de octubre de 1930, Jesús, no sólo la marcó aquel día 
con los estigmas en los pies, las manos y el costado derecho, 
sino que además le encasquetó su corona de espinas 
profundamente en la cabeza, y Marta se puso a sangrar no sólo de los pies, 
manos y costado, más igualmente en toda su cabeza;
 y comenzó a verter cada noche lágrimas de sangre. 

Fue en ese momento cuando Jesús le dijo que la había elegido 
para que ella viviera su pasión más que nadie, después de la Virgen,
 y que nadie después la viviría más totalmente. 

Jesús añadió que cada día aumentaría más su sufrimiento y que,
 por esto, no dormiría jamás durante la noche».

Volved con nosotros

A la hora que llegaba el Padre Finet, el viernes, se cerraba el ciclo de la Pasión.
 Marta, que hasta el momento había lanzando continuos gemidos de dolor,
 cesaba sus quejidos y repetía las palabras de Jesús en la Cruz:
 «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
 Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu». 
En ese momento daba un profundo suspiro para quedarse completamente inmóvil,
 sin apenas respiración.

Tras dos horas como muerta, Marta volvía a gemir. 

Esos gemidos se prolongaban hasta la tarde del lunes. 
A partir de ahí, y hasta el martes, Marta entraba en un éxtasis 
del que salía con dificultad y con ayuda del Padre Finet: 
«Hija mía, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
por María, madre nuestra, os lo ordeno: volved a nosotros».

Sufrimientos morales, sobre todo

Marta solía comentar que sus sufrimientos físicos no podían
 compararse con los padecimientos que sentía en el orden moral.
 La Pasión de los viernes era para ella como una entrada 
en las tinieblas que le provocaba una gran desolación.
De alguna manera sentía que representaba a la humanidad del siglo XX
 que había oficializado la ruptura con Dios, y experimentaba en su propio
 ser ese abandono.

Marta Robin murió en 1981 y unas 7.000 personas acudieron a su funeral. 

Los Foyers que fundó desde su cama han cumplido más de 70 años de servicio 
fructífero en la caridad.

El Papa Francisco, al reconocer sus virtudes heroicas vividas 

en la enfermedad, desde la cama, da un empujón más hacia 
a la beatificación de esta mística del s.XX.

LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS (Mt 25, 14-30)

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Una aproximación a la parábola de los talentos

por Abel Della Costa
14 de mayo de 2009
Parábola riquísima, y enriquecida aun más por 2000 años de meditación, en este escrito apenas si nos aproximamos a algunos aspectos del relato: las diferencias entre las dos versiones (Mt y Lc) y algunos puntos a destacar de la versión de Mateo.
La parábola de los talentos se encuentra en dos lugares distintos de los evangelios, en Mateo 25 y en Lucas 19; la versión de Mateo es la que habla de "talentos" (tálanton), y es la versión más conocida (la que nos viene espontáneamente a la mente cuando la recordamos); la versión de Lucas, siendo fundamentalmente la misma parábola, habla en realidad no de "talentos" sino de "minas" (mná). La diferencia es importante, ya que el talento era una moneda de mucho valor -equivalente a 6000 dracmas-, mientras que la mina era una moneda de escaso peso, equivalente apenas a unas 100 dracmas; puesto en dinero de hoy (una conversión del todo relativa y al solo efecto de que nos podamos imaginar el impacto auditivo de la parábola con una y otra moneda):
-Cada talento equivalía a unos 20 kilos de plata, por lo que a precios de hoy rondaría los 8000 euros.
-Cada mina equivalía a unos 350 gramos de plata, por lo que, en la misma cotización actual, no pasaba de los 150 euros.
Cuando, entonces, en la versión de Lucas se habla de "ser fiel en lo mínimo", realmente se está hablando de un valor imaginario escaso, y es uno de los ejes de significado de la parábola: el término de comparación de ese valor imaginario escaso son unas ciudades que los servidores recibirán a cambio:
-el que gestionó bien la mina y produjo 10, recibe 10 ciudades, más la del mal negociador;
-el que gestionó bien la mina y produjo 5, recibe 5 ciudades;
-al mal negociador se le retira incluso ese escasísimo bien.
En cambio, en Mateo también se habla de "ser fiel en lo poco", pero eso poco no es escaso y mínimo, y no tiene el mismo sentido que en Lucas. Veamos las relaciones:
-uno recibió cinco talentos, y entregó otros cinco; recibe a cambio "el gozo de su Señor".
-el siguiente recibió dos, y entregó otros dos, cuatro en total; recibe a cambio "el gozo de su Señor"
-el mal negociador recibió uno y no lo hizo multiplicar, así que su talento se le entrega al primero, y a él se lo echa a las tinieblas.
Como vemos hay otras diferencias, no sólo el valor en juego:
-En Lucas los tres reciben inicialmente lo mismo, y una distinta capacidad negociadora los hace producir más o menos; en Mateo, las diferencias existen ya en el reparto.
-En Lucas el premio es proporcional al esfuerzo realizado: si se produjeron 10 minas, se reciben 10 ciudades, si 5, 5; en Mateo es "a todo o nada": lo que se recibe es, o el gozo del Señor o las tinieblas.
Sobre todo en esto último queda claro que, en torno a la misma parábola, se está hablando de dos cosas distintas; esas dos cosas las podríamos sintetizar así:
-La parábola contada por Lucas le habla a gente preocupada por el valor y sentido de los pequeños hechos de la vida diaria. La insistencia de todo el evangelio de San Lucas en la pobreza como signo del Reino no sólo tiene como referente que el público primario del Evangelio era de condición más bien humilde, sino que trata de llegar desde esa constatación de la pobreza al significado de una vida pobre en los valores profundos de la vida cristiana: pertrechar al creyente para que se acostumbrara a mirar la pobreza no como una carencia sino como un signo de elección, y por tanto ayudar a que sea la pobreza misma el motor de la acción cristiana de levadura en el mundo, por eso el "premio" a "negociar con poco" es algo que ocurre ya en este mundo: 10 minas, 10 ciudades para regir, etc..
-Mateo, sin desdeñar esto, que seguramente formaba parte esencial de la parábola tal como habrá salido de labios de Jesús (la expresión "ser fiel en lo poco" carece de contexto en la versión de Mateo), aprovecha la fuerza contenida en ella para llevar a los creyentes a meditar no en éste o aquel hecho de la vida cotidiana, sino en una valoración general de la vida. La versión de Mateo pone a los creyentes, no frente a circunstancias cambiantes de la vida, sino frente a lo que cada uno puede decir: "esto soy yo, esto he recibido yo de Dios, estos son mis 'talentos'". No es casual que en castellano la palabra "talento" haya pasado a querer decir "habilidad" o "capacidad natural": la etimología de este concepto en nuestro idioma hay que buscarla precisamente en la parábola de Mateo. Aunque luego veremos que ese "yo" del que habla la parábola no es -en primer lugar- el yo de cada creyente, sino el yo de la Iglesia.
Correspondientemente, así como la parábola no habla primordialmente de circunstancias de la vida, sino que da una mirada totalizante que cada uno puede hacer sobre su propia vida, el resultado no es algo "proporcionable", como en Lucas (cinco ciudades, diez ciudades, etc) sino lo único por lo que en definitiva vale la pena este todo o nada que es nuestra vida: el gozo del Señor o la tiniebla.
¿Cuál de estas parábolas contó Jesús? probablemente las dos versiones, y más también: Jesús era un predicador itinerante, así que -sobre la base de un repertorio de moldes narrrativos que pueden rastrearse perfectamente en los evangelios- adaptaría -como todo buen predicador- la "versión" del recitado a lo que en cada circunstancia percibiera como las necesidades del público concreto que tenía delante. De esa capacidad de Jesús de resonar con las expectativas, el lenguaje, las necesidaes concretas de su ocasional público, aprendieron los discípulos, y transmitieron a la primera Iglesia, de tal modo que cuando llegó la hora de dejar por escrito el Evangelio, la tarea no se hizo mecánicamente, como si se tratase meramente de fijar unos recuerdos evocados con objetiva neutralidad, sino que cada uno de los narradores re-sonó con éste o aquel aspecto de la prédica -inapresable en uno, dos, cuatro o mil libros- de Jesús.
Por eso, no sólo esta cuestión de los valores dice algo del sentido de la parábola, sino que también es relevante el contexto en el que cada uno de los dos evangelios la ha contado. El encadenamiento de esta parábola con las narraciones que la rodean forma un fragmento de predicación concreta, responde a un conjunto de expectativas que pudo haber tenido la comunidad de destinatarios originales... y que podemos tener nosotros. Como ejemplo de lectura me concentraré en el contexto de San Mateo (aunque puede hacerse el mismo trabajo con la versión de San Lucas):
Ocupa un fragmento del capítulo 25, los versículos 14 al 30, viene precedida de la "parábola de las vírgenes necias y las prudentes" (vv 1-13), y seguida del fragmento sobre el juicio final donde son reconocidos los que obraron el bien, aunque no hayan conocido al Señor (vv 31 al 46).
No parece que la "costura" entre un relato y otro sea muy sólida, al menos al modo como nosotros estructuramos los textos en la actualidad; sin embargo, quien haya leído un poco, no demasiado, apenas un poco de pensamiento rabínico (por ejemplo, fragmentos del Talmud) reconocerá enseguida esta manera de engarzar un texto al lado de otro basándose en similitudes circunstanciales, de una manera que podríamos llamar "pensamiento por contigüidad", muy apegado a lo que es el estilo oral. Uno casi puede imaginar cuál es el proceso mental que de un texto evoca otro:
"El reino de los cielos es semejante a diez vírgenes [...] velad porque no sabéis ni el día ni la hora. (Y hablando del momento final) también se parece a un hombre [...]  Allí será el llanto y el rechinar de dientes. (Y ya que mencionamos el juicio) Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria [...]"
Este modo de ligar relatos permite, al menos en teoría, contarlos en infinidad de contextos, y en combinaciones de lo más variadas: basta que haya alguna palabra, tema, pregunta, preocupación, que sirva para estructurarlos en el momento.
Ahora bien, siendo la unión débil y circunstancial, es sin embargo altamente significativa; es decir: precisamente porque no hay ninguna razón literaria para poner juntos a la parábola de los talentos, a la de las vírgenes y al fragmento del juicio, el hecho de que ser relacionen entre sí contiene una intencionalidad que puede ser relacionada con las razones de la predicación, alma del sentido en los evangelios.
Sin necesidad de desarrollarlo aquí, recordemos las líneas fundamentales de la estructura de San Mateo, para entender el lugar que ocupa esta parábola:
El evangelio está repartido en siete bloques:
1 prólogo (Evangelio de infancia) - Caps 1-3
1 epílogo (Evangelio de Pasión) - Caps 26-28
5 "discursos" en torno al "Reino" que evocan la idea de un nuevo "Pentateuco": caps 4-7; 8-10; 11-13; 14-18; 19-25: el Evangelio como nueva ley del nuevo pueblo de Dios. Cada uno de esos "discursos" se compone de "hechos" -acciones de Jesús o de los discípulos- y de "palabras" que desarrollan el sentido profundo de esos hechos, generalmente incluso puede diferenciarse muy bien entre el bloque de hechos y el de palabras, aunque no en este 5º discurso que nos ocupa, donde están más entrelazados.
El capítulo 25 forma parte de las "palabras" del último discurso. Todo el discurso tiene como tema general la "consumación del Reino": a través de algunos hechos (invectivas contra los fariseos, entrada mesiánica -Ramos-, expulsión de los vendedores, etc...) y de algunas enseñanzas (indisolubilidad escatológica del matrimonio, parábola de los obreros de la última hora, parábola del banquete de bodas, y otros -entre ellos el cap 25-) Jesús termina de romper con la "lógica" de Israel: la lógica de la Ley, la lógica de la pureza, la lógica del mérito, la lógica de la proporción entre nuestro obrar y el de Dios, la lógica -en definitiva- de la religión concebida humanamente. No se trata de que esa concepción esté errada (por eso Jesús, en Mateo, insiste en que no viene a abolir sino a cumplir), sino que esa concepción humana de la religión, por querer "respetar" los "derechos de Dios", por querer poner de manifiesto lo más sagrado de Dios, termina ahogando el misterio de Dios, el misterio de gracia y de misericordia.
Cuidado, entonces, porque la lectura personalista que solemos hacer de esta parábola de los talentos, comparando nuestra vida personal a la del hombre al que se han dado n talentos, y debe negociar con ellos para hacerlos producir, no es la intención primera, la intención predicante; esa intención primera habla ante todo de los dones dejados a la Iglesia en el tiempo que durará la ausencia escatológica del Señor resucitado.
A diferencia de lo que hizo Israel con los dones que Dios le dejó, la Iglesia debe hacerlos rendir, no guardárselos, no "custodiarlos para que no se pierdan" (que es la actitud sacral-farisea por excelencia), sino invertirlos, ponerlos a negociar.
Si nos preguntamos, por ejemplo, si Jesús prefiere la iglesia-cambalache de los '70 o la iglesia-inmaculada de la reacción lefevbrista, aquí tenemos una posible respuesta: quizás puestos a negociar, los años '70 lo perdieron todo... pero lo intentaron, a diferencia de los otros, que no arriesgaron nada: escondieron el talento, diríamos con la parábola.
El término de comparación de la parábola es la actitud de Israel, el quietismo de la inamovible tradición, que termina resultando una traición a la fuerza arrolladora que Jesús quiere para el reino.
Por supuesto esta parábola se equilibra con la de las vírgenes, que establece cierto criterio de lo que puede ser llamado "necio" y lo que debe ser considerado "prudente": prudente es estar preparados para la venida del Novio, necio, por el contrario, perder de vista para qué se estaba en espera; así que ya tenemos otro aspecto de lo que puede considerarse una correcta negociación de los talentos: aquello que mantiene -e incluso aumenta- la tensión hacia la consumación del reinado de Jesús, eso es lo que podemos poner del lado de hacer crecer los talentos.
También esta parábola se equilibra con el fragmento del Juicio: cuál es el criterio de una Iglesia que haya realmente logrado consonar con la religión que quiere Jesús; y es muy claro: una Iglesia del servicio.
No se trata, entonces, de hablar de "hacer crecer los talentos" como si se tratara de una mera frase para adornar estampitas piadosas, sino de que esa acción tiene contenidos muy definidos:
-Tensión hacia la espera de Jesús.
-Servicio concreto a los hombres.
-Rechazo del inmovilismo pseudo-sagrado.

Este trabajo con los talentos es, primero que nada, una acción de la Iglesia: la parábola se dirige a la vida real de la Iglesia en el tiempo de la espera. Sólo en segundo término podemos aplicárnoslo cada uno a nuestra vida personal, y confrontar si nuestras acciones responden a una "negociación con los talentos" o más bien nos quedamos estancados y como inmóviles para evitar "meter la pata". Pero siempre teniendo en cuenta que el tema del que habla es el reino y el crecimiento del reino, se trate de las acciones de la Iglesia (primer sentido) o de nuestras acciones personales (segundo sentido).
Lo que nunca deberíamos hacer (¡ay! ¿no es tal vez la lectura que más hacemos?) es leer esta parábola como si volviera a introducir la lógica de la Ley, como si se nos hablara del mérito que nosotros tenemos que imprimir a nuestra vida para hacernos acreedores de la salvación. La parábola no habla de lo maravillosamente perfectos y triunfantes que tenemos que ser en todos los aspectos de nuestra vida, no habla de eficacia y rendimiento, sino del modo como la Iglesia y sus miembros se mueven en relación al Reino y a la espera del reinado concreto y efectivo de Jesús, donde vendrá a restañar las heridas, sanar nuestra humanamente incurable incapacidad, y repartir gracia a manos llenas, entrando a cada uno al "gozo de su Señor".
RECEMOS.



SANTA ISABEL DE HUNGRÍA

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MANIFESTACIÓN POR LA VIDA.MADRID 22.11.14

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Actualizado 18 noviembre 2014

Decidir quién es digno de vivir o ser sacrificado. BXVI


"Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces y cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí mismos lo que es verdad o no; lo que es bueno o malo; lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento".Benedicto XVI. JMJ Madrid 2011 
Desde los primeros siglos, el cristianismo ha defendido la vida humana desde su concepción. En la Didajé, un breve escrito catequético del principios del siglo II, se dice: "No procurarás el aborto ni destruirás al recién nacido". En la Epístola de Bernabé (XIX, 5), también del siglo II, dice que el cristianismo repudia "matar al niño procurando el aborto, ni tampoco destruirlo después de nacer". 
En la Carta a Diogneto (S. II) se dice que los cristianos “Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho. 
La vida es un don de Dios, un bien que los seres humanos recibimos inmerecidamente. Como don de Dios, no podemos disponer de ella como se nos antoje. Hoy en día existen cristianos que ven el aborto como un mal menor que debe ser tolerado para no dañar la libertad individual de las personas. Estos cristianos olvidan que la vida de un ser indefenso no puede ser considerada como ofrenda a los dioses de la concordia y la tolerancia social. 
La vida es un bien que puede ser defendido de muchas formas, entre ellas a través de los ordenamientos jurídicos, por ello se considera un derecho y se defiende, como tal, dentro de los sistemas judiciales y políticos. Aunque la reducción de un bien, a un derecho, conlleva ventajas de dinámica social y política, hay que estar atentos para no caer en la trampa reduccionista. Si consideramos la vida sólo como un derecho, este puede ser contrapuesto con otros de igual nivel o superior. Considerarlo un bien impide que sea negociado y gestionado, por los políticos de turno. 
Los parlamentos nacionales de cada estado o país y por lo tanto, las votaciones son lo que fija una jerarquía de derechos u otra. Esta dinámica política nos induce a pensar que la negociación política es la única forma de defender la vida y no es así. Otras veces intentamos cambiar la sociedad con ruido social. Pensamos que si hacemos suficiente ruido, asustaremos a los políticos y cambiarán las leyes. Es posible que dé resultado, pero tampoco esta la única forma de actuar. Frecuentemente nos olvidamos de la parábola de la masa de trigo y la levadura. Levadura que transforma la sociedad, sin ruido social ni negociaciones políticas. 
Pensemos en lo que la Carta a Diogneto nos señala. Los cristianos “Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña”. 
El cristiano vive en una dimensión social y política diferente a la de los ciudadanos normales. Nos sentimos forasteros y por lo tanto, no nos vemos obligados a aceptar “derechos” que son inhumanos y atroces. No aceptamos el aborto como derecho, porque no lo puede ser. La vida la entendemos como un bien superior que no puede ser negociado o sometido a las economías sociales de cada momento. Hay que ser conscientes que los bienes son innegociables porque su ausencia conlleva siempre un mal social y humano. 
Este 22 de noviembre se celebra una manifestación a favor de la vida en Madrid (España) No puedo dejar de invitar a participar a todas aquellas personas que se sientan cómodas en el activismo social. Pero a las personas que no se sientan cómodas haciendo ruido y creando miedo en los políticos de turno, hay que decirles que no se sientan como cristianos de segunda. Hay muchas formas de luchar por la vida y quizás la levadura sea la más eficiente de todas. Ahí está nuestro reto como cristianos.

DISCURSO DE LA MADRE TERESA SOBRE EL ABORTO

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HOY MANIFESTACIÓN EN MADRID 

CONTRA EL ABORTO

DISCURSO DE LA MADRE TERESA, SOBRE EL ABORTO, EN EL DESAYUNO DE ORACIÓN NACIONAL DE WASHINGTON, D.C., 3 de febrero 1994.

En Febrero de 2014 se cumplieron dos décadas de la histórica intervención de la Madre Teresa de Calcuta en el Desayuno de Oración Nacional que tradicionalmente se celebra cada año en Washington, DC. Fue el 3 de febrero de 1994 y fue histórico porque, ante una clase dirigente norteamericana cómplice o tolerante con el aborto, la fundadora de las Misioneras de la Caridad proclamó con valentía la verdad sobre ese crimen, y lo hizo además no como una mera proclamación que se llevase el viento, sino con argumentos sólidos e irrefutables que convenciesen, o al menos inquietasen la conciencia, de los presentes.


Discurso de la MADRE TERESA DE CALCUTA:

Creo que el mayor destructor de la paz hoy es el aborto. Porque Jesús dijo: "Si recibís a los más pequeños, me recibís a mí". Así que todo aborto es un rechazo a recibir a Jesús, es el desprecio de recibir a Jesús. Realmente es una guerra contra los niños matar a directamente a un niño inocente, asesinado por su propia madre.

Si aceptamos que una madre puede asesinar a su propio hijo, ¿cómo podemos decirle a los demás que no se maten unos a otros? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y recordemos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así que la madre que esté pensando en abortar, debe ser ayudada a amar, o sea, a dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. 

Porque el niño es el mayor regalo de Dios a la familia, porque ha sido creado para amar y ser amado.

En cuanto al padre del niño, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas. Y con el aborto, al padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida, y se le induce a poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Un país que acepta el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para conseguir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.

El mayor regalo que Dios le ha dado a nuestra congregación es luchar contra el aborto mediante la adopción. Ya hemos dado, sólo en nuestro hogar en Calcuta, más de tres mil niños en adopción. Y puedo decirles cuánta alegría, cuánto amor y cuánta paz han llevado estos niños a esas familias. Ha sido un verdadero regalo de Dios para ellos y para nosotros.

Recuerdo que uno de los pequeños estaba muy enfermo, así que les pedí a los padres que me lo devolvieran y que les daría uno sano. Pero el padre me miró y me dijo: "Madre Teresa, llévese mi vida antes que el niño". Es hermoso ver cuánto amor, cuánta alegría ha llevado ese niño a esa familia. 

Recen por nosotros para que podamos seguir con este hermoso regalo. Y también les hago una propuesta: nuestras hermanas están aquí, si alguno no quiere un hijo, dénmelo, yo sí lo quiero.

En el último día, Jesús dirá a los que están a su derecha, "Vengan, entren al Reino. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste". Luego Jesús les dirá a los que están a su izquierda y les dirá, " Apártense de mi porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve enfermo y no me visitaron." Ellos le preguntarán, "¿Cuándo te vimos hambriento, o sediento o enfermo y no te ayudamos?" Jesús les responderá, "Lo que dejaron de hacer por uno de éstos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mi!"

Al encontrarnos aquí reunidos para orar juntos, pienso en lo bello que será si comenzamos con una oración que expresa muy bien lo que Jesús quiere que hagamos por los más pequeños. San Francisco de Asís comprendía muy bien las palabras de Jesús y su vida quedó bien plasmada en esta oración. Esta oración que nosotras decimos todos los días después de recibir la Santa Comunión, no deja de sorprenderme, porque la encuentro muy adecuada para cada uno de nosotros. Siempre me he preguntado si hace ochocientos años, cuando San Francisco vivió, tuvieron las mismas dificultades que enfrentamos hoy en día. Creo que ya algunos se sabe la oración de la Paz, por lo tanto la rezaremos juntos.

Oración de San Francisco:

Señor, hazme un instrumento de Tu paz, donde haya odio que yo siembre amor, donde haya injuria, lleve yo el perdón, donde haya duda, lleve yo la fe, donde haya desaliento, lleve yo la esperanza, donde haya obscuridad, lleve yo la Luz, donde haya tristeza, lleve yo la alegría. OH Divino Maestro, permíteme no ser consolado sino consolar, comprendido sino comprender, amado sino amar. Porque dando se recibe, perdonando se es perdonado, y muriendo en Ti se nace a la vida eterna.

Demos gracias a Dios por la oportunidad que nos ha dado en venir a orar juntos. Hemos venido aquí, para orar, especialmente, por la paz, gozo y amor. Recordemos que Jesús vino a entregarle las buenas noticias a los pobres. El nos dijo cuales eran esas buenas noticias cuando dijo: "Mi Paz os dejo, Mi Paz os doy." El no vino a dar la paz que da el mundo, la cual es simplemente la que unos no molestan a otros. Él vino a dar la paz del corazón, la cual viene cuando amamos hacer el bien al prójimo.

Dios amó tanto al mundo que le entregó su único Hijo - era ya un hecho. Dios le dio su Hijo a la Virgen María, ¿y qué fue lo que Ella hizo? En cuanto Jesús vino a la vida de María, Ella inmediatamente fue rápido a dar las buenas noticias. Y entró a la casa de su prima Isabel, y las Escrituras dicen que su hijo, aún no nacido, el niño dentro del vientre de Isabel, saltó de gozo. Desde el vientre de María, Jesús trajo paz a Juan el bautista quien saltó de gozo en el vientre de Isabel.

Y como si no fuera suficiente, que Dios Hijo se hiciera uno de nosotros y nos trajera Paz y Gozo mientras todavía se encontraba en el vientre de María, Jesús también murió en la Cruz para demostrar un amor aún más grande. El murió para ti y para mi, y por el leproso, y por el que muere de hambre, y por el que se encuentra desnudo y tendido en la calle, no solo de Calcuta, sino de Africa, y de todos lados. Nuestras hermanas le sirven a los pobres en 105 países alrededor del mundo. Jesús insistió que nos amaramos los unos a los otros como El nos ama. Jesús dio su vida para amarnos y nos dice que nosotros también debemos dar lo que sea para hacer el bien al prójimo. En los evangelios, Jesús dice claramente: "Amense como yo los he amado." Jesús murió en la Cruz porque eso es lo que se requería de El para hacer un bien por todos nosotros, para salvarnos de nuestros pecados de egoísmos. El dio todo para cumplir con la voluntad del Padre para demostrarnos que nosotros también debemos estar dispuestos a darlo todo para cumplir la voluntad de Dios, para amarnos los unos a los otros como El nos ha amado. Si nosotros no estamos dispuestos a darlo todo para hacer el bien al prójimo, el pecado todavía vive en nosotros. Es por ello que nosotros también debemos dar hasta que duela. No es suficiente que digamos "Amo a Dios". Tengo también que amar a mi prójimo. San Juan nos advierte que somos mentirosos si decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo.

¿Cómo se puede amar a Dios, a quien no se ve, si no amas a tu prójimo a quien puedes ver, puedes tocar, y con quien vives?

Por lo tanto, es muy importante entender que amar, para que sea verdadero amor, tiene que doler. Debo estar dispuesto a darlo todo, lo que sea para no hacerle daño a la gente y, de hecho, para hacerle el bien. Esto requiere que yo esté dispuesto a dar hasta que duela. De otro modo, no hay verdadero amor en mi y por ende, en lugar de traer buenas noticias, le traigo injusticia, y no traigo paz a los que están a mi alrededor. A Jesús le dolió amarnos. Hemos sido creados a Su imagen para cosas mucho más grandes, para amar y ser amados. Debemos "vestirnos de Cristo" como dicen las Escrituras. Por eso, hemos sido creados para amar y ser amados, Dios se hizo hombre para comprobarnos que podemos amar de la misma manera que El nos amó. Jesús se hace el hambriento, el desnudo, el desamparado, el rechazado, y nos dice, "me lo hicieron a mi". En el último día El le dirá a los de su derecha, "Lo que hicieron a uno de mis pequeños, me lo hicieron a Mi" y también dirá a los de su izquierda, " Lo que dejaron de hacer a uno de mis pequeños, me lo dejaron de hacer a Mi."

Cuando Jesús moría en la cruz, dijo "Tengo sed." Jesús está sediento por su amor, esta es la sed de todos, pobres y ricos. Todos estamos sedientos por el amor de otros, ver que alguien vaya fuera de su camino no solo para dejarnos de hacer un daño sino al contrario para hacernos un bien. Este es el significado del verdadero amor, dar hasta que duela.

Nunca se me olvidará la experiencia que tuve al visitar una institución donde los hijos envían a sus Padres ya de la tercera edad para olvidarse de ellos. Vi que en este hogar, esta gente de tercera edad lo tenía todo, buena comida, un lugar cómodo, televisión, lo tienen todo, sin embargo todos tenían sus miradas puestas en las puertas de entrada. Y no vi a ninguno con una sonrisa en sus rostros. Yo le pregunté a la Hermana: " ¿Porqué ellos, que tienen todas las comodidades aquí, porqué miran hacia las puertas?¿Porqué no sonríen?" Yo estoy tan acostumbrada a ver sonrisas en los rostros de la gente, inclusive hasta los moribundos. Y la Hermana dijo: "Así es aquí todos los días. Ellos siguen esperando, y deseando que un hijo o una hija los vengan a visitar. Ellos están dolidos porque han sido olvidados." Falta de amor trae pobreza espiritual. Tal ves en nuestras propias familias, tenemos a alguien que se sienta solo, enfermo, preocupado. ¿Estamos con ellos? ¿Los acompañamos o los ponemos al cuidado de otros? ¿Estamos dispuestos a dar hasta que duela para estar con nuestras familias, o ponemos nuestros propios intereses primero? Estas son las preguntas que nos debemos hacer, especialmente al comienzo del año de la familia. Debemos recordar que el amor comienza en casa y debemos recordad que "el futuro de la humanidad pasa a través de la familia."

Me sorprendió ver en el Occidente, que tantos jóvenes se entregan a las drogas. Yo he tratado de averiguar porqué. ¿Porqué en el Occidente son así, si tienen muchísimo más que los de Oriente? La respuesta fue: " Porque no hay nadie en sus familias para recibirlos." Nuestros hijos dependen de nosotros para todos, su salud, su nutrición, su seguridad, el conocer y el amar a Dios. Por todo esto, ellos nos miran con confianza, esperanza y expectativa. Pero muy a menudo el Padre y la Madre están tan ocupados que no tienen tiempo para sus hijos, o tal ves ni siquiera están casados o se han dado por vencidos en su matrimonio. Por lo tanto, los niños van a las calles y se involucran con las drogas y con otras cosas. Hablamos del amor a los niños que es donde el amor y la paz deben comenzar. Estos son los hechos que contribuyen al rompimiento de la paz. Pero siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es la guerra en contra los niños, el asesinato directo de los inocentes, asesinato de la Madre en contra de si misma.

Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y nos recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la Madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. El Padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la Madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas.

Y con el aborto, al Padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida. El Padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.

Mucha gente se preocupan bastante por los niños de la India, con los niños de Africa donde muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupan por toda la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que intencionalmente están siendo asesinados por decisión de sus propias Madres. Y este es el mayor destructor de la paz hoy en día - el aborto cegó a la gente.

Y por esto yo apelo en la India y en cualquier lugar - "traigamos de regreso a los niños." El niño es un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado. En este año de la familia, debemos traer a los niños al centro de nuestro cuidado y atención. Esta es la única manera en la que este mundo podrá sobrevivir, porque nuestros hijos son la única esperanza para el futuro. Cuando los ancianos son llamados a donde Dios, solo sus hijos los pueden reemplazar.

¿Pero que es lo que Dios nos dice? El dice: "Aunque la Madre olvidase a su hijo, Yo no te olvidaría. Te he grabado en la palma de mi mano." Todos estamos grabados en la palma de sus manos; el niño que fue abortado, también está grabado en la palma de su mano desde el momento de concepción y es llamado, por Dios, para amar y ser amado, no solo ahora en esta vida, pero para siempre. Dios no nos olvida nunca.

Les diré algo hermoso. Luchamos contra el aborto con la adopción, cuidando a la Madre y adoptando al niño. Hemos salvado a miles de vidas. Le hemos comunicado a las clínicas, a los hospitales y a las estaciones de policía :"Por favor no destruyan a los niños; nosotras nos encargaremos de ellos." Así es que siempre tenemos a alguien que le dice a las Madres en problemas: " Vengan, nosotros te cuidaremos, le conseguiremos un hogar a tu hijo." Y tenemos una gran demanda de parejas que no pueden tener hijos pero nunca le daré un hijo a una pareja que han hecho algo para no tener a un hijo. Jesús dijo "Quien quiera que reciba a este niño en mi nombre, a Mí me recibe." Al adoptar a un niño, estas parejas reciben a Jesús pero, al abortar a un niño, la pareja rechaza a Jesús.

Por favor no asesinen a los niños. Yo quiero a los niños. Por favor entréguenme los niños. Yo estoy dispuesta a aceptar a cualquier niño que lo hayan querido abortar y se lo entregaré a una pareja casada que lo amará y serán amados por ese niño.

Solo en nuestro hogar en Calcuta, hemos salvado a más de 3000 niños del aborto. Estos niños han traído tanto amor y gozo a sus Padres adoptivos y han llegado a crecer llenos de amor y gozo. Yo se que las parejas deben planificar sus familias pero para eso hay planificación familiar natural.

La manera de planificar las familias es por medios naturales no por medios anti conceptivos. Al destruir el poder de dar vida, por medio de la anti concepción, la pareja se hace daño a sí misma. Esto cambia la atención a sí mismos y destruye el regalo de amarse el uno al otro. Al amarse, el uno al otro, la atención está en el amor de uno para el otro. Al amarse, la pareja se da atención el uno al otro y esto es lo que sucede con la planificación familiar natural, y no hacia sí mismos como sucede egoísticamente con la anti concepción. Una vez el amor viviente es destruido por la anti concepción, el aborto le prosigue fácilmente como el paso a seguir.

Yo se que hay grandes problemas en el mundo, que muchas parejas no se aman lo suficiente para utilizar planificación familiar natural. No podemos resolver todos los problemas del mundo, pero no permitan traer el peor problema de todos, y ese es el que destruye el amor. Y esto es lo que pasa cuando la gente practica anti concepción y aborto.

Hay muchos pobres en el mundo. Ellos nos pueden enseñar muchas cosas bellas. Una vez, una de ellas vino a agradecerme por enseñarle planificación familiar natural y dijo: "Ustedes que practican castidad, son los mejores en enseñarnos planificación familiar natural porque no es nada más que auto control por amor del uno al otro." Y lo que esta persona pobre dijo es muy cierto. La gente pobre pueda que no tengan nada que comer, tal ves no tengan un hogar donde vivir, pero son personas grandiosas y muy ricas espiritualmente.

Cuando recojo a una persona e la calle, hambrienta, yo le doy un plato de arroz y un pedazo de pan. Pero una persona que está sola, se siente rechazada, como que nadie la ama, atemorizada, esa persona que ha sido rechazada por la sociedad, tiene una pobreza que es mucho más difícil de vencer y esa es la pobreza espiritual. El aborto, el cual prosigue a la anti concepción, lleva a la gente a ser espiritualmente pobre, y esa es la peor pobreza y la más difícil de vencer.

Los que son materialmente pobres pueden ser gente maravillosa. Una tarde fuimos a recoger cuatro personas de la calle. Una de ellas estaba en una condición horrible. Le dije a las Hermanas :"Ustedes encárguense de las otras tres; yo me encargaré de la que se ve peor." Así es que hice todo lo que mi amor pudo hacer por ella. La acosté en una cama y ella tenía una bellísima sonrisa en su rostro. Ella me tomó de la mano, y dijo una tan sola palabra: "gracias" y luego murió.

No pude hacer nada más que examinar mi conciencia ante ella.Y pregunté "¿Qué diría yo si estuviera en su lugar?" Mi respuesta fue sencilla. Yo hubiese tratado de atraer atención. Hubiera dicho: "tengo hambre, me muero, tengo frío, estoy en dolor" o algo. Pero ella me dio mucho más, ella me dio su gran amor. Y murió con una sonrisa en su rostro. También había un hombre que recogimos de los alcantarillados, medio comido por los gusanos y, después que lo trajimos a la casa, el solo dijo:

"He vivido como un animal en la calle, pero voy a morir como un ángel, amado y cuidado."

Luego, después que le quitamos los gusanos del cuerpo, todo lo que dijo, con una gran sonrisa fue: "Hermana, voy a casa donde Dios" y luego murió. Fue tan maravilloso ver la grandeza de ese hombre que podía hablar así, sin culpar a nadie, sin comparar nada. Como un ángel, esta es la grandeza de la gente que son espiritualmente ricos aunque sean materialmente pobres. No somos trabajadoras sociales. Podremos hacer trabajo social a los ojos de algunas gentes, pero nosotras debemos ser contemplativas en el corazón del mundo. Porque tocamos el cuerpo de Cristo y estamos siempre en su presencia.

Ustedes también deben traer la presencia de Dios a sus familias, porque la familia que reza unida, se mantiene unida.

Hay demasiado odio, demasiada miseria, y con nuestras oraciones, con nuestros sacrificios comenzamos desde el hogar. El amor comienza en casa, y no es cuanto hacemos, pero cuanto amor ponemos en lo que hacemos.

Si somos contemplativas en el corazón del mundo con todos los problemas, estos nunca nos podrán desanimar. Debemos recordar siempre que Dios nos dice en las Escrituras: "Aunque una Madre olvidase a su hijo en su vientre, algo imposible, pero si ella lo llegara a olvidar, Yo nunca te olvidaría." Y por eso me encuentro aquí dirigiéndome a ustedes. Quiero encontrar a los pobres aquí, justo en sus propios hogares primero. Y comenzar a amar ahí. Sean portadores de buenas noticias a su familia primero. Y luego a sus vecinos. ¿Los conocen? Yo tuve una gran experiencia de amor al prójimo con una familia Hindú. Un hombre vino a nuestro hogar y dijo: " Madre Teresa, hay una familia que no ha comido por mucho tiempo. Haga algo." Así es que tomé algo de arroz y fui inmediatamente. Y vi a los niños, sus ojos brillaban de hambre. No se si alguna vez han visto hambre. Yo si y con mucha frecuencia. Y la Madre de la familia tomó el arroz que les di y fue afuera. Cuando regresó, le pregunté: "¿Adonde fue? ¿qué fue lo que hizo?" Y me dio una respuesta muy sencilla: "Ellos también tienen hambre." Lo que me impactó fue que ella sabía eso, y quienes eran también. Una familia de Musulmanes, y ella lo sabía. No traje más arroz esa tarde porque quería que ellos, Hindúes y Musulmanes, disfrutaran de el gozo de compartir. Y los niños irradiaban gozo, compartiendo el gozo y la paz con su Madre porque ella supo amar hasta que le dolió. Y ven que ahí es donde comienza, en casa con la familia.

Así es que, como lo demuestra esta familia, Dios nunca nos olvida y siempre hay algo que ustedes y yo podemos hacer. Podemos mantener el gozo de amar a Jesús en nuestros corazones, y compartir ese gozo con todos los que entremos en contacto. Tomemos una determinación, que ningún niño sea rechazado o que no sea amado, o que no se preocupen por el o que no lo asesinen y lo tiren a la basura. Y den hasta que duela, con una sonrisa.

Ya que hablo mucho de dar con una sonrisa, una vez un profesor de los Estados Unidos me preguntó:"¿Esta casada?" y le dije : "si, y a veces encuentro muy difícil darle una sonrisa a mi esposo, Jesús, porque El puede ser bastante exigente a veces". Esto es verdaderamente cierto.

Y de ahí es de donde sale el amor, cuando es exigente, y cuando todavía podemos darlo con gozo.

Una de las cosas más exigentes para mi es viajar a cualquier lado - y con publicidad. Yo le dije a Jesús que si no voy al cielo por cualquier otra cosa, que iré al cielo por lo menos por todos los viajes, con toda la publicidad, que hago, eso me ha purificado y me ha sacrificado, y en verdad me ha preparado para ir al cielo. Si recordamos que Dios nos ama, y que podemos amar a otros así como El nos ama, entonces América puede llegar a ser una señal de paz para el mundo.

Desde aquí, un aviso de cuidar a los más débiles, a los no nacidos, debe salir hacia el mundo. Si ustedes se convierten en un faro ardiente de justicia y paz en el mundo, entonces verdaderamente serán fieles a lo que los fundadores de este país representaban. Que Dios los bendiga!

Discurso íntegro de la Madre Teresa de Calcuta en el Desyuno de Oración Nacional de 1994 (Washington, DC, 3 de febrero de 1994)
(Traducción de Priests for Life [Sacerdotes por la Vida].)
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