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SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

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ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Ya en el Cielo está María,
a su Hija abraza el Padre,
a su Madre , el Redentor
y a su Esposa Coronada
el Espíritu de Amor.Amén

Memorable como muy pocos en la historia de los dogmas aquel 1 de noviembre de 1950. Sobre cientos de miles de corazones, que hacían de la inmensa plaza de San Pedro un único pero gigantesco corazón —el corazón de toda la cristiandad—, resonó vibrante y solemne la voz infalible de Pío XII declarando ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
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Esta suprema decisión del Romano Pontífice es el coronamiento de un proceso multisecular. Nosotros gustamos el dulce sabor de ese fruto sazonado de nuestra fe, pero su savia y sus flores venían circulando y abriéndose en el jardín de la Iglesia desde la más remota antigüedad cristiana.
En la encíclica Munificentissimus Deus, que nos trajo la jubilosa definición del dogma, se hace un minucioso estudio histórico-teológico del mismo. Siglo tras siglo y paso por paso se va siguiendo con amoroso deleite el camino recorrido por la piadosa creencia hasta llegar, ¡por fin!, a la suprema exaltación de la definición ex cathedra.

Comienza la encíclica recordando un hecho. Nunca dejaron los pastores de la Iglesia de enseñar a los fieles, apoyándose en el santo Evangelio, que la Virgen Santísima vivió en la tierra una vida de trabajos, angustias y preocupaciones; que su alma fue traspasada por el fiero cuchillo profetizado por el santo anciano Simeón; que, por fin, salió de este mundo pagando su tributo a la muerte como su Unigénito Hijo… ¡Ah! Pero eso no impidió ni a unos ni a otros creer y profesar abiertamente que su sagrado cuerpo no estuvo sujeto a la corrupción del sepulcro ni fue reducido a cenizas el augusto tabernáculo del Verbo divino.
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Esa misma creencia, presente y viviente en las almas, fue tomando formas tangibles y grandiosas dimensiones a medida que la tierra se fue poblando de templos erigidos a la Asunción de la Virgen María. Sólo en España son 28 las catedrales consagradas a la Virgen en ese su sagrado misterio. Y si los templos son muchos, infinitamente más son las imágenes que pregonan a voces el triunfo de la Madre de Dios. Añadid ahora las ciudades, diócesis y regiones enteras, así como Institutos religiosos que se han puesto bajo el amparo y protección de María en esta gloriosa advocación, y tendréis un definitivo argumento de la pujanza de dicha creencia en la masa del pueblo cristiano.

También los artistas, fieles intérpretes del pensamiento cristiano a través de los tiempos, han rivalizado a su vez en la interpretación plástica del gran misterio asuncionista. Ya en el famoso sarcófago romano de la iglesia de Santa Engracia, en Zaragoza, muy probablemente de principios del siglo IV, aparece una de estas representaciones. El tema se repite después con una profusión deslumbradora en telas, en marfiles, en bajorrelieves, en mosaicos. Basta recordar los nombres de Rafael, Juan de Juanes, el Greco, Guido Reni, Palma, Tintoretto, el Tiziano… Y no son todos. A la misma altura y con la misma elocuencia que ellos con sus pinceles, proclamaron su fe con su gubia nuestros incomparables imagineros del Siglo de Oro, reproduciendo el episodio en retablos desbordantes de luz y colorido.

Pero de modo más espléndido y universal aún —comenta la encíclica de la definición— se manifiesta esta fe en la sagrada liturgia. Ya desde muy remota antigüedad se celebran en Oriente y Occidente solemnes fiestas litúrgicas en conmemoración de este misterio. Y de ellas no dejaron nunca los Santos Padres de sacar luz y enseñanzas, pues sabido es que la liturgia, siendo también una profesión de las celestiales verdades…, puede ofrecer argumentos y testimonios de no pequeño valor para determinar algún punto particular de la doctrina cristiana.
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Podrían multiplicarse indefinidamente los testimonios de las antiguas liturgias, que exaltan y ponderan la Asunción de María. Unos brillan por su mesura y sobriedad, como, generalmente, los de la liturgia romana; otros se visten de luz y poesía, como los de las liturgias orientales. Pero todos ellos concuerdan en señalar el tránsito de la Virgen como un privilegio singular. Dignísimo remate, indispensable colofón reclamado por los demás privilegios de la Madre de Dios.

Pero lo que sobre todo emociona y convence es ver cómo la Asunción se abrió camino con tal éxito y señorío entre las demás solemnidades del ciclo litúrgico, que muy pronto escaló la cumbre de los primeros puestos. Ello estimula eficazmente a los fieles a apreciar cada vez más la grandeza de este misterio. San Sergio I, al prescribir la letanía o procesión estacional para las principales fiestas marianas, enumera juntas las de la Natividad, Anunciación, Purificación y Dormición de María. Más tarde, San León IV quiso añadir a la fiesta, que para entonces había ya recibido el título de Asunción de María, una mayor solemnidad litúrgica, y prescribió se celebrara con vigilia y octava, y durante su pontificado tuvo a gala participar él mismo en su celebración, rodeado de una innumerable muchedumbre de fieles. Fue durante muchos siglos hasta nuestros días una de las fiestas precedidas de ayuno colectivo en la Iglesia. Y no es exagerado afirmar que los Soberanos Pontífices se esmeraron siempre en destacar su rango y su solemnidad.

Los Santos Padres y los grandes doctores, tanto si escriben como si predican a propósito de esta solemnidad, no se limitan a celebrarla como cosa admitida y venerada por el pueblo cristiano en general, sino que desentrañan su alcance y contenido, precisan y profundizan su sentido y objeto, declarando con exactitud teológica lo que a veces los libros litúrgicos habían sólo fugazmente insinuado.

Cosa fácil sería entretejer un manojo de textos patrísticos como prueba palmaria de lo que venimos diciendo. Bástenos el testimonio de San Juan Damasceno, del que el mismo Pío XII asegura que “se distingue entre todos como testigo eximio de esta tradición. considerando la Asunción corporal de la Madre de Dios a la luz de sus restantes privilegios”. “Era necesario —dice el Santo— que aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes. Era necesario que aquella que había visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazón aquella espada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz, le contemplase sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios.”

Parecidos conceptos expresa San Germán de Constantinopla. Según él la raíz de este gran privilegio de María está en la divina Maternidad tanto como en la santidad incomparable que adornó y consagró su cuerpo virginal. “Tú, como fue escrito —le dice el Santo—, apareces radiante de belleza y tu cuerpo virginal es todo santo, todo casto, todo y por esta razón es preciso que se vea libre de convertirse en polvo y se transforme, en cuanto humano, en una excelsa vida incorruptible: debe ser vivo, gloriosísimo, incólume y partícipe de la plenitud de la vida.”
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Siguiendo esta misma trayectoria, los pastores de la Iglesia, los oradores sagrados, los teólogos de todos los tiempos, empleando unas veces el lenguaje sobrio y circunspecto de la ciencia teológica, y hablando otras veces con la santa libertad de la entonación oratoria, en períodos rozagantes de vibrante y encendida elocuencia, han acumulado un sinnúmero de razones que con mayor o menor fuerza parecen exigir y reclamar este hermoso privilegio de María. En su afán de penetrar en la entraña misma de las verdades reveladas y mostrar el singular acuerdo que existe entre la razón teológica y la fe, pusieron de relieve la conexión y la armonía que enlaza la Asunción de la Virgen con las demás verdades que sobre Ella nos enseña la Sagrada Escritura. Para ellos este gran privilegio es como una consecuencia necesaria de amor y la piedad filial de Cristo hacia su Santísima Madre, y encuentran sus raíces bíblicas en aquel insigne oráculo del Génesis que nos presenta a María asociada con nuestro divino Redentor en la lucha y la victoria contra la serpiente infernal. Y por lo que al Nuevo Testamento se refiere, consideran con particularísimo interés las palabras con que el arcángel saludó a María: Dios te salve, la llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre las mujeres. Según ellos el misterio de la Asunción puede ser un complemento lógico de la plenitud de gracia otorgada a la Virgen y una particular bendición, contrapuesta por el Altísimo a la maldición que recayó un día sobre la primera mujer.

El alma de María estuvo siempre exenta de toda mancha; su cuerpo inmaculado no experimentó nunca la mordedura de la concupiscencia; su carne fue siempre pura y sin mancilla, como puros y sin mancilla fueron siempre su espíritu y su corazón. En María todo fue ordenado, nada hubo de lucha pasional, ninguna inclinación al pecado, todo respiraba elevación, virginidad y pureza, ¿Cómo, pues, podría un cuerpo que era todo luz y candor convertirse en polvo de la tierra y en pasto de gusanos? Y aún cobra mayor fuerza esta argumentación si tenemos en cuenta que la carne de María era y es la carne de Jesús: de qua natus est Iesus. ¿Podría Cristo permitir que aquel cuerpo inmaculado, del que se amasó y plasmó su propio cuerpo, sufriera la humillante putrefacción del sepulcro, secuela y efecto del pecado original? Si el desdoro y humillación de la madre redunda y recae siempre sobre los hijos, ¿no redundaría sobre el mismo Hijo de Dios esta humillación de la Virgen, su Madre?

El cuerpo de María había sido el templo viviente en que moró durante nueve meses la persona adorable del Verbo encarnado. En ese cuerpo virginal puso el Altísimo todas sus complacencias. Lo quiso limpio de toda mancha. Para ello no escatimó mimos de Hijo ni prodigios de Dios, primero al ser concebido en el seno de Santa Ana, y después al encarnarse en sus entrañas el Hijo del Altísimo. Y si realizó tales prodigios, que implican una rotunda derogación de las leyes por Él mismo establecidas, ¿puede concebirse siquiera que no lo preservara después de la corrupción del sepulcro, cuando para ello bastaba anticipar una prerrogativa que al final de los tiempos disfrutarán todos los elegidos?

El dogma de la Asunción de la Virgen, en estricto rigor teológico, puede entenderse y explicarse prescindiendo en absoluto del hecho histórico de su muerte. Su núcleo central lo constituye la traslación anticipada de María en cuerpo y alma a los cielos, sea que para ello rindiera tributo a la muerte (como lo hizo el mismo Jesucristo), sea que su cuerpo vivo recibiera inmediatamente el brillo de la suprema glorificación. No han faltado en el correr de los siglos, ni faltan tampoco en nuestros días, quienes juzgan más glorioso para María la glorificación inmediata, sin pasar por la muerte. A nosotros no nos seduce semejante postura, en la que más bien creemos descubrir un error de perspectiva.

Creemos sinceramente que murió la Virgen, de la misma manera que murió su Hijo Jesucristo. “Quiso Dios que María fuese en todo semejarte a Jesús —dice el gran cantor de la Virgen San Alfonso María de Ligorio—; y, habiendo muerto el Hijo, convenía que muriera también la Madre.” “Quería, además, el Señor —prosigue el gran doctor napolitano— darnos un dechado y modelo de la muerte que a los justos tiene preparada; por eso determinó que muriera la Virgen María, pero con una muerte llena de consuelos y celestiales alegrías.”

Creemos sinceramente que la Virgen murió. Si su cuerpo hubiera alcanzado la glorificación definitiva pasando sobre la muerte, ¿dejaría de haber en la primitiva literatura cristiana ecos de esa luz y de ese perfume? En la misma literatura canónica no se explicaría fácilmente que no quedaran vestigios de tan extraña y sorprendente maravilla…
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Pero no hay nada. Señal más que probable de que María entregó su vida en un dulcísimo sueño de amor, a la manera que un nardo que se consume al sol exhala en los aires su postrer aroma. Mas añadamos en seguida que su muerte fue muy distinta de nuestra muerte.

“Tres cosas principalmente hacen a la muerte triste y desconsoladora: el apego a las cosas de la tierra, el remordimiento de los pecados cometidos y la incertidumbre de la salvación. Pero la muerte de María no sólo estuvo exenta de estas amarguras, sino que fue acompañada de tres señaladísimos favores, que la trocaron en agradable y consoladora. Murió desprendida, como siempre había vivido, de los bienes de la tierra; murió con envidiable paz de conciencia; murió, finalmente, con la esperanza cierta de alcanzar la gloria eterna” (San Alfonso).

Nada de parecido puede haber, al punto de morir, entre Ella y nosotros. Ni angustias, ni apegos, ni gestos o tirones violentos. Todo en su dichoso tránsito fue apacible y gozoso como la luz que se va, deslizándose dulcemente, silenciosamente, sobre la tierra y el mar por primera y última vez, en excepcional rito fúnebre, la muerte dejó su fatídica guadaña para empuñar en sus manos una llave de oro. Era la llave del paraíso, cuyas puertas se abrían del par en par dejando paso a la Mujer aclamada con voz unánime por los bienaventurados como su Reina y Señora. Los poetas dirían que la muerte de María fue como “el parpadeo de una estrella que, al llegar la mañana, se esconde en un pliegue del manto azul del cielo; como el susurro de la brisa que pasa riendo a través de los rosales; como el acento postrero de un arpa; como el balanceo de una espiga dorada que mecen los vientos primaverales. Así se inclinaría el cuerpo de la Virgen María; así sería el último suspiro de su casto corazón; así brillarían sus ojos purísimos en la hora postrera”.

Esto nos dirían los poetas, tratando primero de adivinar y después de traducir a su lenguaje humano las realidades inenarrables del alma de María al despedirse de la tierra. Pero los teólogos nos han dicho más. Remontándose por encima de las realidades de este mundo visible, han querido penetrar en las raíces mismas de esa muerte única que fue la muerte de María, encontrando dichas raíces en la llama inextinguible de amor a su Dios, que consumió y redujo a pavesas su existencia terrena.

San Andrés Cretense habla de un sueño dulcísimo, de un ímpetu de amor, expresiones que se repiten con frecuencia en otros Padres orientales, como Teodoro de Abucara, Epifanio el Monje, Isidoro de Tesalónica, Nicéforo Calixto, Cosme Vestitor y otros autores.

Razonamientos similares añoran aquí y allí en los escritores ascéticos y en los más profundos teólogos, como Santo Tomás de Villanueva, Suárez, Cristóbal de Vega, Bossuet, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio. Por ser ambos dos doctores de la Iglesia, citaremos unos textos bellísimos de los dos últimos autores.
 San Francisco de Sales escribe emocionado: “Y pues consta ciertamente que el Hijo murió de amor y que María tuvo que asemejarse a su Hijo en el morir, no puede ponerse en duda que la Madre murió de amor…, Este amor le dio tantas acometidas y tantos asaltos, esta llaga recibió tantas inflamaciones, que no fue posible resistirlas, y, como consecuencia, tuvo que morir…
 Después de tantos vuelos espirituales, tantas suspensiones y tantos éxtasis, este santo castillo de pureza, este fuerte de la humildad, habiendo resistido milagrosamente mil y mil veces los asaltos del amor, fue tomado por un último y general asalto; y el amor, que fue el triunfador, se llevó esta hermosa paloma como su prisionera, dejando en su cuerpo sacrosanto la fría y pálida muerte”. Y en otro pasaje dice que, “como un río que dulcemente tornase a su fuente, así Ella se volvía hacia esta unión tan deseada de su alma con Dios… Y habiendo llegado la hora de que la Santísima Virgen debía abandonar esta vida, fue el amor el que verdaderamente hizo la división entre su cuerpo y su alma”.
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El autor de Las glorias de María, a su vez, no cede en delicadeza y emoción al obispo de Ginebra. “Entonces se presentó la muerte —escribe el Santo—, no con ese aparato de luto y de tristeza que ostenta cuando se presenta para dar el golpe fatal a los demás hombres, sino rodeada de luz y de alegría. Digo que se presentó la muerte, y digo mal, porque no la muerte, sino el amor divino fue el que rompió el hilo de esta preciosa vida. Y así como una lámpara, antes de extinguirse, entre los últimos destellos lanza uno más brillante y luego se apaga, así también María. Y, al sentir que su Hijo la invitaba a que le siguiera, como una mariposa inflamada en las llamas de caridad, y exhalando grandes suspiros, da uno más intenso y más amoroso, y luego sucumbe y muere. De esta suerte aquella alma grande, aquella paloma del Señor, rompiendo los lazos que la aprisionaban a la tierra, levanta el vuelo y no para hasta llegar a descansar en la gloria bienaventurada, donde tiene su trono y reinará como Señora por eternidades sin fin.”
Dormición de la Virgen (Iglesia de San Juan del Hospital de Valencia)

Sobre las circunstancias de la muerte de María la tradición ha guardado un respetuoso silencio. Pero la piedad ardiente del pueblo cristiano supo tejer una dorada leyenda que, a partir del siglo V, ha iluminado el ocaso de aquella vida con fulgores de estrellas y revoloteos de espíritus celestes, con perfume de azucenas y músicas angélicas. La leyenda nace en el Oriente, pero muy pronto se difunde, en alas del fervor religioso, por todos los ámbitos de la cristiandad, que recibe con avidez todo cuanto exalta la gloria de su Reina. Primero se asoma a las páginas de los libros ascéticos; después se engalana con todas las preseas de la poesía, y por fin se adueña de todas las artes, encaramándose en los retablos de las catedrales, luciendo en la pintura y escultura y vibrando en la música.
 María recibe la palma de su triunfo de manos de un ángel; los apóstoles, dispersos a la sazón por el mundo, se congregan milagrosamente en torno a aquel lecho, que más que lecho mortuorio parece un altar; cantan los ángeles tonadas celestiales… Y Jesús desciende a recoger el alma de su Madre, que se desprende de su cuerpo como un fruto maduro se desprende del árbol. Los apóstoles sepultan aquel cadáver sacrosanto, y al tercer día asisten a su triunfal resurrección. He aquí, en síntesis, la dorada leyenda, a un tiempo lírica y dramática, cuyo relato ha enternecido a tantas generaciones cristianas.

La piedad de nuestros tiempos, más ilustrados y más conscientes, no necesita de leyendas y fantasías para levantar a la Virgen al lugar que por su grandeza le corresponde. No reprochamos, sin embargo, a nuestros mayores su bella y deliciosa ingenuidad. Ni ella fue obstáculo para transformarlos a ellos en unos grandes enamorados de María, ni quiera Dios que nuestra petulante perspicacia nos impida a nosotros amarla tan apasionadamente como los buenos hijos han amado siempre a su madre.
http://www.infovaticana.com/la-asuncion-de-la-virgen/
(mercaba.org)




EL PAPA FRANCISCO EN COREA:LA IGLESIA NECESITA EL TESTIMONIO CREÍBLE DE LOS LAICOS

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El Papa a los laicos: «Hoy, como
siempre, la Iglesia necesita el
testimonio creíble de los laicos»


El Papa Francisco reiteró este sábado la importancia de los laicos en la misión evangelizadora de la Iglesia y los invitó a poner sus dones al servicio de las familias y de la promoción humana trabajando de la mano con los pastores.

Así lo expresó durante el encuentro con los líderes del apostolado laical en Corea del Sur, realizado en el Centro de Espiritualidad de Kkottongnae y donde recordó el papel de los laicos en la evangelización de la península. “La Iglesia en Corea, como todos sabemos, ha heredado la fe de generaciones de laicos que perseveraron en el amor a Jesucristo y en la comunión con la Iglesia, a pesar de la escasez de sacerdotes y de la amenaza de graves persecuciones”, afirmó.

Mártires, testigos también en su vida ordinaria
“El beato Pablo Yun Ji-chung y los mártires que hoy han sido beatificados constituyen un capítulo extraordinario de esta historia. Dieron testimonio de la fe no sólo con los tormentos y la muerte, sino también con su vida de afectuosa solidaridad de unos con otros en las comunidades cristianas, que se distinguían por una caridad ejemplar. Este precioso legado sigue vivo en sus obras actuales de fe, de caridad y de servicio”, afirmó.

En ese sentido, Francisco señaló que “hoy, como siempre, la Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos sobre la verdad salvífica del Evangelio, su poder para purificar y trasformar el corazón, y su fecundidad para edificar la familia humana en unidad, justicia y paz”.

Todo bautizado tiene un puesto vital en ella. Sus dones como hombres y mujeres laicos son múltiples y sus apostolados variados, y todo lo que hacen contribuye a la promoción de la misión de la Iglesia, asegurando que el orden temporal esté informado y perfeccionado por el Espíritu de Cristo y ordenado a la venida de su Reino”, afirmó.



No basta el trabajo con los pobres
En su discurso, el Santo Padre agradeció el trabajo con los pobres, lo cual es bueno “pero no basta”. “Los animo a multiplicar sus esfuerzos en el ámbito de la promoción humana, de modo que todo hombre y mujer llegue a conocer la alegría que viene de la dignidad de ganar el pan de cada día y de sostener a su propia familia”.

Asimismo, destacó la valiosa contribución de las mujeres católicas coreanas como madres de familia, catequistas y maestras “y de tantas otras formas”; e hizo un llamado a “ayudar a los esposos cristianos y a las familias a cumplir su misión en la vida de la Iglesia y de la sociedad”, sobre todo ahora en tiempos de crisis de “la vida familiar”.

Llamada a la comunión
Les pido que todo lo hagan en completa armonía de mente y corazón con sus pastores, intentando poner sus intuiciones, talentos y carismas al servicio del crecimiento de la Iglesia en unidad y en espíritu misionero”.

“Su colaboración es esencial, puesto que el futuro de la Iglesia en Corea, como en toda Asia, dependerá en gran medida del desarrollo de una visión eclesiológica basada en una espiritualidad de comunión, de participación y de poner en común los dones”, señaló.


Texto completo del Papa Francisco a los laicos de Corea

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegro de tener la oportunidad de encontrarme con ustedes, que representan las diversas manifestaciones del floreciente apostolado de los laicos en Corea. Agradezco al Presidente del Consejo del Apostolado Seglar Católico, el señor Paul Kwon Kil-joog, sus amables palabras de bienvenida en nombre de todos.

La Iglesia en Corea, como todos sabemos, ha heredado la fe de generaciones de laicos que perseveraron en el amor a Jesucristo y en la comunión con la Iglesia, a pesar de la escasez de sacerdotes y de la amenaza de graves persecuciones. El beato Pablo Yun Ji-chung y los mártires que hoy han sido beatificados constituyen un capítulo extraordinario de esta historia. Dieron testimonio de la fe no sólo con los tormentos y la muerte, sino también con su vida de afectuosa solidaridad de unos con otros en las comunidades cristianas, que se distinguían por una caridad ejemplar.

Este precioso legado sigue vivo en sus obras actuales de fe, de caridad y de servicio. Hoy, como siempre, la Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos sobre la verdad salvífica del Evangelio, su poder para purificar y trasformar el corazón, y su fecundidad para edificar la familia humana en unidad, justicia y paz. Sabemos que no hay más que una misión en la Iglesia de Dios, y que todo bautizado tiene un puesto vital en ella. Sus dones como hombres y mujeres laicos son múltiples y sus apostolados variados, y todo lo que hacen contribuye a la promoción de la misión de la Iglesia, asegurando que el orden temporal esté informado y perfeccionado por el Espíritu de Cristo y ordenado a la venida de su Reino.

De modo particular, me gustaría reconocer la labor de las numerosas asociaciones que se ocupan directamente de la atención a los pobres y necesitados. Como demuestra el ejemplo de los primeros cristianos coreanos, la fecundidad de la fe se expresa en la práctica de la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas, independientemente de su cultura o condición social, ya que en Cristo «no hay judío ni griego» (Ga 3,28). Quiero manifestar mi profundo agradecimiento a cuantos, con su trabajo y su testimonio, llevan la presencia consoladora del Señor a los que viven en las periferias de nuestra sociedad. Esta tarea no se puede limitar a la asistencia caritativa, sino que debe extenderse también a la consecución del crecimiento humano. Asistir a los pobres es bueno y necesario, pero no basta. Los animo a multiplicar sus esfuerzos en el ámbito de la promoción humana, de modo que todo hombre y mujer llegue a conocer la alegría que viene de la dignidad de ganar el pan de cada día y de sostener a su propia familia.

También quiero reconocer la valiosa contribución de las mujeres católicas coreanas a la vida y la misión de la Iglesia en este país como madres de familia, como catequistas y maestras y de tantas otras formas. Asimismo, no puedo dejar de destacar la importancia del testimonio dado por las familias cristianas. En una época de crisis de la vida familiar, nuestras comunidades cristianas están llamadas a ayudar a los esposos cristianos y a las familias a cumplir su misión en la vida de la Iglesia y de la sociedad. La familia sigue siendo la célula básica de la sociedad y la primera escuela en la que los niños aprenden los valores humanos, espirituales y morales que los hacen capaces de ser faros de bondad, de integridad y de justicia en nuestras comunidades.

Queridos hermanos, cualquiera que sea su colaboración con la misión de la Iglesia, les pido que sigan promoviendo en sus comunidades una formación cada vez más completa de los fieles laicos, mediante la catequesis continua y la dirección espiritual. Les pido que todo lo hagan en completa armonía de mente y corazón con sus pastores, intentando poner sus intuiciones, talentos y carismas al servicio del crecimiento de la Iglesia en unidad y en espíritu misionero. Su colaboración es esencial, puesto que el futuro de la Iglesia en Corea, como en toda Asia, dependerá en gran medida del desarrollo de una visión eclesiológica basada en una espiritualidad de comunión, de participación y de poner en común los dones (cf. Ecclesia in Asia, 45).

Una vez más les expreso mi gratitud por todo lo que hacen para la edificación de la Iglesia en Corea en santidad y celo. Que encuentren constante inspiración y fuerza para su apostolado en el Sacrificio eucarístico, que comunica y alimenta “el amor a Dios y a los hombres, alma de todo apostolado” (Lumen gentium, 33). Para ustedes, sus familias y cuantos participan en las obras corporales y espirituales de sus parroquias, de las asociaciones y de los movimientos, imploro la alegría y la paz del Señor Jesucristo y la solícita protección de María, nuestra Madre. 

ACORDAOS (S. Bernardo )

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Acordaos (Memorare) (SAN BERNARDO) 

 La Virgen MaríaAcordaos (Memorare) (SAN BERNARDO) 

 La Virgen María se aparece a S. Bernardo
Acordaos,  ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio y reclamando Vuestro Socorro, haya sido desamparado por Vos. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas ante la necesidad, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
 Remember, oh most gracious Virgin Mary, that nev by     this confidence I fly unto you, oh Virgin of the Incarnation, my Mother. To you do I come oh Mother of my Lord Jesus Christ, before you I stand, sinful and sorrowful. Oh Mother of the Word Incarnate, despise not my petitions but in your mercy and by the Mistery of Your Holy Incarnation hear and answer me, for the love of God. Amen.
MEMORARE
MEMORARE, oh piisima Virgo Maria, auditem esse no un saeculo, ad quemquam praesidia currentem tua, implorantem auxilia tua, suffragia petentem tua, derelictum ese. Ego animatus astrágalo Confidentia, ad te,  Virgo Virginum, Mater, curro, te anuncio Venio, coram te assisto peccator gemens. Noli,  Mater Verbi, despìcere verba mea, sed audi propitia et Exaudi.
Amen

Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María.
Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María.
Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María.
Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas.
Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás sí es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara
San Bernardo de Claraval

APARICION DE LA VIRGEN  A SAN BERNARDO       (FILIPPINO LIPPI - 1486)

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.






San Bernardo de Claraval (Clairvaux)
Fiesta: 20 de agosto 
(1090-1153)
Cisterciense, Doctor de la Iglesia

Fue el gran impulsor y propagador de la Orden Cisterciense y el hombre más importante del siglo XII en Europa.
Fundador del Monasterio Cisterciense del Claraval y de muchos otros.
Nació en Borgoña (Francia) en el año 1.090, en el Castillo Fontaines-les-Dijon. Sus padres eran los señores del Castillo y fue educado junto a sus siete hermanos como correspondía a la nobleza, recibiendo una excelente formación en latín, literatura y religión.
San Bernardo es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero es uno de los que más impacto ha tenido en ella.
Fue declarado Santo en 1.173 por el Papa Alejandro III. Posteriormente, fue declarado Doctor de la Iglesia.
Su personalidad
Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo.
Amable, simpático, inteligente, bondadoso y alegre, incluso muy apuesto, pues sabemos que su hermana Humbelina le llamaba cariñosamente con el apelativo de "ojos grandes". Durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.
La visión que cambió su trayectoria
Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo, se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban Harding lo aceptó con gran alegría.
Toda su familia ganada para Cristo.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y 30 compañeros de la Nobleza que dejaron todo para unirse a Cristo . Dicen que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Con que ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se hizo religioso del Cister.
Antes de entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban entrar al convento para prepararlos durante varias semanas, entrenándolos acerca del modo de cómo debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister. Mas tarde, habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana Humbelina y su cuñado, de mutuo acuerdo decidieron también entrar en la vida religiosa. Posteriormente llegó también su hermana Humbelina a la gloria de los altares. Vemos en la historia la gran influencia de las relaciones tanto para bien como para mal.
En la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a la vida religiosa, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas espirituales de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval. En el convento del Cister demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio apartado en el bosque donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa "valle claro" ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día. Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros, a los pocos años tenía 130 religiosos. De este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos. (Trois Fontaines, Fontenay, Foigny, etc.,).

Su Predicación.
Le llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo). Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima.
Fue el gran enamorado de la Virgen Santísima. Se adelantó en su tiempo a considerarla medianera de todas las gracias y poderosa intercesora nuestra ante su Hijo Nuestro Señor . A San Bernardo se le deben las últimas palabras de la Salve: "Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María"., así como la bellísima oracion del "Acordaos"cuyo texto íntegro reproducimos en otro apartado de este texto). Tal era su Amor a la Virgen que teniendo costumbre de saludarla siempre que pasaba ante una imagen de ella con las palabras "Dios te Salve María", la imagen un día le contestó "Dios te salve, hijo mío Bernardo".
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. El pueblo vibraba de emoción cuando le oía hablar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante:

Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María.
Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María.
Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios.
Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial.

Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Así como también de entre sus numerosísimos libros y textos se halla el de unas reflexiones de gran importancia llamado "La Consideración"  leído por varios Papas, entre ellos el Papa Juan XXIII.
En él propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados, no vayan a cometer el gravísimo error de descuidar la humildad y/o dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. En una de sus reflexiones, comenta:
"Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación".
Las dos ideas fundamentales que nos transmite San Bernardo son:
1.- La mediación universal de la Virgen
2.- La necesidad filial de invocarla en todas las circunstancias.

Viajero infatigable
El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le dañó el aparato digestivo) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Exclamaba: "A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas" (ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

Despedida gozosa.
Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ejemplo hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba:

"Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante, y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a su eternidad feliz, el 20 de agosto del año 1153. Tenía 63 años.
ANÉCDOTA
Le sucedió a San Bernardo, siendo muy joven, cuando todavía no había entrado en la vida monástica. Bernardo era muy guapo, de porte elegante y alto.

En cierta ocasión, cabalgando lejos de su casa con varios amigos, les sorprendió la noche, por lo que tuvieron que buscar hospitalidad en una casa. La dueña los recibió bien, e insistió en que Bernardo, como jefe del grupo, ocupase una habitación separada. Durante la noche, la mujer se presentó en la habitación con intenciones deshonestas. Bernardo, en cuanto se dio cuenta de lo que se avecinaba, fingió con gran presencia de ánimo creer que se trataba de un intento de robo, y con toda su fuerza empezó a gritar: -¡Ladrones, ladrones! La intrusa se alejó rápidamente. Al día siguiente, cuando el grupo se marchaba cabalgando, sus amigos empezaron a bromear acerca del imaginario ladrón, pero Bernardo, contestó con toda tranquilidad:

-No fue ningún sueño. El ladrón entró indudablemente en la habitación, pero no para robarme el oro y la plata, sino algo de mucho más valor."



SAN ALBERTO HURTADO 18 DE AGOSTO

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San Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero

En Santiago de Chile, san Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres sin techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudiesen encontrar un verdadero y familiar hogar.
 «La caridad --escribió-- nos urge de tal manera que no podemos rechazar el trabajo: consolar a un triste, ayudar a un pobre, un enfermo que visitar, un favor que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso, hacer una diligencia, escribir un artículo, organizar una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones de cada día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado a vivir para Dios en abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita en su puerta. Si alguien ha tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de apostolado se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para aceptar las mayores. Así nuestra vida y el celo por la gloria de Dios nos echan a una marcha rápidamente acelerada, que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales... y un día llega en que la máquina se para o se rompe. ¡Y donde nosotros creíamos ser indispensables se pone otro en nuestro lugar!». «Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor de Cristo lo que nos urgía? y darse a los hermanos, ¿no es darse a Cristo
Alberto Hurtado Cruchaga nacido en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. Quedó huérfano de padre a la edad de 4 años. Su madre se vio obligada a vender en condiciones desfavorables su propiedad para pagar las deudas de la familia. Como consecuencia de ello, Alberto y su hermano debieron ir a vivir con parientes, y a menudo a transferirse de uno a otro de ellos. Así experimentó desde pequeño la condición de los pobres, sin casa y dependiendo de otros. Una beca le permitió estudiar en el Colegio San Ignacio de Santiago. Aquí se hizo miembro de la Congregación Mariana (lo que hoy son las Comunidades de Vida Cristiana, CVX) y como tal se interesó vivamente por los pobres, yendo a trabajar con ellos a los barrios más miserables todos los domingos por la tarde.
Terminados los estudios secundarios en 1917 quiso hacerse jesuita, pero le recomendaron postergar la realización de su deseo con el fin de que se pudiera ocupar de su madre y su hermano menor. Trabajando por las tardes, logró mantener a los suyos y al mismo tiempo estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. En este período continuó dedicándose a los pobres, a quienes seguía visitando cada semana. El deber del servicio militar le hizo interrumpir sus estudios, pero luego pudo graduarse al inicio de agosto de 1923.
El 14 de este mes entró al Noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán, Chile. En 1925 se trasladó a Córdoba, Argentina.
En 1927 fue enviado a España para realizar sus estudios de filosofía y teología. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas de este país en 1931 le obligó a partir a Bélgica y continuar la teología en Lovaina. Allí fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933. En 1935 obtuvo el doctorado en Pedagogía y Psicología. Después de realizar la experiencia de Tercera Probación en Drongen (Bélgica), regresó a Chile en enero de 1936.
Una vez que volvió a su patria, su celo apostólico se fue extendiendo paulatinamente a todos los campos. Comenzó su actividad como profesor de Religión en el Colegio San Ignacio y de pedagogía en la Universidad Católica y el Seminario Pontificio. Escribió varios artículos sobre educación y acerca del orden social cristiano. Construyó una casa de Ejercicios Espirituales en un pueblo que hoy lleva su nombre. Fue director de la Congregación Mariana de los jóvenes del colegio, a quienes invitó a ser catequistas en medios populares. Dio Ejercicios Espirituales en incontables ocasiones. Fue director espiritual de muchos jóvenes, acompañando a varios en su respuesta a la vocación sacerdotal, y contribuyendo notablemente a la formación de muchos laicos cristianos.
En 1941 el Padre Hurtado publicó su libro más famoso: «¿Es Chile un país católico?». En el mismo año se le confió el cargo de Asesor de la rama juvenil de la Acción Católica de la Arquidiócesis de Santiago, y al año siguiente, de toda la nación. Desempeñó el cargo con extraordinario espíritu de iniciativa, dedicación y sacrificio.
En octubre de 1944, mientras daba un retiro, sintió una imperiosa necesidad de llamar a la conciencia de sus auditores acerca de la necesidad que pasaban muchos pobres en la ciudad, y en especial muchos niños que vivían en las calles. Esto despertó una pronta reacción generosa. Fue el inicio de la iniciativa que ha hecho más conocido al P. Hurtado: se trata de aquella forma de actividad caritativa que ayuda a gente sin techo, dándole no sólo un lugar para vivir sino un verdadero hogar: el Hogar de Cristo.
A través de la contribución de benefactores y con la activa colaboración de laicos comprometidos, el Padre Hurtado abrió una primera casa de acogida para niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Los pobres comenzaron a tener en el Hogar de Cristo un ambiente de familia en el cual vivir. Estas casas se fueron multiplicando y adquiriendo nuevas formas y características: en algunos casos se convirtieron en centros de rehabilitación, en otros, de educación artesanal y muchos otros. Todo se inspiraba en los valores cristianos, que empapaban la obra entera.
En 1945, el P. Hurtado viajó a Estados Unidos, y estudió cómo adaptar al país el movimiento «Boys Town». Los últimos años de su vida los dedicó al desarrollo de las varias formas en las que el Hogar de Cristo había llegado a existir y operar.
En 1947 fundó la Asociación Sindical Chilena (ASICH), con el objetivo de promover un sindicalismo inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.
Entre el 1947 y 1950 escribió tres importantes libros: Sindicalismo, Humanismo Social y El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica. En 1951 fundó la Revista Mensaje, conocida revista de los jesuitas chilenos dedicada a dar a conocer y explicar la doctrina de la Iglesia.
Un cáncer al páncreas terminó con su vida en pocos meses. En medio de los grandes dolores solía repetir:«Contento, Señor, contento».
Después de haber pasado su existencia manifestando el amor de Cristo a los pobres, fue llamado por Él el 18 de agosto de 1952.
Desde su regreso a Chile vivió solamente poco más de quince años: fue un tiempo de intenso apostolado, expresión profunda de su amor personal por Cristo y, precisamente por eso, caracterizado por una gran dedicación a los niños pobres y abandonados, por un celo ardiente por la formación de los laicos, y por un vivo sentido de justicia social cristiana.
El Padre Hurtado fue beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994, y canonizado por SS Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005.
fuente: Vaticano

PAPA FRANCISCO: DIEZ CONSEJOS PARA SER FELIZ

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Los diez consejos para ser feliz
que ofrece el Papa Francisco en la entrevista de una publicación
 argentina

Los diez consejos para ser feliz que ofrece Francisco en la entrevista de una publicación argentina
PAPA FRANCISCO





Zenit  


Vivir y dejar vivir a los demás. Compartir el domingo en familia y jugar con los niños. Olvidarse de lo negativo y darse a los demás. 
Estos son algunos de los consejos que da el Santo Padre Francisco
 en su decálogo para ser feliz publicado por Pablo Calvo 
en su entrevista al Pontífice para la revista argentina Viva
¿Cuál es la fórmula de la felicidad?, preguntó el periodista. 
Y explica: "no esquiva la pregunta, y entonces el Papa argentino,
 en esta respuesta puntual y en el resto de la charla,
 se anima a ensayar una receta para ser feliz".

"He aquí diez elementos de esa pócima que parece inalcanzable,
 pero que Francisco convida", introduce Pablo Calvo.

1. Viví y dejá vivir: “Acá los romanos tienen un dicho y podríamos
 tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice: 
´Anda adelante y deja que la gente vaya adelante´. 
Viví y dejá vivir, es el primer paso de la paz y la felicidad”.

2. Darse a los demás: “Si uno se estanca, corre el riesgo de ser egoísta. 
Y el agua estancada es la primera que se corrompe”.

3. Moverse remansadamente: “En Don Segundo Sombra hay una cosa
 muy linda, de alguien que relee su vida. 
El protagonista. Dice que de joven era un arroyo pedregoso que se llevaba 
por delante todo; que de adulto era un río que andaba adelante y que en
 la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente remansado. 
Yo utilizaría esta imagen del poeta y novelista Ricardo Güiraldes, 
ese último adjetivo, remansado. 
La capacidad de moverse con benevolencia y humildad, el remanso de la vida.
Los ancianos tienen esa sabiduría, son la memoria de un pueblo.
 Y un pueblo que no cuida a sus ancianos no tiene futuro”.

4. Jugar con los chicos: “El consumismo nos llevó a esa ansiedad
 de perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. 
Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y 
cuando venía una mamá joven le preguntaba: ´¿Cuántos hijos tenés? 
¿Jugás con tus hijos?´
 Y era una pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar 
con los chicos es clave, es una cultura sana. 
Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces 
cuando sus hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo”.

5. Compartir los domingos con la familia: “El otro día,
 en Campobasso, fui a una reunión entre el mundo de la universidad
 y el mundo obrero, todos reclamaban el domingo no laborable.
 El domingo es para la familia”.

6. Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo:
 “Hay que ser creativos con esta franja. Si faltan oportunidades, 
caen en la droga. Y está muy alto el índice de suicidios entre los
 jóvenes sin trabajo.
 El otro día leí, pero no me fío porque no es un dato científico, 
que había 75 millones de jóvenes de 25 años para abajo desocupados.
 No alcanza con darles de comer: hay que inventarles cursos de
 un año de plomero, electricista, costurero.
 La dignidad te la da el llevar el pan a casa”.

7. Cuidar la naturaleza:
 “Hay que cuidar la creación y no lo estamos haciendo. 
Es uno de los desafíos más grandes que tenemos”.

8. Olvidarse rápido de lo negativo:
 “La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir: yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de lo negativo es sano”.

9. Respetar al que piensa distinto: “Podemos inquietar al otro desde el testimonio, para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: ´Yo dialogo contigo para convencerte´, no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece por atracción, no por proselitismo”.

10. Buscar activamente la paz: “Estamos viviendo en una época de mucha guerra. En África parecen guerras tribales, pero son algo más. La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a veces da la idea de quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz activa”.

LAUDES SALMO 142, 1-11

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Salmo 142,1-11: Lamentación y súplica ante la angustia
Ant: En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús (Ga 2,16)
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

HOY SAN PIO X . PAPA

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Nació en la aldea de Riese, situada en la región véneta, el año 1835. Primero ejerció santamente como presbítero, más tarde fue obispo de Mantua y luego patriarca de Venecia. El año 1903 fue elegido papa. Adoptó como lema de su pontificado: "Instaurare omnia in Christo", consigna por la que trabajó intensamente con sencillez de espíritu, pobreza y fortaleza, dando así un nuevo incremento a la vida de la Iglesia. Tuvo que luchar también contra los errores doctrinales que en ella se filtraban. Murió el día 20 de agosto del año 1914.



La voz de la Iglesia resuena dulcemente
San Pío X, papa
De la constitución apostólica Divino afflatu (AAS 3 [1911], 633-635)
Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, que ofrecían continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre, y que además, por una costumbre heredada del antiguo Testamento, alcanzaron un lugar importante en la sagrada liturgia y en el Oficio divino. De ahí nació lo que san Basilio llama «la voz de la Iglesia», y la salmodia, calificada por nuestro antecesor Urbano octavo como «hija de la himnodia que se canta asiduamente ante el trono de Dios y del Cordero», y que, según el dicho de san Atanasio, enseña, sobre todo a las personas dedicadas al culto divino, «cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo. Con relación a este tema, dice bellamente san Agustín: «Para que el hombre alabara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se dignó alabarse, por esto el hombre halló el modo de alabarlo».
Los salmos tienen, además, una eficacia especial para suscitar en las almas el deseo de todas las virtudes. En efecto, «si bien es verdad que toda Escritura, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, inspirada por Dios es útil para enseñar, según está escrito, sin embargo, el libro de los salmos, como el paraíso en el que se hallan (los frutos) de todos los demás (libros sagrados), prorrumpe en cánticos y, al salmodiar, pone de manifiesto sus propios frutos junto con aquellos otros». Estas palabras son también de san Atanasio, quien añade asimismo: «A mi modo de ver, los salmos vienen a ser como un espejo, en el que quienes salmodian se contemplan a sí mismos y sus diversos sentimientos, y con esta sensación los recitan». San Agustín dice en el libro de sus Confesiones: ¡Cuánto lloré con tus himnos y cánticos, conmovido intensamente por las voces de tu Iglesia que resonaban dulcemente! A medida que aquellas voces se infiltraban en mis oídos, la verdad se iba haciendo más clara en mi interior y me sentía inflamado en sentimientos de piedad, y corrían las lágrimas, que me hacían mucho bien».
En efecto, ¿quién dejará de conmoverse ante aquellas frecuentes expresiones de los salmos en las que se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus demás infinitos atributos, dignos de alabanza? ¿En quién no encontrarán eco aquellos sentimientos de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios, o aquellas humildes y confiadas súplicas por los que se espera recibir, o aquellos lamentos del alma que llora sus pecados? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor al descubrir la imagen esbozada de Cristo redentor, de quien san Agustín «oía la voz en todos los salmos, ora salmodiando, ora gimiendo, ora alegre por la esperanza, ora suspirando por la realidad»?
R/. Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios.
V/. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños.
R/. No para contentar a los hombres, sino a Dios.

SANTA MARÍA, REINA y LAS MISIONERAS DE LA CARIDAD

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Bienaventurada Virgen María, Reina del cielo y Madre de misericordia
fecha: 22 de agosto
fecha en el calendario anterior: 31 de mayo
Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.
oración:
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el Reino de los Cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).


SANTA MARÍA REINA

 Y 
LAS MISIONERAS DE LA CARIDAD 
Última Charla sobre el Carisma de la Madre Teresa
Padre José Mª Calderón
Tema: “La importancia de la Virgen María 
para la vocación de las Misioneras de la Caridad”
Madrid, 17 de junio de 2006


Misioneras de la Caridad en Roma
No se pueden entender ni la vocación ni el carisma de la Madre Teresa, sin la absoluta y ciega confianza en la Virgen, sin su abandono en María Santísima.
María es la verdadera fundadora de las Misioneras de la Caridad, María fue la que “tiró” un poco de la Madre Teresa para que fundara las Misioneras de la Caridad; esa mujer a la que Cristo eligió por Madre, y a la que Madre Teresa se acercaba con una gran confianza y abandono. Sabía que lo que ella no pudiera hacer, lo haría la Virgen María por ella. Sabía que lo que a ella le parecía extremadamente difícil, sería fácil si lo abandonaba en manos de la Virgen Santísima. Y enseñó a todas sus Hijas, a tener una tierna y sencilla devoción a la Virgen. Que no se manifiesta a base de cosas raras, sino a base de pequeños gestos de amor a María.

Sabéis que todas las Misioneras de la Caridad cambian su nombre de pila (el nombre del bautismo) cuando hacen su consagración. Ellas cambian su nombre, como signo de ser unas nuevas personas consagradas a Cristo, que abandonan todo lo que eran antes, y asumen una nueva realidad, por eso en general, se cambian todas el nombre, y se ponen el nombre de María delante del que eligen para su nueva vida.

Y porqué eligen el nombre de María, porque es una forma de demostrar que su vocación está estrechamente ligada al amor a la Virgen, y que su consagración no puede vivirse si no tienen presente el nombre de María.

Misioneras de la Caridad en Adoración al Santísimo


Una de las fiestas más importantes para las Hermanas, tiene lugar el día 22 de Agosto, día en el que la Iglesia universal celebra Santa María Reina y en el que ellas celebran el Inmaculado Corazón de María, por un especial privilegio que les concedió el Papa Pablo VI.
Ese día todas las Misioneras renuevan sus votos, no de una manera jurídica, porque la que ha hecho sus votos perpetuos, votos perpetuos tiene y ya no tiene “oficialmente” que renovarlos. Y la que ha hecho votos temporales, los renueva en otra época. Ese día 22 es una mera renovación “espiritual”, una renovación a través del Corazón Inmaculado de María a Nuestro Señor. Ponen su vocación en manos de la Virgen para que ella la lleve al cielo y les siga ayudando.
Por eso yo os animo, a que estéis donde estéis, si no podéis acercaros a Casa de las Hermanas, encomendéis ese día a las Misioneras, porque ese día, en todas las Casas del mundo renovarán su consagración a través de la Virgen María. Normalmente, 3 días antes, tienen 3 días de retiro donde ellas meditan sobre su vocación. Incluida la Hermana Nirmala. Meditan todos los años, cómo están viviendo su vocación y qué tienen qué hacer para agradar más a Dios. Meditan sobre la fidelidad, sobre la entrega, sobre el abandono en manos de Dios.
Todos nosotros les podemos encomendar el 22 de agosto. Porque están consagrándose de nuevo a Cristo. Cosa que todos hacemos por las mañanas cuando nos levantamos ¿verdad? (bueno, ojalá hiciéramos)…Cuando nos levantamos por las mañanas le decimos al Señor: aquí estoy para hacer tu voluntad, aquí estoy porque me has llamado, y quiero ser tuyo. Eso es lo que deberíamos hacer todos los días, de todas las semanas, de todos los años…para actualizar así nuestro amor.
A la Virgen María un día se le presenta el Arcángel San Gabriel diciéndole que va a ser Madre de Dios y ella le contesta: “Hágase en mí, según tu palabra. E aquí la esclava del Señor”. Eso lo dice una vez la Virgen María, pero ese deseo de estar en manos de Dios lo repetía cada día, lo renovaba cada día. Es muy importante actualizar esa intención de una manera especial.
Las Hermanas rezan muchas veces la oración de San Bernardo, el “Acordaos”:
“Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que ha acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas favorablemente. Amén.”
Y esa es la oración del absoluto abandono a Dios…En ella se hace una especie de “chantaje emocional a la Virgen María”…ya que se le dice: “jamás se ha oído decir, que ninguno de los que ha acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos”. Eso quiere decir, que si me dejáis tirado hoy, ya habrá quien pueda decir que la Virgen María falla… Dentro de la Iglesia se le ha llamado a esta oración la oración “saxum”, la oración “roca”, porque es la oración que presiona a la Virgen María para que nos conceda lo que le pedimos.
¿Por qué tanta devoción a la Virgen María por parte de las Hermanas? Porque como todos los cristianos, quieren a Jesús, porque saben que Jesús es fruto de las entrañas de la Virgen María; la devoción a María es el fruto de la encarnación de Jesús, el Hijo de Dios se hizo hombre, hijo de los hombres, en su seno.
“El todopoderoso, se hizo el más pobre de entre los pobres y totalmente dependiente de una madre humana, a la que ama con un amor tierno y absolutamente personal. Él nos ha entregado a los hombres a su madre a los pies de la cruz, y desde entonces es nuestra madre, y nos llama a amarla con ese mismo filial amor con el que Él mismo la ama”. Así dicen las Constituciones de las Misioneras de la Caridad.
Hay algunos que tienen un poco de miedo a su relación con la Virgen ya que se plantean, que si Dios es Dios “porqué tenemos que pasar por la Virgen”…Nosotros tenemos que querer a la Virgen María como el instrumento que Dios ha puesto en nuestras vidas para acercarnos a Cristo. El amor a la Virgen no nos separa de Dios, todo lo contrario, nos acerca más a Él. La Virgen siempre está presentando al niño Dios a aquellos que se acercan a ella; les ocurrió así a los pastores, les ocurrió a los Magos, es más, en la misma cruz es María la que está allí.
Hace un año, me explicaba Father Joseph (Padre Misionero de la Caridad) porqué San Juan permaneció fiel al pie de la cruz, San Juan era el más joven y fue el único que permaneció al pie de la cruz, pero porqué él permaneció allí. Porque la Virgen María necesitaba tener a alguien cerca y lo eligió a él, le cogió de la mano, y le pidió que estuviera a su lado…En la película de “La Pasión” de Mel Gibson, se ve claramente como la cruz es una escena mariana, como Juan es el gran aliado de la Virgen María; pues es así ante el sufrimiento, ante el dolor…hay que mantenerse cerca de la Virgen María, apoyarse en ella para mantenerse firmes y fieles. Porque nuestra debilidad nos hace alejarnos de la cruz, a nadie nos gusta tener que vivir una cruz; pero con la fortaleza de Dios podemos estar cerca, sin Su fortaleza huiríamos; y para que no huir, tenemos que estar cerca de la Virgen María, para que no nos permita alejarnos de Jesús.
Ya se lo anunció el anciano Simeón a la Virgen cuando llevó al Niño a presentarlo ante el anciano y él le dice: “una espada te atravesará el alma”.
Y la Virgen María no se planteó nada, no le replicó… sino que lo aceptó y se abandonó en las manos de Dios.
Dicen las Constituciones de las Misioneras de la Caridad: “El regalo de nuestra vocación religiosa y de la perseverancia en ella, así como la amistad con Dios hasta el final de nuestras vidas, son las gracias más importantes que la Madre de Cristo nos obtendrá de modo infalible, si nosotros acudimos a ella con confianza”.
¿Queremos perseverar en el bien, ser Santos y tomarnos en serio nuestra vida cristiana? Apoyémonos en la Virgen María, confiemos en ella. Ella es la solución. Hay personas mayores que han vivido muy separados de la Iglesia, que incluso la han despreciado, pero que al final de sus vidas vuelven a misa y a hablar con los sacerdotes, y me conmueve cuando me cuentan que a pesar de no haber estado cerca de la Iglesia ni de ir a misa, no han dejado de rezar un Ave María, ni una sola noche…
El regalo de la Virgen es volverles a acercar a la Iglesia cuando están más cerca de la muerte, y ese recuerdo les ha permitido recibir la gracia de la conversión y de acercarse a Dios.
Las Misioneras tienen en el centro de sus vidas, todo el día presente a la Virgen, ellas terminan sus momentos de oración con la frase “Inmaculado corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros”.
Esto es muy importante recordarlo por una razón: muchas veces podemos pensar que la causa de nuestra alegría es nuestro trabajo, ellas pueden llegar a pensar que lo que de verdad les reconforta es lo que hacen por los demás, es la entrega personal y diaria por los más pobres, y no es verdad; lo que les llena de alegría y de paz es el amor de Dios y el amor de María. No es al revés. A nosotros nos parece lo contrario…queremos darnos, darnos, darnos, y acabamos exhaustos y no hemos hecho nada; hay que tener a Dios en medio, como la razón del trabajo, como fundamento…Si no, nos quemamos, nos quedamos secos y sin frutos, porque los frutos los da Jesucristo.
Por eso tenemos que crecer en nuestro amor a la Virgen; el amor a la Virgen nos acerca al amor de Dios.
Misionera de la Caridad  rezando en Calcuta

El primer milagro de Jesús lo provoca la Virgen, convirtiendo el agua en vino, ella no hace milagros, los apóstoles si, Jesús también, pero ella no. Ella tenía una fe que movía montañas, ella no quería ser quien atrajera las miradas de la gente, ella simplemente quería ser un instrumento para acercar a los hombres a Cristo y les pide: “Haced lo que Él os diga”…
¿Qué nos dice a nosotros? “Haced lo que Él quiera de vosotras”, les dice a las Misioneras de la Caridad, mirad a Cristo, contemplad a Cristo. Esa es la vocación de las Misioneras de la Caridad.
“A través de todo el trabajo que hacemos con Jesús, por Jesús y a Jesús, le pediremos a Él, que profundice nuestro amor por su Madre, para hacerlo más personal e íntimo, tanto como amarla como Él la amo; tanto como que sea ella la causa de nuestra alegría, como Él lo fue para ella. Tanto como mantenernos cerca de ella como Él mismo se mantuvo, compartir con ella hasta la Cruz, como Él hizo, cuando ella se mantuvo firme y de pie cerca de la cruz en el Calvario”; dicen las Constituciones de las Misioneras de la Caridad.
Ella nos enseña a amar al Señor y Él nos enseña a amar a María. De hecho, Juan Pablo II, escribió un documento muy breve sobre el “Rosario de la Virgen María”, y él como místico que fue, desde el año 95 empezó a escribir sobre el tema: “Mirad a Cristo”, “Contemplad a Cristo”…Desde el documento en que nos preparaba para el Tercer Milenio, está continuamente hablando de contemplar a Cristo. Y en el “Rosario de la Virgen María” da un paso más y dice algo que me llama muchísimo la atención: “Tenemos que contemplar a Cristo cómo, con los ojos de María, porque nadie contempló de un modo más limpio y más hermoso al Señor como su Madre”. Pues eso es la contemplación, es llegar a tener verdadera conciencia de quien fue Cristo, y si encima lo hacemos como María y a través de María, pues muchísimo mejor.




LA TOCA DE ASSIS

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 La congregación tiene pocos años de fundación y la comunidad fue fundada por el padre Roberto. En estos años ha
Según agrega, la congregación comenzó a enviar sus religiosos a otros países en América Latina. Ahora estamos ya en Quito y en Bogotá, y próximamente llegarán a Lima; además tienen ya el permiso del arzobispo de Guayaquil, pero depende todavía de la congregación si llegarán allá, cuenta.

crecido en tal forma que hoy tenemos 120 comunidades en Brasil, está en casi en todas las provincias, y tenemos nuestras casas en las principales capitales. Con todos los aspirantes y novicios y profesos nuestra congregación llegará hoy a unos 2000 religiosas en el Brasil, señala.
El fundador de la congregación Padre Roberto, que aún vive, fue seminarista y comenzó a visitar a las personas de la calle, a compartir con ellos, y de allí arrancó la inspiración de la congregación, aunque él nunca pensó en fundar una fraternidad.
Los hermanos no pertenecen a alguna de las tres ramas tradicionales de los franciscanos y son reconocidos por la iglesia católica como los Hermanos Hijos de la pobreza del Santísimo Sacramento. "Pero sí nos consideramos seguidores de San Francisco, vivimos de su inspiración. Por nuestro trabajo con los laicos nos conocen en Brasil más como el Toque de Asís, lo que quiere decir la gruta, o el hogar, de Asís. Hay muchos laicos que nos apoyan en nuestras tareas, pero somos una congregación religiosa"



                                          Hermanas de la Toca de Assis en Quito (Ecuador)

HERMANA EN ADORACIÓN AL SANTÍSIMO
HERMANOS ADORANDO AL SANTÍSIMO



Cuaresma de San Miguel Arcángel

Toca de Assís

Toca de Assis es una hermandad que nació en el seno de la Santa Iglesia Católica y cuyo carisma la Adoración del Santísimo Sacramento, y el amor a los pobres de la calle abandonado. Sus miembros son religiosos, laicos y sacerdotes, y cuentan con los pobres que sirven como una parte integral de esta nuestra familia. Establecida en Brasil en la ciudad de Campinas, en el estado de São Paulo en 1994, esta fraternidad se inspira en la vida de San Francisco de Asís, su patrón principal. 
Actualmente nos encontramos en varias ciudades dp Brasil y Quito en Ecuador. Tenemos misiones calle Pastoral y la sede de los sin techo.Personas Por apostolado meiodeste, religiosos y laicos prestan un servicio a las necesidades de ayuda a los pobres (baño, ropa, alimentos) que buscan la restauración de su dignidad y la espiritualidad a través de una mejor promoción social. El apostolado de la Pastoral de la calle nos encontramos con los enfermos y el enfoque a través de la escucha y ayudar en el logro de sus necesidades más básicas significa que pueden realizar su higiene (haciendo pelo de la barba, bañarse, vestirse), y siendo el más importante la presencia Amar a Dios con ellos y por medio de nuestra empresa manifestar que la Santa Iglesia tiene sus ojos en ellos:


San Francisco fue un santo en su vida mortal mirando muy alimenta tu alma, no para enfriar su amor por Jesús, un espíritu de oración y sacrificio demasiado grande.

Tal era que él se realizó durante tres años ayuna además de un nuevo período de ayuno y oración en honor de la Madre de Dios por el cual él tenía un amor dulce y especial, que pasó de la fiesta de San Pedro y St. Paul a la fiesta de la Asunción.
Era una manera muy especial durante la Cuaresma de San Miguel, Dios coronó Francisco abundantes gracias entre ellos marcarlo en su cuerpo, el profundo deseo de imitar a su Hijo Jesucristo, con los signos de su Pasión todos estos Cuaresma tuvo lugar en el Monte Alvernia.

Verna: verna viene de verbo vernare utilizada por Dante y que significa "frío hacer" congela.
San Buenaventura dice en su Legenda Maior en el capítulo 9, párrafo 3 de los escritos biográficos de San Francisco: "un vínculo de amor indisoluble unió con los ángeles cuyo ardor maravilloso lo puso en éxtasis ante Dios y inflamado las almas de los elegidos."

Por la devoción a los ángeles, se celebra la Cuaresma el ayuno y la oración durante los cuarenta días siguientes a la Asunción de la Santísima Virgen María. San Miguel por encima de todos, el cual es función es introducir las almas en el Paraíso, se dirige a una especial devoción por el deseo de que el santo tenía que salvar a todos los hombres.

Francis era conocido por la autoridad y la ayuda que el Arcángel Miguel tiene en el ejercicio de las almas los salvó en el último momento de la vida y el poder de ir al purgatorio sacarlos de allí.
Esa fue la razón principal por la que Francisco realizó su Cuaresma y esto se informa en la Leyenda Terusina en el párrafo 93 de su biografía le dirá que el Año Santo de 1224, el año hasta que recibió los estigmas en La Verna manchar la visita Hermitage: "para honrar a Dios, a la Santísima Virgen María y San Miguel, príncipe de los ángeles y las almas, quiero hacer aquí una Cuaresma".

En este mismo año hizo su primera Cuaresma en honor a San Miguel Arcángel.
Fue este año que es Francisco a rezar en el Monte Alvernia, informa la Leyenda Menor de su biografía, en su primera Cuaresma en honor del glorioso Arcángel Miguel se sintió con mayor abundancia que nunca la suavidad de la contemplación celestial, el ardor de los deseos y sobrenaturales la abundancia de gracias que Dios divino transportado a un fuego de amor seráfico, y transformado por accesos de profunda compasión en lo que, en su amor extremo, querían que fuera crucificado, oró una mañana en una parte de la colina.

Se acercó a la fiesta de la Exaltación de la Cruz, cuando vio que descendía del cielo, dir sería un serafines de seis alas de fuego, las cuales, en vuelo rápido, llegaron cerca del lugar donde estaba el hombre de Dios.

El personaje se le apareció no sólo cuentan con alas, sino también crucificaron, las manos y los pies extendidos y atados a una cruz. Dos alas levantadas por encima de la cabeza, los otros dos estaban abiertas para el vuelo, los dos últimos estaban cubriendo su cuerpo.
Tal apariencia Francisco deja en un éxtasis profundo como su alma se mezclaban la tristeza y la alegría: una alegría desbordante a contemplar a Cristo que usted expresó una forma tan milagrosa y familiar, pero al mismo tiempo un inmenso dolor, porque las visión de la cruz paralizado su alma con una espada de dolor y compasión.

Quien así apareció el exterior y también ilumina internamente.

Francisco se dio cuenta de que los sufrimientos de la pasión pueden lograr de alguna manera un serafín, que es un espíritu inmortal.

Pero esta visión se le concedió a demostrarle que no era el martirio del cuerpo, pero el amor que encendió el alma debe convertirlo, por lo que es similar a la de Jesús Crucificado.

Después de una conversación familiar, que nunca fue revelado a los demás, la visión desapareció, dejando su corazón inflamado de un ardor seráfico y dándole en la carne el parecido externo al crucificado, como la marca de un sello de cera en el calor el fuego se fundió.

Pronto comenzaron, en efecto, a aparecer en sus manos y pies las marcas de los clavos.
Cuando el amigo se volvió el verdadero amor de Cristo en la semejanza de Aquel a quien él amaba, completado los cuarenta días en el monte siempre y soledad, llegó la fiesta de San Miguel; y Francisco, hombre evangélico descendió la colina, con la imagen del crucificado, no tallada en tablas de piedra o de madera de la mano de un truco, sino que se reproduce en su propia carne por el dedo de Dios vivo.
Francisco no equiparar a Jesús que fue de 40 días y 40 noches en ayuno total, el fin de estos días comer un pedazo de pan y beba agua porque no era digno de ser igual a Jesús.


Fuente: SaveRainha.com.br

Agosto 15 hasta septiembre 29 (Fiesta de San Miguel)
* Puede ser rezado en cualquier época del año cuarentena!
Después de analizar su vida, hacer un altar con una imagen o foto de San Miguel Arcángel, la colocación de velas y flores para decorar el altar.
Cada día:
* Encienda una vela (bendita) (* cuidado con las velas con niños)
* Oferta penitencia y abstinencia (por ejemplo, el ayuno)
* Hacer la señal de la cruz
* Ora la oración de apertura "Pequeño exorcismo de León XIII"
* Oremos las letanías de San Miguel Arcángel
* Hacer la solicitud de gracia para lograr
{Confiese usted mismo al menos una vez
{Yendo a misa al menos una vez
ORACIÓN INICIAL "Pequeño exorcismo de León XIII"
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Ordenar que Dios, sinceramente le pedimos, y tú, oh príncipe de la milicia celestial, por el poder divino, echado en el infierno a Satanás ya los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén ".
Sacratísimo Corazón de Jesús (3X) Letanía de San Miguel Arcángel

Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, escúchanos.
Jesucristo, escúchanos.
Padre Celestial, Tú eres Dios, ten piedad de nosotros.
Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios, ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo, vosotros sois de Dios, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.
San Miguel, ruega por nosotros.
São Miguel, lleno de la gracia de Dios, ruega por nosotros.
St. Michael, perfecto adorador del Verbo Divino, ruega por nosotros.
St. Michael, coronado de gloria y honor, ruega por nosotros.
São Miguel, más poderoso príncipe de los ejércitos del Señor, ruega por nosotros.
São Miguel, buque insignia de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros.
San Miguel, guardián del Paraíso, ruega por nosotros.
St. Michael, guía y consolador del pueblo israelí, ruega por nosotros.
St. Michael, el esplendor y la fortaleza de la Iglesia militante, ruega por nosotros.
São Miguel, el honor y la alegría de la Iglesia triunfante, ruega por nosotros.
São Miguel, la Luz de los Ángeles, ruega por nosotros.
St. Michael, baluarte de los cristianos, ruega por nosotros.
São Miguel, la fuerza de los que luchan el estandarte de la Cruz, ruega por nosotros.
San Miguel, la luz y la confianza de las almas en el último momento de la vida, ruega por nosotros.
São Miguel, ayuda del todo bien, ruega por nosotros.
St. Michael, nuestra ayuda en todas las adversidades, ruega por nosotros.
St. Michael, heraldo del juicio eterno, ruega por nosotros.
San Miguel, consolador de las almas del Purgatorio, ruega por nosotros.
São Miguel, a quien el Señor ha encargado de recibir las almas en el Purgatorio, ruega por nosotros.
St. Michael, nuestro Príncipe, ruega por nosotros.
St. Michael, nuestro abogado, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, O Glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Cristo, 
para que seamos dignos de alcanzar sus promesas. Amén.
Oración
Señor Jesús, nos santifique, por los siglos de nueva bendición, y concédenos, por intercesión de San Miguel, que la sabiduría que nos enseña a poner hasta riquezas del Cielo y de intercambio de bienes en el momento de la eternidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente >>> www.arcanjomiguel.net

SAN AGUSTÍN

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Hoy celebra la Iglesia el día de San Agustín, obispo y Doctor de la Iglesia. Desde aquí, agradezco al Señor, haberme posibilitado, conocer la vida y Obra de este Santo, cuya proyección es indiscutible en la Iglesia Católica y cuya obra, muchas veces desconocida, ha sido y es camino de santidad y servicio para muchos.
Puedo decir que Tarde le conocí, siendo él esperanza y vida, instrumento del Señor para conducir al conocimiento de la Verdad y llevarnos al Cielo.

Nació en Tagaste (África) el año 354; después de una juventud algo desviada doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue bautizado por el obispo Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Murió el año 430.

¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad!
San Agustín, obispo
Del libro de las Confesiones (libros 7,10.18;10,27: CSEL 33,157-163.255)
Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad.
¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí».
Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el que está por encima de todo, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la verdad, y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atención a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría por la que creaste todas las cosas.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.
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Recemos .

ALMA MATER CAUSA DE NOSTRA ALEGRIA ------------------------------- TOCA DE ASSIS : VIRGEM DO SILENCIO

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ALMA MATER:    CAUSA  NOSTRAE LAETITIAE




TOCA DE ASSIS:  VIRGEM DO SILENCIO


SEGUIR A CRISTO

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B.E. MURILLO CRISTO EN LA CRUZ
MUSEO METROPOLITANO DE NEW YORK



2P 1,10-11
Hermanos, poned cada vez más ahínco en ir ratificando vuestro llamamiento y elección. Si lo hacéis así, no fallaréis nunca; y os abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
(Laudes 30.8.14)



Al adornar el templo, no desprecies al hermano necesitado / OFICIO DE LECTURAS 30.8.14
San Juan Crisóstomo
Homilías sobre el evangelio de san Mateo 50,3-4
¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre, y no me disteis de comer,y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.
Reflexionemos, pues, y honremos a Cristo con aquel mismo honor con que él desea ser honrado; pues, cuando se quiere honrar a alguien, debemos pensar en el honor que a él le agrada, no en el que a nosotros nos place. También Pedro pretendió honrar al Señor cuando no quería dejarse lavar los pies, pero lo que él quería impedir no era el honor que el Señor deseaba, sino todo lo contrario. Así tú debes tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo tus riquezas a los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente necesidad de vasos de oro, pero sí, en cambio, desea almas semejantes al oro.
No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. Porque, si Dios acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas que se dan a los pobres. En efecto, de la ofrenda hecha al templo sólo saca provecho quien la hizo; en cambio, de la limosna saca provecho tanto quien la hace como quien la recibe. El don dado para el templo puede ser motivo de vanagloria, la limosna, en cambio, sólo es signo de amor y de caridad.
¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un hambriento falto del alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello? ¿No se indignará más bien contigo? O, si, viéndolo vestido de andrajos y muerto de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro, afirmando que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres burlarte de su indigencia con la más sarcástica de tus ironías?
Piensa, pues, que es esto lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo. Con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que estoy diciendo, no pretendo prohibir el uso de tales adornos, pero sí que quiero afirmar que es del todo necesario hacer lo uno sin descuidar lo otro; es más: os exhorto a que sintáis mayor preocupación por el hermano necesitado que por el adorno del templo. Nadie, en efecto, resultará condenado por omitir esto segundo, en cambio, los castigos del infierno, el fuego inextinguible y la compañía de los demonios están destinados para quienes descuiden lo primero. Por tanto, al adornar el templo, procurad no despreciar al hermano necesitado, porque este templo es mucho más precioso que aquel otro.
R/. Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me hospedasteis. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
V/. Quien se apiada del pobre presta al Señor.
R/. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.


EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

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Actualizado 2 septiembre 2014
Valores del sacramento de la Penitencia
Contiene valores de todo tipo: en sí mismo para el penitente y también para el sacerdote que celebra el Sacramento; valores terapéuticos y sanadores, espirituales y morales... 
 
 
Un discurso muy positivo en el tono, muy pedagógico también, ofreció el papa Benedicto en la anual semana de estudio de este Sacramento en Roma.
 
Señalemos por partes los distintos valores (por llamarlos de alguna forma).
 
a) Es un ejercicio de santificación para el sacerdote. ¿Cómo lo explicaría? Un sacerdote se santifica no por el número de reuniones y organigramas pastorales, o planes pastorales y revisiones consiguientes, sino por el ejercicio del propio ministerio, las acciones santas del ministerio, movido por la caridad pastoral. Sentarse cotidianamente en el confesionario es un ejercicio de santificación y un medio para la santidad del sacerdote.
 
"Deseo detenerme con vosotros sobre un aspecto que quizás no se ha considerado suficientemente, pero que es de gran relevancia espiritual y pastoral: el valor pedagógico de la Confesión sacramental. Si es verdad que siempre es necesario salvaguardar la objetividad de los efectos del Sacramento y su correcta celebración según las normas del Rito de la Penitencia, no está fuera de lugar la reflexión sobre cuanto pueda esto educar la fe, sea del ministro, sea del penitente. La fiel y generosa disponibilidad de los sacerdotes en la escucha de las confesiones, sobre el ejemplo de los grandes Santos de la historia, desde San Juan María Vianney hasta san Juan Bosco, desde san Josemaría Escrivá a san Pío de Pietralcina, desde san Giuseppe Cafasso a san Leopoldo Mandić, nos indica a todos nosotros como el confesionario puede ser un “lugar”real de santificación" (Benedicto XVI, Discurso a los participantes en el Curso del Fuero interno, 25-marzo-2011).

b) El sacerdote es educado por el Señor al ejercer el ministerio en el sacramento de la Penitencia. Recibe mucho y es educado él mismo antes que ser educador: a veces por la conversión de un penitente, otras por la finura espiritual de un alma más santa y delicada que la del propio sacerdote.
 
"¿De qué modo educa el Sacramento de la Penitencia? ¿En qué sentido tiene su celebración, un valor pedagógico, antes que nada para los ministros? Podríamos comenzar desde el reconocimiento de que la misión sacerdotal constituye un punto de observación único y privilegiado, del cual, cotidianamente, se da la contemplación del esplendor de la Misericordia divina. Cuantas veces en la celebración del Sacramento de la Penitencia, el sacerdote asiste a verdaderos y propios milagros de conversión, que, renovando “el encuentro con un acontecimiento, con una Persona” (Enc. Deus Caritas est, nº1), refuerzan su misma fe. En el fondo, confesar significa asistir a tantas “professiones fidei” cuantos son los penitentes, y contemplar la acción de Dios misericordioso en la historia, tocar con la mano los efectos salvíficos de la Cruz y de la Resurrección de Cristo, en todo tiempo y para cada hombre. No raramente nos colocamos ante verdaderos y propios dramas existenciales y espirituales, que no encuentran respuesta en las palabras de los hombres, pero que son abrazados y asumidos por el Amor divino, que perdona y transforma: “ Aunque vuestros pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve” (Is 1,18).
 
 
Conocer y, en cierto modo, visitar el abismo del corazón humano, incluso en los aspectos oscuros, si por un lado pone a prueba la humanidad y la fe del mismo sacerdote, por el otro lado alimenta en él la certeza de que la última palabra sobre el mal del hombre y de la historia es de Dios, y de su Misericordia, capaz de hacer nuevas todas las cosas (cfr Ap 21,5). Cuanto puede aprender el sacerdote de penitentes ejemplares de su vida espiritual, de la seriedad con la que conducen su examen de conciencia, de la transparencia en el reconocimiento del propio pecado y por la docilidad hacia la enseñanza de la Iglesia y las indicaciones del confesor. ¡De la administración del Sacramento de la Penitencia podemos recibir profundas lecciones de humildad y de fe! Es una llamada muy fuerte para todo sacerdote a la conciencia de la propia identidad. ¡Nunca, sólo por la fuerza de nuestra humanidad, podremos escuchar las confesiones de los hermanos!. Si estos se acercan a nosotros es sólo porque somos sacerdotes, configurados en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, y capaces de actuar en su Nombre y en su Persona, de hacer realmente presente a Dios que perdona, renueva y transforma. La celebración del Sacramento de la Penitencia tiene un valor pedagógico para el sacerdote, con respecto a su fe, a la verdad y pobreza de su persona y alimenta en él su conciencia de la identidad sacramental" (ibíd.)".
 
c) Desde el punto de vista del penitente, también éste recibe una enseñanza pedagógica del mismo Sacramento. Así la preparación al Sacramento permite al penitente, cada vez, sondear más la verdad de su corazón y su situación real ante Dios. Le educará el Perdón divino con la imposición de manos, en un Amor siempre mayor y misericordioso. Será el momento y el sitio en que será escuchado con la profundidad que un alma requiere cuando el mundo no escucha a nadie en su verdad, va demasiado acelerado para detenerse a la apertura del hombre interior.
 
"¿Cuál es el valor pedagógico del Sacramento de la Penitencia para los penitentes? Debemos comenzar diciendo que esto depende, antes que nada, de la acción de la Gracia y de los efectos objetivos del Sacramento en el alama del fiel. Ciertamente la Reconciliación sacramental es uno de los momentos en los que la libertad personal y la conciencia de uno mismo están llamadas a expresarse en un modo particularmente evidente. Y quizás también por esto, en una época de relativismo y, por consiguiente, de una conciencia atenuada del propio ser, se debilita también la práctica sacramental. El examen de conciencia tiene un importante valor pedagógico: educa a mirar con sinceridad la propia existencia, a confrontarla con la verdad del Evangelio y a valorarla con parámetros no sólo humanos, sino tomados de la Revelación divina. La confrontación con los Mandamientos y con las Bienaventuranzas y, sobre todo, con el Precepto del amor, constituye la primera gran “escuela penitencial”.
 
 
En nuestro tiempo caracterizado por el ruido, la distracción, la soledad, el coloquio del penitente con el confesor puede ser una de las pocas, sino la única ocasión de ser escuchado de verdad y en profundidad. Queridos sacerdotes, no dejéis de darle el espacio adecuado al ejercicio del ministerio de la Penitencia en el confesionario: ser acogidos y escuchados constituye también un signo humano de la acogida y de la bondad de Dios hacia sus hijos. La confesión íntegra de los pecados, además, educa al penitente a la humildad, al reconocimiento de la propia fragilidad y, al mismo tiempo, a la conciencia de la necesidad del perdón de Dios y a la confianza de que la Gracia divina puede transformar la vida. Del mismo modo, escuchar las advertencias y de los consejos del confesor es importante para el juicio sobre los actos, para el camino espiritual y para la curación interior del penitente. ¡No olvidemos cuantas conversiones y cuantas existencias realmente santas comenzaron en un confesionario! La acogida de la penitencia, la escucha de las palabras “Yo te absuelvo de tus pecados” representan, finalmente, una escuela verdadera de amor y de esperanza, que guía a la plena confianza en el Dios Amor revelado en Jesucristo, a la responsabilidad y al compromiso de la conversión continua" (ibíd.).
 
d) Es un ministerio muy exigente y muy duro, que requiere asiduidad para el sacerdote, cierto espíritu de mortificación, paciencia, discernimiento y ciencia para iluminar, así como oración y luego reparación por los penitentes absueltos y su santidad. Pero, ¡qué grande es este Sacramento! ¿Cómo no dar gracias por este ministerio encomendado y ejercerlo diariamente aun cuando no se acerque nadie?
 
"Queridos sacerdotes, que experimentar nosotros primero la Misericordia divina y ser humildes instrumentos de ella, nos eduque a una siempre fiel celebración del Sacramento de la Penitencia y a una profunda gratitud hacia Dios, que “nos ha confiado el ministerio de la reconciliación (1Cor 5,18)" (ibíd.).
 
 

SAN GREGORIO MAGNO

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Sería bueno que todos fuesemos en mayor o menor medida, atalayas, utilizadas por el Señor para lo que Él quiera.La Beata Teresa de Calcuta decía:" Soy un lápiz en las manos de Dios , para que Él escriba lo que quiera". Atalaya o lápiz, estamos para ser santos instrumentos de Dios. Recemos (miguel LMC)

Meditemos la Impresionante homilia
de San Gregorio Magno.
Por amor a Cristo, cuando hablo de él,
ni a mí mismo me perdono
San Gregorio Magno
homilías sobre el libro del profeta Ezequiel
Hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel. Fijémonos cómo el Señor compara sus predicadores a un atalaya. El atalaya está siempre en un lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es puesto como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en alto, a fin de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia.
Estas palabras que os dirijo resultan muy duras para mí, ya que con ellas me ataco a mí mismo, puesto que ni mis palabras ni mi conducta están a la altura de mi misión.
Me confieso culpable, reconozco mi tibieza y mi negligencia. Quizá esta confesión de mi culpabilidad me alcance el perdón del Juez piadoso. Porque, cuando estaba en el monasterio, podía guardar mi lengua de conversaciones ociosas y estar dedicado casi continuamente a la oración. Pero desde que he cargado sobre mis hombros la responsabilidad pastoral, me es imposible guardar el recogimiento que yo querría, solicitado como estoy por tantos asuntos.
Me veo, en efecto, obligado a dirimir las causas, ora de las diversas Iglesias, ora de los monasterios, y a juzgar con frecuencia de la vida y actuación de los individuos en particular; otras veces tengo que ocuparme de asuntos de orden civil, otras, de lamentarme de los estragos causados por las tropas de los bárbaros y de temer por causa de los lobos que acechan al rebaño que me ha sido confiado. Otras veces debo preocuparme de que no falte la ayuda necesaria a los que viven sometidos a una disciplina regular, a veces tengo que soportar con paciencia a algunos que usan de la violencia, otras, en atención a la misma caridad que les debo, he de salirles al encuentro.
Estando mi espíritu disperso y desgarrado con tan diversas preocupaciones, ¿cómo voy a poder reconcentrarme para dedicarme por entero a la predicación y al ministerio de la palabra? Además, muchas veces, obligado por las circunstancias, tengo que tratar con las personas del mundo, lo que hace que alguna vez se relaje la disciplina impuesta a mi lengua. Porque, si mantengo en esta materia una disciplina rigurosa, sé que ello me aparta de los más débiles, y así nunca podré atraerlos adonde yo quiero. Y esto hace que, con frecuencia, escuche pacientemente sus palabras, aunque sean ociosas. Pero, como yo también soy débil, poco a poco me voy sintiendo atraído por aquellas palabras ociosas, y empiezo a hablar con gusto de aquello que había empezado a escuchar con paciencia, y resulta que me encuentro a gusto postrado allí mismo donde antes sentía repugnancia de caer.
¿Qué soy yo, por tanto, o qué clase de atalaya soy, que no estoy situado, por mis obras, en lo alto de la montaña, sino que estoy postrado aún en la llanura de mi debilidad? Pero el Creador y Redentor del género humano es bastante poderoso para darme a mí, indigno, la necesaria altura de vida y eficacia de palabra, ya que por su amor, cuando hablo de él, ni a mí mismo me perdono.

FIESTA DE LA BETA TERESA DE CALCUTA

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Hoy en todas las  casas del Hermanas y Hermanos Misioneros de la Caridad, en  la de los laicos y los Padres y en todos aquellos hogares donde la Madre Teresa de Calcuta es el referente para servir a los más Pobres de entre los Pobres, reina la Alegría  y en muchas Parroquias donde la Diócesis ha sido autorizada para rendir culto público a esta  Beata , se celebran Misas en su Honor y es mostrada como testimonio a toda la Iglesia para ser imitada en el servicio a los más necesitados  de todos.
Madre Teresa no trabaja por altruismo o por solidaridad, no es una especial trabajador social de la iglesia...no, no es esto lo que Madre Teresa quiere mostrar al mundo...Jesús, le pidió ser su Luz para los mas desfavorecidos y le mostró la necesidad   de  servir a los últimos, a los que más sufren, a los solos y abandonados, a los no nacidos...en ellos, en cada uno de ellos, Madre Teresa ve a Jesús, sirve a Jesús...y todo los hace por Amor a Jesús...Sin este amor auténtico, no sería posible tener fuerzas para realizar su trabajo, muy desagradable, a veces, con una sonrisa. Sin la Oración, la Eucaristía y la Adoración al Santísimo, que realizan y viven cada día, esto no sería posible.

Horas, podrían pasar, escribiendo en este blog dedicado a ella, a su obra.
Recuerdo que me pidieron dar una charla sobre Madre Teresa y cuando buscaba  bibliografía, cuanto mas estudiaba su vida para poder trasmitirla a los demás, más costoso era rea realizar el resumen a explicar al foro que me esperaba.
Miles de fotografías, pensamientos, realidades, hermanas, hermanos, padres, laicos...que dedicaban su vida a servir como les había enseñado ella, en sus Constituciones y Estatutos, Cartas y demás información, cada vez mas extensa, favores y milagros atribuidos a su intercesión, hacen de esta Pequeña Gran Mujer, un referente a imitar en toda la Iglesia. Una Beata, que personalmente espero sea pronto Canonizada por S.S. el Papa Francisco, como regalo a esta Iglesia Universal.

Felicidades a todos por haber conocido est santa del siglo XX.
Beata Teresa de Calcuta.     Ruega por nosotros


Beata Teresa Gonhxa Bojaxhiu, «Madre Teresa de Calcuta»,
 virgen y fundadora
fecha: 5 de septiembre
n.: 1910 - †: 1997 - país: India
canonización: B: Juan Pablo II 19 oct 2003
hagiografía: Vaticano
En Calcuta, en la India, beata Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu, virgen, la cual, nacida en Albania, trató de apagar la sed de Cristo clavado en la cruz atendiendo con eximia caridad a los hermanos más pobres y fundando las congregaciones de Misioneros y de Misioneras de la Caridad, para servir a los enfermos y abandonados.

«De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús.»


De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. «Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas.»
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.


Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa

MISA DE BEATIFICACIÓN DE MADRE TERESA DE CALCUTA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Domingo 19 de octubre de 2003

1. "El que quiera ser el primero, sea esclavo de todos" (Mc 10, 44). Estas palabras de Jesús a sus discípulos, que acaban de resonar en esta plaza, indican cuál es el camino que conduce a la "grandeza" evangélica. Es el camino que Cristo mismo recorrió hasta la cruz; un itinerario de amor y de servicio, que invierte toda lógica humana. ¡Ser siervo de todos!

Por esta lógica se dejó guiar la madre Teresa de Calcuta, 
fundadora de los Misioneros y de las Misioneras de la Caridad, a quien hoy tengo la alegría de inscribir en el catálogo de los beatos. Estoy personalmente agradecido a esta valiente mujer, que siempre he sentido junto a mí. Icono del buen samaritano, iba por doquier para servir a Cristo en los más pobres de entre los pobres. Ni siquiera los conflictos y las guerras lograban detenerla.

De vez en cuando, venía a hablarme de sus experiencias al servicio de los valores evangélicos. Recuerdo, por ejemplo, sus intervenciones en favor de la vida y en contra del aborto, también cuando le fue conferido el premio Nobel de la paz (Oslo, 10 de diciembre de 1979). Solía decir:  "Si oís que una mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, tratad de convencerla de que me traiga a ese niño. Yo lo amaré, viendo en él el signo del amor de Dios".

2. ¿No es acaso significativo que su beatificación tenga lugar precisamente en el día en que la Iglesia celebra la Jornada mundial de las misiones? Con el testimonio de su vida, madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada con la oración y la escucha de la palabra de Dios. Es emblemática de este estilo misionero la imagen que muestra a la nueva beata mientras estrecha, con una mano, la mano de un niño, y con la otra pasa las cuentas del rosario.

Contemplación y acción, evangelización y promoción humana:  madre Teresa proclama el Evangelio con su vida totalmente entregada a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración.

3. "El que quiera ser grande, sea vuestro servidor" (Mc 
10, 43). Con particular emoción recordamos hoy a madre Teresa, una gran servidora de los pobres, de la Iglesia y de todo el mundo. Su vida es un testimonio de la dignidad y del privilegio del servicio humilde. No sólo eligió ser la última, sino también la servidora de los últimos. Como verdadera madre de los pobres, se inclinó hacia todos los que sufrían diversas formas de pobreza. Su grandeza reside en su habilidad para dar sin tener en cuenta el costo, dar "hasta que duela". Su vida fue un amor radical y una proclamación audaz del Evangelio.

El grito de Jesús en la cruz, "tengo sed" (Jn 19, 28), expresa que la profundidad del anhelo de Dios por el hombre, penetró en el alma de madre Teresa y encontró un terreno fértil en su corazón. Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e "ir deprisa" a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres.

4. "Os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40). Este pasaje evangélico, tan fundamental para comprender el servicio de la madre Teresa a los pobres, fue la base de su convicción llena de fe de que al tocar los cuerpos quebrantados de los pobres, estaba tocando el cuerpo de Cristo. A Jesús mismo, oculto bajo el rostro doloroso del más pobre de entre los pobres, se dirigió su servicio. La madre Teresa pone de relieve el significado más profundo del servicio:  un acto de amor hecho por los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los desnudos, los enfermos y los prisioneros (cf. Mt 25, 34-36), es un acto de amor hecho a Jesús mismo.

Lo reconoció y lo sirvió con devoción incondicional, expresando la delicadeza de su amor esponsal. Así, en la entrega total de sí misma a Dios y al prójimo, la madre Teresa encontró su mayor realización y vivió las cualidades más nobles de su feminidad. Buscó ser un signo del "amor, de la presencia y de la compasión de Dios", y así recordar a todos el valor y la dignidad de cada hijo de Dios, "creado para amar y ser amado". De este modo, la madre Teresa "llevó las almas a Dios y Dios a las almas" y sació la sed de Cristo, especialmente de aquellos más necesitados, aquellos cuya visión de Dios se había ofuscado a causa del sufrimiento y del dolor.

5. "El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de todos" (Mc 10, 45). La madre Teresa compartió la pasión del Crucificado, de modo especial durante largos años de "oscuridad interior". Fue una prueba a veces desgarradora, aceptada como un "don y privilegio" singular.

En las horas más oscuras se aferraba con más tenacidad a la oración ante el santísimo Sacramento. Esa dura prueba espiritual la llevó a identificarse cada vez más con aquellos a quienes servía cada día, experimentando su pena y, a veces, incluso su rechazo. Solía repetir que la mayor pobreza era la de ser indeseados, la de no tener a nadie que te cuide.

6. "Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti". Cuántas veces, como el salmista, también madre Teresa, en los momentos de desolación interior, repitió a su Señor:  "En ti, en ti espero, Dios mío".

Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo.

Virgen María, Reina de todos los santos, ayúdanos a ser mansos y humildes de corazón como esta intrépida mensajera del amor. Ayúdanos a servir, con la alegría y la sonrisa, a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. Amén.








NACIMIENTO DE MARÍA-SOLEMNIDAD DE LA VIRGEN DE LA VICTORIA (MÁLAGA)

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Poema a la Virgen María. Lope de Vega

El 8 de septiembre se celebra el nacimiento inmaculado de María…
Vmarianinia
Hoy nace una clara estrella
tan divina y celestial,
que con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace della.

De Ana y de Joaquín oriente
de aquesta estrella divina
sale su luz clara y dina
de ser pura eternamente:
el Alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace della.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella,
y con luz tan celestial;
que con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace della.

Lope de Vega – 1562–1635

VIRGEN DE LA VICTORIA . MÁLAGA

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VIRGEN DE LA VICTORIA.PATRONA DE MÁLAGA

La imagen de Santa María de la Victoria data del siglo XV y por su estilo se puede decir que fue hecha por un escultor alemán. Se encontraba en el oratorio que Fernando el Católico tenía en su campamento durante el asedio de la ciudad de Málaga.
Según la tradición, la imagen le fue entregada al rey aragonés por el emperador Maximiliano I.
En diversos tronos de la Semana Santa de Málaga se destaca una capilla para la Virgen de la Victoria. Es en el trono de la Virgen del Rocio donde aparece por primera vez reflejada una reproducción de la patrona de la ciudad malacitana.
LA VIRGEN DE LA VICTORIA EN PROCESIÓN POR  CALLE LARIOS
Por breve del Papa Pío IX fechado el 8 de diciembre de 1867 fue declarada oficialmente Patrona Principal de toda la diócesis de Málaga. Fue oficialmente coronada por el nuncio deSu Santidad, don Cayetano Cicognani, el 8 de febrero de 1943.
El 8 de septiembre se celebra la fiesta de Santa María de la Victoria, día festivo local en Málaga. En esta fecha, la Iglesia celebra la Natividad de Nuestra Señora, día en el que se concentran muchas advocaciones marianas.
Con motivo de su fiesta, el último domingo de agosto se traslada su imagen desde la Basílica y Real Santuario de Santa María de la Victoria hasta la Santa Iglesia Catedral Basílica de Málaga donde se le rinde culto en una novena. A la novena asiste gente de todas las edades, niños cofrades que se acercan a ver a su patrona.
El mencionado día 8 de septiembre tiene lugar una procesión en la que se porta la imagen desde la catedral hasta el Santuario de la Victoriatemplo donde se halla habitualmente.

BEATA TERESA DE CALCUTA

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Beata Teresa de Calcuta





La Beata Teresa de Calcuta, uno de los modelos de vida cristiana que más han cautivado a nuestro tiempo. Una sencilla mujer que despertó la conciencia por los pobres en medio de un mundo centrado en el bienestar y la felicidad personal.
Pocas personas han cautivado más a nuestro tiempo como la Madre Teresa, el sencillo nombre con el que era conocido esta monja albanesa, dedicada al cuidado de los pobres y enfermos. La Madre Teresa no era la única religiosa que se dedicaba a esta tarea, de hecho, miles de hombres y mujeres alrededor del mundo trabajan incansablemente para servir a los pobres, gran parte de ellos por amor a Cristo Nuestro Señor, pero fue esta mujer pequeñita la que llamó la atención de una generación, convirtiéndose en una celebridad de nuestro tiempo. ¿Qué fue lo que hizo que la labor de la Madre Teresa alcanzase tanta difusión? ¿Porqué esta sencilla mujer hizo que la gente se conmoviera tanto? ¿Qué era lo que la inspiraba? ¿Qué hizo que miles de mujeres jóvenes quisieran imitar su ejemplo?
PRIMEROS AÑOS
madre teresa de calcuta joven
La beata Teresa de Calcuta tuvo muchos nombres antes de convertirse en la Madre Teresa. El primero de ellos fue Agnes Gonxha Bojaxhiu, nombre con el que fue bautizada esta pequeña niña nacida en Macedonia. Su familia era una de tantas de origen albanés asentadas en el entonces Imperio Otomano, provenientes de Kosovo. Agnes nació en 1910, como menor de los hijos de Nikollë y Dranafile Bojaxhiu. La familia gozaba de una buena posición social, y su padre se dedicaba a la política. La repentina muerte del padre fue un duro golpe a la familia. La pequeña Agnes tenía tan solo ocho años, pero desde ese momento, su madre Dranafile se aferró fuertemente a Dios, actitud que intentaría transmitir a todos sus hijos.
A sus doce años, Agnes estaba fascinada por las historias que escuchaba acerca de la vida de los misioneros jesuitas que en ese entonces iban a Bengala, y desde entonces tomó la decisión interna de hacerse monja. A los dieciocho años ingresó al convento de las Hermanas de Loreto, una congregación irlandesa dedicada a la educación de niños en la India. Como parte de su formación, Agnes fue enviada a Irlanda a estudiar inglés, tras lo cual fue enviada a Darjeeling, cerca de los Himalayas, a comenzar su noviciado en el convento de Santa Teresa. Al hacer los primeros votos, decidió tomar el nombre de Thérèse de Liseux, patrona de los misioneros, pero como ya había otra monja que tenía ese nombre, Agnes tomó la grafía española de Teresa.
VEN, SÉ MI LUZ
beata teresa de calcutaLa vida y vocación de la entonces Hermana Teresa, estaba basada en un profundo amor al Señor, al que se unía un fuerte deseo por llevar su palabra a los lugares más recónditos y necesitados de la tierra. El 10 de septiembre de 1946, fue la fecha en la que Teresa recibió lo que ella describió como su “llamado dentro del llamado”.  Estando en el tren que viajaba entre Calcuta y Darjeeling, la Hermana Teresa recibió una inspiración del Señor, quien le decía “No puedo ir solo…Ven, sé mi luz”. Para ella, esta fue la señal de que su vocación no era dar clases de matemáticas en un colegio de Bengala, sino ir a servir a aquellos a quien nadie más servía: “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba.”
El 17 de agosto de 1948, la Hermana Teresa abandonó su hábito de Hermana de Loreto, cambiándolo por un sari blanco con rayas azules (el más barato que encontró), y comenzó su vida al servicio de los desamparados, junto con otras hermanas, con las cuales fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad.
Dos años más tarde, las Misioneras crecían en beneficio de los pobres, atrayendo a una gran cantidad de vocaciones venidas de todo el mundo, impactas por el ejemplo de esta monja pequeñita que lavaba las heridas de los leprosos, cuidaba a los enfermos de tuberculosis y alojaba a aquellos que morían en la calle para que por lo menos murieran acompañados. Las misioneras comenzaron a llamar a su fundadora Madre Teresa, nombre con el que sería conocido hasta su muerte.
LA NOCHE OSCURA
Teresa de Calcuta
Hay una faceta desconocida de la Madre Teresa, de la cual solamente tenía constancia su director espiritual. Años después de su muerte, él decide publicar las cartas que ella le ha enviado de manera privada, dando a conocer las profundidades más secretas del alma de Teresa de Calcuta.
La “noche oscura” es el término que utiliza San Juan de la Cruz para describir uno de los momentos más dolorosos del camino de santidad al que Dios llama a algunos. Tras momentos de gran efusión por la fuerte presencia de Dios, todo se oscurece, Él parece esconderse, no lo sentimos, nos cuesta encontrarlo, una “noche dolorosa” que es quizás una de las pruebas más grandes del amor: seguir amándolo y seguir sirviéndolo, aunque no lo sintamos.
No fue hasta la publicación de estas cartas privadas que el mundo descubrió que cada vez que Teresa de Calcuta entraba a una cueva de leprosos, cada vez que recogía a moribundos de las calles, cada vez que alimentaba a un niño desnutrido, por dentro, sufría por la ausencia de Dios en sus sentidos. Sin embargo, siguió adelante, siguió sirviéndolo, siguió amándolo en todo momento. En esa oscuridad, Teresa participó con los pobres de la sed del Señor en la Cruz. El mundo entero veía el sufrimiento de los pobres a quienes ella servía, pero nadie veía el sufrimiento que ella escondía detrás de su sonrisa.
AMAR HASTA QUE DUELA
madre teresa calcutaLa Madre Teresa recibió numerosísimos honores en vida, desde le Premio Nobel de la Paz, hasta el Bharat Ratna, máximo galardón del gobierno de la India. Nunca rechazó un premio, ni tampoco dirigirse a las Naciones Unidas como si fuese un jefe de Estado. Las críticas llegaban por todos lados, argumentando que ella disfrutaba estar frente a las cámaras. Sin embargo, la Madre Teresa ignoraba las críticas y seguía aceptando los honores, replicando que nada era publicidad para ella sino para los pobres y para el Señor. Entre más saliera ella en los medios, más gente reaccionaría ante la realidad de los más necesitados.
La estrategia funcionaba, pues para 1997 las Misioneras de la Caridad contaban con cuatro mil miembros y seiscientas diez fundaciones en ciento veintitrés países del mundo, así como cerca de un millón de voluntarios en comedores sociales y casas de asistencia.
Un año antes de su muerte, la Madre Teresa sufría de malaria,  problemas cardíacos, así como de una fractura en la clavícula. Muchos hicieron grandes intentos por intentar salvar su vida, pero el 5 de septiembre de 1997 murió después de recibir los sacramentos.
El gobierno indio le hizo un funeral de Estado, y su entierro se convirtió en un importante lugar de peregrinación de manera inmediata. Dos años después de su muerte, el Papa San Juan Pablo II abrió su proceso de beatificación, dispensando los cinco años de espera que pide Roma debido a las miles de peticiones y evidencias de santidad que llegaban desde todas partes del mundo.
La Madre Teresa de Calcuta fue beatificada el 19 de octubre del 2003 en la Plaza de San Pedro, durante una ceremonia oficiada por San Juan Pablo II y en la que asistieron cerca de trescientas mil personas.
teresa de calcuta
«“Seré santo” quiere decir: me despojaré de todo cuanto no es Dios. Despojaré mi corazón y lo vaciaré de toda cosa creada; viviré en la pobreza y en el desprendimiento. Renunciaré a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis sueños y a mis fantasías y me convertiré en un esclavo voluntario de Dios». Beata Teresa de Calcuta

SER SANTO

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«“Seré santo” quiere decir: me despojaré de todo cuanto no es Dios. Despojaré mi corazón y lo vaciaré de toda cosa creada; viviré en la pobreza y en el desprendimiento. Renunciaré a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis sueños y a mis fantasías y me convertiré en un esclavo voluntario de Dios». 

Beata Teresa de Calcuta

LA CORRECCIÓN FRATERNA . ANGELUS 7.9.2014

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Todos somos pecadores

07 de sep de 2014
Palabras completas del Papa Francisco en el Ángelus de ayer
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo, tomado del capítulo 18 de Mateo, presenta el tema de la corrección fraterna en la comunidad de los creyentes: o sea cómo debo corregir a otro cristiano cuando hace algo que no está bien. Jesús nos enseña que si mi hermano cristiano comete una culpa contra mí, me ofende, yo debo usar la caridad hacia él, antes que todo, hablarle personalmente, explicándole que aquello que ha dicho o hecho no es bueno ¿Y si el hermano no me escucha? Jesús sugiere una intervención progresiva: primero, vuelve a hablarle con otras dos o tres personas, para que sea más consciente del error que ha cometido; si, no obstante esto, no acoge la exhortación, es necesario decirlo a la comunidad; y si tampoco escucha a la comunidad, es necesario hacerle percibir la fractura y el distanciamiento que él mismo ha provocado, haciendo venir a menos la comunión con los hermanos en la fe.
Las etapas de este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. Es ante todo necesario evitar el clamor de la habladuría y el cotilleo de la comunidad - ésta es la primera cosa, evitar esto-. "Ve y corrígelo en privado" (v. 15). La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien ha cometido una culpa, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano. Porque, ustedes saben, ¡también las palabras matan! Cuando hablo mal, cuando hago una crítica injusta, cuando con mi lengua 'saco el cuero' a un hermano, esto es matar la reputación del otro. También las palabras matan. Estemos atentos a esto. Al mismo tiempo esta discreción tiene la finalidad de no mortificar inútilmente al pecador. Es a la luz de esta exigencia que se comprende también la serie sucesiva de intervenciones, que prevé la participación de algunos testimonios y luego incluso de la comunidad. El objetivo es aquel de ayudar a la persona a darse cuenta de aquello que ha hecho, y que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, sino a todos. Pero también ayudarnos a librarnos de la ira o del resentimiento, que sólo nos hacen mal: aquella amargura del corazón que trae la ira y el resentimiento y que nos llevan a insultar y a agredir. Es muy feo ver salir de la boca de un cristiano un insulto o una agresión. Es feo ¿Entendido? ¡Nada de insultos! Insultar no es cristiano ¿Entendido? Insultar no es cristiano.
En realidad, ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Todos. Jesús, de hecho, nos ha dicho no juzgar. La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad cristiana. Es un servicio recíproco que podemos y debemos darnos los unos a los otros. Corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz solamente si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor. La misma consciencia que me hace reconocer el error del otro, me hace acordar que yo me equivocado primero y que me equivoco tantas veces.
Por esto, al inicio de la Misa, estamos siempre invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las palabras y con los gestos el sincero arrepentimiento del corazón. Y decimos '¡ten piedad de mí, Señor, que soy pecador! Confieso, a Dios omnipotente, mis pecados'. O nosotros decimos: 'Señor ten piedad de éste que está junto a mí o de ésta, que son pecadores'. ¡No! '¡Ten piedad de mí!' Todos somos pecadores y necesitados del perdón del Señor. Es el Espíritu Santo el que habla a nuestro espíritu y nos hace reconocer nuestras culpas a la luz de la palabra de Jesús. Y es el mismo Jesús que nos invita a todos, santos y pecadores, a su mesa recogiéndonos de los cruces de los caminos, de las diversas situaciones de la vida (cfr Mt 22,9-10). Y entre las condiciones que acomunan a los participantes en la celebración eucarística, dos son fundamentales, dos condiciones para ir bien a Misa: todos somos pecadores y a todos Dios dona su misericordia. Son dos condiciones que abren las puertas de par en par para entrar bien a Misa. Debemos recordar esto siempre antes de ir hacia el hermano para la corrección fraterna.
Pidamos todo esto por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, que mañana celebraremos en la conmemoración litúrgica de su Natividad.

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