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BEATA TERESA DE CALCUTA. 10 DE SEPTIEMBRE EL DIA DE LA INSPIRACIÓN

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Teresa de Calcuta – El día de la inspiración 

Teresa de Calcuta - El día de la inspiración

La llamada dentro de la llamada

Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, lo que permitió a la comunidad de la Madre Teresa regresar al convento de Entally, se produjo en Calcuta el estallido de la violencia entre hindúes y musulmanes. El 16 de agosto de 1946, llamado “Día de la Acción Directa” por la Liga Musulmana, las calles de la ciudad se convirtieron en escenario de un dantesco baño de sangre que se saldó con cinco mil muertos y quince mil heridos.
Aquel episodio, antecedente de la división e independencia de la India —por la que Mahatma Gandhi había iniciado en la década de los treinta su movimiento de no violencia— será presenciado en primera línea por la Madre Teresa, quien en busca de alimentos para sus alumnas hambrientas, se lanzó a la calle; en sus propias palabras “Vi los cuerpos en las calles, apuñalados, golpeados, yaciendo en su sangre seca.” Las duras experiencias vividas llevaron a la joven religiosa al agotamiento. Ante el temor de que pudiera enfermar de tuberculosis, se le impuso descanso, lo cual constituyó para ella un auténtico sacrificio.
Además, y con el objetivo de alejarla de su duro entorno, fue enviada a Darjeeling, en la montaña, a fin de pasar allí unos días de retiro que le permitieran la recuperación física y la renovación espiritual. La mañana del 10 de septiembre de 1946, la Madre Teresa partió de la estación de Howrah, en Calcuta, para dirigirse a Siliguri, donde habría de tomar otro tren rumbo a Darjeeling. Sin embargo, aquel segundo tren, llamado “de juguete” por sus pequeñas dimensiones, la conduciría, de manera insospechada, a un destino mucho más profundo y trascendente que el esperado.
Lo que sucedió en aquel viaje realmente no lo conocemos aún hoy con el detalle que desearíamos, pero sí podemos decir, observando la vida de Madre Teresa, que quien tomó aquel tren no fue la misma persona que lo abandonó. Tras vivir el hecho que dominaría el resto de su existencia, el alma de Madre Teresa fue indeleblemente transformada. Aquel día, en aquel tren, comenzaría esa obra mundial de amor llamada Misioneras de la Caridad. Pero ¿qué fue lo que sucedió?, ¿cuál fue la experiencia cumbre de la vida de esta santa?
Nuestra curiosidad no podrá ser nunca plenamente satisfecha por dos motivos. El primero, la inefabilidad de la experiencia. No hay palabras capaces de describir a Dios y lo que Teresa vivió en aquel tren fue un encuentro profundo y único con Dios. El segundo, su deseo de proteger su más preciado tesoro con el silencio y, como hiciera María, guardarlo en su corazón.
Únicamente al final de su vida, conmovida por una carta cuaresmal escrita por Juan Pablo II acerca de la sed de Jesús, se siente llevada a hablar de forma más explícita sobre su vivencia del 10 de septiembre, día al que ella siempre se refirió como “de la Inspiración.” Así, eligiendo la fecha del 25 de marzo de 1993, festividad de la Anunciación, la Madre Teresa escribe la llamada “Carta de Varanasi” donde, desde esta ciudad a orillas del Ganges, revela la buena nueva que, muchos años antes, en aquel tren, le fuera anunciada. La carta comienza así:
 “Mis queridísimos hijos:
Jesús quiere que os diga una vez más cuánto es el amor que Él tiene para cada uno de vosotros —más allá de todo lo que podáis imaginar— (…). No solo os ama; aún más, Él os anhela. Él tiene sed de vosotros.”
Y continúa diciendo:
 “Hasta que no sepáis profundamente en vuestro interior que Jesús tiene sed de vosotros, no podéis empezar a saber quién quiere ser Él para vosotros. O quién quiere que seáis vosotros para Él.”
Aquella mañana del 10 de septiembre de 1946, en algún punto de su viaje, Teresa fue visitada. Sorprendida por una inmensa cantidad de Luz y Amor que anegaron su alma y su corazón recibe una gracia de la que, en su humildad, se siente inmerecedora. E inmersa en esa Luz y en ese Amor, le es revelado el significado más profundo de las palabras de Cristo en la cruz: “Tengo sed”. Dos palabras que resumirán desde ese instante su vida y que concentran el carisma de las Misioneras de la Caridad.
“Tengo sed”, las palabras que Jesús pronuncia en un momento de dolor infinito. Ha sido humillado, golpeado, crucificado en la más absoluta injusticia tras ser abandonado; “traspasado por nuestras iniquidades y triturado por nuestros pecados” (Is 53,5), según anunció el profeta.
Y en la cruz suplica: “Tengo sed”
Su sed es reflejo, no de su necesidad literal de agua, sino de su profundo anhelo por nuestro amor. Amar nos hace vulnerables ante aquellos a quienes amamos. Él nos ha amado hasta el extremo, hasta entregar Su vida por nosotros — “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13)—; y, en la misma medida, necesita nuestro amor. Esta revelación nos sitúa ante un abismo, ante un insondable y maravilloso misterio anclado en la dimensión más humana de Dios. El ser humano experimenta la necesidad de amor de aquellos a quienes ama y Dios hecho hombre clama por nuestro amor. O, como San Agustín escribió, Deus sitit sitiri (“Dios tiene sed de que tengamos sed de Él”).
Y este es el hondo significado de estas dos palabras que, invariablemente, podemos encontrar escritas en multitud de idiomas junto a la cruz de todas las capillas de las Misioneras de la Caridad.
Pero la Madre Teresa también se referirá al 10 de septiembre como el día en que recibió “la llamada dentro de la llamada” pues, en aquel tren, Dios le pide que abandone su convento y entregue su vida a los más pobres de entre los pobres. Pero ¿cuál es el vínculo de unión entre las dos palabras que conformarían la nueva vocación de la Madre Teresa y el servicio a los más pobres?
La respuesta a esta pregunta la encontramos en el capítulo veinticinco del Evangelio de San Mateo: “Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; peregriné y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis (…). Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo (…)? Y el Rey les dirá: “ En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de mis hermanos, a mí me lo hicisteis.”
Así, la Madre Teresa junto a sus Misioneras de la Caridad dedicarán sus vidas a saciar la sed de amor de Cristo a través de su reconocimiento en los más pobres de entre los pobres. Es Dios mismo quien le pide que lleve su luz y su amor a los oscuros agujeros de los más necesitados.
Por ello, a partir de ese instante, el deseo de Teresa será, más que nunca, transformarse en un reflejo fiel del Señor para que todos y, en especial los desheredados, puedan —como expresaría con sus palabras­— “mirar y ya no verla a ella”, sino a Jesús en ella.
Y es verdad que la miseria en Calcuta es tan evidente que encontrar a los pobres es tarea sencilla; pero será años más tarde, cuando la Madre Teresa viaje a los países ricos, cuando descubra la que para ella constituye la peor de las pobrezas, la afectiva, la de las personas olvidadas, la de aquellos que no son nada para nadie.
Ella misma explicará: “La pobreza no solo consiste en tener hambre de pan, sino que más bien es un hambre tremenda de dignidad humana. Necesitamos amar y ser alguien para otra persona.” Por ello, para dar respuesta a la llamada de Dios, Teresa abrirá casas por todo el mundo, también en Estados Unidos, también en Europa.
Ciertamente, si miramos nuestro corazón a la luz de la humildad, todos podemos reconocer en él muchas pobrezas: la del orgullo, la de la envidia, la del egoísmo, la de la soberbia… Por ello, la misión de la Madre Teresa es universal. Cuando aquel día, en el tren, Dios le pide que lleve su luz y su amor a los más pobres de entre los pobres, está pensando, en algún momento, en todos y cada uno de nosotros. Aquel día, en aquel tren, en la mente de Dios estábamos todos. Por eso, la Madre Teresa creará una orden en la que todos tenemos un lugar.
Y este es, en esencia, el mensaje que le es anunciado el “Día de la Inspiración” y que ella guardará celosamente en su interior durante tantos años. Explicará así su decisión: “La llamada de Dios para ser Misionera de la Caridad es, para mí, como un tesoro escondido que, para poder comprarlo, lo vendí todo. Recuerde lo que dice el Evangelio sobre lo que hizo el hombre cuando encontró el tesoro escondido: lo escondió. Eso es lo que yo quiero hacer por Dios.”
Durante los meses siguientes a su experiencia en el tren, Dios permanecerá en íntima unión con Teresa, quien, a través de las locuciones y visiones que emergen de su oración, comprende de manera inequívoca el anhelo de Dios por llegar a través de ella a los pobres y la forma en que ella debería acercarlo: a través de una nueva congregación de religiosas indias revestidas con la pobreza y la caridad de la cruz.
Los temores se agolpan en el alma de Teresa que se siente débil, indigna y pecadora; pero que, consciente de su promesa de “no negarle nunca nada a Él”, acepta finalmente la voluntad de Dios. Su respuesta será firme: “Sabes, Jesús, estoy lista para ir en cualquier momento.”
Victoria Escudero

MADRE TERESA: HAZNOS DIGNOS, SEÑOR DE SERVIR

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HAZNOS DIGNOS, SEÑOR
Madre Teresa de Calcuta

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que tenga necesidad de alimento.
Cuando tenga sed, mándame a alguien que necesite de bebida.
Cuando tenga frío, mándame a alguien para que lo abrigue.
Cuando tenga un disgusto, ofréceme alguien para que lo consuele.
Cuando mi cruz se vuelva pesada, hazme compartir la cruz de otro.
Cuando me sienta pobre, condúceme hasta alguien que esté necesitado.
Cuando tenga tiempo, dame alguien a quien pueda ayudar unos momentos.
Cuando me sienta humillado, haz que tenga a alguien a quien alabar.
Cuando esté desanimado, mándame a alguien a quien dar ánimos.
Cuando sienta necesidad de comprensión de otros, mándame a alguien que necesite de la mía.
Cuando necesite que se ocupen de mí, mándame a alguien de quien tenga que ocuparme.
Cuando pienso sólo en mí mismo, atrae mi atención sobre otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos que, en todo el mundo,
viven y mueren pobres y hambrientos.
Texto de la Madre Teresa de Calcuta

MARÍA, DULCE NOMBRE DE MARÍA.

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Piensa en María e invócala en todos los momentos
San Bernardo, abad
De las homilías sobre las excelencias de la Virgen María (Homilía 2, 17, 1-33: SCh 390, 1993, 168-170)
El evangelista dice: Y el nombre de la Virgen era María. Digamos algo a propósito de este nombre que, según dicen, significa estrella del mar y que resulta tan adecuado a la Virgen Madre. De manera muy adecuada es comparada con una estrella, porque, así como la estrella emite su rayo sin corromperse, la Virgen también dio a luz al Hijo sin que ella sufriera merma alguna. Ni el rayo disminuyó la luz de la estrella, ni el Hijo la integridad de la Virgen. Ella es la noble estrella nacida de Jacob, cuyo rayo ilumina todo el universo, cuyo esplendor brilla en los cielos, penetra en los infiernos, ilumina la tierra, caldea las mentes más que los cuerpos, fomenta la virtud y quema los vicios. Ella es la preclara y eximia estrella que necesariamente se levanta sobre este mar grande y espacioso: brilla por sus méritos, ilumina con sus ejemplos.
Tú, que piensas estar en el flujo de este mundo entre tormentas y tempestades en lugar de caminar sobre tierra firme, no apartes los ojos del brillo de esta estrella si no quieres naufragar en las tormentas. Si se levantan los vientos de las tentaciones, si te precipitas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres zarandeado por las olas de la soberbia o de la ambición o del robo o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira o la avaricia o los halagos de la carne acuden a la navecilla de tu mente, mira a María. Si turbado por la enormidad de tus pecados, confundido por la suciedad de tu conciencia, aterrado por el horror del juicio, comienzas a ser tragado por el abismo de la tristeza, por el precipicio de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No la apartes de tu boca, no la apartes de tu corazón y, para conseguir la ayuda de su oración, no te separes del ejemplo de su vida. Si la sigues, no te extraviarás; si le suplicas, no te desesperarás; si piensas en ella, no te equivocarás; si te coges a ella, no te derrumbarás; si te protege, no tendrás miedo; si te guía, no te cansarás; si te es favorable, alcanzarás la meta, y así experimentarás que con razón se dijo: Y el nombre de la Virgen era María.

R/. Mi doctrina es más dulce que la miel, y mi herencia más que la miel y el panal. Y el nombre de la Virgen era María.
V/. Mi recuerdo por todas las generaciones.
R/. Y el nombre de la Virgen era María.

LA EXALTACION DE LA SANTA CRUZ

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Invoquemos a nuestro Redentor, que nos ha redimido por su cruz, y digámosle:
Por tu cruz, llévanos a tu reino
  • - Cristo, tú que te despojaste de tu rango y tomaste la condición de esclavo, pasando por uno de tantos,
    haz que los miembros de la Iglesia imitemos tu humildad
  • Por tu cruz, llévanos a tu reino
  • - Cristo, tú que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte, y una muerte de cruz, 
  • otórganos, a tus siervos, sumisión y paciencia
  • Por tu cruz, llévanos a tu reino
  • - Cristo, tú que fuiste levantado sobre todo por Dios, que te concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre",
    concede a tus fieles la perseverancia hasta el fin
  • Por tu cruz, llévanos a tu reino
  • - Cristo, a cuyo nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo,
    infunde la caridad en los hombres, para que te adoren en la paz
  • Por tu cruz, llévanos a tu reino
  • - Cristo, a quien toda lengua proclamará Señor, para gloria de Dios Padre,
    recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la felicidad eterna
  • Por tu cruz, llévanos a tu reino

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La Santa Cruz

Homilía en Lourdes el 14 de  Septiembre de 2008 de S,S. Benedicto XVI
“¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro” (S. Andrés de Creta, Sermón 10, sobre la Exaltación de la Santa Cruz: PG 97,1020). En este día en el que la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Evangelio que acabamos de escuchar, nos recuerda el significado de este gran misterio: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para salvar a los hombres (cf. Jn 3,16). El Hijo de Dios se hizo vulnerable, tomando la condición de siervo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cf. Fil 2,8). Por su Cruz hemos sido salvados. El instrumento de suplicio que mostró, el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de misericordia, signo de reconciliación y de paz. “Para ser curados del pecado, miremos a Cristo crucificado”, decía san Agustín (Tratado sobre el Evangelio de san Juan, XII, 11). Al levantar los ojos hacia el Crucificado, adoramos a Aquel que vino para quitar el pecado del mundo y darnos la vida eterna. La Iglesia nos invita a levantar con orgullo la Cruz gloriosa para que el mundo vea hasta dónde ha llegado el amor del Crucificado por los hombres, por todos los hombres. Nos invita a dar gracias a Dios porque de un árbol portador de muerte, ha surgido de nuevo la vida. Sobre este árbol, Jesús nos revela su majestad soberana, nos revela que Él es el exaltado en la gloria. Sí, “venid a adorarlo”. En medio de nosotros se encuentra Quien nos ha amado hasta dar su vida por nosotros, Quien invita a todo ser humano a acercarse a Él con confianza.

Es el gran misterio que María nos confía también esta mañana invitándonos a volvernos hacia su Hijo. En efecto, es significativo que, en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz. Más que un simple signo, Bernadette recibe de María una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación.
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NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE LOS DOLORES

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La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y, ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!
Llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma 
a su eterna gloria. Amén.


Ve, de la cruz pendiente,
la Madre dolorida
al Rey de eterna vida
que muere por mi amor;
y el vaticinio triste
de Simeón, cumplido,
deja en su pecho herido
la espada del dolor.


Por el común delito
la víctima se entrega,
y hasta la muerte llega
nuestro Dios y Señor,
y cada dolor suyo
acrece tus dolores,
Reina ayer de las flores,
hoy Reina del dolor.

Al ver de un Dios la muerte
y que su madre llora,
tiembla la tierra toda,
cual si fuera a estallar,
y hasta el velo del templo
se rasga dividido,
¿y el pecho endurecido
se negará a llorar?

Alma que ves en trance
tan duro e inclemente
penar al Inocente,
morir al mismo Dios,
atiende de María
el silencioso llanto
y piensa si hay quebranto
mayor que su dolor.

Mi culpa es tu tormento,
mi pecado tu herida,
oh Madre dolorida:
tu sufres, y es por mí.
Haz que en mi alma se clave
el despiadado acero
que, insensible y fiero,
hoy te traspasa a ti. Amén.

LOS LAICOS. FOMENTO DEL APOSTOLADO SEGLAR.

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DECRETO AD GENTES, S.S. PABLO VI
DOCUMENTO DEL CONCILIO VATICANO II

S.S. PAPA FRANCISCO

             FOMENTO DEL APOSTOLADO SEGLAR

21. La Iglesia no está verdaderamente fundada, ni vive plenamente, ni es signo perfecto de Cristo entre las gentes, mientras no exista y trabaje con la Jerarquía un laicado propiamente dicho. Porque el Evangelio no puede penetrar profundamente en la mentalidad, en la vida y en el trabajo de un pueblo sin la presencia activa de los laicos. Por tanto, desde la fundación de la Iglesia hay que atender, sobre todo, a la constitución de un laicado cristiano maduro.


Pues los fieles seglares pertenecen plenamente al mismo tiempo, al Pueblo de Dios y a la sociedad civil: pertenecen al pueblo en que han nacido, de cuyos tesoros culturales empezaron a participar por la educación, a cuya vida están unidos por variados vínculos sociales, a cuyo progreso cooperan con su esfuerzo en sus profesiones, cuyos problemas sienten ellos como propios y trabajan por solucionar, y pertenecen también a Cristo, porque han sido regenerados en la Iglesia por la fe y por el bautismo, para ser de Cristo por la renovación de la vida y de las obras, para que todo se someta a Dios en Cristo y, por fin, sea Dios todo en todas las cosas.
La obligación principal de éstos, hombres y mujeres, es el testimonio de Cristo, que deben dar con la vida y con la palabra en la familia, en el grupo social y en el ámbito de su profesión. Debe manifestarse en ellos el hombre nuevo creado según Dios en justicia y santidad verdaderas. 

Han de reflejar esta renovación de la vida en el ambiente de la sociedad y de la cultura patria, según las tradiciones de su nación. Ellos tienen que conocer esta cultura, restaurarla y conservarla, desarrollarla según las nuevas condiciones y, por fin perfeccionarla en Cristo, para que la fe de Cristo y la vida de la Iglesia no sea ya extraña a la sociedad en que viven, sino que empiece a penetrarla y transformarla.
Únanse a sus conciudadanos con verdadera caridad, a fin de que en su trato aparezca el nuevo vínculo de unidad y de solidaridad universal, que fluye del misterio de Cristo. Siembren también la fe de Cristo entre sus compañeros de vida y de trabajo, obligación que urge más, porque muchos hombres no pueden oír hablar del Evangelio ni conocer a Cristo más que por sus vecinos seglares. Más aún, donde sea posible, estén preparados los laicos a cumplir la misión especial de anunciar el Evangelio y de comunicar la doctrina cristiana, en una cooperación más inmediata con la Jerarquía para dar vigor a la Iglesia naciente.
Los ministros de la Iglesia, por su parte, aprecien grandemente el laborioso apostolado activo de los laicos. Fórmenlos para que, como miembros de Cristo, sean conscientes de su responsabilidad en favor de todos los hombres; intrúyanlos profundamente en el misterio de Cristo, inícienlos en métodos prácticos y asístanles en las dificultades, según la constituciónLumen Gentium y el decreto Apostolicam Actuositatem.
Observando, pues, las funciones y responsabilidades propias de los pastores y de los laicos, toda Iglesia joven dé testimonio vivo y firme de Cristo para convertirse en signo brillante de la salvación, que nos vino a través de El.

PADRE CHRISTOPHER HARTLEY

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Entrevistas




Entrevista al Padre Christopher Hartley

ImprimirCategoría: EntrevistasMartes, 28 Mayo 2013
con ninosEl P. Christopher Hartley Sartorius es un sacerdote diocesano de Toledo (España). Ha dedicado su vida a servir a los demás en distintos lugares. Desde el Bronx, donde estuvo trece años junto a la M. Teresa, a Calcuta, donde estuvo otra etapa de su vida, o a los bateyes de laRepública Dominicana, donde vivía amenazado de muerte. Desde abril de 2008 el P. Christopher Hartley Sartorius vive en GODE (ETIOPÍA), un poblado donde jamás un sacerdote católico había puesto el pie.
El P. Christopher nació en Londres (Inglaterra) en 1959. Hijo de inglés y española. Cuando tenía cinco años se trasladaron a vivir a España. Y siendo muy joven ingresó en el seminario.

¿Su familia era católica?  
Mis padres eran un matrimonio mixto. Mi padre, cuando yo nací, era anglicano y mi madre católica. Somos católicos por la fe y por la religión de mi madre. Crecimos en un ambiente de enorme respeto a la religión. De hecho, recuerdo que siendo niño, mi padre siempre compartió con nosotros, participando en Misa y demás.

¿Cuándo entró en el seminario?
A la edad de 15 años. Fui al seminario de Toledo. Allí terminé el Bachillerato, y luego estudié la carrera eclesiástica que en aquel tiempo consistía en dos años de Filosofía y cuatro de Teología, de tal manera que a la edad de 23 años, sin ni siquiera tener la edad que marcaba en aquel tiempo el derecho canónico, fui ordenado sacerdote.

madre teresa¿Cómo entra en su vida la Madre Teresa de Calcuta?
En navidad de 1976. Mi padre, que como dije no era católico, me regaló un libro que se llamaba “Madre Teresa, su obra y su gente”. Tenía entonces 17 años y llevaba ya dos años en el seminario. Al sentarme debajo del árbol de Navidad y abrir el regalo, ver el libro y las fotos, tuve una sensación, un sentimiento y me dije interiormente: “yo toda mi vida quiero dedicarme a esto”. Creo que en ese instante, ese 25 de diciembre, se definió para siempre mi vocación misionera. Tuve la certeza de que ese iba a ser el diseño, la partitura que Dios había escrito para mí.

¿Cuándo conoció personalmente a Madre Teresa?
 Fue en agosto de 1977. Tenía entonces 18 años. Había ido ese verano a Londres para trabajar como voluntario en una de las casas de las Misioneras de la Caridad. A la semana de estar allí, vino Madre Teresa, que iba de paso a Calcuta. Esta fue la primera vez que la vi. Y la última vez fue 20 años más tarde, en 1997, pocas semanas antes de fallecer ella.

¿Cómo fue esta primera experiencia con las Misioneras de la Caridad?
Esta experiencia de alguna manera reforzó muy fuertemente el deseo de participar de su vida, de su carisma, de su entrega a los más pobres de los pobres y la certeza de la presencia real de Jesucristo en los más pobres y en los más necesitados.
 Madre Teresa me escribió una tarjeta, en la que me decía: “ama a los pobres y sé santo, sé un santo sacerdote”. Lo conservo hasta el día de hoy. Era como si en dos frases se condensase un programa de vida. Y esto se quedó para siempre tan grabado en mí como proyecto de vida que,  ya todas las vacaciones de verano, Semana Santa, Navidad, mientras fui seminarista hasta el día que me ordené sacerdote, seis años después, las pasé en colaboración con la misión, la tarea misionera, la obra misionera y sobre todo el servicio a los más pobres de los pobres en muchos países del mundo. Incluso antes de mi ordenación, eso era lo que quería hacer y lo que he hecho desde entonces.

¿Cómo ha influido M.Teresa en su vida espiritual?
El encuentro con la Madre Teresa, a mí me puso frente a frente con la presencia real de Jesucristo en el mundo. De tal manera, que así como ella no hubiese podido concebir su vida sin los pobres, como un monje no puede concebir su vida sin las paredes de su celda, a mí me ayudó a descubrir que los pobres son la razón de ser de mi vida y de mi sacerdocio.
M. Teresa me ayudó a mirar, con ojos contemplativos, a descubrir el rostro y la presencia del Señor crucificado en cada uno de los pobres; a descubrir en el mundo del dolor la Pasión continua del Señor hasta que Él venga en su gloria. Y esto me ayudó a definir de una manera muy específica mi vocación misionera y dentro de la vocación misionera el deseo de estar siempre junto a los más pobres de los pobres.

¿Para usted es lo mismo ser sacerdote que ser misionero?
Ser sacerdote es una cosa, pero ser misionero matiza de una manera extraordinaria la identidad sacerdotal de una persona. No es lo mismo ser sacerdote que trabajar en primera evangelización donde nunca se ha evangelizado, que es la tarea que a mí me ha confiado por ahora la Iglesia y en la que estoy comprometido desde hace casi treinta años.

esclavos¿Cuáles han sido sus destinos como sacerdote y misionero?
Fui ordenado por el Papa Juan Pablo II el 8 de noviembre de 1982. Inmediatamente después de la ordenación, el Cardenal don Marcelo González Martín, en cuya diócesis estaba incardinado, la diócesis de Toledo, me envió a unos pueblecitos muy pequeños en los Montes de Toledo. Cuando aún no habían pasado dos años, el Cardenal me dio permiso para irme a Nueva York, al Bronx, a petición de la Madre Teresa, y allí estuve primero 8 años seguidos, trabajando con sus hermanas entre los más pobres de los pobres de esa ciudad. Luego, en la Jornada Mundial de la Juventud de Santiago de Compostela, el Cardenal O’Connor, Arzobispo de Nueva York, me pidió que me hiciera cargo de la oficina de vocaciones de su Archidiócesis. Estuve en esa oficina del 90 al 92. En el 92 el Cardenal O’Connor, me envió a Roma a estudiar. Hice la Licenciatura y el Doctorado en Teología en la Universidad Gregoriana. En el 95 regresé a Nueva York como párroco de la antigua catedral de San Patricio. En el 97 -que fue cuando vi a la Madre Teresa poquito antes de fallecer-, marché como misionero a la República Dominicana y estuve allí en la región oriental, en la diócesis y provincia de San Pedro de Macorís, en la parroquia de San José, casi 10 años, de la cual salí en el 2006. En el 2007, ya con el permiso del nuevo arzobispo de Toledo, el Cardenal Cañizares, marché a Etiopía, África, donde estoy ahora.

¿Cuál es su misión en África?
Estoy en una región donde no se había evangelizado jamás. Celebro la Misa solo todos los días de la semana. Los domingos vienen a Misa 2, 3 ó 4 católicos lo más. Son personas que trabajan en organismos no gubernamentales o en las Naciones Unidas, o algunos católicos etíopes que están destinados allí como empleados del gobierno en la educación o en el desarrollo. En fin, personas que son enviadas de otras partes, porque es una zona 100% musulmana. Hay también una presencia de la Iglesia Ortodoxa, pero yo soy el único sacerdote católico que está allí. El sacerdote católico más cerca de mí, está a más de 700 km. También, como la iglesia etíope está muy necesitada, trato de colaborar con las Misioneras de la Caridad que tienen 18 casas en Etiopía. Son más de 120 hermanas. Les doy retiros, Ejercicios,  cursos de formación y me piden también ir a otros países. Hace poco estuve en Kenia dando Ejercicios a las junioras (religiosas profesas todavía en período de formación). Este año he estado también en Polonia dando Ejercicios, donde me lo han pedido. Y justo antes de Navidad de 2012, me pidieron dar Ejercicios Espirituales a todo el clero italiano y religiosas italianas que están trabajando en Etiopía. Como antigua colonia de Italia hay una presencia de clero y religiosas italianas muy importante. Así que fue la primera vez que prediqué los Ejercicios en italiano. Fue una experiencia maravillosa de grandes testigos misioneros que han dado una vida entera para la obra evangelizadora de la Iglesia en ese país.

padre cristopher¿Ha tenido miedo alguna vez?
Sí, he pasado mucho miedo. Sobre todo en la República Dominicana. Estuve amenazado de muerte. Me han apuntado con una escopeta, he pasado muchos peligros, he pasado muchos momentos de muchísima dificultad. Los últimos dos años de República Dominicana tuve que ir acompañado por un militar para mi seguridad personal, mandado por el gobierno.

Eso me ayudó mucho a descubrir que una cosa son las palabras bonitas que decimos y que predicamos, eso de que el buen pastor da la vida por las ovejas, pero que cuando de verdad se sabe si uno está dispuesto a dar la vida es cuando tu vida está en peligro de muerte, cuando has pasado miedo.

Descubrí que el miedo no lo vence la valentía; que el miedo solamente lo vence el amor y cuando yo me di cuenta cuánto amaba a estas personas con las que trabajaba, ahí sí comprendí que había vencido el miedo, pero solamente por el amor que Dios infunde y por la gracia que da, para poder estar dispuesto a entregarse por ellos.

 ¿De dónde saca la fuerza para mantenerse fiel?   
Lógicamente la vida de un sacerdote, es una vida de amistad y unión esponsal con Jesucristo. Esto es la virginidad consagrada y el celibato sacerdotal.

Sabemos que lo indivisible del corazón le pertenece a Jesucristo y que como dice S. Pablo: ya no vivimos para nosotros, sino para Él, que por nosotros murió y resucitó. Es decir, que la vida le pertenece a Él, que es una vida dada, una vida entregada.

La oración como la relación personal con Jesucristo, es la que hace capaz de permanecer en la trocha, de permanecer en el arado, de seguir remando mar adentro. La oración como encuentro de enamorados, la oración como desposorio.

En las Vísperas del Común de Pastores, el responsorio breve dice: “este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo”.

Es en la oración donde uno descubre que orar es amar, que quien ora ama y quien ama ora y que quien no ora ya ha dejado de amar. Esa capacidad de amar que infunde Jesucristo en la oración, en la oración personal, en la oración litúrgica, en los diferentes modos de manifestación de oración, pero que en definitiva significan estar con Él, mirarle, como dice Sta Teresa, esto es lo que sostiene una existencia que de por sí es incomprensible.
 ©Revista HM º171 Marzo-Abril 2013




MADRE TERESA Y LA CATEDRAL DE TIRANA

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Así fue como la Madre Teresa de Calcuta fundó la primera catedral de Tirana

Catedral de Tirana. Foto: Wikipedia / Dori (CC-BY-2.5)
Catedral de Tirana. Foto: Wikipedia / Dori (CC-BY-2.5)
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ROMA, 19 Sep. 14 / 02:28 am (ACI/EWTN Noticias).- La visita del Papa Francisco a Albania el 21 de septiembre ha fijado los ojos de muchos en la beata más famosa del país, la Madre Teresa, quien consiguió fundar la primera catedral de Tirana después del comunismo.
Tirana nunca había tenido catedral y hasta 1992 no fue diócesis, por eso se buscaba un lugar para instaurar el templo mayor. El entonces Arzobispo de Tirana, Mons. Rrok Kola Mirdita y la Madre Teresa habían visto un sitio perfecto, pero había un inconveniente: pertenecía al estado.
Después de 50 años de comunismo férreo, Pjetër Arbnori fue el primer presidente demócrata de la República y la Madre Teresa fue a visitarlo. “Llevaba con ella uno planos y en el lugar donde querían que fuera la catedral, había colocado una medalla de la Virgen Milagrosa con celofán y se la presentó así al presidente de la república”, explicó a ACI Prensa Mons. Segundo Tejado Muñoz, subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum, quien llegó a conocer a la religiosa.
“Señalando con el dedo a la imagen de María le dijo ‘Yo quiero este terreno para la Catedral de Tirana’”, añadió Mons. Tejado. El presidente prometió que se iba a interesar sobre el tema, pero Madre Teresa, no contenta con eso, rodeó el terreno colocando medallitas de la Virgen. Siempre llevaba con ella una bolsa de medallas que regalaba a la gente. “¡Para que no nos robe el diablo el terreno. Cuando llegue aquí escapará, porque están las medallitas!”, dijo.
Efectivamente le concedieron el terreno y allí se edificó la catedral de Tirana, donde Mons. Tejado trabajó como párroco por un año.
“Yo tenía allí aquel plano del terreno, lo colocamos en un marco en la catedral, y todavía tiene la medalla que pegó la Madre Teresa. Fue una de esas genialidades de esta mujer albanesa. Con todo lo que había sufrido ese pueblo, de allí nació una joya”, afirma.
Durante sus años en Albania, Mons. Tejado trabajó como Director de Cáritas, y colaboró con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, para quienes dirigió retiros espirituales y celebró Misas a diario. “Estas religiosas son las que siempre ayudan a los más pobres, no son las únicas, pero realmente son las que asisten a las personas más desesperadas. Las personas más desesperadas de Tirana estaban en la casa de la Madre Teresa”, subraya.
La Catedral se concluyó en el año 2001 y el Cardenal Angelo Sodano, entonces Secretario de Estado Vaticano del Papa Juan Pablo II la consagró. El edificio es de aspecto moderno y posee un vitral representando a San Juan Pablo II y la MadreTeresa de Calcuta.
El templo fue dedicado a San Pablo, quien según la Carta a los Romanos, evangelizó desde Jerusalén hasta la Iliria, zona que recoge la actual Albania.
En uno de sus viajes a Roma, San Pablo debió pasar por la Vía Ignacia, que era la continuación de la Vía Appia, que pasaba por Albania y venía desde Constantinopla. Era una vía comercial muy transitada por todo el comercio entre Italia y el Oriente.

MÁRTIRES COREANOS

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MÁRTIRES DE COREA
Santos Andrés Kim Taegon, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires


 Memoria de los santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires en Corea. Se veneran este día en común celebración todos los ciento tres mártires que en aquel país testificaron intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente por algunos laicos, y después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. Todos estos atletas de Cristo -tres obispos, ocho presbíteros, y los restantes, laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños-, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias de la Iglesia en Corea. Estos son sus nombres: santos Simeón Berneux, Antonio Daveluy, Lorenzo Imbert, obispos; Justo Ranfer de Bretenières, Ludovico Beaulieu, Pedro Enrique Doric, Padro Maubant, Jacobo Chastan, Pedro Aumaître, Martín Lucas Huin, presbíteros; Juan Yi Yun-il, Andrés Chong Hwa-gyong, Esteban Min Kuk-ka, Pablo Ho Hyob, Agustín Pak Chong-won, Pedro Hong Pyong-ju, Pablo Hong Yông-ju, José Chang Chu-gi, Tomás Son Cha-son, Lucas Hwang Sok-tu, Damián Nam Myong-hyog, Francisco Ch'oe Kyong-hwan, Carlos Hyon Song-mun, Lorenzo Han I-hyong, Pedro Nam Kyong-mun, Agustín Yu Chin-gil, Pedro Yi Ho-yong, Pedro Son Son-ji, Benedicta Hyon Kyongnyon, Pedro Ch'oe Ch'ang-hub, catequistas; Agueda Yi, María Yi In-dog, Bárbara Yi, María Won Kwi-im, Teresa Kim Im-i, Columba Kim Hyo-im, Magdalena Cho, Isabel Chong Chong-hye, vírgenes; Teresa Kim, Bárbara Kim, Susana U Sur-im, Agueda Yi Kan-nan, Magdalena Pak Pong-son, Perpetua Hong Kum-ju, Catalina Yi, Cecilia Yu So-sa, Bárbara Cho Chung-i, Magdalena Han Yong-i, viudas; Magdalena Son So-byog, Águeda Yi Kyong-i, Águeda Kwon Chin-i, Juan Yi Mun-u, Bárbara Ch'oe Yong-i, Pedro Yu Chong-nyul, Juan Bautista Nam Chong-sam, Juan Bautista Chon Chang-un, Pedro Ch'oe Hyong, Marcos Chong Ui-bae, Alejo U Se-yong, Antonio Kim Song-u, Protasio Chong Kuk-bo, Agustín Yi Kwang-hon, Águeda Kim A-gi, Magdalena Kim O-bi, Bárbara Han A-gi, Ana Pak Ag-i, Águeda Yi So-sa, Lucía Pak Hui-sun, Pedro Kwon Tu-gin, José Chang Song-jib, Magdalena Yi Yong-hui, Teresa Yi Mae-im, Marta Kim Song-im, Lucía Kim, Rosa Kim, Ana Kim Chang-gum, Juan Bautista Yi Kwang-nyol, Juan Pak Hu jae, María Pak Kun-a-gi Hui-sun, Bárbara Kwon-hui, Bárbara Yi Chong-hui, María Yi Yon-hui, Inés Kim Hyo-ju, Catalina Chong Ch'or-yom, José Im Ch'i-baeg, Sebastián Nam I-gwan, Ignacio Kim Che-jun, Carlos Cho Shin-ch'ol, Julita Kim, Águeda Chon Kyong-hyob, Magdalena Ho Kye-im, Lucía Kim, Pedro Yu Taech'ol, Pedro Cho Hwa-so, Pedro Yi Myong-so, Bartolomé Chong Mun-ho, José Pedro Han Chae-kwon, Pedro Chong Won-ji, José Cho Yun-ho, Bárbara Ko Sun-i y Magdalena Yi Yong-dog.
oración:
Oh Dios, creador y salvador de todos los hombres, que en Corea, de modo admirable, llamaste a la fe católica a un pueblo de adopción y lo acrecentaste por la gloriosa profesión de fe de los santos mártires Andrés, Pablo y sus compañeros, concédenos, por su ejemplo e intercesión, perseverar también nosotros hasta la muerte en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).



Corea es uno de los pocos países del mundo en donde el cristianismo fue introducido por otros medios que el de los misioneros. Durante el siglo dieciocho se difundieron por el país algunos libros cristianos escritos en chino, y uno de los hombres que los leyeron, se las arregló para ingresar al servicio diplomático del gobierno coreano ante el de Pekín, buscó en la capital de China al obispo Mons. de Gouvea y de sus manos recibió el bautismo y algunas instrucciones. Aquel hombre regresó a su tierra en 1784, y cuando un sacerdote chino llegó a Corea, diez años más tarde, se encontró con que le estaban esperando cuatro mil cristianos bien instruidos, pero sin bautizar. Aquel sacerdote fue el único pastor del rebaño durante siete años, pero en 1801 fue asesinado y, durante tres décadas, los cristianos de Corea estuvieron privados de un ministro de su religión. Existe una carta escrita por los coreanos para implorar al Papa Pío VII que enviase sacerdotes a aquella pequeña grey que, sin embargo, ya había dado mártires a la Iglesia. En 1831 se creó el vicariato apostólico de Corea, pero su primer vicario nunca llegó a ocupar su puesto. El sucesor, Mons. Lorenzo José María Imbert, obispo titular de Capsa, miembro de las Misiones Extranjeras de París y residente en China desde hacía doce años, entró a Corea, disfrazado, a fines de 1837. Le habían precedido por poco tiempo, san Pedro Filiberto Maubant y san Jacobo Honorato Chastan, sacerdotes de la misma sociedad misionera.
El cristianismo no había sido definitivamente proscrito en Corea y, durante el transcurso de dos años, los misioneros realizaron su trabajo ocultamente, pero sin ser molestados. Sobre las circunstancias y dificultades que debieron afrontar, escribió Mons. Imbert: «Estoy abrumado de fatiga y en grave peligro. Es necesario dejar el lecho a las dos y media de la madrugada, todos los días, puesto que a las tres hay que congregar al pueblo en la casa para las oraciones. A las tres y media, comienzo a desempeñar los deberes de mi ministerio y debo bautizar si hay nuevos convertidos y también confirmar. Después viene la misa, la comunión y la acción de gracias. De esta manera, las quince o veinte personas que recibieron los sacramentos, pueden dispersarse al amparo de las sombras, antes del alba. Pero durante las horas deT día llegan otros tantos, uno por uno, en procura de confesión y ya no pueden irse hasta la madrugada siguiente, después de la comunión. Yo me quedo dos días en cada una de nuestras casas donde reúno a los cristianos y, antes del alba del tercer día, me voy con ellos, en la oscuridad, a otra casa. Muchas veces he sufrido el aguijonazo del hambre, porque no es cualquier cosa, en este clima frío y húmedo, levantarse a las dos y media de la madrugada y permanecer en ayunas hasta el medio día, cuando puedo comer algunos alimentos pobres e insuficientes. Después de la comida, descanso un poco hasta que se presentan mis alumnos de catecismo y, por fin, vuelvo al confesionario hasta que cae la noche. A las nueve voy a dormir, sobre una estera, en el suelo y cubierto con una manta de lana de los tártaros; no hay camas ni colchones en Corea. A pesar de la debilidad de mi cuerpo y mi quebrantada salud, siempre he llevado una vida dura y muy ocupada, pero me parece que aquí ya alcancé el último límite del esfuerzo. Se puede comprender fácilmente que, en una existencia como la que llevamos, apenas si tememos el golpe de espada que, en cualquier momento, puede acabar con ella».
Por aquellos medios heroicos aumentó el número de los cristianos en Corea de 6000 a 9000, en menos de dos años. Fue entonces cuando se descubrieron sus actividades y se emitió un decreto para el exterminio de los fieles. Como un ejemplo de los horrores que tuvieron lugar entonces, basta citar lo que le sucedió a santa Agata Kim, una de la mártires. Se le preguntó a la infortunada mujer si era cierto que practicaba la religión cristiana «Conozco a Jesús y a María», respondió con absoluta sencillez; «pero no conozco nada más». «Si te torturamos, te olvidarás de tu Jesús y tu María», le dijeron. «¡Aunque tenga que morir, no los olvidaré!» Fue cruelmente atormentada y, por fin, se la condenó a morir. En el travesaño de una alta cruz sujeta a una carreta fue colgada Agata por sus muñecas y por su cabellera. La carreta fue conducida hasta la cumbre de una cuesta pedregosa y, desde ahí se azuzó a los bueyes para que arrastrasen a la carreta cuesta abajo, entre brincos y zarandeos y, a cada movimiento, la infeliz mujer, sujeta por los cabellos y los puños, se sacudía violentamente. Al término de aquella carrera, fue descolgada, se le arrancaron las vestiduras hasta dejarla desnuda; uno de los verdugos le sujetó la cabeza contra una piedra y otro se la cortó con un golpe de espada. San Juan Ri escribía desde la prisión: «Transcurrieron dos o tres meses antes de que el juez mandara por mí y, en ese tiempo, estuve triste e inquieto. Los pecados de mi vida entera, en la que tantas veces ofendí a Dios por pura maldad, parecían pesar sobre mí como una montaña; de continuo me preguntaba: ¿Cuál será el fin de todo esto? Sin embargo, nunca perdía la esperanza. Al décimo día de la décima segunda luna, fui llevado ante el juez, quien ordenó que fuera apaleado. ¿Cómo hubiera podido resistirlo tan sólo con mis propias fuerzas? Pero la fuerza del Señor, las plegarias de María y de los santos y de nuestros mártires, me sostuvieron tan bien, que ahora me parece que apenas si sufrí. Yo no puedo pagar tan grande misericordia y ofrecer mi vida es justo».
A fin de evitar una matanza general y el posible peligro de la apostasía, Mons. Imbert se entregó, después de recomendar a los padres Maubant y Chastan, que hicieran lo mismo. Estos se pusieron a escribir una carta a Roma para dar cuenta de su actitud y del estado en que dejaban la misión y se entregaron. Los tres recibieron su ración de bastonazos. Atados a unos bancos con respaldo, fueron conducidos a las orillas del río que corre cerca de Seul, donde los tres, siempre sobre los bancos, fueron atados juntos a un grueso poste, contra el cual el verdugo les cortó la cabeza. El triple martirio ocurrió el 21 de septiembre de 1839. En el año de 1904, las reliquias de ochenta y un mártires de Corea fueron trasladadas a la iglesia episcopal del vicario apostólico en Seul y, en 1925, fueron beatificados Mons. Lorenzo Imbert y sus compañeros. El primer sacerdote coreano martirizado, fue san Andrés Kim, en 1846. El 6 de mayo de 1984, el papa Juan Pablo II celebró la canonización de 103 beatos mártires de Corea, en la propia Seúl, primera vez que, en los últimos siglos, se realizaba una canonización fuera de Roma. La semblanza de cada uno de los mártires, en la medida en que hemos podido conseguirla, se puede leer en el día respectivo de cada martirio.
En L'Histoire de l'Eglise de Corée (1874), de C. Dallet, especialmente en el vol. u, pp. 118-185, se relatan con detalle, las vidas y sufrimientos de estos mártires. Ver también Les Missionnaires Francais en Corée (1895) de A. Launay y Martyrs francais el coréens (1925) y The Golden Legend Overseas (1931), de E. Baumann. De Vérinaud, J., Lumiere sur la Coree: les 103 martyrs (París 1984). Ver también el artículo de Lamberto de Echeverría (Año cristiano) al que deriva el link de la biografía de grupo.
CANONIZADOS POR SAN JUAN PABLO II EL 6 DE MAYO DE 1984
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

INSISTE A TIEMPO Y A DESTIEMPO .San Agustín

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Insiste a tiempo y a destiempo 

San Agustín
Sermón sobre los pastores 46,14-15
No recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas. En este mundo andamos siempre entre las manos de los ladrones y los dientes de los lobos feroces y, a causa de estos peligros nuestros, os rogamos que oréis. Además, las ovejas son obstinadas. Cuando se extravían y las buscamos, nos dicen, para su error y perdición, que no tienen nada que ver con nosotros: «¿Para qué nos queréis? ¿Para qué nos buscáis?» Como si el hecho de que anden errantes y en peligro de perdición no fuera precisamente la causa de que vayamos tras de ellas y las busquemos. «Si ando errante -dicen-, si estoy perdida, ¿para qué me quieres? ¿Para qué me buscas?» Te quiero hacer volver precisamente porque andas extraviada; quiero encontrarte porque te has perdido.
«¡Pero si yo quiero andar así, quiero así mi perdición!» ¿De veras así quieres extraviarte, así quieres perderte? Pues tanto menos lo quiero yo. Me atrevo a decirlo, estoy dispuesto a seguir siendo inoportuno. Oigo al Apóstol que dice: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo. ¿A quiénes insistiré a tiempo, y a quiénes a destiempo? A tiempo, a los que quieren escuchar; a destiempo, a quienes no quieren. Soy tan inoportuno que me atrevo a decir: «Tú quieres extraviarte, quieres perderte, pero yo no quiero.» Y, en definitiva, no lo quiere tampoco aquel a quien yo temo. Si yo lo quisiera, escucha lo que dice, escucha su increpación: No recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas. ¿Voy a temerte más a ti que a él mismo? Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo.
De manera que seguiré llamando a las que andan errantes y buscando a las perdidas. Lo haré, quieras o no quieras. Y, aunque en mi búsqueda me desgarren las zarzas del bosque, no dejaré de introducirme en todos los escondrijos, no dejaré de indagar en todas las matas; mientras el Señor a quien temo me dé fuerzas, andaré de un lado a otro sin cesar. Llamaré mil veces a la errante, buscaré a la que se halla a punto de perecer. Si no quieres que sufra, no te alejes, no te expongas a la perdición. No tiene importancia lo que yo sufra por tus extravíos y tus riesgos. Lo que temo es llegar a matar a la oveja sana, si te descuido a ti. Pues oye lo que se dice a continuación: Matáis las ovejas más gordas. Si echo en olvido a la que se extravía y se expone a la perdición, la que está sana sentirá también la tentación de extraviarse y de ponerse en peligro de perecer.
R/. No retengas la palabra oportuna ni escondas tu sabiduría; pues hablando se muestra la sabiduría, y la inteligencia, en la respuesta que da la lengua.
V/. Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
R/. Pues hablando se muestra la sabiduría, y la inteligencia, en la respuesta que da la lengua.

AYER EL PAPA FRANCISCO EN TIRANA, CAPITAL DE ALBANIA.

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Gran sorpresa/decepción me llevé al escuchar los discursos en Tirana ayer 21 de septiembre.Todo el día estuve frente al Canal de TV Vaticana, de Internet, esperando escuchar el homenaje que se había prometido, se le realizaría a la Beata Teresa de Calcuta.
Muy poco fué lo que se habló, no ya de ella , si no era oportuno, sino de su labor y la de las Hermanas y la de tant@s que estimamos el ser vicio de Madre Teresa a la Iglesia.
Si me duele, sentir la ausencia de reconocimiento público, claro y sin complejos, a Madre Teresa, más a la labor de sus hijas, las Misioneras de la Caridad en todo el mundo...cuya vida de entrega a los más necesitados es realidad... cuesta comprenderlo,


Espero que razones concretas haya para esto, o que realmente haya querido separarse  la Visita a Albania, con sus Mártires y Constitución comunista atea de la personalidad y acción de la pequeña mujer albanesa.
Rezo para que sea siempre la Voluntad del Señor y no la mía.Y como  me indicaría Madre, sonría ante la adversidad, un nuevo escalón hacia el Cielo.
Rezo por la Canonización de la Beata Teresa de Calcuta, ya.



Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.

Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.

Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.

Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará. Amén.

CATEDRAL CATOLICA DE SAN PABLO EN TIRANA, ALBANIA

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Catedral de Tirana. Foto: Wikipedia / Dori (CC-BY-2.5)
CATEDRAL CATÓLICA DE TIRANA
ROMA, 19 Sep. 14 / 02:28 am (ACI/EWTN Noticias).- La visita del Papa Francisco a Albania el 21 de septiembre ha fijado los ojos de muchos en la beata más famosa del país, la Madre Teresa, quien consiguió fundar la primera catedral de Tirana después del comunismo.
Tirana nunca había tenido catedral y hasta 1992 no fue diócesis, por eso se buscaba un lugar para instaurar el templo mayor. El entonces Arzobispo de Tirana, Mons. Rrok Kola Mirdita y la Madre Teresa habían visto un sitio perfecto, pero había un inconveniente: pertenecía al estado.
Después de 50 años de comunismo férreo, Pjetër Arbnori fue el primer presidente demócrata de la República y la Madre Teresa fue a visitarlo. “Llevaba con ella uno planos y en el lugar donde querían que fuera la catedral, había colocado una medalla de la Virgen Milagrosa con celofán y se la presentó así al presidente de la república”, explicó a ACI Prensa Mons. Segundo Tejado Muñoz, subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum, quien llegó a conocer a la religiosa.
“Señalando con el dedo a la imagen de María le dijo ‘Yo quiero este terreno para la Catedral de Tirana’”, añadió Mons. Tejado. El presidente prometió que se iba a interesar sobre el tema, pero Madre Teresa, no contenta con eso, rodeó el terreno colocando medallitas de la Virgen. Siempre llevaba con ella una bolsa de medallas que regalaba a la gente. “¡Para que no nos robe el diablo el terreno. Cuando llegue aquí escapará, porque están las medallitas!”, dijo.
Efectivamente le concedieron el terreno y allí se edificó la catedral de Tirana, donde Mons. Tejado trabajó como párroco por un año.
“Yo tenía allí aquel plano del terreno, lo colocamos en un marco en la catedral, y todavía tiene la medalla que pegó la Madre Teresa. Fue una de esas genialidades de esta mujer albanesa. Con todo lo que había sufrido ese pueblo, de allí nació una joya”, afirma.
Durante sus años en Albania, Mons. Tejado trabajó como Director de Cáritas, y colaboró con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, para quienes dirigió retiros espirituales y celebró Misas a diario. “Estas religiosas son las que siempre ayudan a los más pobres, no son las únicas, pero realmente son las que asisten a las personas más desesperadas. Las personas más desesperadas de Tirana estaban en la casa de la Madre Teresa”, subraya.
La Catedral se concluyó en el año 2001 y el Cardenal Angelo Sodano, entonces Secretario de Estado Vaticano del Papa Juan Pablo II la consagró. El edificio es de aspecto moderno y posee un vitral representando a San Juan Pablo II y la MadreTeresa de Calcuta.
El templo fue dedicado a San Pablo, quien según la Carta a los Romanos, evangelizó desde Jerusalén hasta la Iliria, zona que recoge la actual Albania.
En uno de sus viajes a Roma, San Pablo debió pasar por la Vía Ignacia, que era la continuación de la Vía Appia, que pasaba por Albania y venía desde Constantinopla. Era una vía comercial muy transitada por todo el comercio entre Italia y el Oriente.

PAPA FRANCISCO HABLA DE LA CARIDAD EN EL CENTRO BETANIA DE TIRANA (ALBANIA)

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«El bien paga infinitamente mejor que el dinero», dijo el Papa ante «la fe hecha caridad concreta»
El Papa coronó su visita apostólica al “país de las águilas” con niños inválidos en el Centro Betania, donde llegaron también representantes de otros centros de caridad.

Después de escuchar testimonios de asistidos, Francisco expresó su agradecimiento por la hospitalidad que dan cada día en este centro a tantos niños y adolescentes necesitados de atención, de ternura, de un ambiente sereno y de personas amigas, que sean también verdaderos educadores, ejemplos de vida, y en las que encuentren apoyo.

El Sucesor de Pedro manifestó que “en lugares como éste, todos confirmamos nuestra fe, se nos hace más fácil creer, porque vemos la fe hecha caridad concreta. La vemos dar luz y esperanza a situaciones de gran dificultad; vemos que se enciende de nuevo en el corazón de personas tocadas por el Espíritu de Jesús, que decía: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí» (Mc 9, 37).Esta fe que actúa en la caridad mueve las montañas de la indiferencia, de la incredulidad y de la indolencia, y abre los corazones y las manos para hacer el bien y difundirlo. La Buena Noticia de que Jesús ha resucitado y está vivo en medio de nosotros pasa a través de gestos humildes y simples de servicio a los pequeños.”

Y el Vicario de Cristo afirmó que “el secreto de una existencia plena es amar y entregarse por amor. Ahí se encuentra la fuerza para “sacrificarse con alegría”, y el compromiso más exigente se convierte en fuente de mayor alegría. Así no asustan las opciones de vida definitivas, que aparecen, a su verdadera luz, como un modo de realizar plenamente la libertad personal”.

Discurso completo del Papa Francisco
Queridos amigos del Centro Betania:
Les agradezco de corazón su gozosa acogida. Y, sobre todo, les agradezco la hospitalidad que cada día dan a tantos niños y adolescentes necesitados de atención, de ternura, de un ambiente sereno y de personas amigas, que sean también verdaderos educadores, ejemplos de vida, y en las que encuentren apoyo.

En lugares como éste, todos confirmamos nuestra fe, se nos hace más fácil creer, porque vemos la fe hecha caridad concreta. La vemos dar luz y esperanza a situaciones de gran dificultad; vemos que se enciende de nuevo en el corazón de personas tocadas por el Espíritu de Jesús, que decía: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí» (Mc 9, 37). Esta fe que actúa en la caridad mueve las montañas de la indiferencia, de la incredulidad y de la indolencia, y abre los corazones y las manos para hacer el bien y difundirlo. La Buena Noticia de que Jesús ha resucitado y está vivo en medio de nosotros pasa a través de gestos humildes y simples de servicio a los pequeños.

Además, este Centro demuestra que es posible la convivencia pacífica y fraterna entre personas de distintas etnias y diversas confesiones religiosas. Aquí las diferencias no impiden la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua. Las diversas experiencias religiosas se abren al amor respetuoso y operante con el prójimo; cada comunidad religiosa se expresa con el amor y no con la violencia, no se avergüenza de la bondad. Quien cultiva la bondad en su interior recibe a cambio una conciencia tranquila, una alegría profunda aun en medio de las dificultades y de las incomprensiones. Incluso ante las ofensas recibidas, la bondad no es debilidad, sino auténtica fuerza, capaz de renunciar a la venganza.

El bien es premio en sí mismo y nos acerca a Dios, Sumo Bien. Nos hace pensar como Él, nos hace ver la realidad de nuestra vida a la luz de su proyecto de amor para cada uno de nosotros, nos permite disfrutar de las pequeñas alegrías de cada día y nos sostiene en las dificultades y en las pruebas. El bien paga infinitamente mejor que el dinero, que nos defrauda porque hemos sido creados para recibir y comunicar el amor de Dios, y no para medir las cosas por el dinero y el poder.

Queridos hermanos, en su saludo, la Directora ha recordado las etapas que ha recorrido su asociación y las obras que han nacido de la intuición de la fundadora, la Señora Antonietta Vitale –a la que saludo cordialmente y agradezco su acogida–, ha subrayado la ayuda de los bienhechores y el desarrollo de las diversas iniciativas. Ha hablado de la gran cantidad de niños amorosamente acogidos y atendidos. Mirjan, por su parte, ha dado testimonio de su experiencia personal, de su entusiasmo y gratitud por un encuentro que ha transformado su existencia y le ha abierto nuevos horizontes, con nuevos amigos y con un Amigo todavía más grande y mejor que los demás: Jesús. Ha dicho una cosa muy significativa a propósito de los voluntarios que colaboran aquí; ha dicho: «Desde hace 15 años se sacrifican con alegría por amor a Jesús y a nosotros». Es una frase que revela cómo entregarse por amor a Jesús produce alegría y esperanza, y cómo servir a los hermanos se transforma en reinar con Dios. Estas palabras de Mirjan-Paolo pueden resultar paradójicas para buena parte de nuestro mundo, que no acaba de comprenderlas y ansía encontrar la clave de la propia existencia en las riquezas terrenas, en el poder y en la pura diversión, donde sólo encuentra alienación y confusión.

El secreto de una existencia plena es amar y entregarse por amor. Ahí se encuentra la fuerza para “sacrificarse con alegría”, y el compromiso más exigente se convierte en fuente de mayor alegría. Así no asustan las opciones de vida definitivas, que aparecen, a su verdadera luz, como un modo de realizar plenamente la libertad personal.

Que el Señor Jesús y su Madre, la Virgen María, bendigan su Asociación, este Centro Betania y los otros centros que la caridad ha hecho surgir y la Providencia crecer. Que bendigan a todos los voluntarios, a los bienhechores y a todos los niños y adolescentes. Su patrón, san Antonio de Padua, los acompañe en el camino. Continúen con confianza sirviendo al Señor en los pobres y en los abandonados, y pidiéndole que los corazones y las mentes de todos se abran al bien, a la caridad operante, fuente de auténtica alegría. Les pido, por favor, que recen por mí y de corazón los bendigo.

PADRE PIO DE PIETRELCINA

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San Pío de Pietralcina, religioso presbítero


Memoria de san Pío de Pietrelcina (Francisco) Forgione, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, en la región italiana de Apulia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados. Terminó en este día su peregrinación terrena, configurándose con Cristo crucificado.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Pío, presbítero, la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo, y por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia, concédenos, por su intercesión, que, compartiendo los sufrimientos de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).




El Padre Pío nació en Pietralcina, pequeña localidad de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887, hijo de Gracio y María Josefa Forgione. En el bautismo recibió el nombre de Francisco. Desde los primeros años sintió fuertemente la vocación de consagrarse al Señor y fue favorecido por Dios con celestes visiones. A los cuatro años, en la iglesia de Santa Ana, se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús, que lo invitó a acercarse al altar. El 6 de enero de 1903 entró como clérigo en el noviciado del convento de los Hermanos Menores Capuchinos de Morcone (Benevento) y se distinguió por el espíritu de mortificación y amor a la Pasión de Jesús, en la cual meditaba asiduamente, derramando copiosas lágrimas. Ordenado sacerdote en la catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910, ejerció los primeros años de sacerdocio en su pueblo natal, donde permaneció hasta 1916 por motivos de salud. El 17 de febrero del mismo año regresó entre sus cohermanos del convento de Santa Ana en Foggia.
El 28 de julio de 1916 subió por primera vez al Gargano, al convento santuario de Santa María de las Gracias en San Giovanni Rotondo, donde, salvo pocas y breves interrupciones, debidas sobre todo al servicio militar, al cual fue llamado, permaneció hasta su muerte, acaecida el 23 de septiembre de 1968. Fue favorecido por el Señor con carismas especiales: éxtasis, aromas, bilocación, introspección, transverberación del corazón, etc. El más insigne de ellos fue el de los estigmas, que recibió de un misterioso “personaje” en la mañana del viernes 20 de septiembre de 1918, mientras oraba ante el Crucifijo del coro en la vieja iglesita de Santa María de las Gracias. Llevó los estigmas por medio siglo, hasta su muerte, cuando desaparecieron misteriosamente sin dejar ninguna cicatriz. El Padre Pío es el primer sacerdote estigmatizado. Durante su vida atendió únicamente al desempeño de su ministerio sacerdotal, entregado a la oración, la celebración de la santa Misa, la administración de los sacramentos, la dirección espiritual, especialmente con la confesión y la correspondencia epistolar.

Inflamado en el amor a Dios y las almas, fundó dos grandes obras: una espiritual, los “Grupos de Oración”, la otra material: “La Casa Sollievo della Sofferenza” (alivio del sufrimiento), un moderno hospital que funciona sobre todo a favor de los pobladores del Gargano.
Innumerables gracias y milagros se atribuyen a su intercesión. Su fama de santidad se difundió en todo el mundo. Juan Pablo II el 1 de octubre de 1983, hablando a más de veinte mil miembros de los “Grupos de Oración” del Padre Pío dijo: «La presencia de ustedes y su compromiso cristiano están indisolublemente ligados a la personalidad y a la obra del Padre Pío de Pietralcina, el humilde fraile capuchino que por casi cincuenta años en el convento de San Govanni Rotondo vivió y realizó su consagración religiosa a Dios, casi exclusivamente en la continua, prolongada y fervorosa oración y en el ministerio de la reconciliación, guiando y dirigiendo a millares de fieles que buscaban el auténtico camino de la perfección y de la santidad cristiana.»
El Padre Pío murió en septiembre de 1968, y el 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de su muerte, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: «¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento».
La fecundidad misteriosa de su larga vida sacerdotal y de religioso, hijo de San Francisco, continúa actuando todavía, podremos decir, en un visible crescendo, en especial con los “Grupos de Oración” y la “Casa Sollievo della Sofferenza”.

Fue beatificado por Juan Pablo II en 1999, en una multitudinaria ceremonia, y canonizado en julio de 2002.

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Piedras del edificio eterno
San Pío de Pietrelcina, presbítero
(Edición 1994: II, 87-90, n. 8)
Mediante asiduos golpes de cincel salutífero y cuidadoso despojo, el divino Artífice busca preparar piedras para construir un edificio eterno, como nuestra madre, la santa Iglesia Católica, llena de ternura, canta en el himno del oficio de la dedicación de una iglesia. Y así es en verdad.
Toda alma destinada a la gloria eterna puede ser considerada una piedra constituida para levantar un edificio eterno. Al constructor que busca erigir una edificación le conviene ante todo pulir lo mejor posible las piedras que va a utilizar en la construcción. Lo consigue con el martillo y el cincel. Del mismo modo el Padre celeste actúa con las almas elegidas que, desde toda la eternidad, con suma sabiduría y providencia, han sido destinadas para la erección de un edificio eterno.
El alma, si quiere reinar con Cristo en la gloria eterna, ha de ser pulida con golpes de martillo y cincel, que el Artífice divino usa para preparar las piedras, es decir, las almas elegidas. ¿Cuáles son estos golpes de martillo y cincel? Hermana mía, las oscuridades, los miedos, las tentaciones, las tristezas del espíritu y los miedos espirituales, que tienen un cierto olor a enfermedad, y las molestias del cuerpo.
Dad gracias a la infinita piedad del Padre eterno que, de esta manera, conduce vuestra alma a la salvación. ¿Por qué no gloriarse de estas circunstancias benévolas del mejor de todos los padres? Abrid el corazón al médico celeste de las almas y, llenos de confianza, entregaros a sus santísimos brazos: como a los elegidos, os conduce a seguir de cerca a Jesús en el monte Calvario. Con alegría y emoción observo cómo actúa la gracia en vosotros.
No olvidéis que el Señor ha dispuesto todas las cosas que arrastran vuestras almas. No tengáis miedo a precipitaros en el mal o en la afrenta de Dios. Que os baste saber que en toda vuestra vida nunca habéis ofendido al Señor que, por el contrario, ha sido honrado más y más.
Si este benevolentísimo Esposo de vuestra alma se oculta, lo hace no porque quiera vengarse de vuestra maldad, tal como pensáis, sino porque pone a prueba todavía más vuestra fidelidad y constancia y, además, os cura de algunas enfermedades que no son consideradas tales por los ojos carnales, es decir, aquellas enfermedades y culpas de las que ni siquiera el justo está inmune. En efecto, dice la Escritura: «Siete veces cae el justo» (Pr 24, 16).
Creedme que, si no os viera tan afligidos, me alegraría menos, porque entendería que el Señor os quiere dar menos piedras preciosas... Expulsad, como tentaciones, las dudas que os asaltan... Expulsad también las dudas que afectan a vuestra forma de vida, es decir, que no escucháis los llamamientos divinos y que os resistís a las dulces invitaciones del Esposo. Todas esas cosas no proceden del buen espíritu sino del malo. Se trata de diabólicas artes que intentan apartaros de la perfección o, al menos, entorpecer el camino hacia ella. ¡No abatáis el ánimo!
Cuando Jesús se manifieste, dadle gracias; si se oculta, dadle gracias: todas las cosas son delicadezas de su amor. Os deseo que entreguéis el espíritu con Jesús en la cruz: «Todo está cumplido» (Jn 19, 30).
R/. Toda edificación ensamblada en Cristo Jesús crece para ser templo santo en el Señor.
V/. En el que también vosotros os vais edificando para ser morada de Dios en el Espíritu.

R/. Para ser templo santo en el Señor.


MADRE TERESA: LECCIÓN DE PERDÓN EN ALBANIA

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La lección sobre el perdón que la Madre Teresa dejó 

en Albania




Madre Teresa de Calcuta. Foto: Facebook madreteresadecalcuta

ROMA, 22 Sep. 14 / 09:02 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco visitó el domingo 21 de septiembre Albania, la tierra que vio nacer a la Madre Teresa de Calcuta. La beata perdonó al dictador comunista que no le permitió entrar en el país para despedirse de su madre en sus últimos días de vida.
Mons. Segundo Tejado Muñoz, subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum, quien llegó a conocer a Madre Teresa, describió a ACI Prensa el conmovedor gesto de la fundadora de las Misioneras de la Caridad.
La Madre Teresa nació en 1910 en la antigua Skopie, una ciudad que entonces pertenecía a Albania y que hoy pertenece a Macedonia. Su padre murió, y su madre y su hermana se mudaron a Tirana, donde murieron y fueron sepultadas.
En el país se instauró una dictadura comunista que duró por 50 años, y a partir de 1967 prohibió por Constitución todo tipo de manifestación religiosa. Muchos religiosos fueron fusilados, otros internados en campos de concentración y de trabajos forzados, otros encarcelados y a otros, como a la Madre Teresa, no le dejaron nunca regresar a su país.
“Madre Teresa nunca logró un permiso de Albania para ir a visitar a su madre, ni siquiera cuando murió. Apenas se abrió la frontera, lo primero que hizo fue ir a llevar un ramo de flores a la tumba de su madre y su hermana en el cementerio municipal de Tirana. Pero antes fue a la tumba del dictador Enver Oxha, quien también estaba enterrado allí. Depositó las flores ante los restos del dictador e hizo una oración”, afirmó Mons. Tejado.
“Es una historia que pocos conocen, pero que dice mucho del alma de Madre Teresa, de su corazón, de quién era ella. La Madre Teresa no era una simplemente una filántropa, sino que todo lo que hacía, lo hacía por amor a laIglesia, a Jesucristo, y de ahí nacían estas anécdotas”, subrayó.
Durante más de 45 años Madre Teresa atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos de la India, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación. Murió en 1997 a los 87 años de edad en Calcuta.
El milagro que requería su beatificación sucedió en 1998, cuando Mónica Besra, una mujer que padecía un tumor maligno en el abdomen sanó de manera inexplicable. Esta madre de cinco hijos, contó que había sido acogida en Roma por las Misioneras de la Caridad tras haber sido desahuciada por los médicos.
El 19 de octubre de 2003 el Papa San Juan Pablo II, gran amigo la proclamó beata desde la Plaza de San Pedro del Vaticano.

BEATO ALVARO DEL PORTILLO. RUEGA POR NOSOTROS.

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Ayer 27 de Septiembre el Siervo de Dios, Álvaro del Portillo fue  Beatificado, presidiendo la ceremonia el Cardenal Angelo Amato.
Hoy 28 de Septiembre se ha celebrado la Santa Misa de Acción de Gracias.
En la zona de Valdebebas, en Madrid (España)



200.000 personas asisten a la beatificación de Álvaro del Portillo,
primer prelado del Opus Dei.

Más de 200.000 personas de todo el mundo se dieron cita hoy al mediodía, en Valdebebas (Madrid. España), para asistir a la ceremonia de beatificación de monseñor Álvaro del Portillo, primer prelado del Opus Dei y sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer al frente de la Obra.

150 obispos y 18 cardenales
Con la presencia de 150 obispos y 18 cardenales, la beatificación tuvo un momento emocionante tras la lectura de una breve biografía del nuevo beato, al subir al altar el niño chileno José Ignacio Ureta, cuya curación milagrosa ha permitido la beatificación, portando la reliquia de este ingeniero de caminos, nacido en Madrid y que a los 21 años decidió dejar su carrera profesional para consagrarse a Dios en el carisma particular del Opus Dei. 

«Don Álvaro, figura de gran humanidad»
Durante la homilía, el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Ángelo Amato, presentó a «Don Álvaro», como le solían llamar familiarmente su «hijos espirituales», como una «figura de gran humanidad», que «huía de todo personalismo» y cuya formación como ingeniero «le hacía ir al núcleo de los problemas y resolverlos».

Humildad, la llave de la santidad
"Hay una virtud que Mons. Álvaro del Portillo vivió de modo especialmente extraordinario, considerándola un instrumento indispensable para la santidad y el apostolado: la virtud de la humildad, que es imitación e identificación con Cristo, manso y humilde de corazón", señaló.

"Para don Álvaro, la humildad era la llave que abre la puerta para entrar en la casa de la santidad, mientras que la soberbia constituía al mayor obstáculo para ver y amar a Dios".  

Recordando las palabras que el por entonces Cardenal Ratzinger pronunció en 2002 durante la canonización del fundador del Opus Dei, el Cardenal Amato dijo que "virtud heroica no significa exactamente que uno ha llevado a cabo grandes cosas por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él se ha mostrado transparente y disponible para que Dios actuara. Eso es santidad".

Y ha insistido en que "ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la Tierra".

Palabras del cardenal Rouco sobre el nuevo beato
Antes de finalizar la Eucaristía y como anfitrión de la ceremonia, el cardenal y arzobispo administrador de Madrid, Antonio María Rouco Varela, agradeció al Papa Francisco «que quiso que la beatificación se celebrara en esta querida Archidiócesis de Madrid».

«Me atrevería a decir -añadió- que el beato del Portillo, nacido aquí, es particularmente nuestro, y que nos bendice especialmente desde el cielo: y porque tenía esas raíces profundas, pudo y supo ser ciudadano del mundo, de esos cinco continentes a donde viajó; maravillosamente representados en esta asamblea orante».

Dos ministros españoles asisten a la ceremonia
Los ministros Jorge Fernández Díaz, de Interior, y Luis De Guindos, de Economía, asistieron a la beatificación del segundo prelado del Opus Dei y fueron acompañados por otras autoridades civiles como el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce; el consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Borja Sarasola; el presidente del Parlamento de Navarra, Alberto Catalán; y el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa.

También asistieron Federico Trillo, actual Embajador de España en Reino Unido y ex presidente de las Cortes, Marcelino Oreja, ex ministro, la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina o el ex alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano.

Obispos españoles
Entre los obispos españoles que asistieron a la beatificación de Álvaro del Portillo destaca el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez; así como los cardenales Antonio Cañizares (Valencia) y Lluís Martínez Sistach (Barcelona,) y el arzobispo electo de Madrid, Carlos Osoro.

Texto íntegro de la homilía del cardenal Amato:

1. «Pastor según el corazón de Cristo, celoso ministro de la Iglesia»[1]. Este es el retrato que el Papa Francisco ofrece del Beato Álvaro del Portillo, pastor bueno, que, como Jesús, conoce y ama a sus ovejas, conduce al redil las que se han perdido, venda las heridas de las enfermas y ofrece la vida por ellas[2].

El nuevo Beato fue llamado desde joven a seguir a Cristo, para ser después un diligente ministro de la Iglesia y proclamar en todo el mundo la gloriosa riqueza de su misterio salvífico: «Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo. Por este motivo lucho denodadamente con su fuerza, que actúa poderosamente en mí»[3]. Y este anuncio de Cristo Salvador lo realizó con absoluta fidelidad a la cruz y, al mismo tiempo, con una ejemplar alegría evangélica en las dificultades. Por eso, la Liturgia le aplica hoy las palabras del Apóstol: «Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia»[4].

La serena felicidad ante el dolor y el sufrimiento, es una característica de los Santos. Por lo demás, las bienaventuranzas -también aquellas más arduas como las persecuciones- no son sino un himno a la alegría.

2. Son muchas las virtudes -como la fe, la esperanza y la caridad- que el Beato Álvaro vivió de modo heroico. Practicó estos hábitos virtuosos a la luz de las bienaventuranzas de la mansedumbre, de la misericordia, de la pureza de corazón. Los testimonios son unánimes. Además de destacar por la total sintonía espiritual y apostólica con el santo Fundador, se distinguió también como una figura de gran humanidad.

Los testigos afirman que, desde niño, Álvaro era un «un chico de carácter muy alegre y muy estudioso, que nunca dio problemas»; «era cariñoso, sencillo, alegre, responsable, bueno...»[5].

Heredó de su madre, doña Clementina, una serenidad proverbial, la delicadeza, la sonrisa, la comprensión, el hablar bien de los demás y la ponderación al juzgar. Era un auténtico caballero. No era locuaz. Su formación como ingeniero le confirió rigor mental, concisión y precisión para ir en seguida al núcleo de los problemas y resolverlos. Inspiraba respeto y admiración.

3. Su delicadeza en el trato iba unida a una riqueza espiritual excepcional, en la que destacaba la gracia de la unidad entre vida interior y afán apostólico infatigable. El escritor Salvador Bernal afirma que transformó en poesía la prosa humilde del trabajo diario.

Era un ejemplo vivo de fidelidad al Evangelio, a la Iglesia, al Magisterio del Papa. Siempre que acudía a la basílica de San Pedro en Roma, solía recitar el Credo ante la tumba del Apóstol y una Salve ante la imagen de Santa María, Mater Ecclesiae.

Huía de todo personalismo, porque transmitía la verdad del Evangelio y la integridad de la tradición, no sus propias opiniones. La piedad eucarística, la devoción mariana y la veneración por los Santos nutrían su vida espiritual. Mantenía viva la presencia de Dios con frecuentes jaculatorias y oraciones vocales. Entre las más habituales estaban: Cor Iesu Sacratissimum et Misericors, dona nobis pacem!, y Cor Mariae Dulcissimum, iter para tutum; así como la invocación mariana: Santa María, Esperanza nuestra, Esclava del Señor, Asiento de la Sabiduría.

4. Un momento decisivo de su vida fue la llamada al Opus Dei. A los 21 (veintiún) años, en 1935 (mil novecientos treinta y cinco), después de encontrar a San Josemaría Escrivá de Balaguer -que entonces era un joven sacerdote de 33 (treinta y tres) años-, respondió generosamente a la llamada del Señor a la santidad y al apostolado.

Tenía un profundo sentido de comunión filial, afectiva y efectiva con el Santo Padre. Acogía su magisterio con gratitud y lo daba a conocer a todos los fieles del Opus Dei. En los últimos años de su vida, besaba a menudo el anillo de Prelado que le había regalado el Papa para reafirmarse en su plena adhesión a los deseos del Romano Pontífice. En particular, secundaba sus peticiones de oración y ayuno por la paz, por la unidad de los cristianos, por la evangelización de Europa.

Destacaba por la prudencia y rectitud al valorar los sucesos y las personas; la justicia para respetar el honor y la libertad de los demás; la fortaleza para resistir las contrariedades físicas o morales; la templanza, vivida como sobriedad, mortificación interior y exterior. El Beato Álvaro transmitía el buen olor de Cristo -bonus odor Christi-[6], que es el aroma de la auténtica santidad.

5. Sin embargo, hay una virtud que Monseñor Álvaro del Portillo vivió de modo especialmente extraordinario, considerándola un instrumento indispensable para la santidad y el apostolado: la virtud de la humildad, que es imitación e identificación con Cristo, manso y humilde de corazón[7]. Amaba la vida oculta de Jesús y no despreciaba los gestos sencillos de devoción popular, como, por ejemplo, subir de rodillas la Scala Santa en Roma. A un fiel de la Prelatura, que había visitado ese mismo lugar pero que había subido a pie la Scala Santa, porque -así se lo comentó- se consideraba un cristiano maduro y bien formado, el Beato Álvaro le respondió con una sonrisa, y añadió que él la había subido de rodillas, a pesar de que el ambiente estaba algo cargado por la multitud de personas y la escasa ventilación[8]. Fue una gran lección de sencillez y de piedad.

Monseñor del Portillo estaba, de hecho, beneficiosamente "contagiado" por el comportamiento de Nuestro Señor Jesucristo, que no vino a ser servido, sino a servir[9]. Por eso, rezaba y meditaba con frecuencia el himno eucarístico Adoro Te devote, latens deitas. Del mismo modo, consideraba la vida de María, la humilde esclava del Señor. A veces recordaba una frase de Cervantes, de las Novelas Ejemplares: «sin humildad, no hay virtud que lo sea»[10]. Y a menudo recitaba una jaculatoria frecuente entre los fieles de la Obra: «Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies»[11]; no despreciarás, oh Dios, un corazón contrito y humillado.

Para él, como para San Agustín, la humildad era el hogar de la caridad[12]. Repetía un consejo que solía dar el Fundador del Opus Dei, citando unas palabras de San José de Calasanz: «Si quieres ser santo, sé humilde; si quieres ser más santo, sé más humilde; si quieres ser muy santo, sé muy humilde»[13]. Tampoco olvidaba que un burro fue el trono de Jesús en la entrada a Jerusalén. Incluso sus compañeros de estudios, además de destacar su extraordinaria inteligencia, subrayan su sencillez, la inocencia serena de quien no se considera mejor que los demás. Pensaba que su peor enemigo era la soberbia. Un testigo asegura que era "la humildad en persona"[14].

Su humildad no era áspera, llamativa, exasperada; sino cariñosa, alegre. Su alegría derivaba de la convicción de su escasa valía personal. A principios de 1994, el último año de su vida en la tierra, en una reunión con sus hijas, dijo: «os lo digo a vosotras, y me lo digo a mí mismo. Tenemos que luchar toda la vida para llegar a ser humildes. Tenemos la escuela maravillosa de humildad del Señor, de la Santísima Virgen y de San José. Vamos a aprender. Vamos a luchar contra el proprio yo que está costantemente alzándose como una víbora, para morder. Pero estamos seguros si estamos cerca de Jesús, que es del linaje de María, y es el que aplastará la cabeza de la serpiente»[15].

Para don Álvaro, la humildad era «la llave que abre la puerta para entrar en la casa de la santidad», mientras que la soberbia constituía el mayor obstáculo para ver y amar a Dios. Decía: «la humildad nos arranca la careta de cartón, ridícula, que llevan las personas presuntuosas, pagadas de sí mismas»[16]. La humildad es el reconocimiento de nuestras limitaciones, pero también de nuestra dignidad de hijos de Dios. El mejor elogio de su humildad lo expresó una mujer del Opus Dei, después del fallecimiento del Fundador: «el que ha muerto ha sido don Álvaro, porque nuestro Padre sigue vivo en su sucesor»[17].

Un cardenal atestigua que cuando leyó sobre la humildad en la Regla de San Benito o en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, le parecía contemplar un ideal altísimo, pero inalcanzable para el ser humano. Pero cuando conoció y trató al Beato Álvaro entendió que era posible vivir la humildad de modo total.

6. Se pueden aplicar al Beato las palabras que el Cardenal Ratzinger pronunció en 2002, con ocasión de la canonización del Fundador del Opus Dei. Hablando de la virtud heroica, el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo: «Virtud heroica no significa exactamente que uno ha llevado a cabo grandes cosas por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él se ha mostrado transparente y disponible para que Dios actuara [...]. Esto es la santidad»[18].

Este es el mensaje que nos entrega hoy el Beato Álvaro del Portillo, «pastor según el corazón de Jesús, celoso ministro de la Iglesia»[19]. Nos invita a ser santos como él, viviendo una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde.

La Iglesia y el mundo necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, los miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia.

Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra.

Que María Auxiliadora de los Cristianos y Madre de los Santos, nos ayude y nos proteja.

Beato Álvaro del Portillo, ruega por nosotros.Amén.

[1]Francisco, Breve Apostólico de Beatificación del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo, Obispo, Prelado del Opus Dei, 27-IX-2014.

[2] Cfr. Ez 34, 11-16; Jn 10,11-16.

[3] Col 1, 28-29.

[4] Ibid., 24.

[5] Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 27.

[6] 2 Cor 2,15.

[7] Mt 11, 29.

[8] Cfr. Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 662.

[9]Mt 20, 28; Mc 10, 45.

[10] Miguel de Cervantes, Novelas Ejemplares: "El coloquio de los perros". Cfr. Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 663.

[11]Sal 51 [50], 19.

[12]San Agustín, De sancta virginitate, 51.

[13]San Josemaría Escrivá, palabras recogidas en A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, vol. I, Rialp, Madrid 1997, p. 18.

[14] Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 668.

Nos atrajo la santidad de un sacerdote

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Nos atrajo la santidad de un sacerdote

                Estuve en la Beatificación de Álvaro del Portillo. El número de asistentes desbordó todas las previsiones. Y yo reflexioné sobre lo que estaba viendo, y viviendo, y me pregunté: -¿Que nos ha traído aquí a todos?  No, desde luego, un impulso fanático. Tampoco una demostración de fuerza. No merece la pena tanto entusiasmo y esfuerzo si nos movieran esas razones fútiles. Lo que realmente movía nuestro corazón, y lo llenaba de entusiasmo, era una realidad irrefutable: la santidad de un sacerdote.
                Álvaro del Portillo fue eso: un sacerdote santo, que buscó y encontró a Dios en el camino de su vida guiado por la fe y el amor. El renunció a muchos posibles amores por el Amor. Su vida, su personalidad de Ingeniero de Caminos, la entregó a Dios cuando se le cruzó por el camino. Y ya nunca dio marcha atrás. Celebramos estos días su santidad, porque es para celebrarla.
                El Papa Francisco, en la carta que envió con motivo de este acto, dice:
Querido hermano:

La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación. También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos…

Me gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y aniversarios personales: « ¡gracias, perdón, ayúdame más!». Son palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana.

En primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes, nos toca y acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. …

Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera.

Perdón. A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre. Es abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar nuestra vida. .. Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría. Qué importante es sentir la ternura del amor de Dios y descubrir que aún hay tiempo para amar…

Ayúdame más. Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor. Su gracia no nos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres…
¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor. De alguien que, aun experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.

Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad…

Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide.

Fraternalmente,

Franciscus

Palabras para agradecer, y sobre todo para meditar. Como una gran familia nos reunimos en torno a Jesucristo, A la Virgen María y al Beato Álvaro del Portillo. Y como una gran familia seguimos trabajando humildemente por el Reino de Dios.

SAN MIGUEL SAN GABRIEL SAN RAFAEL , ARCÁNGELES.

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Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

«¿Quién como Dios?» es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el «sí» de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

PAPA FRANCISCO: OREMOS A SAN MIGUEL

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«Si no se lucha seremos derrotados»:

el Papa Francisco propone la oración

a San Miguel Arcángel

«Si no se lucha seremos derrotados»: el Papa Francisco propone la oración a San Miguel Arcángel
Actualizado 29 septiembre 2014







  

El Papa en la homilía de este lunes 29 de septiembre en la residencia Santa Marta explicó que Satanás presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es destruir al hombre, quizá con motivaciones “humanísticas”; los ángeles luchan contra el diablo y nos defienden. Lo afirmó el Papa en la Casa Santa Marta en la homilía de este lunes, el día en que la Iglesia celebra la fiesta de los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
El Papa señaló que las lecturas del día nos presentan imágenes muy fuertes: la visión de la gloria de Dios narrada por el profeta Daniel con el Hijo del Hombre, Jesucristo, frente al Padre; la lucha del arcángel Miguel y sus
 ángeles contra “el gran dragón, la serpiente antigua, aquel que
 es llamado diablo”, y “seduce a toda la tierra” pero es derrotado,
 como afirma el Apocalipsis; y el Evangelio en que Jesús dice
 a Natanael: “Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir
 y descender sobre el Hijo del Hombre”.
El Papa Francisco habló de la lucha entre el demonio y Dios:
 “Esta lucha sucede después de que Satanás busca destruir a la mujer
 que está por parir al hijo”, explicó.
Satanás siempre busca destruir al hombre: a aquel hombre que
Daniel veía ahí, en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que habría
de venir en la gloria”, continuó.
“Desde el principio la Biblia nos habla de esto: de aquella seducción para
 destruir, de Satanás, quizá por envidia –dijo el Papa-.
Nosotros leemos en el Salmo 8: “Tú has hecho al hombre superior a los ángeles”,
y esa inteligencia tan grande del ángel no podía llevar a cuestas esta humillación,
que una criatura inferior hubiera sido hecho superior; y buscaba destruirlo”.
Satanás, por lo tanto, busca destruir a la humanidad, a todos nosotros:
“Muchos proyectos, excepto los mismos pecadores, pero muchos, muchos
proyectos de deshumanización del hombre, son obra de él, simplemente
 porque odia al hombre”, aseguró Francisco.
“Es astuto: lo dice la primera página del Génesis; es astuto –advirtió el Papa-.

Presenta las cosas como si fueran buenas.
 Pero su intención es la destrucción. Y los ángeles nos defienden.
 Defienden al hombre y defienden al Hombre-Dios, al Hombre superior,
Jesucristo que es la perfección de la humanidad, el más perfecto”.
“Por eso la Iglesia honra a los ángeles, porque son aquellos que estarán
 en la gloria de Dios – están en la gloria de Dios – porque defienden el gran
 misterio escondido de Dios, es decir, que el Verbo se hizo carne”, destacó.
“La tarea del pueblo de Dios – afirmó el Papa – es custodiar en sí al hombre:
 al hombre Jesús” porque “es el hombre que da vida a todos los hombres”.
En cambio, en sus proyectos de destrucción, Satanás inventa “explicaciones
 humanísticas que van en contra del hombre, en contra de la humanidad y
 en contra de Dios”, añadió el Papa.
La lucha es una realidad cotidiana, en la vida cristiana: en nuestro corazón,
 en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras iglesias…
Si no se lucha, seremos derrotados”, constató.
Pero el Señor ha dado este trabajo principalmente a los ángeles: 
de luchar y vencer –prosiguió-.
Y el canto final del Apocalipsis, después de esta lucha, es muy bello:
 ‘Ahora se ha cumplido la salvación, la fuerza y el Reino de nuestro Dios
 y el poder de su Cristo, porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos,
 aquel que los acusaba frente a nuestro Dios día y noche’”.
El Papa, finalmente, invitó a orar a los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael y
a “rezar esa oración antigua pero muy hermosa, al arcángel Miguel,
 para que continúe luchando para defender el misterio más grande
 de la humanidad: que el Verbo se hizo Hombre, murió y resucitó.
 Este es nuestro tesoro. Que él continúe luchando para custodiarlo”.
La oración clásica al arcángel San Miguel dice:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del enemigo.
Reprímelo Dios, te pedimos humildemente,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno a Satanás
y a otros espíritus malignos, que andan por el mundo
para la perdición de las almas.
Amen

FIESTA ANGELES CUSTODIO. ANIVERSARIO FUNDACIÓN DEL OPUS DEI

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Ángel santo de la guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.

Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones
y cuentas todos mis pasos.

En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho
tus alas de nácar y oro.

Ángel de Dios, que yo escuche
tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo 
hacia Dios, que me lo envía.

Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.

En presencia de los ángeles,
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo. Amén.





ANIVERSARIO FUNDACIONAL DEL OPUS DEI






Trium Puerorum (Dan 3, 57-88, 56)

Ant. Trium puerorum * cantemus hymnum, quem cantabant 
sancti in camino ignis, benedicentes Dominum. (T.P. Alleluia.)

Benedicite, omnia opera Domini, Domino,* laudate et 
superexaltate eum in sæcula.

Benedicite, cæli, Domino,
* benedicite, angeli Domini, Domino.

Benedicite, aquæ omnes quæ super cælos sunt Domino,
* benedicat omnis virtus Domino.

Benedicite, sol et luna, Domino,
* benedicite, stellæ cæli, Domino.

Benedicite, omnis imber et ros, Domino,
* benedicite, omnes venti, Domino.

Benedicite, ignis et æstus, Domino,
* benedicite, frigus et æstus, Domino.

Benedicite, rores et pruina, Domino,
* benedicite, gelu et frigus, Domino.

Benedicite, glacies et nives, Domino,
* benedicite, noctes et dies, Domino.

Benedicite, lux et tenebræ, Domino,
* benedicite, fulgura et nubes, Domino.

Benedicat terra Dominum,
* laudet et superexaltet eum in sæcula.

Benedicite, montes et colles, Domino ,
* benedicite, universa germinantia in terra, Domino.

Benedicite, maria et flumina, Domino,
* benedicite, fontes, Domino.

Benedicite, cete et omnia quæ moventur in aquis, Domino
,* benedicite, omnes volucres cæli, Domino.

Benedicite, omnes bestiæ et pecora, Domino,
* benedicite, filii hominum, Domino.
Benedic, Israël, Domino,
* laudate et superexaltate eum in sæcula.

Benedicite, sacerdotes Domini, Domino,
* benedicite, servi Domini, Domino.

Benedicite, spiritus et animæ justorum, Domino,
* benedicite, sancti et humiles corde, Domino.

Benedicite, Anania, Azaria, Misaël, Domino,
* laudate et superexaltate eum in sæcula.

Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu;
* laudemus et superexaltemus eum in sæcula.

Benedictus es in firmamento cæli 
* et laudabilis et gloriosus in sæcula.

Hic non dicitur Gloria Patri, neque Amen.

Psalmus 150
Laudate Dominum in sanctuario eius,
* laudate eum in firmamento virtutis eius.

Laudate eum in magnalibus eius,
* laudate eum secundum multitudinem magnitudinis eius.

Laudate eum in sono tubæ,
* laudate eum in psalterio et cithara.

Laudate eum in tympano et choro,
* laudate eum in chordis et organo.

Laudate eum in cymbalis benesonantibus,
* laudate eum in cymbalis iubilationis:
* omne quod spirat, laudet Dominum.

Gloria Patri.

Ant. Trium puerorum 
* cantemus hymnum, quem cantabant sancti
 in camino ignis, benedicentes Dominum. 
(T.P. Alleluia.)

Kyrie, eléison. Christe, eléison.
Kyrie, eléison.

Pater noster.

V. Et ne nos inducas in tentationem.
R. Sed libera nos a malo.

V. Confiteantur tibi, Domine, omnia opera tua.
R. Et sancti tui benedicant tibi.

V. Exsultabunt sancti in gloria.
R. Lætabuntur in cubilibus suis.

V. Non nobis, Domine, non nobis.
R. Sed nomini tuo da gloriam.

V. Domine, exaudi orationem meam.
R. Et clamor meus ad te veniat.


Sacerdos addunt:
V. Dominus vobiscum.
R. Et cum spiritu tuo.



OREMUS
Deus, qui tribus pueris mitigasti flammas ignium:
concede propitius; ut nos famulos tuos non 
exurat flamma vitiorum.Actiones nostras, 
quæsumus, Domine, aspirando præveni et 
adjuvando prosequere: ut cuncta nostra oratio 
et operatio a te semper incipiat, 
et per te coepta finiatur.
Da nobis, quæsumus, Domine, vitiorum nostrorum 
flammas exstinguere: qui beato Laurentio tribuisti 
tormentorum suorum incendia superare.

 Per Christum Dominum nostrum.
R. Amen.



Daniel 3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: Bendito sea Dios, que envió un ángel a salvar a sus siervos que confiaron en él.
Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Ant: Bendito sea Dios, que envió un ángel a salvar a sus siervos que confiaron en él.
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